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La Española - Isla de Encuentros / Hispaniola - Island of Encounters

0819
2015
978-3-8233-7901-0
978-3-8233-6901-1
Gunter Narr Verlag 
Jessica Barzen
Hanna Lene Geiger
Silke Jansen

Zwei Staaten unterschiedlicher sprachlicher und kultureller Prägung - Haiti und die Dominikanische Republik - teilen sich heute die Karibikinsel Hispaniola. In der Kolonialzeit war sie Schauplatz der ersten Begegnungen zwischen Indigenen und Spaniern und Spielball der Auseinandersetzungen zwischen europäischen Kolonialmächten. Plantagensystem und Sklaverei gelangten hier zu ihrer höchsten Blüte, bis die Haitianische Revolution und die Gründung des ersten unabhängigen Staats in Amerika das Kolonialsystem erschütterten. Die wechselvolle Geschichte der Insel spiegelt sich in vielschichtigen Sprach- und Kulturkontakten wider, die die karibische Sprachenlandschaft bis heute prägen und den Gegenstand des vorliegenden Bandes bilden. Die Beiträge beleuchten die frühesten indianisch-spanischen Sprachkontakte ebenso wie das Phänomen der Kreolisierung in Haiti, historische und aktuelle Austauschprozesse zwischen Spanisch und Kreol und die Weiterentwicklung dieser Sprachen in der Diaspora.

<?page no="0"?> La Española - Isla de Encuentros Hispaniola - Island of Encounters Jessica Stefanie Barzen, Hanna Lene Geiger and Silke Jansen (eds.) Multilingualism and Language Teaching 1 <?page no="1"?> La Española - Isla de Encuentros Hispaniola - Island of Encounters <?page no="2"?> Multilingualism and Language Teaching Herausgegeben von Thorsten Piske (Erlangen), Silke Jansen (Erlangen) und Martha Young-Scholten (Newcastle) Band 1 <?page no="3"?> Jessica Stefanie Barzen, Hanna Lene Geiger and Silke Jansen (eds.) La Española - Isla de Encuentros Hispaniola - Island of Encounters <?page no="4"?> Bibliografische Information der Deutschen Nationalbibliothek Die Deutsche Nationalbibliothek verzeichnet diese Publikation in der Deutschen Nationalbibliografie; detaillierte bibliografische Daten sind im Internet über http: / / dnb.dnb.de abrufbar. Das Werk einschließlich aller seiner Teile ist urheberrechtlich geschützt. Jede Verwer tung außerhalb der engen Grenzen des Urheberrechtsgesetzes ist ohne Zustimmung des Verlages unzulässig und strafbar. Das gilt insbesondere für Vervielfältigungen, Übersetzungen, Mikroverfilmungen und die Einspeicherung und Verarbeitung in elektronischen Systemen. Gedruckt auf säurefreiem und alterungsbeständigem Werkdruckpapier. © 2015 · Narr Francke Attempto Verlag GmbH + Co. KG Dischingerweg 5 · D-72070 Tübingen Internet: www.narr.de E-Mail: info@narr.de Printed in Germany ISSN 2199-1340 ISBN 978-3-8233-6901-1 <?page no="5"?> Índice Jessica Stefanie Barzen, Hanna Lene Geiger, Silke Jansen La Española - Isla de Encuentros vii I Encuentros con los pueblos precolombinos Silke Jansen Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 3 Hanna Lene Geiger Análisis lingüístico de la terminología arqueológica de los pueblos antillanos precolombinos: un encuentro científico 21 II Encuentros coloniales Miguel Gutiérrez Maté Un jargón francés poco inteligible: criollo de base francesa en la parte española a fines del período colonial 39 Benjamin Hebblethwaite Historical linguistic approaches to Haitian Creole: Vodou rites, spirit names and songs: the founders’ contributions to Asogwe Vodou 65 Erin Zavitz Encountering Creole genesis in the Haitian press: Massillon Coicou’s fin-de-siècle feuilleton La Noire 87 <?page no="6"?> III Encuentros con el español dominicano actual Ramona Pech Experts and non-experts in interaction: the case of request sequences in HIV/ AIDS prevention talks 101 Jessica Stefanie Barzen Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 117 Sonja Higuera del Moral ¿Tú estás loca es? La construcción con verbo ser focalizador en el español de dominicanos residentes en Alemania 139 IV Encuentros más allá de La Española Daniel M. Sáez Rivera Viajes lingüísticos de ida y vuelta: el español de los dominicanos en Madrid y su plasmación en el Paisaje Lingüístico 171 Manuel Peralta Céspedes El cambio fonológico brusco: sobre la / s/ implosiva de los dominicanos en Madrid 197 <?page no="7"?> Jessica Stefanie Barzen, Hanna Lene Geiger, Silke Jansen (Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg) La Española - Isla de Encuentros En 1919, el filólogo Pedro Henríquez Ureña, referencia indispensable en los estudios culturales, literarios y lingüísticos dominicanos y, sin duda, uno de los más famosos hijos de la isla, caracterizaba la situación lingüística en La Española de la manera siguiente: La isla a que su descubridor, Colón, dio el nombre de Hispaniola, está dividida en dos naciones: una, al Occidente, la República de Haití; otra, al Oriente, la República Dominicana comúnmente llamada por los extranjeros Santo Domingo. La primera fue colonia francesa durante los siglos XVII y XVIII; predomina en ella la raza negra, y la lengua hablada por la mayoría es un dialecto derivado del francés: los haitianos lo llaman “patois” o “créole”. La otra nación, Santo Domingo, fue colonia española desde 1492 hasta 1891: la raza negra nunca ha predominado allí y la lengua castellana se conserva pura. Nunca ha existido, ni existe, dialecto negro en la República. Al contrario: Santo Domingo pertenece a la sección de América donde la lengua se mantiene más cercana a sus orígenes castellanos y andaluces […]. No ha habido allí influencias indígenas vigorosas, como en México y Perú, donde la raza indígena ha persistido con enorme importancia numérica; no ha habido tampoco influencias extranjeras, pues el contacto con el francés de Haití y con el “patois” derivado puede considerarse nulo: la población de Santo Domingo vive, en su gran mayoría, lejos de la frontera haitiana, y las relaciones entre los pueblos son muy pocas. (Henríquez Ureña, Pedro. 2003 [1919]. “El español en Santo Domingo. Rectificación a Meyer-Lübke”. En: Henríquez Ureña, Pedro. Obras completas. Edición al cuidado de Modesto E. Cuesta. Tomo IV: Estudios lingüísticos y filológicos. Santo Domingo. 49-50.) Sin embargo, la supuesta inexistencia del contacto lingüístico parece estar en contradicción con la agitada historia del arco de las Antillas, que siempre ha sido una encrucijada de culturas y lenguas. Ya antes de la llegada de los europeos, se mezclaban y chocaban múltiples influencias en el archipiélago, gracias a la llegada de oleadas migratorias lingüística y culturalmente diversas del continente sudamericano. A partir de 1492, La Española, primer centro del Imperio colonial español, se convierte en un temprano laboratorio de los contactos y conflictos lingüísticos que habrán de marcar el área caribeña durante siglos. Las tres lenguas indígenas que, según las crónicas, se hablaban en la isla, desaparecen en pocos años, pero no sin <?page no="8"?> viii La Española - Isla de Encuentros dejar huellas en el naciente español antillano. Al sustrato indígena se suma, a partir del siglo XVI, el aporte de las lenguas africanas llegadas a la isla en el contexto de la trata negrera. Igualmente como fruto de la esclavitud y de la interacción entre lenguas africanas y europeas, se origina desde el siglo XVII una lengua criolla de base francesa en la parte oriental de la isla, donde los franceses habían logrado infiltrarse y establecer una colonia oficial en el contexto de las luchas entre diversas potencias europeas en suelo caribeño. Esta lengua, hoy conocida como kreyòl haitiano, empieza a convertirse en la lengua de contacto de mayor importancia en la evolución del español dominicano en el siglo XIX, que vio la unificación política de la isla bajo el gobierno haitiano (1822-1844). Las huellas lingüísticas del período haitiano siguen hoy perceptibles en la península de Samaná, donde subsisten comunidades criolloy angloparlantes cuyos orígenes se remontan a la inmigración de colonos franceses con sus esclavos a finales del siglo XVIII y al asentamiento de esclavos libertos provenientes de los Estados Unidos durante la Era haitiana bajo el mando del entonces presidente Jean-Pierre Boyer. En la actualidad, los encuentros lingüísticos no han perdido nada de su pertinencia, debido sobre todo a los importantes movimientos migratorios hacia y desde la República Dominicana. En este contexto, el criollo haitiano sigue siendo la lengua con mayor influencia en el español dominicano, debido a la fuerte presencia de migrantes haitianos, especialmente, en la zona fronteriza, en el contexto urbano y en los bateyes (poblados establecidos por las compañías azucareras para los cortadores de caña, mayoritariamente haitianos). Ello no impide que se originen, como consecuencia de la migración de dominicanos sobre todo al continente americano y a Europa, otras situaciones de contacto fuera de la isla: entre ellas, el contacto con el inglés estadounidense y el contacto dialectal con el español peninsular. Mientras que el carácter “mixto” del kreyòl haitiano ha hecho correr ríos de tinta desde los orígenes de la criollística en el siglo XIX, el español dominicano se considera tradicionalmente como arcaizante y puro - idea fuertemente arraigada en la conciencia metalingüística de los dominicanos, debido, entre otras cosas, a la autoridad de Pedro Henríquez Ureña. El presente volumen quiere poner en tela de juicio esta última concepción, así como la visión monolítica de la coexistencia de kreyòl y español como únicas situaciones de contacto en la isla. Se propone ofrecer una visión panorámica de algunas de los diversos encuentros a las cuales los idiomas de La Española han estado expuestos, enfocando su estudio no sólo desde ambos lados de la frontera, sino también desde la diáspora dominicana en Europa y desde la perspectiva de varias disciplinas lingüísticas. Además de desarrollar la compleja casuística del bilingüismo y sus consecuencias, se abordarán otros temas estrechamente vinculados con problemas sociolingüísticos fundamentales tales como las migraciones y las actitudes lingüísticas deri- <?page no="9"?> La Española - Isla de Encuentros ix vadas de ellas, incluyendo, desde esta perspectiva, la criollización, el contacto interdialectal y la variación dentro del español dominicano Organizado en cuatro secciones temáticas, el volumen abarca más de quinientos años de contactos y conflictos lingüísticos en la isla, empezando por el périodo prehispánico. En su artículo “Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón”, Silke Jansen reconstruye el panorama sociolingüístico de la Española precolombiana a través de los primeros textos cronísticos y demuestra que la denominación general de la lengua de los indios, expresión que predomina en las crónicas españolas, no cumple con la diversidad lingüística real en el Caribe. Los documentos dibujan una imagen sociolingüística mucho más compleja de la Española y testimonian la existencia de por lo menos tres lenguas indígenas en la isla, entre las cuales el taíno, en su función de lingua franca, jugaba un papel predominante. El encuentro científico entre los arqueólogos y su objeto de estudio es el tema del artículo de Hanna Lene Geiger. La autora lleva a cabo un análisis lingüístico de la terminología arqueológica de los pueblos precolombinos antillanos y, en especial, de los miembros de la tercerca ola migratoria y sus descendientes. Su contribución ilustra cómo las perspectivas y estructuras específicas de las delimitaciones y denominaciones sociales reflejan siempre el punto de vista y los intereses del observador, así como la relación de éste con el objeto designado. Una segunda sección temática gira en torno a los encuentros lingüísticos durante la colonia, con un enfoque especial en las circunstancias que fomentaron la formación de una lengua criolla de base francesa en la parte occidental de la isla, y los contactos que ésta ha mantenido con el español desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Miguel Gutiérrez Maté retrata en su artículo “Un jargón francés poco inteligible: criollo de base francesa en la parte española a fines del período colonial” la historia de los cimarrones del palenque o maniel de Neyba en la antigua colonia de Santo Domingo, quienes, en su mayoría, provenían de la parte francesa de la isla. Con el objetivo de averiguar qué lengua pudieron hablar los esclavos huidos, estudia diversos documentos sobre procesos de cimarronaje en la isla que permiten suponer que la composición étnica y social del maniel debió contribuir a la cristalización de un criollo de base francesa semejante a las variedades emergentes en Saint-Domingue, pero con algunas diferencias por evoluciones independientes y por posibles aportes del español. Indirectamente, algunos documentos hispánicos podrían apuntar a la primera mitad de la centuria como etapa de formación del criollo en la parte francesa. El artículo “Historical linguistic approaches to Haitian Creole: Vodou rites, spirit names and songs: the founders’ contribution to Asogwe Vodou” de Benjamin Hebblethwaite analiza diferentes fuentes de lexemas africanos que permiten formular hipótesis sobre las diversas influencias culturales y lingüísticas africanas en el vudú haitiano, haciendo hincapié en la emergenx <?page no="10"?> La Española - Isla de Encuentros cia de esta religión como un sistema que sincretiza varias tradiciones africanas en una única tradición cohesiva. Un término clave para entender estos procesos será el de las “migraciones espirituales” de los ritos y tradiciones de los esclavos provenientes de África centro-occidental, especialmente de la Bahía de Benín. La forma en la que estas migraciones espirituales tienen lugar en el vudú Asogwe se explica en virtud del concepto de Founder Principle. Basándose en el serial haitiano La Noire (1905/ 6), Erin Zavitz analiza la representación literaria de los encuentros culturales y lingüísticos entre esclavos, libertos y hacendados en los albores de la Revolución Haitiana. La novela por entregas del patriota Massillon Coicou, publicada en Le Soir de Puerto Príncipe, va en contra de la leyenda de la superioridad francesa y mulata, tocando varios temas noiristes que llegarían a ser dominantes algunas décadas más tarde. Entre otros elementos de la novela, destacan la interpretación de la génesis del criollo haitiano como el resultado de una adquisición por imitación, la presentación de un cuadro de la variación lingüística en las plantaciones, la etimologización de algunas palabras del criollo y la caracterización general de la criollización como un proceso de mezcla entre las culturas europea y africana. La autora interpreta todas estas consideraciones en el contexto más amplio de los tempranos estudios criollistas del siglo XIX y las presenta, además, como expresión del movimiento literario del Realismo Haitiano. En la tercera parte del volumen se abordan dos aspectos del español dominicano actual que apenas han recibido atención en los estudios lingüísticos recientes. El encuentro entre expertos y profanos sobre un tema dado en la comunicación cara a cara es el tema de la contribución de Ramona Pech. La autora analiza la correlación entre los mecanismos y actos de formulación de peticiones y la constitución de roles e identidades sociales en un contexto determinado, el de las charlas de prevención del VIH / SIDA en un colegio dominicano. Aplicando la metodología del análisis de la conversación, demuestra cómo las técnicas de expresión de una petición exhiben y reconstruyen el papel de los expertos y no expertos en la interacción. Jessica Stefanie Barzen investiga en su artículo “Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná” las consecuencias del contacto lingüístico entre el español dominicano y la variedad francocriolla que es hablada desde hace más de 200 años por una comunidad lingüística en la península de Samaná en el nordeste de la República Dominicana. En su análisis socio-lingüístico el concepto de language obsolescence jugará un papel clave puesto que conecta los factores decisivos en una situación donde una lengua, el kreyòl samanense, está en vía de extinción y se ve sustituido poco a poco por el español dominicano. El artículo de Sonja Higuera del Moral ofrece un análisis de la aceptabilidad de construcciones con verbo ser focalizador en el español de dominica- <?page no="11"?> La Española - Isla de Encuentros xi nos residentes en Alemania. Considerando tanto factores gramaticales y semántico-pragmáticos como sociolingüísticos, la autora documenta algunos aspectos de esta construcción desatendidos hasta ahora, como por ejemplo su presencia en interrogativas totales. Sus datos no sólo confirman la presencia de la estructura entre los dominicanos con estancia en Alemania, sino que también relativizan los resultados de estudios anteriores en lo que concierne, sobre todo, a los contextos de uso y los patrones de concordancia. La última sección da cuenta de la condición del español dominicano como variedad de migrantes y de su interacción con otras variedades del español fuera de la isla. Daniel Sáez Rivera compara la situación de contacto entre las diferentes variedades peninsulares llevadas a América desde la Conquista con los contactos interdialectales recientes con la llegada de dominicanos a Madrid. Aunque en ambos momentos se documentan fenómenos de acomodación, sólo el primer caso llevó a un proceso de koineización, mientras que en el segundo se observan más bien procesos de convergencia, principalmente por parte de los dominicanos hacia la norma local. Aún así, un análisis del “paisaje lingüístico” de Madrid revela también la presencia e incluso la alta valoración del español dominicano en algunos ámbitos de la ciudad. Manuel Peralta presenta un estudio sobre el comportamiento de la / s/ implosiva en el habla de los migrantes dominicanos que viven en Madrid y que están en contacto con la variedad estándar madrileña. Apoyándose en un estudio de campo, el autor aborda la cuestión de si la elisión, más común en la República Dominicana, sigue manteniendo índices de frecuencia similares al estar en contacto con la norma madrileña. Los resultados permiten demostrar que existe una tendencia a la convergencia con la variedad receptora y que, en consecuencia, la realización plena de / -s/ aumenta significativamente debido a factores lingüísticos y extralingüísticos. La publicación de este volumen colectivo es posible gracias al esfuerzo común de las editoras, los colaboradores estudiantiles y, naturalmente, los autores. Debemos el ajuste estilístico de muchas de las contribuciones en español a la lectura atenta y la sensibilidad lingüística de Miguel Gutiérrez Maté y Manuel Peralta. Este nos ayudó además con la adaptación de los textos a las normas de estilo. Thomas Holl-Wagner e Iris Häcker se ocuparon de la revisión formal de los artículos en diferentes etapas de la preparación del libro. De los errores que se encuentren en él, muy a pesar de la paciente labor de los autores y correctores, nos hacemos únicas responsables. Nuestra gratitud se extiende, por último, a la Fundación Alemana de Investigación Científica (Deutsche Forschungsgemeinschaft) en el marco del grupo de <?page no="12"?> xii La Española - Isla de Encuentros investigación Hispania Submersa, 1 cuyo apoyo financiero ha permitido esta publicación. Nuestra obra no pretende sino llamar la atención sobre algunos de los muchos problemas de interés científico que pueden emanar del estudio de La Española en tanto que “isla de encuentros”, desde la época precolombina hasta nuestros días. Nuestra comprensión de tales problemas es hoy, gracias a los recursos actuales de investigación y a los avances en las diferentes disciplinas de la Lingüística y de los Estudios Culturales, mucho mayor de lo que fue en la época de Henríquez Ureña, con cuyas palabras empezábamos estas líneas. Con todo, somos conscientes de las muchas tareas que quedan aún por acometer y que demandan, ahora más que nunca, el trabajo en equipo. Diríamos que, a pesar de los importantísimos avances, La Española sigue siendo, en muchos aspectos, terra incognita. 1 Se trata del grupo Emmy Noether “Aufdeckung der verschütteten Hispanität (Hispania submersa) aus der Zeit der Entdeckung, Eroberung und Kolonisierung in der frankophonen Karibik“ (JA 1697/ 3-1). <?page no="13"?> I Encuentros con los pueblos precolombinos <?page no="15"?> Silke Jansen (Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg) Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón La llegada de los españoles en las Antillas es el punto de partida de los primeros contactos lingüísticos de las lenguas europeas con las amerindias, que sin embargo marcaría el punto final a otro tipo de contactos y encuentros: la coexistencia, probablemente secular, de diferentes lenguas indígenas en el archipiélago antillano que constituía, ya en aquel entonces, un verdadero crisol lingüístico y cultural. Por muy paradójico que pueda parecer, la misma presencia española que llevó a la extinción de esta diversidad lingüística nos permite hoy en día rescatar por lo menos algunas informaciones y datos sobre el paisaje lingüístico antillano al entrar del siglo XVI. La presente contribución se propone reconstruir, en la medida de lo posible, la situación sociolingüística de La Española al comienzo de la Conquista tal como se presenta en los primeros textos españoles de América. 1 Las Antillas en 1492: panorama lingüístico general Los primeros testimonios del descubrimiento (entre ellos, el Diario de a bordo de Colón) oponen dos grupos de autóctonos amerindios: los indios propiamente dichos (también llamados indios mansos o indios de paz), que fueron los primeros a establecer contactos con los españoles en La Española y Cuba, y los caribes, caníbales o indios de guerra, asentados en la parte Este de San Juan de Puerto Rico y en las Antillas Menores. Aunque esta distinción dicotómica se fundamenta, en los documentos indianos, sobre todo en el criterio del carácter guerrero y la supuesta antropofagia de los caribes o caníbales, investigaciones posteriores han revelado que está en coherencia con la evidencia científica: según se deduce de las fuentes disponibles, los pueblos que ocupaban La Española, Cuba, Jamaica y la parte Oeste del actual Puerto Rico pertenecían al grupo étnico y lingüístico de los arahuacos, mientras que los habitantes de la parte septentrional del arco antillano se asemejaban, en sus patrones culturales, a los pueblos caribes de la América del Sur (cf. Taylor 1977: 13ss; Granberry/ Vescelius 2004: 22ss). Los primeros, a los cuales la antropología del siglo XIX asignó el nombre de taínos (según una palabra documentada en Chanca, que supuestamente quería decir ‘bueno’ en su <?page no="16"?> 4 Silke Jansen lengua, cf. Chanca en Unali 1990: 18), hablaban una lengua del tronco arahuaco, mientras que los segundos se comunicaban en un idioma de origen etimológico mixto, arahuaco y caribe, que se conoce hoy en día como caribe insular o iñeri. El taíno quedó extinto pocas décadas después de la llegada de los europeos -mucho tiempo antes de que los clérigos españoles empezaran a documentar y describir las lenguas indígenas americanas-, pero el caribe insular pervive en la actualidad en el garífuna o caribe negro, lengua hablada por unas 100 000 de personas en la América Central. De la variante colonial de esta lengua disponemos de un diccionario y una gramática, elaborados en el siglo XVII por el misionario francés Raymond Breton. 1 Como no contamos con ninguna descripción colonial sistemática del taíno, dependemos, para su reconstrucción, completamente de las pocas huellas que ha dejado en la documentación española del siglo XVI y en el español del Caribe. De las descripciones de Breton se desprende que el caribe insular disponía de dos registros léxicos etimológicamente divergentes (cf. Taylor 1977: 26-27, Taylor/ Hoff 1980: 320; Hoff 1995: 49) -uno de origen caribe, usado exclusivamente con los hombres, y otro de origen arahuaco usado con las mujeres y los niños. Teniendo en cuenta que ambos registros se apoyaban en un mismo repertorio morfosintáctico de indudable procedencia arahuaca, parece lícito clasificar el caribe insular entre las lenguas arahuacas. 2 Debido al tronco arahuaco común (y, posiblemente, también a los intercambios lingüísticos ocurridos desde antes de la llegada de los españoles), existe cierta semejanza entre el taíno y el caribe insular, razón por la cual algunos investigadores los tienen por un mismo idioma. 3 Sin embargo, la documentación disponible indica que se trataba, en realidad, de dos idiomas distintos: primero, nada en las fuentes españolas indica que el taíno haya incorporado palabras de origen caribe, o que poseyera dos registros léxicos diferentes según el sexo del hablante. Segundo, y más significativo, la lingüística amerindia distingue, en base a criterios morfológicos, entre dos ramas fundamentales de las lenguas arahuacas, llamadas tipo tVy tipo nV-, según la forma del morfema que marca la primera persona del singular en los verbos y los sustantivos. 4 Aún teniendo en cuenta la escasez de los datos 1 Cf. particularmente la Grammaire Caraïbe (Breton 1877 [1667]) y el Dictionnaire caraïbefrançois (Breton 1999 [1665]). 2 En vista de su pertenencia al grupo arahuaco, la denominación de caribe insular parece inadecuada. No obstante, la mantenemos aquí porque ha pasado a ser habitual en las publicaciones pertinentes. 3 Éste es el punto de vista, por ejemplo, de Alvarez Nazario (cf. sobre todo 1994). 4 La distinción se basa en el morfema de la primera persona del singular, que toma la forma nVen algunas lenguas arahuacas y tVen otras (cf. Aikhenvald 1999: 69; 2006: 172). Como se desprende de las pocas frases enteras documentadas en las fuentes, el taíno pertenecía al grupo tV- (cf. Dios naboria daca ‘yo soy sirviente y criado de Dios’, en <?page no="17"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 5 sobre el sistema gramatical del taíno, se deduce claramente de ellos que perteneció al grupo tV-, mientras que el caribe insular forma parte del grupo nV-. En base a este criterio, son los idiomas arahuacos hablados hoy en día en la cuenca del Orinoco (el lokono, el guajiro y el añún) los que se deben considerar como los parientes más cercanos del taíno. Además del taíno y del caribe insular, los cronistas españoles indican la existencia de otras lenguas indígenas en el archipiélago antillano, pero poco se sabe de ellas. En la gran mayoría de los casos, sólo sus nombres han llegado hasta nosotros, 5 y únicamente los idiomas hablados en Trinidad están documentados, aunque de manera muy rudimentaria, bajo la forma de listas de palabras (cf. Taylor 1977: 14ss). Todo ello apunta hacia una situación lingüística compleja en el Caribe precolombino, que parece haber sido, desde antes de la llegada de los españoles, un espacio multilingüe. Veamos ahora más de cerca la situación de las Antillas Mayores, y especialmente de la Isla Española, a comienzos de la Conquista. 2 La situación (socio)lingüística en La Española Contrariamente a lo que se podría suponer, considerando la condición del archipiélago antillano de espacio multilingüe, la temprana documentación americana y especialmente los escritos de Colón no dejan de hacer hincapié en la uniformidad lingüística de las islas recientemente descubiertas: Toda la lengua también es una y todos amigos [...]. (Colón, Diario del primer viaje, 1.11.1492, en Varela 1982: 49) Mas agora, plaziendo a Nuestro Señor, veré lo más que yo pudiere y poco a poco andaré entendiendo y cognosçiendo y faré enseñar esta lengua a personas de mi casa, porque veo qu’es toda la lengua una fasta aquí. (Colón, Diario del primer viaje, 27.11.1492, en Varela 1982: 67) […] y así truxeron la muger, muy moça y hermosa, a la nao, y habló con aquellos indios, porque todos tenían una lengua. (Colón, Diario del primer viaje, 12.12.1492, en Varela 1982: 78-79) Las Casas, Apologética historia sumaria, III, cap. 167, p. 1156), y el caribe insular al grupo nV- (cf. por ejemplo Nácalabágoyem ‘je sépare’; Nácalabároyem ‘je tourne’, Breton 1999: 54). Los subrayados son nuestros. 5 Cf. por ejemplo el cacquetío de Curaç-o y Aruba, mencionado por Castellanos (1847 [1589]: 183), y el guayquerí de la Isla Margarita al cual se hace referencia en diferentes documentos de la compilación de Alegría (2009). En la Isla Española, parece haber existido la etnia de los Macaoquiçios (Repartimiento de la Isla Española, 1514, en Rodríguez Demorizi 1971: 247). <?page no="18"?> 6 Silke Jansen En ninguna parte destas yslas e conoçido en la gente dellas seta ni ydola- / tría ni mucha diversidad en la lengua de unos a otros, salvo que todos se entienden [...]. (Colón, Carta-Relación a los Reyes Católicos del 4.3.1493, en Rumeu de Armas 1989: 437) Varios otros cronistas, entre ellos Bernáldez y Chanca, reportan además que los indígenas que Colón tomó a bordo a diferentes puntos de su viaje con el propósito de tenerlos como intérpretes no encontraron mayores obstáculos para comunicarse con los habitantes de otras islas. Las Casas, uno de los mejores conocedores de la cultura indígena antillana en aquellos tiempos, proporciona una imagen más matizada de la situación lingüística. Aunque señala, en su Historia de las Indias, que “[…] en todas estas islas hablasen una lengua: la desta isla Española” (I, cap. 45, p. 581), destaca en su Apologética historia sumaria la existencia de tres idiomas diferentes en La Española: Tres lenguas había en esta isla distintas, que la una a la otra no se entendía: la una era de la gente que llamábamos el Macorix de Abajo y la otra de los vecinos del Macorix de Arriba [...]. La otra lengua fue la universal de toda la tierra […]. (Las Casas, Apologética historia sumaria, III, cap. 197, p. 1281) En otro capítulo de la Historia, insiste en la coexistencia de pueblos indígenas lingüísticamente diversos en la región de Macorix, en la franja septentrional de la isla, refiriéndose a uno de ellos con el etnónimo de ciguayo: Es aquí de saber que un gran pedazo desta costa […] era poblada de unas gentes que se llamaban macoriges, y otras ciguayos, y tenían diversas lenguas de la universal de toda la isla. No me acuerdo si diferían éstos en la lengua, como ha tantos años, y no hay hoy uno ni ninguno a quien lo preguntar […]. (Las Casas, Historia de las Indias, I, cap. 67, p. 666) Como la procinvia del Macorix de Abaxo aparece, en la Apologética historia sumaria (I, cap. 3, p. 298) bajo el nombre de la “provincia de los Ciguayos”, es de suponer que macorix de abajo y ciguayo se refieren a la misma lengua indígena. La aparente contradicción entre el pretendido monolingüismo del archipiélago y la existencia de varias lenguas en La Española se resuelve si entendemos la referencia de Las Casas a una “lengua universal de toda la isla” en el sentido de una lingua franca, que servía como lengua general de comunicación no sólo entre los diferentes pueblos de La Española, sino también en los intercambios interisleños (cf. también Granberry/ Vescelius 2004: 7-9). Esta lengua está omnipresente en los documentos coloniales donde aparece bajo términos como la lengua destas islas, la lengua/ el lenguaje de los indios, la lengua universal, la lengua desta isla [La Española]. Tratándose de la lengua “por ex- <?page no="19"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 7 celencia” de los habitantes de las islas, no se la asocia con ningún pueblo o area geográfica determinado, ni se le da un nombre específico en español. 6 Con el xenónimo de macorix (plural macoriges) los hablantes de la “lengua universal” se referían a cualquier pueblo de lengua distinta: Decíase Macorix en la lengua de los indios más universal desta isla, cuasi como “lengua extraña y bárbara”, porque la universal era más pulida y regular e clara […]. (Las Casas, Historia de las Indias, II, cap. 110, p. 948) La mayor estimación que recibe la lengua universal parece indicar una relación jerárquica entre el taíno y las otras lenguas, como es típica de las situaciones diglósicas. En otras ocasiones, Las Casas califica el taíno (y especialmente la variante que se hablaba en el cacicazgo Xaraguá, sede del poderoso cacique Bohechío) de la “más polida”, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, p. 39; Historia de las Indias I, cap. 110, p. 948), “más […] regular e clara” (Historia de las Indias I, cap. 110, p. 948), “más ordenada y compuesta” (Brevísima relación relación de la destrucción de las Indias, p. 39), así como “la más elegante y la más copiosa de vocablos, y más dulce el sonido” y la que “en todo llevaba ventaja y era muy más prima” (Apologética historia sumaria, III, cap. 197, p. 1281) Si damos crédito a la interpretación de Las Casas según la cual el término de macorix podía referirse a cualquier grupo percibido como diferente en el plan étnico y lingüístico, no parece menester considerar el macorix de arriba y el macorix de abajo como dos dialectos de una misma lengua, o incluso del taíno, como se ha sugerido (cf. Rouse 1992: 6-7, Veloz Maggiolo 1993: 132 y Granberry/ Vescelius 2004: 7; 16). 7 Como trataremos de demostrar en lo que sigue, la panorámica lingüística de La Española parece haber sido más compleja. 3 Los datos lingüísticos En vistas a aprender más sobre los tres idiomas de La Española (taíno, macorix de arriba, macorix de abajo/ ciguayo), la documentación temprana de las Antillas ofrece dos tipos de datos: observaciones metalingüísticas y palabras o incluso frases enteras en lengua indígena, citadas en las fuentes españolas. Aunque poco abundantes, éstas llegan a tener cierto valor informativo si se combinan entre ellas y con otros tipos de datos, de índole extralingüística. 6 De ahí surge, en el siglo XIX cuando empiezan a desarrollarse la lingüística y la antropología amerindias, la necesidad de darle un nombre a esta etnia, que llevó a la invención del etnónimo taíno. 7 En ello se fundamentan, por lo menos en parte, en las evidencias arqueológicas que demuestran que los pueblos de La Española coincidían ampliamente en las expresiones de su cultura material. Sin embargo, hay que tener en mente que el valor predictivo de la cultura material para les cuestiones lingüísticas es muy limitado. <?page no="20"?> 8 Silke Jansen 3.1 Observaciones metalingüísticas sobre el plurilingüismo de La Española Según Las Casas, las lenguas indígenas de La Española eran tan distintas entre ellas que era imposible el mútuo entendimiento (cf. arriba). Ramón Pané, testigo ocular de los inicios de la colonización de La Española y uno de los primeros europeos que llegaron a aprender una lengua americana (el macorix de abajo o ciguayo), viene a comprobar esta observación. En su Relación acerca de las antigüedades de los indios (redactada entre 1494 y 1498), texto etnográfico avant la lettre y único documento colonial que informa sobre la mitología y la cosmovisión de los indios antillanos, da cuenta de un encuentro con Cristóbal Colón: Il quale Signore Ammiraglio allora mi disse, che la Prouincia della Maddalena Maroris hauea diuersa lingua dall’altra, e che non era inteso il suo parlar per tutta la terra: però ch’io n’andassi a stare con vn’altro Cacique principale, detto Guarionex, Signor di molta gente, oue quella lingua s’intendea [sic] per tutta la terra. Cosí per suo comandamento io me ne andai à star col detto Guarionex. Ebene il vero, che io dissi al Signor Gouernator Don Christoforo Colombo, Signor, come vuol Vostra Signoria, che io vada à star con Guarionex, non sapendo altra lingua, che quella del Maroris? Vostra Signoria mi dia licenza, che venga meco alcun di quelli di Nuhuirci, che poi furono Christiani, e sapeuano ambedue le lingue. Il che egli mi concedette, e dissemi, che io menassi meco chi più mi piacesse. (Pané en Rodríguez Álvarez 2008: 324-25) A pesar de los numerosos misterios que rodean el texto -el original está desaparecido, y sólo ha llegado a nuestros días una version italiana de 1571 que está salpicada de erratas y errores de traducción- el presente extracto corroba en muchos respectos las observaciones de Las Casas y otros cronistas del siglo XVI. La lengua que Pané había adquirido en la Provincia de la Magdalena (también llamada Macorix de Abajo), donde había vivido varios años con los aborígenes en el contexto de la misión, era el ya mencionado ciguayo o macorix de abajo. Como se deduce de la Relación, éste se limitaba al ámbito geográfico de una sola provincia y era ininteligible para los otros pueblos de la isla, entre ellos los súbditos (probablemente taínohablantes) del cacique Guarionex, a cuyo dominio pertenecía el Macorix de Abajo. Estos datos y el bilingüismo de los llamados nuhuirci (término que posiblemente se tiene que leer como nuhuirey 8 ) son perfectamente compatibles con la hipótesis anteriormente expuesta, según la cual el taíno ocupaba el papel de la high variety en una diglosia con otras dos lenguas indígenas. Que Pané tenga que recurrir a un intérprete demuestra que el 8 Esta interpretación, preferida por Arrom (2001) y otros autores, da cuenta de la frecuencia de la desinencia -ey en las palabras de origen antillano. Se podría tratar de la auto-denominación de los ciguayos. <?page no="21"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 9 taíno y el ciguayo eran claramente dos lenguas distintas, y no variantes diatópicas de la misma lengua. 3.2 Datos lingüísticos que apuntan hacia una isla plurilingüe Dada la posición privilegiada del taíno dentro del espectro lingüístico en la Española, no puede extrañar que la gran mayoría de los indigenismos que se citan en las fuentes provengan de esta lengua. No obstante, los textos contienen también préstamos de otras lenguas antillanas, que pueden arrojar luz sobre la situación lingüística de La Española al alba de la Conquista. Son de especial interés, en este contexto, las referencias a sinónimos interlinguales en diferentes lenguas indígenas, como en el siguiente extracto de la Historia de Fernández de Oviedo: Tornemos a las casas en que moraban, las cuales, comúnmente, llamaban buhío en estas islas todas (que quiere decir casa o morada); pero, propriamente, en la lengua de Haití, el buhío o casa se llama eracra. Estas eracras o buhíos son en una de dos maneras; e en ambas se hacían, segund la voluntad del edificador. (Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, I, Lib. VI, cap. 1, p. 143) El indigenismo buhío o bohío ‘casa, vivienda indígena’ (aún vivo en el español del Caribe con el significado de ‘cabaña campesina con techo de hojas de yagua, guano u otras’; ASALE 2010) está ampliamente documentado en numerosos documentos americanos de los siglos XV, XVI y XVII (entre ellos, el Diario de a bordo de Colón y la Relación de Pané), así como en diferentes lenguas arahuacas (cf. por ejemplo lokono báhɨ, Taylor 1969: 238). Además, Las Casas lo señala explícitamente como palabra de la lengua universal de las islas en una de sus apostillas al Diario de a bordo (“Bohío llamavan los indios de aquellas islas a las casas [...]”, cf. Colón, Diario del primer viaje, en Varela 1982: 51, nota 63). El origen taíno de este término es, por lo tanto, evidente. Sin embargo, Fernández de Oviedo contrasta aquí la difusión de buhío/ bohío en todo el archipiélago con la extensión geográficamente limitada de su sinónimo eracra, que según él se usa exclusivamente en la “lengua de Haití”. 9 Es llamativa, en este contexto, la forma fonética de eracra, ya que el ataque silábico [e-] y la combinación consonántica [kr] indican un origen no taíno de la palabra. Las lenguas arahuacas se caracterizan por una estructura silábica perfectamente regular del tipo (C)V(C), con la forma canónica CV (Aikhenvald 1999: 78; Payne 1991: 389-90). Con algunas raras excepciones, los préstamos del taíno al español se ajustan también a este patrón (cf. por ejemplo conuco, haje, hamaca, batata, yuca, yucaba etc.; cf. también Gran- 9 Topónimo utilizado (según Oviedo, Las Casas y otros cronistas) por los indígenas antillanos para referirse a La Española. <?page no="22"?> 10 Silke Jansen berry/ Vescelius 2004: 28; Álvarez Nazario 1996: 45; Jansen 2012: 108). Las iniciales vocálicas son extremadamente escasas en los indigenismos documentados, y se dan casi exclusivamente con la vocal [a-]. Los datos aportados por Oviedo apoyan así indirectamente la observación de Las Casas según la cual el taíno como lingua franca coexistía con por lo menos una lengua local, probablemente de origen no arahuaco. Posiblemente, eracra tiene que atribuirse al idioma ciguayo, ya que el nexo “consonante plosiva + líquida” caracteriza también algunas de las palabras indígenas citadas en la Relación de Pané, quien dominaba esta lengua (cf. los nombres de los divinidades Baidrama y Coatrischie). Otros ejemplos vienen a corrobar el plurilingüismo de La Española precolombina. Es especialmente revelador, en este contexto, el Diario de a bordo de Colón, y las apostillas realizadas por Las Casas. Si suponemos que el trayecto que tomó Colón en su primer viaje se refleja directamente en el orden de aparición de los indigenismos en el Diario, los sinónimos interlinguales se pueden interpretar como marcas topográficas de un posible mapa lingüistico antillano -mapa que, claro está, siempre será provisional y rudimentario debido al número muy limitado de datos lingüísticos. Al mismo tiempo, las apostillas de Las Casas, quien conocía muy bien la lengua taína, pueden aportar informaciones suplementarias y servir como correctivo en la interpretación de los datos. En lo que sigue, nos apoyaremos en dos tipos de sinónimos interlinguales en particular, que nos parecen especialmente emblemáticos porque reflejan aspectos centrales de los primeros encuentros en La Española: los términos para referirse al oro, y los diferentes etnónimos con los cuales se les designaba a los llamados caribes. 3.2.1 Palabras con el significado de ‘oro’ Habida cuenta del interés fundamentalmente económico de la expansión, no puede extrañar que lo que más llamaba la atención de los primeros españoles que pisaron suelo americano eran las palabras con las cuales los indígenas se referían al oro. Al hacer contacto con los habitantes del archipiélago, Colón y sus acompañantes les interrogaban sistemáticamente sobre posibles tenencias y yacimientos de oro, apropriándose así de diferentes términos que circulaban en las islas. Aunque no disponemos de fuentes directas sobre la comunicación entre españoles e indígenas, podemos suponer que las palabras relativas al oro y a otras mercancías jugaban un papel central en estos intercambios, lo que explica el interés de los españoles en <?page no="23"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 11 aprenderlos. 10 En el artículo del 13 de enero de 1492, Colón -quién en aquel momento se encontraba en la costa norte de La Española, en el llamado “golfo de las flechas” en la península de Samaná- confronta y comenta cuatro palabras indígenas con el significado de ‘oro’: Preguntóle por los caribes y señalóle al Leste, cerca de allí; la cual diz que ayer vio el Almirante antes que entrase en aquella baía, y díxole el indio que en ella avía mucho oro, señalándole la popa de la caravela, que era bien grande, y que pedaços avía tan grandes. Llamava al oro «tuob» y no entendía por «caona», como le llaman en la primera parte de la isla, ni por «noçay», como lo nombravan en San Salvador y en las otras islas. Al alambre o a un oro baxo llaman en la Española «tuob». De la isla de Matinino dixo aquel indio que era toda poblada de mugeres sin hombres, y que en ella ay muy mucho «tuob», qu’es oro o alambre, y que es más al Leste de Carib. También dixo de la isla de Goanin, 11 adonde ay mucho «tuob». (Colón, Diario del primer viaje, 13.1.1492, en Varela 1982: 114-115; negritas de la autora) Este párrafo ilustra de manera ejemplar los temas alrededor de los cuales giraban las interacciones entre los hombres de Colón y los indígenas (el oro y los caribes, véase infra), y la atención que ponía el Almirante en las palabras. De los cuatro términos que evoca, nuçay (con sus variantes nucay 12 y nuzay) es el primero que se usa en el Diario, en el artículo del 1 de noviembre, cuando Colón explora la costa norte de Cuba (cf. “[…] no buscava el Almirante salvo oro, a que ellos llaman «nucay»”, Colón en Varela 1982: 49). Como resulta de la apostilla de Las Casas, la expresión no parece haber sido usada en el taíno de La Española: Yo creo que los cristianos no entendían, porque como todas estas islas hablasen una lengua, la d’esta isla Española, donde llaman al oro caona, no debían de decir los indios por el oro nucay. (Las Casas en Colón, Diario del primer viaje, en Varela 1982: 49, nota 59) Dado que Colón en su artículo del 13 enero atribuye el término a la isla de San Salvador, refleja probablemente diferencias lexicales entre el llamado taíno clásico y la variante que se ha llamado taíno ciboney (hablada en Cuba y en las islas Bahamas). 10 Parece que los indígenas mostraban semejante interés por las denominaciones de las mercancías españolas. Así, Las Casas reporta que utilizaban la palabra cascabeles: “[[Llegando cerca de la carabela, levantaban los pedazos de oro, diciendo: Chuque, chuque, cascabeles, que querían decir: ’Toma y daca cascabeles’]].” (Las Casas, Historia de las Indias, I, cap. 60, p. 640). Chuque chuque probablemente ha de interpretarse de manera onomatopéyica. 11 A pesar de que guanín aparece aquí como topónimo, otras fuentes indican claramente que el término se refería a un tipo de oro bajo de las Antillas. Véase más abajo. 12 Esta variante se debe probablemente a la omisión errónea de la cedilla. <?page no="24"?> 12 Silke Jansen Colón y Las Casas coinciden en que el término caona se usaba en La Española. La forma está documentada también en Pedro Mártir de Anglería (cáuni ‘aurum’, Decada I, caput 2, 78, p. 70), y tiene cognados en algunas lenguas arahuacas, entre ellas el caribe insular (cf. caouánam, cf. Taylor 1977: 20). Aparece además en dos antropónimos, el del cacique Caonabo (que significaba, según Pedro Mártir de Anglería, ‘señor de la casa del oro’, cf. Decada I, caput 2, 78, p. 70), 13 y de su esposa Anacaona, procedentes de los cacicazgos Maguana y Jaraguá en el centro y en el oeste de la isla La Española. Por lo tanto, no puede haber dudas de que caona pertenecía al léxico del taíno de La Española. Sin embargo, según Colón, su uso se limitaba a “la primera parte de la isla” (véase la cita anterior) -es decir, la parte oeste de la costa septentrional, de acuerdo con el trayecto del primer viaje. Esta indicación geográfica es perfectamente compatible con las observaciones de Las Casas, según las cuales el idioma hablado en la Provincia del Macorix de Abajo (o Provincia de los Ciguayos), ubicada precisamente en el Noreste de la isla donde Colón se encontraba el 13 de enero de 1492, era diferente de la lengua universal. El mismo Las Casas confirma, en base a la descripción hecha por Colón, que se trata de indios ciguayos, 14 y asocia, en su Historia, la palabra tuob con el idioma ciguayo (Las Casas, Historia de las Indias, I, cap. 67, p. 666). La falta de intercomprehensión entre el taíno y el ciguayo evocada por el dominico en el párrafo que citamos en el apartado 2 se refleja también en la escena descrita por Colón, ya que el indígena interrogado por él no entiende la palabra caona. Tuob, la palabra que Colón pone en boca de su interlocutor, es el único indigenismo que las fuentes coloniales atribuyen directamente al idioma ciguayo (cf. también Granberry/ Vescelius 2004: 27, 33). Parece haberse referido no al oro como sustancia, sino a pedazos de una aleación de oro y cobre que los indígenas de las Antillas y del continente comerciaban entre ellos y usaban, entre otras cosas, como joyas (cf. Petijean Roget 1997: 171). Éstos llamaron tempranamente la atención de los españoles (“rescataron algunos pedaços de oro labrado en hoja delgada”, cf. Diario del primer viaje, 17.12. 1492, en Varela 1982: 84), e innumerales textos coloniales se refieren a ellos como guanines, palabra de probable origen taíno. El caribe insular y muchas lenguas caribes del continente americano usan lexemas como caloucouli (caribe insular, cf. Dictionnaire caraïbe-françois), karu: kuri (Karina, Taylor 1977: 17), y formas similares. Como se desprende de la consonante final atípica [-b], tuob no es un lexema taíno, y probablemente ni siquiera arahuaco. Al igual que el lokono y el guajiro, el taíno muestra una clara preferencia por las sílabas abiertas y 13 Nótese la coincidencia entre la última sílaba -bo, que Pedro Mártir glosa como ‘casa’, y la palabra bohío anteriormente discutida. 14 “Estos indios debían ser los que llamaban ciguayos, que todos traían los cabellos assí muy largos.” (Las Casas en Colón, Diario del primer viaje, en Varela 1982: 114, nota 153). <?page no="25"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 13 sólo permite un número muy reducido de consonantes en las sílabas cerradas (cf. Payne 1991: 389-90; Campbell 1997: 179). Éstas parecen haber sido [-j], [-n] y [-s] o [-ʃ] 15 (cf. batey, caney, jaguey, cibucán, caimán, guayacán, mahiz, hibiz, macorix; cf. Jansen 2012: 108). Sin embargo, no pocas lenguas caribes permiten consonantes bilabiales a final de sílaba (cf. Derbyshire 1991: 26-27). Es revelador en este contexto el uso de la forma Carib (“más al Leste de Carib”, véase arriba), con la misma consonante final. Colón la cita cuatro veces en el artículo del 13 de enero, mientras que en las páginas anteriores del Diario siempre había usado variantes que terminan en una vocal (caribe, cariba, canima, caniba). Parece, por lo tanto, que el idioma ciguayo difería considerablemente en su estructura silábica del taíno. Al mismo tiempo, existen en diferentes lenguas del espacio antillano, sobre todo de la familia caribe o influenciadas por ella, palabras que bien podrían ser cognados de tuob, generalmente con el significado de ‘piedra’ - entre ellas, tebou ‘pierre’ en el Dictionnaire caraïbe-françois de Breton (p. 227), toobou, tobou ‘pierre’ en el Vocabulaire français-galibi de Sagot así como tapou (yao), to: pu (karina) y tëpu (wayana) según Taylor (1977: 17). Sin precipitarnos en conclusiones definitivas acerca de la afiliación genética del ciguayo -tarea demasiado arriesgada ante la escasez de los datos- creemos que no se debería descartar la posibilidad de alguna afinidad lingüística y cultural entre los ciguayos y los caribes del continente americano y/ o caribes insulares, tanto más cuanto que las evidencias arqueológicas apoyan esta interpretación (cf. Veloz Maggiolo 1993: 142, 133ss, quien caracteriza a los ciguayos como “caribes arauaquizados” o “arauacos caribizados”). No obstante, el nexo “consonante plosiva + líquida”, que hemos identificado más arriba en las palabras probablemente ciguayas eracra, Baidrama y Coatrischie, no parece ser típico de las lenguas caribes, que generalmente sólo permiten consonantes simples en el ataque silábico (cf. Aikhenvald 2012: 112). Guanín, cuarto término indígena cuyo significado es igual o semejante a ‘oro’, es registrado por Colón como tipónimo (cf. la cita arriba). En su apostilla al artículo del 13 de enero, Las Casas confirma la existencia y el origen taíno de la palabra, destacando sin embaro que “[e]ste Goanin no era isla segun yo creo sino oro bajo, que segun los indios de la Española tenia un olor porque lo preciaban mucho, y a este llamaban Goanin.” (Colón, Diario del primer viaje, 13.12.1492, en Varela, 1982: 115). El término está ampliamente documentado en los documentos indianos (sobre todo en inventarios de los rescates y otros textos administrativos), donde se refiere a unos pedazos de una aleación de cobre laminados y aplanados, que se usaban en el arco antillano como joyas y medio de pago (cf. a este respecto Petitjean Roget 1997: 171). 16 No obstante, otras fuentes colonia- 15 Según la interpretación que se le da a la <-x> final, por ejemplo en macorix. 16 Colón los había visto, pero no se refiere a ellos con su nombre indígena. <?page no="26"?> 14 Silke Jansen les (entre ellas la Relación de Ramón Pané) corroban la existencia de Goanin/ Guanin como nombre de una isla (probablemente mitológica) de donde, según la tradición oral indígena, provenían los guanines. Habida cuenta del testimonio de Las Casas, la frecuencia de aparición del término guanín en la documentación colonial, así como su compatibilidad con los patrones fonéticos del taíno nos parece lícito considerarlo como préstamo de la lengua universal de La Española. 3.2.2 El etnónimo caribe Otro campo lexical donde se manifiesta la diversidad lingüística de La Española lo constituyen los etnónimos con los cuales Colón y otros cronistas se refieren a los indios guerreros (supuestamente antropófagos) de las Antillas Menores, hoy conocidos como caribes. Las formas en el Diario de a bordo incluyen caniba, canima, caníbal, y carib(e), y su distribución en el texto parece también reflejar el paso de los españoles a través de diferentes zonas dialectales y/ o lingüísticas. Cuando Colón se entera por primera vez de la existencia de los caribes, se encuentra en la costa norte de Cuba, navegando rumbo al este. De los indígenas de esta zona, que eran probablemente hablantes del taíno en su variedad ciboney (cf. supra), toma el etnónimo caniba con su variante canima: Toda la gente que hasta oy a hallado diz que tiene grandíssimo temor de los de Caniba o Canima, y dizen que biven en esta isla de Bohío […]. (Colón, Diario del primer viaje, 26.11.1492, en Varela 1982: 65) Pocos días después, Colón llega a La Española y entra en contacto con los habitantes de la isla. Nada en sus palabras indica que se haya enfrentado a mayores obstáculos de comprehensión -al contrario, señala los avances que hacían los españoles y los indígenas en el aprendizaje de la lengua del otro (“Cada dia entendemos más a estos indios y ellos a nosotros, puesto que muchas vezes ayan entendido uno por otro”, Colón, Diario del primer viaje, 11.12.1492, en Varela 1982: 78). El 12 y el 13 de diciembre da cuenta de otros intercambios con los aborígenes, sin evocar problemas de comunicación, y siguiendo usando el etnónimo caniba. Todo indica que las diferencias lingüísticas entre las islas Bahamas y Cuba y la parte noroeste de La Española eran mínimas, una conclusión que es perfectamente compatible con el testimonio de Las Casas. 17 17 Cf. los siguientes párrafos de su Historia, donde se destacan las afinidades entre las Bahamas y Cuba así como la procedencia de su población de La Española: “Toda la mas de la gente de que estaba poblada aquella isla [Cuba] era pasada y natural desta isla Española, puesto que la mas antigua y natural de aquella isla era como la de los Lucayos de quien hablamos en el libro I y III […] y llamábamos en su lengua cibonéyes.” (Las Casas, Historia de las Indias, III, cap. 21, p. 1843); “Las gentes que prime- <?page no="27"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 15 Tanto más revelador es el artículo del 22 de diciembre, día en que los españoles, encontrándose en la costa septentrional de la isla cerca de la actual ciudad de Cabo Haitiano, se tropezan con un legado del cacique Guacanagarí: Primero que los entendiese [el Almirante] passó alguna parte del día, ni los indios qu’él traía los entendían bien, porque tienen alguna diversidad de vocablos en nombres de las cosas. En fin, acabó de entender por señas su conbite. (Colón, Diario del primer viaje 22.12.1492, en Varela 1982: 93) En un primer momento, las barreras lingüísticas se presentan como insuperables -no sólo para los españoles, sino incluso para los indígenas de las Bahamas que habían tomado a bordo como intérpretes- a tal punto de obligar a Colón a recurrir a una estratégia comunicativa que ya creía superada: el lenguaje de los signos. Parece, por lo tanto, que los españoles en su camino de la punta Oeste de La Española hacia el Este habían cruzado una frontera lingüística o dialectal. Colón señala explícitamente las diferencias lexicales que distinguen a los vasallos de Guacanagarí de los ciboneyes, cuando relata que, en su primer encuentro con el cacique, se aborda la problemática de “los de Caniba, qu’ellos llaman caribes” (Colón, Diario del primer viaje, 26.12.1492, en Varela 1982: 100). Probablemente como consecuencia de su estrecho contacto con Guacanagarí, Colón deja de usar, del 26 de diciembre en adelante, los etnónimos de caniba, canima y caníbal para adoptar la variante caribe, que llegaría a ser, a lo largo de los próximos años, la más usual en la documentación colonial. En el Diario de a bordo, caribe es sustituido por carib a partir del 13 de enero, después del encuentro con los ciguayos anteriormente descrito. En este contexto, Colón señala otra vez las diferencias lingüísticas entre las islas: Dize más el Almirante, que en las islas passadas estavan con gran temor de Carib, y en algunas le llamavan Caniba, pero en la Española Carib […]. (Colón, Diario del primer viaje, 13.1.1493, en Varela 1982: 115) En las descripciones de los diferentes encuentros con los ciguayos entre el 13 y el 16 de enero, día en que los españoles zarpan de regreso a Europa, carib sigue siendo la forma exclusivamente usada por Colón. ¿Cómo interpretar la vacilación entre caniba, canima, caníbal, caribe y carib en términos de variación lingüística y/ o dialectal? Hay que destacar, en primer lugar, la pertenencia del etnónimo al inventario común de las lenguas arahuacas y caribes, lo que dificulta la interpretación de los datos. Según Taylor (1977: 25), el término remonta a una forma (originalmente arahuaca) *kaniriphuna con el significado de ‘hombres de la yuca’, que sigue viva en una serie de cognados repartidos en diferentes lenguas del conti- -ro la poblaron [la isla de Cuba] eran las mismas que tenían las islas de los Yucayos pobladas […]”. (Las Casas, Historia de las Indias, III, cap. 23, p. 1851-52). <?page no="28"?> 16 Silke Jansen nente americano y del arco de las Antillas (cf. por ejemplo, los auto-etnónimos callíponam (registro feminino) y callínago (registro masculino) de los caribes insulares del Dictionnaire de Breton, kallipina en lokono, o karina y galibi en la América del Sur; cf. Taylor 1977: 20). Por lo tanto, la mera existencia de alguna variante de este etnónimo en La Española tiene poco valor explicativo en vistas a elucidar la situación lingüística precolombina, por lo cual se tiene que combinar con otras fuentes de información. Es llamativo, en este contexto, que en la primera mención de los caribes en el artículo del 26 de noviembre (cf. supra) Colón presenta Caniba y Canima como equivalentes directos, sin atribuirlos a grupos indígenas o areas geográficas específicos. La misma vacilación entre una consonante plosiva y nasal se observa también en algunos nombres propios citados por Las Casas (cf. el nombre del cacique Mayobanex o Mayomanex, o el topónimo Babeque o Baneque), y en una serie de indigenismos tomados, con mucha probabilidad, del taíno de La Española, que siguen vigentes en el español actual del Caribe y en otras variedades (baría, maría; guaba, guama; guabá, guamá; buniato, boñato, moniato, muniato, moñato, muñato; guabiniquinaje, guabiniquinax, guaminiquinaje; cf. Henríquez Ureña 1988: 97; Henríquez Ureña 1938: 34; Buesa Oliver/ Enguita Utrilla 1992: 56). Según Frank (1992: 534), [m] y [b] constituyen además variantes del mismo fonema en no pocas lenguas arahuacas del continente americano. 18 Por lo tanto, nos parece oportuno considerar la alternancia entre [b] y [m] como una característica del ciboney, si no del taíno en general, y no como una isoglosa entre diferentes lenguas o dialectos. El caso de caribe es distinto, ya que Colón señala claramente la existencia de una frontera lingüística o dialectal entre los ciboneyes y los indígenas pertenecientes al cacique Guacanagarí. Varios argumentos abogan, a nuestro entender, en favor de la hipótesis según la cual el idioma que hablaban Guacanagarí y sus hombres era una variante del taíno, probablemente el llamado taíno clásico del centro de la isla, que era distinto pero parecido al ciboney. Primero, Colón destaca que después de algunas horas de adaptación sí era capaz de entender al legado de Guacanagarí (“Primero que los entendiese [el Almirante] passó alguna parte del día”, cf. supra), cosa que sería imposible si se tratara de dos idiomas claramente diferentes. Segundo, existe una serie de palabras indígenas de clara afiliación taína que se documentan por primera vez precisamente en los artículos del Diario de a bordo que relatan la estancia de los españoles con Guacanagarí. Entre ellas cuentan, por ejemplo, el topónimo Cibao y los lexemas cazabí, cacique y nitayno, de cuyo origen en la “lengua universal de la isla” no puede haber duda, dada su amplísima documentación en textos coloniales posteriores, entre ellos en Las Casas y Oviedo. Tercero, el hecho de que haya sido precisamente la variante caribe la 18 Sin embargo, el análisis comparativo de Payne (1991, esp. 449) no parece comprobar esta alternancia. <?page no="29"?> Encuentros lingüísticos en La Española, antes de Colón 17 que terminó por imponerse en la documentación colonial apoya su pertenencia al taíno clásico, variedad indígena que estuvo en más íntimo contacto con el español. Finalmente, las dos provincias de los macoriges, que Las Casas identifica como no taínohablantes, estaban situadas más al Este, y no coinciden geográficamente con el dominio del cacique Guacanagarí. Aparte de confirmar las anomalías en la estructura silábica ya constatadas, la forma carib aporta poco a la caracterización genética del ciguayo, dada la amplia distribución del etnónimo en diferentes familias lingüísticas americanas. No sabemos, además, si el idioma que el ciguayo usó en su conversación con Colón era su lengua materna o una variedad L2 del taíno como lingua franca del archipiélago, influenciada por los patrones articulatorios de la L1. El hecho de que Colón no señalara mayores problemas de comunicación apunta hacia la segunda interpretación, pero la falta de datos empíricos no permite conclusiones más detalladas. 3.2.3 La partícula de negación baeza De la lengua que Las Casas identifica como macorix de arriba prácticamente no quedan huellas, con la excepción de la palabra baeza que el dominico cita como partícula de negación: Item, en la lengua que dejimos arriba que había fuera de la general, que se llamaba el Macorix de Arriba, [se] decía baeza por “no”. (Las Casas, Apologética historia sumaria, III, cap. 241, p. 1482) Según Granberry/ Vescelius (2004: 31ss), la primera sílaba baequivale al morfema privativo y negativo ma-, que forma parte del núcleo morfemático compartido por gran parte de las lenguas arahuacas (cf. también Payne 1990: 77 y Aikhenvald 1999: 73), y que está documentado también en el taíno (cf. por ejemplo mahite ‘sin dientes’, Las Casas, Apologética historia sumaria, III, cap. 198, p. 1283; mayanimacaná ‘no me mates’, Las Casas, Historia de las Indias, II, cap. 18, p. 1368). Dada la alternancia existente en las Antillas entre [b] y [m] (cf. supra), esta interpretación -que implica que el macorix de arriba pertenecía al grupo de las lenguas arahuacas- no carece de plausibilidad. Con todo, no deja de ser atrevido querer determinar el origen de una lengua en base a una sola palabra. 4 Conclusiones Por muy rudimentarias que sean la informaciones que las primeras fuentes españolas de América proporcionan, en su conjunto y síntesis permiten esbozar un cuadro aproximativo del panorama lingüístico precolombino. No cabe duda de que las Antillas formaban un espacio plurilingüe, donde se hablaban varios idiomas indígenas. El caribe insular, lengua arahuaca con <?page no="30"?> 18 Silke Jansen fuertes influencias caribes, testimonia además de intensos contactos lingüísticos interamericanos antes de la llegada de los españoles. La expresión globalizante lengua de los indios, que abunda en las crónicas españolas, no corresponde por lo tanto a la compleja situación sociolingüística del espacio antillano. En este espacio multilingüe, La Española no es ninguna excepción. Las fuentes revelan la existencia de por lo menos tres lenguas indígenas en la isla. Gracias a su función de lengua de prestigio y lingua franca entre los diferentes pueblos del archipiélago, que le aseguró una relativa atención por parte de los cronistas, el taíno es el idioma antillano que mejor se conoce hoy en día. Se dividía en por lo menos dos dialectos, el taíno clásico de los cacigazcos más poderosos de La Española, y el ciboney, que se hablaba en la parte Oeste de la isla, en Cuba y en las Bahamas. Poco se sabe de las otras lenguas de La Española, pero de la escasa documentación se desprende que una de ellas -el llamado ciguayo o macorix de abajo- difería considerablemente en sus características fonéticas de la familia arahuaca, a punto de haber pertenecido probablemente a otra rama lingüística. Del macorix de arriba no llegó hasta nuestros días sino una sola palabra, que bien podría ser arahuaca, pero que no permite conclusiones definitivas. En pocos años, la colonización española acabó con la diversidad lingüística antillana, y muy pocas fuentes dan hoy testimonio de los tempranos encuentros interétnicos en La Española. Sin embargo, la escasez de la documentación no debe hacer olvidar que la historia de las Antillas -y también la de los contactos lingüísticos- empezó mucho antes de la llegada de Colón. 5 Bibliografía Aikhenvald, Alexandra Y. 1999. “The Arawak Language Family”. En: Dixon, Robert M. W. (ed.). 65-106. Aikhenvald, Alexandra Y. 2006. ”Areal diffusion, genetic inheritance, and problems of subgrouping: A North Arawak case study”. En: Aikhenvald, Alexandra (ed.). Areal diffusion and genetic inheritance. Problems in comparative linguistics. Oxford. 167-194. Aikhenvald, Alexandra Y. 2012. Languages of the Amazon. Oxford. Alegría, Ricardo E. (ed.). 2009. Documentos históricos de Puerto Rico (5 volúmenes). San Juan (Puerto Rico). Alvarez Nazario, Manuel. 1994. “El arahuaco insular de las Antillas Menores. 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Más allá de este criterio cronológico y geográfico, encontramos, sin embargo, un sinnúmero de clasificaciones y categorizaciones diferentes que llevaron a Wilson (2007: 22s) a la siguiente conclusión: It has been difficult for many people interested in Caribbean archaeology to make sense of what seems like a daunting profusion of series, phases, styles, periods, subseries, complexes, and other descriptive or taxonomic units. However, it seems like a problem of translation, because Caribbean archaeology is such a polyglot enterprise. It is actually, however, a more complex issue, because there is no simple way of classifying human cultures in time and space, and the best classificatory scheme depends a great deal on what sort of questions one is asking. El presente artículo se propone ilustrar y examinar el problema de la clasificación étnica y social, refiriéndose a las taxonomías y sus correspondientes terminologías científicas de los pueblos precolombinos antillanos en general, y de los grupos que formaron la tercera oleada migratoria y sus descendientes en particular. Quisiéramos destacar el carácter construido y hasta cierto grado arbitrario de la clasificación, demostrando que las estrategias para delimitar y denominar la realidad social reflejan siempre -también en el mundo académico- el punto de vista y * Deseo expresar mi agradecimiento a los profesores Miguel Gutiérrez Maté, José Carlos Huisa Téllez y Silke Jansen por la lectura crítica de versiones anteriores de este trabajo. Naturalmente, cualquier falta o inexactitud teórica o metodológica sigue siendo de mi entera autoría. <?page no="34"?> 22 Hanna Lene Geiger los intereses del observador, quien se encuentra en una determinada relación con el objeto estudiado. Se trata aquí de aclarar cómo el proyecto de investigación, las fuentes consultadas y las preconcepciones del investigador influyen sobre las bases de la clasificación para generar representaciones subjetivas del mosaico cultural caribeño. Partimos de la base de que los criterios inherentes a las clasificaciones y denominaciones se asientan en modelos mentales que reflejan diferentes rasgos que los autores perciben en los grupos denominados y que consideran particularmente relevantes para la delimitación étnica. Por muy objetivos que parezcan estos criterios y las clasificaciones que emanan de ellos, es ineludible que su proyección sobre una realidad social compleja, híbrida y dinámica cree una representación parcial. El investigador no puede evitar este problema, dado que radica en la naturaleza misma de la percepción humana. Lo que, sin embargo, se puede hacer, y lo que procuramos aquí, es revelar los modelos, premisas y mecanismos subyacentes a la clasificación. El estudio lingüístico de textos académicos contemporáneos (más allá del análisis del propio discurso académico desde la lingüística textual, la Pragmática o la lingüística variacional, entre otros enfoques, incluyendo la enseñanza/ aprendizaje de las técnicas de producción de textos académicos) no está muy extendido y es prácticamente inexistente en el terreno de la Semántica de corte cognitivista. Todo apunta, no obstante, a que este es un campo prometedor, que invita a una reflexión crítica acerca de las diferentes tradiciones o ‘culturas’ académicas y, en general, la responsabilidad del investigador en relación con su objeto de estudio. A pesar de las arduas polémicas y las numerosas cuestiones sin resolver alrededor de la historia precolombina de las Antillas, comenzaremos nuestra exposición con un breve esbozo arqueológico sobre los pueblos que las habitaron, a fin de situar nuestra problemática en su contexto histórico. Como no puede ser de otra manera, adoptaremos también una perspectiva de categorización determinada, que no corresponde necesariamente a la realidad histórica. Trataremos, sin embargo, de ponerla en tela de juicio cuando observemos, tras unas consideraciones teóricas y metodológicas, los diferentes modelos conceptuales que constituyen a la formación de la base de las taxonomías y nomenclaturas arqueológicas existentes. Para ello, distinguiremos entre exónimos (creados y usados por personas ajenas al grupo), y autónimos (creados y usados por miembros del mismo grupo histórico). Al mismo tiempo, nos centraremos en la secuencia cronológica como base de la clasificación de las etnias precolombinas, y en los miembros de la ‘tercera oleada’ migratoria y de sus descendientes. <?page no="35"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 23 2 Esbozo arqueológico de los pueblos precolombinos antillanos Las Antillas se poblaron, a más tardar, alrededor del año 4000 a. C., cuando cazadores-recolectores y pescadores llegados de tierra firme comenzaron a explorar las islas, y fundaron aldeas de varios centenares de personas organizadas por relaciones de parentesco. La mayoría de los restos arqueológicos de esta época precerámica son de piedra o de concha (Wilson 1997b: 4; Higman 2011: 35). Es probable que la primera oleada migratoria, constituida por los casimiroides, 1 llegara a las Antillas desde Yucatán/ Belice, se expandiera desde el este hacia el oeste y se diversificara con el tiempo (Rouse 1992: 57; Wilson 1997b: 4; Wilson 2007: 27ss; Curret 2011: 56ss.). La segunda oleada migratoria, los ortoiroides, tuvo lugar en torno al año 3000 a. C. y partió de la Cuenca del Orinoco hacia el norte, pasó por Tobago a las Antillas probablemente hasta llegar a Puerto Rico. Es de presumir que en el milenio siguiente se produjo un encuentro de las dos oleadas en el Canal de la Mona entre La Española y Puerto Rico (Rouse 1992: 51ss; Wilson 1997b: 5; Wilson 2007: 43ss). Si bien el grado de intercambio entre los casimiroides y los ortoiroides es controvertido, 2 Wilson (2007: 58) opina que ya en aquella época temprana se produjo una tensión entre dos procesos recurrentes en la historia del Caribe: por un lado, la diversificación étnica y el desarrollo de formas de adaptación heterogéneas al entorno regional como consecuencia de la evolución cultural y, por otro, la síntesis e hibridización tecnológicas y económicas en el intercambio entre los diferentes grupos. Los cambios que estas dos tendencias provocaron fueron tan profundos en algunos lugares que, según los arqueólogos, marcaron la transición de la civilización lítica a formas de organización social más complejas. 3 Un factor decisivo en esta evolución fueron los procesos de transculturación en la interacción con los integrantes de la tercera de las grandes oleadas migratorias, los saladoides, los cuales, junto con sus descendientes, constituyen el 1 Para la designación de los pueblos precolombinos en este capítulo hemos adoptado la nomenclatura de Rouse (1992). Ésta se orienta a lugares de hallazgo importantes, en este caso, Casimiro, en el sudoeste de la actual República Dominicana, donde se han encontrado restos de la fabricación de herramientas líticas. 2 Aunque, probablemente, las diferencias lingüísticas y culturales fueron muy importantes, hay indicios de un intercambio de tecnologías, ¿si no incluso? de una integración cultural de los dos grupos. Por lo tanto, es seguro que una posible homogeneidad cultural en el Norte de las Antillas, si hubiese existido alguna vez, terminó en torno al año 2000 a. C. (o antes), y que ya en la época prehistórica el archipiélago fue el hábitat de varios grupos diferentes de orígenes diversos, entre los cuales se efectuaron procesos de interacción, hibridización y acomodación (Wilson 2007: 36 ss; 57ss). Rouse (1992: 68) se refiere a la formación de una “cultura dual” en Jolly Beach (Antigua) y en Cayo Cofresí (costa sur de Puerto Rico). 3 Sin embargo, algunos grupos siguieron siendo cazadores-recolectores como los ciboneyes y los guanahatabeyes, a quienes los conquistadores españoles tempranos encontraron en la Española y en Cuba (Curret 2011: 56ss). <?page no="36"?> 24 Hanna Lene Geiger objeto de estudio de este artículo. Originarios de la costa norte de Venezuela y de las Guayanas, subieron por la cadena antillana (Antillas menores) hasta llegar a Puerto Rico (Rouse 1992: 71; Haviser 1997: 59; Wilson 2007: 60 ss; 82; Curret 2011: 56ss). Habiendo sido agricultores sedentarios por varios milenios, su influencia marcó a los otros grupos, con los que se encontraron en el curso de su movimiento migratorio (Wilson 1997b: 5; Wilson 2007: 59ss). Según Wilson (1997b: 5), los saladoides se pueden considerar, al menos en parte, los antecedentes de los taínos que Colón encontró en la Española. Contrariamente a la organización política de éstos, la de los saladoides no iba más allá de la existencia de aldeas autónomas, poco diversificadas socialmente. Con todo, trajeron muchos elementos que más tarde ganarían una gran importancia en la cultura taína como, por ejemplo, los perros, la yuca como planta de cultivo básica, algunos artefactos característicos como los trigonolites 4 y, naturalmente, su lengua arahuaca (Righter 1997: 78; Wilson, 1997b: 5; Wilson 2007: 86; 110). En el primer milenio d. C., las sociedades que se habían formado como consecuencia de la migración de los saladoides evolucionaron en intensa interacción y transculturación continua con migrantes más recientes y con grupos arcaicos que todavía vivían en el Caribe. En las Antillas Mayores y en las Islas Vírgenes, este proceso condujo a la formación de las culturas de los ostinoides. Los restos materiales de éstos testimonian la ampliación de los centros ceremoniales, la intensificación de la agricultura y la transición de sociedades tribales más o menos igualitarias a una organización social más compleja y jerárquica dotada de una instancia de poder central. A partir de estos grupos ostinoides se desarrollaron los taínos que serían los primeros a entrar en contacto con los europeos (Curret 2011: 59ss; Higman 2011: 35; Wilson 1997b: 6s; Wilson 2007: 101 ss). 3 Consideraciones teóricas y metodológicas: la clasificación científica de la realidad social En el esbozo histórico que acabamos de presentar, hemos estructurado la realidad arqueológica étnica y social, apoyándonos en etiquetas como “cazadores-recolectores” y “agricultores”, u “ortoiroides” y “saldoides”. Estas denominaciones proyectan categorías científicas sobre el panorama multicultural antillano y trazan líneas divisorias entre diversos grupos de la región, según el nivel de desarrollo cultural y la etnia. Aunque se basen en criterios si no arbitrarios, en todo caso muy específicos -a saber las tradiciones clasificatorias de la Arqueología- crean la imagen de una realidad social que a primera vista aparenta ser objetiva. No obstante, hay 4 Objetos de culto triangulares a partir de los cuales se desarrollaron los cemíes, ídolos e insignias de poder centrales de los taínos. <?page no="37"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 25 que tener en mente que la selección de un criterio como base de clasificación se efectúa siempre en detrimento de otros posibles criterios, ocultando de esta manera otros rasgos posiblemente relevantes. En lo que sigue, pretendemos poner de manifiesto los rasgos que se consideran constitutivos de la clasificación de individuos y colectivos históricos en un mismo grupo étnico. Argumentaremos que los sistemas clasificatorios que se esconden tras las diferentes denominaciones étnicas utilizadas en los trabajos arqueológicos sobre el Caribe se pueden dividir en modelos que siguen un patrón aristotélico-objetivista y modelos orientados hacia prototipos. Además, echaremos una rápida mirada a la práctica -relativamente reciente- de usar (presuntos) autónimos en las clasificaciones arqueológicas, que surge de la preocupación de superar el etnocentrismo inherente a la tradición científica occidental. Tradicionalmente, la Arqueología, como otras ciencias, trabaja con categorías discretas, homogéneas y mutuamente excluyentes, que forman un sistema jerárquico con oposiciones claras, mayoritariamente binarias. Esta manera de clasificar, que remonta últimamente a la lógica aristotélica, sugiere la existencia de un mundo independiente del observador, compuesto por objetos de características fijas, absolutas e inherentes (Schmid 1993: 8). En la lingüística, constituye el fondo ante el cual se desarrollaron los modelos semánticos de condiciones suficientes y necesarias, que predominan, por ejemplo, en las escuelas estructuralista y generativista. Desde esta perspectiva, el sentido de una palabra es el conjunto de los rasgos referenciales que lo definen, en comparación y contraste con otras palabras. Una vez establecida la categoría, todos los miembros se sitúan en un plano de igualdad en cuanto a su estatus como representantes de ella. Al mismo tiempo, un referente determinado o bien puede pertenecer a una categoría o no (Kleiber 1999: 22s). El cambio semántico se conceptualiza como la modificación, la aparición o la eliminación de un rasgo definitorio. Al modelo aristotélico-objetivista se opone el modelo prototípico, que es propio de las Ciencias Cognitivas y que constituye uno de los pilares básicos de la Lingüística Cognitiva. En vez de apoyarse en condiciones suficientes y necesarias, postula que los significados de las palabras equivalen a categorías cognitivas y que no todos los miembros de una categoría son igualmente representativos. Las categorías se describen como estructuras radiales de diferentes significados con una coincidencia parcial. Estos se agrupan alrededor de uno o varios representantes particularmente salientes que representan ejemplos prototípicos de la categoría. Dado que los contornos de las categorías se perciben como zonas borrosas, el modelo permite le existencia de referentes cuya pertenencia a la categoría es dudosa o menos evidente (Grondelaers/ Speelman / Geeraerts 2010: 989s). Concebidas como proyecciones sobre la realidad social, las categorías prototípicas hacen posibles clasificaciones más flexibles y matizadas en comparación con el modelo <?page no="38"?> 26 Hanna Lene Geiger objetivista. Nuestra hipótesis es que, aunque no deje de ser subjetivo, el modelo prototípico es el que permite conceptualizar mejor los diferentes fenómenos híbridos y transitorios entre los diversos grupos del ámbito antillano. 4 La clasificación según modelos de corte aristotélico-objetivista 4.1 Principios básicos de la denominación Contrariamente a las taxonomías populares, que se apoyan a menudo en una descendencia biológica común, los arqueólogos clasifican las sociedades según sus restos materiales. Esta práctica se hace particularmente manifiesta en los términos con los cuales se distinguen diferentes períodos y niveles de desarrollo cultural de la Prehistoria (cf. Edad de piedra / Edad lítica, Edad del Cobre / calcolítica, Edad de Bronce etc.), así como diferentes subdivisiones dentro de ellos. Veámos, por ejemplo, a Rouse (1992: 50), quien expone sus criterios de categorización como sigue: I assign all purely flaked-stone assemblages to the Lithic age and all assemblages with ground stone, bones and/ or shell artifacts to the Archaic age […] and employ the traits of flaked-stone work to differentiate cultures within the Lithic age and the traits produced by grinding to define the cultures of the Archaic age. Abundan, de esta manera, los etnónimos formados metonímicamente a partir de topónimos o lexemas que designan materias, artefactos y prácticas culturales. Evidentemente, esta manera de proceder reduce la gama de posibles criterios a los aspectos de la cultura material capaces de resistir los estragos del tiempo y a los rasgos socioculturales deducibles a partir de ellos. Son tres los patrones básicos que se pueden observar en la arqueología antillana: la denominación según los sitios, la cronología y las prácticas culturales (alimentación, agricultura etc.). Los ilustraremos en lo que sigue, basándonos en el ejemplo de la tercera oleada migratoria. 4.2 Exónimos de la tercera oleada migratoria A lo largo del siglo pasado, una subdivisión cronológica de la tercera oleada migratoria en tres etapas según la tradición de Fewkes (1922: 56) y Hatt (1924) era generalmente aceptada en gran parte de la investigación arqueológica, aun cuando los diferentes autores interpretaban y nombraban las fases de forma diversa (Wilson 2007: 19). Rouse (1964) aplica, por ejemplo, una escala relativa, basada en las dimensiones de espacio y tiempo, y etiqueta con cifras romanaslas fases desde las primeras migraciones hasta <?page no="39"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 27 la llegada de los europeos. 5 Los nombres para designar las diferentes series se crearon en inglés mediante la derivación con el sufijo -oid (oide en español) a partir de un topónimo: por ejemplo, Casimiroid para un grupo de la fase I, a partir de Casimiro, yacimiento hallado en La Española. Vescelius, por su parte, propuso en 1980 una clasificación más diferenciada, en la cual las subcategorías se designaban con términos derivados de los nombres de los yacimientos con la ayuda del sufijo inglés -an: por ejemplo, Redondan Casimiroid, a partir de Cayo Redondo en Cuba (en español también casimiroide de Redón), o Courian Casimiroid, a partir de Dio Couri (Haití). El tipo de denominación que utiliza, por extensión metonímica, el nombre del primer yacimiento o de otros lugares de hallazgo particularmente representativos, recurre a rasgos que se consideran como típicos de las culturas designadas, integrándolos en un modelo clasificatorio de corte estructuralista. La división sistemática en grupos y sub-grupos con líneas divisorias claras otorga al modelo una estructura jerárquica, de tal modo que un individuo sólo puede ser miembro de un único grupo y, por lo tanto, los etnónimos de un mismo nivel jerárquico se excluyen mutuamente. Ello impide la representación de una posible hibridación cultural, de variaciones intraculturales y de diferencias y coincidencias parciales. 6 En los años 30 del siglo pasado, el arqueólogo Rainey (1940) encontró, en Puerto Rico, una gran cantidad de restos de crustáceos en el territorio habitado por los migrantes provenientes del Sur y por eso les dio el nombre de Crab Culture. Como es típico en la denominación de grupos sobre los cuales se sabe muy poco, destacó un único rasgo de su objeto de investigación, el cual, debido a la evidencia material, le parecía particularmente saliente, en detrimento de otras características posiblemente importantes. A partir de una relación de contigüidad del tipo OBJETO PERSONAS, nombró al grupo según lo que consideraba su alimento básico. Medio siglo más tarde, Rouse (1992) nombró al mismo grupo Saladoid Peoples, según el yacimiento de Saladero en Venezuela, donde se encontró la cerámica roja y blanca usada también por la Crab Culture portorriqueña. En ello, siguió la tradición arqueológica de denominar las culturas según los sitios donde por primera vez aparecen restos de ellas (Rodríguez 1997: 81). A diferencia de la denominación de Rainey, que se basa en una relación de contigüidad directa, la de Rouse emana de un proceso metonímico complejo que se fundamenta en una relación asociativa de tres pasos: en un primer momento, se establece la relación metonímica entre el yacimiento (Saladero) y los hallazgos (cerámica: LUGAR OBJETO) y en un segundo, entre estos 5 Más tarde, se hizo otra diferenciación con grafemas latinos (Ia, Ib etc.), creando subseries que se distinguen por un estilo común en los artefactos hallados (Wilson 2007: 20). 6 Cf. también la crítica de Wilson (2007: 20): “This system is weakest in trying to reflect long periods of gradual change or the diverging developments of groups with a shared ancestry”. <?page no="40"?> 28 Hanna Lene Geiger hallazgos y las personas (OBJETO PERSONAS). Con la aplicación de la denominación a otros grupos que no proceden directamente del sitio, sino que simplemente usan objetos parecidos, estos se convierten en un rasgo decisivo que permite una extensión metonímica de la relación LUGAR PERSONAS a otros grupos. El objeto (la cerámica típica) presenta el elemento relevante para la asociación entre los grupos migratorios antillanos y sus homónimos sudamericanos. El cambio consistió en realidad en dos cambios metonímicos sucesivos, que en la sincronía producen un efecto metafórico. 7 En la actualidad, el uso del término Saladoid con referencia a una cultura indígena portorriqueña se ha impuesto de tal manera que ya no evoca necesariamente al grupo venezolano al cual le debe su nombre. Con los años, la percepción y los horizontes del conocimiento de los investigadores cambiaron gracias a nuevos estudios y excavaciones. Algunos hallazgos, entre otros en La Hueca y en la Isla de Vieques (ambos en Puerto Rico), los llevaron a la conclusión de que la tercera oleada migratoria fue mucho menos homogénea de lo que se había asumido hasta entonces (Wilson 2007: 59ss). 8 Sin embargo, existen diferentes opiniones sobre la cuestión en torno a la unidad cultural, lingüística y “biológica” entre los pobladores precolombinos de las Antillas. Rouse (1992: 1) se refiere a “innumerable small ethnic groups, each with its own combination of linguistic, cultural and biological traits”. Otros autores acentúan más la extensa coincidencia en la tecnología, el sistema de valores, las instituciones sociales y la lengua, sobre todo en las Antillas Mayores y en la parte norte de las Antillas Menores. Según Cassá (1992: 26), por ejemplo, predominaba una tendencia a la homogeneidad cultural, explicable por el hecho de que los agricultores y los ceramistas que llegaron del sur se mezclaron con las tribus arcaicas del norte. No es de extrañar que esta visión más matizada de los pueblos de la tercera oleada migratoria se refleje, de nuevo, en las taxonomías y nomenclaturas. Algunos autores dividieron esta oleada en dos fases, postulando la existencia de un grupo cronológicamente anterior y culturalmente diferente de los Saladoid Peoples. Son tres los nombres con las cuales los estudios arqueológicos se refieren a tal grupo: Huecoid Peoples, según el yacimiento La Hueva en Puerto Rico; Agro I, según la cronología y el rasgo cultural de la 7 A diferencia de la metonomia cuya base es la contigüidad, la metáfora se apoya en una relación de similitud. En este caso, el rasgo común que conecta a los grupos venezolano y antillano es el uso de cierto tipo de cerámica. 8 Este fenómeno se puede explicar conforme al principio de la Psicología Social según el cual percibimos los grupos ajenos de forma tanto más diferenciada cuanto más llegamos a saber sobre ellos. Véase también el etnónimo indio, introducido por los españoles, que no correspondía a la diversidad étnica en el continente americano y que, aún hoy en día, agrupa en una sola categoría un sinnúmero de grupos, que antes de su conquista nunca se habían percibido como un colectivo común. <?page no="41"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 29 agricultura, o Pre-Saladoid, con una referencia temporal al grupo que le siguió (Rodríguez 1997: 81). Otros autores no consideraron que las diferencias cronológicas y culturales entre ambos grupos eran lo suficientemente llamativas como para justificar un modelo clasificatorio nuevo y crearon subcategorías de los Saladoid Peoples, que se inscriben en el modelo jerárquico anteriormente descrito. Rouse (1992: 74ss), por ejemplo, designó varios subgrupos mediante el uso atributivo de adjetivos toponímicos que refieren a diferentes yacimientos Ronquinan Subseries (Ronquín, Venezuela), Cedrosan Saladoids (Cedros, Trinidad) y Huecan Saladoids. Los exónimos de los representantes de la tercerca oleada migratoria y de sus descendientes reflejan un modelo aristotélico-objetivista, según el cual los grupos humanos se pueden definir mediante rasgos suficientes y necesarios. Llama la atención que el descubrimiento de la heterogeneidad interna del grupo no ha llevado a los autores a poner en tela de juicio sus principios de clasificación. En vez de flexibilizar las categorías, relativizando el estatus definitorio de los rasgos, trataron de adoptar el modelo jerárquico a las nuevas necesidades, mediante la creación de cada vez más subcategorías igualmente discretas y homogéneas. 5 Modelos orientados hacia representantes prototípicos Las clasificaciones y etnónimos arqueológicos presentados hasta aquí se basan en un modelo semántico de rasgos definitorios y, por lo tanto, no permiten una representación adecuada de la hibridación cultural, de la variación intracultural y de las diferencias y coincidencias entre los grupos. Esta insuficiencia sería la razón que motivó a Rouse a optar, en una de sus publicaciones relativamente recientes (1992: 7s; 24), por un modelo de la clasificación interna de los taínos que se acerca más a la semántica de prototipos. En ese trabajo distingue entre los Classic Tainos 9 de la Española y 9 El atributo classic (> fr. classique) se deriva del latín classicus que hacía referencia a las clases altas del pueblo romano y por expansión metonímica llegó a significar también ‘superior’. En inglés, el uso de la derivación classical para denominar a las autoridades de la Antigüedad griega y romana está documentado desde el siglo XVII. Además, ha adquirido la función de designar “the language, art, culture of a period deemed to represent the most perfect flowering of the civilization that produced it” (siglo XIX). Su aplicación a pueblos antiguos del continente americano que también son considerados superiores y altamente desarrollados como los griegos y los romanos se basa, por lo tanto, en otra expansión metonímica PERSONA ATRIBUTO. Según Irvine/ Gal (2000: 38), se ha efectuado un proceso de fractal recursivity, en el cual los hablantes proyectan una oposición correspondiente a su propio grupo sobre un grupo ajeno. Nótese que classic / classical y sus cognados en otras lenguas como el español, el alemán o el francés también pueden tener el significado de “standard or model”, sugeriendo <?page no="42"?> 30 Hanna Lene Geiger de Puerto Rico, los Western Tainos de Jamaica, de gran parte de Cuba y de las islas Bahamas, y los Eastern Tainos de las islas más pequeñas del sur y del este como las Islas Vígenes y las Islas de Barlovento. El atributo Classic se reserva por lo tanto a los habitantes de las islas más pobladas, que ya fueron descritos por Las Casas como el colectivo con mayor influencia política y cultural. Expresa la particular representatividad del grupo que, desde el punto de vista del arqueólogo, reúne más rasgos típicos y que es, además, el más y mejor estudiado y, por ende, el más familiar para el observador. 10 Los atributos Eastern y Western no sólo expresan un estatus periférico desde el punto de vista geográfico, sino que clasifican a los taínos fuera de La Española como representantes marginales de la categoría, atribuyéndoles una menor participación en los rasgos prototípicos del grupo taíno. Además, se considera que eran más conservadores y menos desarrollados cultural y lingüísticamente, y que coincidían en varios aspectos con otros grupos étnicos vecinos. 11 Postular la existencia de grupos más o menos desarrollados culturalmente demuestra además que la selección de los criterios distintivos y la categorización resultante están relacionadas con una serie de juicios de valor implícitos y explícitos. En los extractos citados a continuación, por ejemplo, se les localiza a los caribes insulares y a los taínos en un continuo evolutivo implícito, que se extiende en la dimensión del tiempo desde el estado salvaje (“savages”) 12 hasta el desarrollo pleno de la civilización (“full civilization”): que el integrante más desarrollado y potente de la categoría se considera a la vez como el más representativo (Simpson/ Weiner 1989: 282s). 10 Nótese que la clasificación propuesta por Rouse refleja directamente la perspectiva de los textos coloniales españoles del siglo XVI, que le sirvieron de fuentes de información. Estos provienen en su mayoría de La Española, centro de la colonización española, donde el contacto con los indígenas era particularmente intenso. Consecuentemente, las informaciones que proporcionan los documentos sobre los “taínos clásicos” son mucho más completas que en el caso de las otras islas. 11 Para una crítica de este modelo véase Cassá (1992: 85ss), quien asume una amplia homogeneidad cultural en toda la región taína. 12 En las fuentes francesas de la época colonial, sauvages es la denominación más frecuente para los “caribes insulares”. Cabe decir que el término no siempre expresa una crueldad barbárica y monstruosa, sino que se usa también en la tradición del bon sauvage de Montaigne para un individuo que vive en un estado natural incorrupto e idealizado. <?page no="43"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 31 Island-Carib culture may be classed with Western and Eastern Taino, Igneri, and Arawak cultures on the Tropical Forest level of development. All five lagged behind Classic Taino culture. Nevertheless, the Island-Caribs were not savages, as has sometimes been assumed because of their ritualistic cannibalism. (Rouse 1992: 23) Classic Taino culture appears to have been evolving toward full civilization. Its bearers possessed a good agricultural base and were organized into complex chiefdoms. If they had been allowed a few centuries to reprieve from Spanish rule they might well have bridged the gap across Guanahatabey territory in western Cuba and developed the kind of commercial linkage with the civilized peoples of Middle America that they had already established with the inhabitants of northern South America. (Rouse 1992: 19) El atributo ‘alto grado de civilización’ se asocia con las culturas mesoamericanas 13 y coincide con los rasgos de la sociedad en la que vive el observador: agricultura (y consiguiente sedentarismo), organización social compleja y relaciones comerciales suprarregionales. La isotopía del ámbito semántico del desarrollo cultural refleja la estructura del patrón mediante el cual se ordenan los grupos (“level of development”, “lagged behind”, “evolving toward”, “developed” etc.), de tal modo que las expresiones que señalan hacia el polo de la civilización tienen connotaciones positivas y las que se refieren a tendencias opuestas tienen connotaciones negativas. 14 Aunque las propuestas de Rouse permiten una clasificación más flexible al prescindir de categorías discretas, no dejan de ser etnocéntricas en la medida en que clasifican a los grupos antillanos desde la perspectiva europea, evaluando su nivel de desarrollo cultural de acuerdo con las normas occidentales. 6 Autónimos para los descendientes de los miembros de la tercera oleada migratoria? Las denominaciones mencionadas hasta ahora han consistido en exónimos ex post, es decir, designaciones de grupos étnicos atribuidas por personas ajenas al grupo referido en un momento muy posterior. En la mayoría de los 13 Nótase también la metáfora BETTER IS UP, en la que se basa la idea de una cultura con un alto grado de civilización (cf. Lakoff/ Johnson 1980) y que se hace particularmente explícita en la expresión alemana Hochkulturen (‘culturas altas’). 14 Cuando Rouse (1992: 144s) se remite a Colón, vemos que ese manejo de los criterios de la civilización y de los estadios evolutivos tiene una tradición secular: “[…] Columbus reported to the king and the queen that the people he had encountered were not as civilized as the Japanese and the Chinese, whom he had expected to find, but that they became progressively more developed as he proceeded through Cuba into Hispaniola. Thus he recognized the distinction between Western and Classic Tainos that is made in this volume.” <?page no="44"?> 32 Hanna Lene Geiger casos, los términos son lo suficientemente transparentes como para hacer notar el punto de vista y la motivación del sujeto que nombra. Este apartado, por el contrario, está dedicado a los términos taíno e igneris, supuestos autónimos indígenas documentados en las fuentes coloniales europeas. Desde el siglo XIX, la designación de taínos o indígenas taínos se ha impuesto en el discurso académico como nombre de los grupos autóctonos que en el siglo XV poblaban el norte antillano, sobre todo las Antillas Mayores, pero también las islas Bahamas, Turcas y Caicos. 15 De acuerdo con el estado de debate actual en la arqueología, los pueblos que conforman el grupo llamado taíno eran socioculturalmente diferentes, aunque probablemente tenían un origen histórico común o compartían prácticas y normas culturales (Curret 2011: 54). En las fuentes históricas no se documenta ningún etnónimo indígena equivalente a taino -es decir, que comprendiera todos los grupos de la región- y probablemente nunca existió. Se trata, por lo tanto, de una categoría que los científicos proyectaron sobre el espacio cultural caribeño, lo que confirma la tendencia de los autónimos a subdividir el panorama social en categorías más finas que los exónimos. En los textos coloniales españoles, encontramos el indigenismo taíno (tayno) por primera vez en Álvarez Chanca (1494). En el segundo viaje de Colón, los conquistadores encontraron en Guadalupe a indígenas que, al parecer, habían sido capturados por los llamados caribes: Este dia primero que alli descendimos andaban por la playa junto con el agua muchos hombres e mujeres mirando la flota, e maravillandose de cosa tan nueva, e llegandose alguna barca a tierra a hablar con ellos, diciendolos tayno, tayno, que quiere decir bueno. (Álvarez Chanca, Carta al Cabildo de Sevilla, 1494, en Unali 1990: 18). Desgraciadamente, no sabemos si Chanca conocía de verdad el significado de la palabra o si, más bien, lo dedujo en el contexto de la naciente dicotomía entre taínos buenos y caribes malos. 16 Este contraste se formula de manera explícita en Anghiera, quien también ofrece una definición del término: 15 El primer empleo del etnónimo con este significado fue en 1836 por Rafinesque en The American Nations (Philadelphia). Antes de eso se solía emplear el término arahuacos (insulares), que se remonta a Brinton (1871), quien cree que este grupo compartió muchos rasgos lingüísticos y culturales con los lokono-arahuacos, que en la actualidad viven en la costa del norte de América del Sur. Según Rouse (1992: 5) existen, sin embargo, grandes diferencias entre estos dos grupos, de igual modo que el hábitat de los lokonoarahuacos no coincide con el área de origen de los arahuacos insulares. 16 Sin embargo, Goeje (1928) adoptó esta etimología, identificándola como una composición de ta. tai (‘noble’) con el morfema del plural -no. <?page no="45"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 33 [...] les salió al encuentro un hombre de arrugada frente y altiva mirada, acompañado de otros ciento, los cuales [...] gritaron que eran taynos, ó sea nobles, no caníbales. (Anghiera (1892: 151), De orbe novo decades, Dec. I, lib. II, cap. 5). 17 Si los cautivos realmente se hubieran autodenominado buenos para delimitarse de los caribes, esto significaría que la dicotomía no fue simplemente una proyección por parte de los conquistadores, sino una distinción étnica que surgió de la interacción entre taínos y españoles, a la cual ambos lados contribuyeron en momentos históricos determinados, motivados por sus propios intereses. 18 Otro supuesto autónimo antillano es el indigenismo Igneris (en español también inibis, iñeri, igniris, iñiris, igneris y otros). Se atribuye al grupo arahuaco, que en el primer siglo d. C. emigró de tierra firme a las Antillas y llegaría a formar el sustrato común a partir del cual se desarrollarían más tarde los taínos y los llamados caribes insulares. Ya se menciona en crónicas francesas del siglo XVII, 19 en el contexto de la tradición oral de los caribes insulares según la cual en el curso de su inmigración al archipiélago sus antepasados habían conquistado a los igneris, matando a los hombres e hijos e integrando a las mujeres e hijas en su comunidad. 20 En la actualidad, el supuesto autónimo Igneris es empleado, junto con otros términos, por muchos de los autores citados en este artículo, sobre todo cuando dan cuenta de los encuentros entre los caribes insulares y sus predecesores en las Antillas, o cuando se refieren a la lengua de estos últimos (destaquemos a Wilson y Rouse, entre otros). No obstante, tomando en cuenta el carácter fragmentario de las fuentes y la supuesta fusión lingüística y cultural entre los igneris y los caribes insulares, queda abierta la cuestión de si el término realmente correspondía al autónimo o más bien era 17 En el capítulo 1.I.4 explica: “[...] al hombre de bien [le llaman] tayno [...].” (Anghiera 1892: 117). 18 Keegan (1997: 117) incluso propone que la imagen de los pacíficos taínos, los cuales fueron en realidad colonialistas, es el resultado de una manipulación social y política por parte de sus caciques. 19 Según fuentes francesas tempranas, los arahuacos insulares se autodenominaban callínago o callíponam. Raymond Breton (1999: 55 [1665]) escribe en su Dictionnaire caraïbe-français: “Callínago, c’est le véritable nom de nos Caraïbes insulaires; […] les femmes les appellent callíponam.” (Paisa/ Bernabé 1999: 55). Los autores actuales asumen generalmente que los llamados “caribes insulares” eran arahuacos que ni hablaban una lengua caribe ni vivían exclusivamente en islas (Whitehead 2002: 52). Aun así, el etnónimo, que según Breton corresponde al autónimo de la etnia, se sigue utilizando. 20 El término se encuentra, por ejemplo, en Guillaume Coppier (1645: 35) como una denominación de una etnia en Saba (Antillas Neerlandesas): “Il y a là vne Secte de Sauuages, qu’on appelle les Igniris, ils vont le corps tout entierement nud, & portent barbe […].” Para los informes de los caribes insulares véase Rochefort et al. (1681: VII). <?page no="46"?> 34 Hanna Lene Geiger un exónimo usado por los caribes insulares. Adviértase, además, que no podemos estar plenamente seguros de que los cronistas documentaran el lexema de forma correcta. En resumen, el carácter autonímico tanto de taíno como de igneris es muy dudoso. Lo más probable es que ambos términos reflejen una mirada ajena, si bien difieren de los etnónimos presentados en los capítulos anteriores en la medida en que su uso en la arqueología y otras ciencias ilustra la voluntad de los investigadores de respetar e integrar la perspectiva de los sujetos estudiados. Sobre todo en tiempos más recientes la preferencia de los autores por los (supuestos) autónimos parece emanar de motivos folclóricos o de la corrección política, esto es, del afán postcolonial de tomar en cuenta la ‘otredad’. 21 7 Consideraciones finales El análisis lingüístico de la terminología arqueológica de los pueblos antillanos precolombinos ha revelado algunas tendencias que nos parecen emblemáticas para el encuentro científico entre los investigadores y su objeto de estudio. Entre ellas, el fenómeno más decisivo parece ser el carácter distante y desequilibrado de la interacción entre el académico y los pueblos antillanos precolombinos (o mejor dicho, la representación mental que construye de ellos). Este se condiciona por la naturaleza misma de la temática, ya que la conquista europea acabó con las culturas antillanas poco tiempo después de la llegada de Colón al archipiélago. Debido a esta distancia y unilateralidad, no es extraño que las clasificaciones y sus correspondientes términos estén fuertemente marcados por los intereses y el punto de vista específicos de los investigadores. Los modelos y los criterios de clasificación dependen de los objetivos y del planteamiento de la investigación, de las fuentes consultadas, de las preconcepciones, del interés cognoscitivo y de las convenciones metódicas y discursivas de cada disciplina. Sin embargo, el abandono de modelos aristotélico-objetivistas y la adopción de modelos de prototipos abren el camino para dinamizar en cierto grado la percepción de los pueblos precolombinos, aunque esta sigue estando fuertemente impregnada por los valores de la cultura occidental. Hemos visto, además, que el uso de presuntos autónimos responde al afán de los investigadores de reducir la distancia que los separa de su objeto de estudio. Al denominar a una persona, los hablantes no solo hacen una referencia e inferencia con relación a un objeto externo, sino que también se (re-) 21 Cf. Rodríguez Álvarez (2008), quien en su edición de la Relación de Pané y de otras fuentes prefiere el término eyeri sobre su heterónimo taino, al considerar el primero más auténtico. <?page no="47"?> Análisis lingüístico de la terminología arqueológica 35 constituyen a sí mismos como sujetos actantes y significativos. En ello, construyen, modifican o confirman lingüísticamente “el mapa social”, la representación y la segmentación mentales de las constelaciones sociales en un espacio determinado. Por consiguiente, el análisis de las categorías lingüísticas también permite un examen de los discursos y tradiciones académicos en los que tales categorías se basan. 8 Bibliografía Álvarez Chanca, Diego Alvarez. 1990. “Carta al Cabildo de Sevilla”. En: Unali, Anna. 9-58. Anghiera, Petrus M. D’. 1892. Fuentes históricas sobre Colón y América. Libros rarísimos que sacó del olvido traduciéndolos y dándolos á luz en 1892, Joaquín Torres Asensio. Volumen 1. Madrid. Breton, Raymond. 1999 [1665]. Dictionnaire caraïbe-français. Ed. por Paisa, Marina B./ Bernabé, Jean. Paris. Brinton, Daniel G. 1871. The Arawak language of Guiana in its linguistic and ethnological relations. Philadelphia. Cassá, Roberto. 1992. Los indios de las Antillas. Madrid. Coppier, Guillaume. 1645. 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New York. <?page no="49"?> II Encuentros coloniales <?page no="51"?> Miguel Gutiérrez Maté (Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg / University of California, Irvine) Un jargón francés poco inteligible: criollo de base francesa en la parte española a fines del período colonial * El presente trabajo retoma una serie de acontecimientos ocurridos durante el siglo XVIII en las inmediaciones de la localidad de Neyba, una región de la antigua Isla Española circunscrita a la Audiencia de Santo Domingo pero más próxima geográficamente a la colonia francesa de Saint-Domingue. En las montañas cercanas a Neyba y, concretamente, en la sierra de Bahoruco, que, ajena a fronteras políticas, se extiende por todo el Suroeste de la isla, se formaron comunidades de negros cimarrones, en su mayoría huidos de la zona francesa, entre las que destacó el llamado maniel de Neyba en las últimas décadas del siglo XVIII. A mi juicio, todavía quedan varios aspectos por discutir, a pesar de estudios muy meritorios como, entre otros, el trabajo de Deive (1985), que reconstruye y ordena cronológicamente los principales sucesos a partir de los materiales de archivo, y la monografía crítica de Lienhard (2008), en el marco de una compilación de estudios del autor sobre procesos de cimarronaje en Latinoamérica. Además, los hechos que revisten interés lingüístico, aunque son mencionados, juegan un papel secundario en los trabajos citados. Para ello, he vuelto sobre los textos que el propio Deive presenta al final de su libro y los he completado con documentos originales que he localizado en el Archivo General de Indias de Sevilla. 1 * Deseo expresar mi agradecimiento a Jessica Barzen y Silke Jansen por la atenta lectura y discusión del manuscrito anterior de este trabajo. Los posibles errores o inexactitudes siguen siendo de mi autoría. 1 Algunos de estos documentos fueron consultados y transcritos por primera vez durante el otoño de 2006, cuando empezaba a constituir mi corpus de Tesis Doctoral sobre sintaxis histórica del español caribeño (con foco especial en Santo Domingo y el norte de Colombia, Gutiérrez Maté 2013), pero no fue hasta febrero de 2014 cuando volví al archivo exclusivamente para trabajar con los documentos sobre los cimarrones de Neyba, así como revisar los originales de los textos presentados por Deive (1985). El legajo donde se encuentran la mayoría de estos forma parte de la inmensa sección de Gobernación y lleva la signatura de Santo Domingo 1.102. <?page no="52"?> 40 Miguel Gutiérrez Maté Conviene aclarar de partida que el negro está representado, aun mucho menos que el indio (y que el blanco), en la documentación colonial hispánica. Para la historiadora Enriqueta Vila Vilar “el mantenimiento del estatuto jurídico esclavista en la raza negra durante tres siglos ha silenciado sus voces, hasta el punto que es difícil encontrarlos mencionados en documentos oficiales que no se refieren a la trata o desórdenes públicos y levantamientos” (Vila Vilar 1987: 176). Sin embargo, estos levantamientos, sobre todo cuando fueron en forma de cimarronaje y pudieron llevar a la formación de comunidades de negros en los montes, ocupan una abundante documentación de tipo jurídico, incluyendo documentos dispositivos reales durante los siglos XVI y XVII, que se integran, después, resumidos en la obra cumbre del derecho indiano, las llamadas Leyes de Indias de 1681. 2 Quepa anotar que la denominación más habitual en los documentos coloniales para estas comunidades de fugitivos es palenque, provenzalismo antiguo en español con el significado de “valla o estacada [cf. esp. palo] para cerrar algún terreno en que ha de haber lid, torneo u otra fiesta” (según la única acepción del Diccionario de Autoridades, 1737), significado del que “en América hay especializaciones” (vid. Corominas/ Pascual 1985 sobre palenque, s.v. palo), llegando a designar a los poblados fortificados de negros. 3 En Santo Domingo, sin embargo, las autoridades locales emplean generalmente, con el mismo sentido, el tainismo maniel, 4 aunque siguen prefiriendo palen- 2 Dentro de las leyes, se regulan, a lo largo de varios libros, las compensaciones económicas a los vecinos que perdían esclavos, así como las penas y posible perdón a los esclavos capturados y a los que decidieran volver (incluso, se regula cómo los escribanos debían ordenar y presentar los procesos judiciales que trataban de negros huidos: ley XXII, tomo II, libro VII, título 5º). En otro orden de cosas, véase Gutiérrez Maté (2014: 69-72) sobre la configuración lingüística del discurso legislativo de las Leyes de Indias a partir de fuentes anteriores, a menudo quinientistas. 3 Hasta donde me consta, la última vez que se requiere una explicación o paráfrasis de este término en un documento oficial (en este caso, una cédula real) es en 1655: “junta de negros a modo de fortaleza que llaman palenque” (Arrázola 1970: 71). A partir de entonces, los documentos correspondientes al diálogo administrativo y jurídico en la compleja red administrativa hispánica utilizan, sin mayor glosa, el término palenque, perfectamente asentado, pues, en este “español colonial”, aunque no se recoja tal acepción aún en Autoridades. 4 La voz maniey designaba originalmente una región de la Isla Española, según cuenta Las Casas en su Apologética Historia Sumaria; más tarde, a través de un proceso de extensión metonímica, pasó a designar a las comunidades de indios fugitivos en esta región y, en un paso ulterior, a cualquier comunidad de fugitivos (incluyendo de negros cimarrones) en la isla. En el cambio fónico pudo actuar la analogía con la terminación -el, coincidente con el sufijo mozárabe (-ELLUS en latín; -iello > -illo en romance castellano), que formó parte del bagaje lingüístico de los primeros colonos de América (sabemos del componente mozárabe en los orígenes del andaluz y del componente andaluz en los orígenes del español de América: vid. Granda 1994: 93-103 sobre el mozarabismo perchel). Una explicación alternativa (o posible concausa) atendería a diferencias dialectales en el sustrato indígena hablado durante las primeras fases de la <?page no="53"?> Un jargón francés poco inteligible 41 que para los documentos enviados a la metrópoli. 5 En los documentos de nivel intrarregional maniel alcanza también usos adjetivales para indicar origen: “en quanto a que los proprios negros manieles concurran al trabajo...” [Santo Domingo 1790-91, f 11r]. Por lo que respecta a mi trabajo, hablaré indistintamente de maniel y palenque. Las páginas que siguen caracterizan el marco histórico y diplomático de La Española durante la centuria que, en perspectiva europea, llamamos “ilustrada”, para garantizar una interpretación adecuada de la historia de los negros cimarrones del maniel de Neyba, reconstruida en gran parte desde el testimonio de los propios documentos, y, a partir de esta, tratar de averiguar qué lengua pudieron hablar. La más evidente de las conclusiones, que cabe anotar ya al principio, es que las primeras migraciones de hablantes de un criollo de base léxica francesa al lado hispanófono de la isla se remontan, cuando menos, al siglo XVIII. 1 La parte española en el siglo XVIII En las colonias hispánicas la trata negrera se vio notablemente menguada, con respecto al periodo inmediatamente anterior, en la segunda mitad del siglo XVII. Este fenómeno tuvo lugar con especial intensidad en la “ciudad e isla” de Santo Domingo, donde no entraron barcos de negros esclavos desde mediados de esta centuria hasta fines del XVIII. La siguiente gráfica, adaptada de Lipski (2004: 537), habla por sí sola: etapa colonial, que pudo mostrar variación entre [l] y [j] (sobre este punto, véase Jansen 2011: 346 y 425-428, así como Jansen 2012: 101-138 y Jansen en este volumen para un panorama del sustrato multilingüístico que enfrentan las lenguas europeas transplantadas al Caribe). 5 A veces se utiliza, precisamente, palenque para glosar maniel: así, en una carta de 1785 del arzobispo de Santo Domingo al rey se dice “Señor, la reducción de los negros bárbaros atrincherados en el maniel o palenque de las montañas de Neiba...” y en otra de 1790, enviada por el gobernador Joaquín García al rey, se define explícitamente maniel: “palabra que nos significa una congregación nefanda compuesta de individuos agrestes e irreligiosos” (apud Lienhard 2008: 83). <?page no="54"?> 42 Miguel Gutiérrez Maté Gráfica 1: Número de esclavos desembarcados en Santo Domingo durante los ss. XVII y XVIII La falta de importación de negros en este período es algo conocido y destacado al menos desde el trabajo de Henríquez Ureña de 1919, aun cuando este autor utilizaba sus datos (no del todo exactos) para negar la existencia de un componente afro en el español dominicano, hipótesis cuya revisión crítica no es objeto de este trabajo: 6 “probablemente desde el siglo XVI, con la decadencia económica de la colonia, cesó la importación de esclavos; en el siglo XVIII, no llegaban los siervos al número de 10.000 y así la población de color ha tenido tres siglos, y más, para ‘hispanizarse’” (Henríquez Ureña 1977 [1919]: 342). A la vista de estos datos, observamos los términos de la petición que el gobernador de Santo Domingo, Severino de Manzaneda, elevaba al rey en 1700: 6 Esta negación del componente lingüístico afrohispánico “autóctono” (que surge como respuesta a Meyer-Lübke (apud. Henríquez Ureña 1977 [1919]) cuando hablaba de un Negerspanisch en Santo Domingo) encuentra su complemento en la negación de la influencia negro-haitiana por parte del gran filólogo dominicano (véase la introducción de este volumen y Valdez 2011 para un estudio detallado de su ideología lingüística). La propuesta del autor, como es sabido, es considerar la República Dominicana como “un país característicamente arcaico en su hablar” (1939: 210), llegando a ser incluso este arcaísmo el componente más característico de la población negra (campesina) en la República Dominicana: “En Santo Domingo, el hombre de raza africana está ya tan lejos de sus orígenes que los habitantes de la capital lo pintan generalmente, si procede de los campos, no pronunciando necesariamente peor que el hombre de ciudad, sino empleando palabras arcaicas” (Henríquez Ureña 1977 [1919]: 343). <?page no="55"?> Un jargón francés poco inteligible 43 1. y le parece a mi lealtad y celo es uno de los puntos más importantes al alibio de estas miserias el que tengo representado a Vuestra Magestad sobre la dispensazión de los negros para el cultibo de los campos, que es el nerbio en que estriva el aumento de los frutos y los diesmos y premisias de ellos, junto con la continuazión de las familias de islas de Canaria para la repoblazión de esta ciudad e isla, que es sumamente nesesaria, mayormente creziendo tanto las colonias franzesas combezinas con tantos alibios y fomentos [Santo Domingo 1700, f 1v] 7 Está claro, entonces, que la petición fue desatendida en lo que respecta a la introducción de negros para el cultivo de los campos de la isla, la cual ocupaba en la época una posición marginal en los planes de la Corona en el Nuevo Mundo (en claro contraste con la situación vivida en el siglo XVI, que había permitido la fundación en La Española de la primera audiencia y la primera universidad americanas). La actividad agrícola, consiguientemente mermada, hacía difícil la competitividad en el comercio con la metrópoli y otras colonias, más aún cuando la actividad del puerto de Santo Domingo (único puerto legal en la isla desde el siglo XVII) estaba fuertemente regulada por la Corona y las condiciones impuestas por los comerciantes provenientes de la metrópoli eran generalmente abusivas; todo ello derivaría en un comercio ilícito con otras naciones europeas en el Caribe, empezando por la vecina nación francesa (Gutiérrez Escudero 1985: 71-90). El pasaje citado merece también comentario por otros tres motivos: primero, alude a las condiciones miserables de la isla, tópico frecuente (aun con un fondo evidente de realidad) en los documentos dominicanos (“el país más miserable de todos estos reinos”, se dice en un documento de 1741) que se combina a menudo con el tópico del abandono (“amigo, el rey está muy lejos”, en la carta de un mulato de 1717) y con la nostalgia del “antiguo ser ilustre” (en un texto de 1720); segundo, deja ver, con cierto tono de denuncia, la preocupación por el crecimiento económico de la parte francesa (debidamente auspiciada, en opinión de las autoridades dominicanas, por la correspondiente metrópoli europea), apenas tres años después de su cesión oficial de España a Francia; y, tercero, sugiere la “canarización” de la parte española. Con respecto a este último aspecto, cuyo reflejo lingüístico apenas ha sido advertido hasta ahora, 8 sabemos que la inmigración de familias 7 Cuando cito por el documento original indico el código del documento (vid. lista al final) y el número de folio (recto o vuelto). La transcripción respeta los usos gráficos del documento, pero incorporo tildes y signos de puntuación y regularizo el uso de mayúsculas y minúsculas, así como la separación entre palabras. 8 Nunca se ha dudado del importante papel del español canario en la fase de formación del español de América e incluso los datos de Boyd-Bowman (1968) sobre pasajeros a Indias han sido debidamente interpretados a sabiendas de la dificultad de encontrar registros de pasajeros de Canarias en los primeros compases de la colonia (Granda 1994). De hecho, el “andalucismo” del español de América ha sido entendido general- <?page no="56"?> 44 Miguel Gutiérrez Maté desde las islas Canarias a diversas zonas de La Española para su repoblación fue una constante desde fines del XVII y durante todo el siglo XVIII (Deive 1991, Pérez Guerra 1999): una de estas zonas fue la región centroseptentrional limítrofe, en la época, con Saint-Domingue y perdida mucho después frente a Haití (Hincha, actual capital del Departamento del Centro de Haití, fue fundada por pobladores canarios en 1704); otra fue la península de Samaná (Santa Bárbara, su capital, se funda en 1756), la misma que desde la centuria siguiente sería receptora de un notable flujo migratorio de haitianos (vid. Barzen, en este volumen). No obstante, el proceso más importante en la época fue, a mi juicio, el fortalecimiento del papel del mulato. En ausencia, como se ha dicho, de nuevos esclavos importados legalmente desde África, los afrodescendientes, y en especial los mulatos, pasaron a constituir el componente poblacional mayoritario y a experimentar un cierto ascenso social. Esto encaja, a su vez, con el hecho de que más de las tres cuartas partes de la población afrohispánica hubiera conseguido ya la libertad a fines del XVII (Lipski 2004; Lorenzino 1993). El teniente coronel de Santiago de los Caballeros, en una carta de 1720, que precede a los autos contra “un mulato esclavo de otro mulato”, expresa su preocupación en estos términos: 2. lo hice de buen grado por parecerme ser muy de justicia y ber si con un castigo ejemplar se atemoriçavan todos los que son de su esfera, porque como esclavos y libres de este jaez [‘mulatos’] y los negros, que son la mayor parte de los moradores de esta ysla, están tan avilantados que no tienen respecto a la Real Justicia [Santiago de los Caballeros 1720, f 1r] 3. era menester que viniese de esos reinos un número considerable de familias blancas, por que de no, en poco tiempo se extinguirán las pocas que ay de esta calidad, porque con la sunma pobreça no quieren hacer casamientos y assí se ban acabando los nobles; y los de menor esfera con aber tantos tiempos que no viene infantería de esos reinos ba subzediendo lo mismo, porque solían casar con los soldados algunas mujeres, aunque pobres blancas, lo qual no puede conseguirse de otra manera, y el que el presidio tubiese hombres que se pareciesen a los que avía cuando entré en él [Santiago de los Caballeros 1720, 2r-v] Tanto el incremento del número de mulatos como, más importante aún, su ascenso social no eran, desde luego, temores infundados de este teniente mente como un andalucismo-canarismo y el papel central del español canario como puente entre el español meridional peninsular y el americano es indiscutible al menos desde Catalán (1960). Sin embargo, aquí tratamos con un fenómeno distinto: la migración de familias criollas de Canarias a La Española en una etapa más tardía, en la que, con toda seguridad, había tenido lugar ya una restructuración patrimonial del español de Canarias y de las diferentes colonias americanas (con excepción del Cono Sur, cuya colonización efectiva había empezado más tarde). <?page no="57"?> Un jargón francés poco inteligible 45 coronel. Medio siglo después, en 1764, se ven confirmados por el viajero francés Daniel Lescallier cuando visita Santo Domingo: 4. Esta ciudad está habitada por negros libres, mulatos, caribes y por una mezcla de todas estas especies; hay allí muy pocas familias enteramente blancas. Varias hasta de las que ocupan el primero rango [...] (apud Rodríguez Demorizi 1970: 127) Sin embargo, a pesar de lo dicho hasta aquí sí tuvo lugar, en cierto sentido, una renovación o incorporación de nuevos negros durante el setecientos: me refiero, claro, a la penetración en la parte hispanófona de negros esclavos que huían de Saint-Domingue. Según la tipología básica que presenta Fouchard (1972: 424), “la masse des fugitifs [de la colonia francesa] se partage en trois groupes: ceux qui s’attardent autour des grandes villes, le Cap notamment, ceux qui bougent d’étapes en étapes pour gagner des cantons éloignés et ceux en route pour l’Éspagnol”, siendo estos últimos los más numerosos (Fouchard 1972: 427). Este autor resume también los motivos por los que la parte española de la isla se constituyó en principal foco de huida de los esclavos de los franceses, aunque sus expectativas desbordaran a menudo la realidad hallada al otro lado de la frontera: 5. La proximité d’abord d’un pays sans frontière le séparant de la partie française autrement que sur les cartes, le prolongement naturel des mêmes montagnes, des mêmes rivières, sous un même ciel; le refus pratiqué généralement à certaines époques d’extrader les nègres fugitifs, ce qui éventuellement mettait à l’abri un esclave coupable de crime entraînant la mort, le traitement humain accordé aux esclaves “nourris en général comme leurs maîtres”, l’espoir d’une vie meilleure moins consacrée aux durs travaux de labour, presque dédiée dans la pratique à l’élevage quand ce n’était pas la liberté tolérée, dès l’arrivée, la chance de devenir un gardien de troupeaux abandonné dans les vastes pâturages et jouissant d’une liberté relative, de siestes prolongées, d’allées et venues sans contrôle, et de la vie facile et indolente de l’Espagnol, les possibilités d’un rapide affranchissement dans une société où se pratiquait la plus large interpénétration des classes sans trop d’interdits et de complexes raciaux. En bref, la partie espagnole de Saint-Domingue représentait aux yeux de l’esclave l’image la plus proche de la Liberté à laquelle il aspirait (Fouchard 1972: 427-428). El siguiente paso de mi exposición será, entonces, la contextualización de los hechos tocantes a la huida de negros de Saint-Domingue y de su asentamiento en el maniel de Neyba en el marco de las relaciones entre las dos naciones vecinas. <?page no="58"?> 46 Miguel Gutiérrez Maté 2 Las relaciones entre las dos Coronas. Franceses (y francés) en la parte española La parte occidental de la Isla Española pasaba a pertenecer a Francia por el tratado de Rijswijk de 1697, firmado apenas unos meses después de una de las derrotas más importantes de la Corona española frente a la francesa en el Caribe: el asalto de los piratas franceses, comandados por Jean-Bernard de Pointis y secundados por el gobernador de un Saint-Domingue aún no oficial, al puerto y ciudad de Cartagena de Indias (capital de la gobernación del mismo nombre, mermada en lo económico y militar en gran parte como consecuencia de sus problemas internos con los negros cimarrones durante la década precedente). 9 A pesar de la separación política, las dos colonias vivirían en contacto estrecho durante el período subsiguiente: por un lado, emigran muchos franceses al lado oriental (a veces con sus esclavos negros); por otro, los criollos dominicanos se benefician del comercio y contrabando con los franceses: 6. La parte española de la isla, en las primeras décadas del XVIII, se debatía constantemente entre dos posturas antagónicas: o bien ir admitiendo y dotando de legalidad a los franceses que cruzaban la frontera y se asentaban, evitando así el riesgo de despoblación que pendía sobre sus ciudades y campos, o bien expulsarlos sin más para evitar el peligro de invasión por vía de asentamiento pacífico y relaciones de contrabando, además de por los permanentes ataques guerreros en la franja fronteriza. Las cédulas emanadas del Consejo de Indias desde las últimas décadas del siglo XVII intentaban regular la inmigración de colonos de la parte francesa a la española, exigiendo una serie de requisitos a los colonos franceses, pero en todos estos casos, estas cédulas eran respetadas o no según la conveniencia de los participantes o los intereses de cada momento (Carrera de la Red 1998: 459) Siempre que tenían lugar tensiones entre los criollos del área española y los migrantes del lado francés, que a menudo desembocaban en procesos judiciales, se tenían que habilitar posibilidades de traducción/ interpretación. A menudo, estas eran, fuera de la Audiencia de Santo Domingo, más bien rudimentarias: así, los franceses que llevaban ya varios años en las villas españolas y que incluso tenían el estatus de vecinos podían ejercer como intérpretes improvisados durante las declaraciones de los testigos; si, 9 Vid. Borrego Plá (1973) para una descripción general de las campañas de debelación de los palenques de negros en la Gobernación de Cartagena y Gutiérrez Maté (2013: 443- 495) para una edición de algunos de los textos surgidos en este contexto. A su vez, el estado de postración en que quedó la ciudad después del asalto, sin entrada ninguna de navíos desde 1696 a 1706 (Castillo Mathieu 1965: 141), permite comprender mejor el pacto de paz que las autoridades propusieron al palenque de San Basilio (cuna del criollo palenquero) en 1713 (Friedemann/ Patiño 1983: 15). <?page no="59"?> Un jargón francés poco inteligible 47 además, entraban en juego cartas u otros textos originalmente escritos en francés que debían incluirse en el acta judicial, estos podían llegar a ser traducidos por “cualquier persona que supiera francés” (vid. infra). De este prurito por traducir todos los textos al español no debe colegirse que los dominicanos no tuvieran los conocimientos que permitieran, al menos, la comprensión básica del francés, sino, más bien, que los documentos judiciales respondían al principio jurídico de un proceder homogéneo y regular (incluyendo el aspecto lingüístico): 7. Algunos documentos también deben traducirse del francés, por lo que se podría ver o bien que las autoridades no entendían la lengua francesa o bien -y es la explicación más probable- que querían que todo estuviera en la lengua propia de la colonia española marcando como lengua extranjera la presencia del francés: ‘Por presentada la Carta y conzitación del sor. fizcal se traduzga por cualquier persona q sepa lengua francesa…’ (Carrera de la Red 1998: 462) En el nivel de la comunicación oficial entre las dos coronas la situación era distinta: en estos casos, los escribanos de la audiencia de recepción eran responsables de la traducción. Estos escribanos-traductores posibilitaron una correspondencia fluida entre los gobernadores u otros cargos oficiales de las dos colonias. En este sentido, resulta especialmente interesante para lingüistas la tarea de identificar fenómenos lingüísticos atribuibles al influjo del francés, que sobreviven a este proceso de traducción (¿quizá entonces en calidad de fenómenos de convergencia, siendo aceptables en español? ): 10 8. En el Guárico, 21 de junio de 1783 Señor Presidente- D. Luis Guerra me remitió la carta que V.E. me hizo el honor de escribirme en 31 de mayo, la que trata de un asunto que pide la más seria atención y por lo que pido a V.E. el permiso de no contestarle positivamente ahora. El establecimiento de una población de negros sin gobierno en medio de la colonia de Santo Domingo puede tener grandes inconvenientes y es menester haber bien reconocido la utilidad de ello para admitir las propuestas, que pondrían nuestros dos gobiernos en pública relación con estos salteadores de caminos. Me han hecho traer algunas propuestas por vías intermediarias, pero yo nada he querido escuchar hasta no haber visto yo mismo lo 10 Esta fue una línea de investigación seguida por Germán de Granda (vid. Granda 1991: 145-154, y otros trabajos del autor en el mismo volumen), si bien con base en documentos del siglo XIX. Por su parte, en la crestomatía de Fontanella (1993), en el capítulo correspondiente a Santo Domingo, se incluyen dos documentos traducidos del francés, seleccionados por Granda y transcritos por Silvia Suardíaz, datados de 1793. El corpus de documentos que manejo para este trabajo cubre las décadas anteriores, que quizá representan mejor el día a día de las relaciones diplomáticas y lingüísticas entre las dos partes de la isla durante el setecientos. <?page no="60"?> 48 Miguel Gutiérrez Maté que la posición de los parajes puede determinar que se haga. A la fin de año debo pasar a la parte del sur de nuestras posesiones, mejor podré entonces tomar conocimiento de todos los detalles relativos a este importante negocio, y para entonces es que me reservo el honor de comunicar mis ideas a V.E. y como nada se puede determinar tocante a esto que por nuestras respectivas cortes, reunidas nuestras comunes opiniones o nuestros diferentes avisos o motivos pondrán las dos cortes en estado de tomar un partido. Es indispensable de una modo u otro tomar uno, y V.E. puede asegurarse del mayor apresuramiento de mi parte para concurrir a todo cuanto pueda asegurar la tranquilidad de nuestras respectivas posesiones. Tengo el honor de ser con la más alta consideración y el más sincero afecto- Señor Presidente- el muy humilde y más obediente servidor- Bellecombe- S.E.D. Isidro de Peralta y Rojas. Como traductor de S.M. (que Dios guarde) certifico que la antecedente traducción hecha por orden de S.E.El Sr. Presidente, Gobernador y Capitán General está conforme a su original. Iván Tomasi. (apud Deive 1985: 119) Entre otros fenómenos que se pueden atribuir al francés que sirve de base de partida al texto traducido encontramos el uso de fin como sustantivo femenino (presente en la lengua medieval pero rarísimo en español clásico), la intercalación del adverbio bien entre el auxiliar y el participio (haber bien reconocido) 11 y el uso del “relativo neutro” en para entonces es que (el mal llamado que “galicado”, que solo en contextos como este sería realmente galicado). De igual modo, el uso (y abuso) de algunas fórmulas diplomáticas, como tener el honor, en contextos que pueden llegar a ser muy disonantes en el marco del lenguaje cancilleresco hispánico (tanto para introducir el acto de información como el de petición, como en fórmulas de despedida) se explican probablemente como traducción literal de los documentos franceses: “tengo el honor de representar a V.S.”, “tengo el honor de suplicar a V.S.”, “tengo el honor de ser su humilde servidor”, etc. 12 La comunicación entre los dos gobernadores, habitual durante toda la centuria, dio lugar a multitud de documentos traducidos (de gran valor, evidentemente, para la translatología histórica y para la lingüística contrastiva español-francés). Por otra parte, en los casos más conflictivos, que requerían el acuerdo de las dos partes de la isla, se redactaron documentos en ambas lenguas: así ocurre, precisamente, con la plasmación por escrito del “proceso verbal” (procès-verbal) o acuerdo entre las dos Coronas sobre la reducción del maniel de Neyba, firmado en esta localidad por los respectivos comisionados y enviado a ambos gobernadores para su ratificación. Transcribo un fragmento a modo de ejemplo: 11 Vid. Waltereit/ Detges (2007) sobre la gramaticalización de bien en francés y en español. 12 Los ejemplos provienen de una serie de cartas del comisario Desmarattes de 1786. <?page no="61"?> Un jargón francés poco inteligible 49 Pedro Alexandro, Criollo del Maniel, como de treinta y cinco años; su muger Salvadora de la misma edad, y naturaleza: hijos Antonio como de Catorce años; Francisco de doce; Gumbá de seis, y Petrona de quatro... 6. 13 Dos Labranzas con los mismos frutos. Pierre Alexandre, Creole de la montagne, âgé d’environ 35. ans, sa femme Salvadore du même âge, également de la montagne, enfants 4. Antoine, françois, Gumbá, et Petrone, âgés de 14,. 12., 6. et 4. ans... 6. Deux plantations des mêmes vivres. Cuadro 1: Fragmento del proceso verbal bilingüe [Santo Domingo 1785c, f 2v] 3 El maniel de Neyba. Historia y composición No sabemos con seguridad cuándo se formaron los primeros palenques, precedentes del que encontramos a fines del XVIII, en las montañas del Bahoruco, pero parece que la huida de esclavos negros de la parte francesa a esta zona fue una constante al menos desde los primeros momentos del establecimiento del doble poder colonial en la isla. El arzobispo Isidoro Rodríguez afirma en 1784, en carta al rey, que el maniel se había formado más de un siglo antes, si bien la fiabilidad de este dato dista mucho de ser segura: 9. Señor, hace más de cien años que entre unas ásperas montañas que se hallan en la jurisdicción de la villa de Neiba en esta isla, habitan atrincherados unos negros (cuyo número en el día llega a cerca de 300, entre los cuales han muchos de 70 años de edad nacidos allí) (apud Deive 1985: 121) Las autoridades metropolitanas tardan en reaccionar a estos problemas, pero encontramos ya en 1749 una cédula real (citada en [Santo Domingo 1789- 90]) que aborda exclusivamente el problema de los manieles cercanos a Neyba, y seguramente la existencia de estos era conocida en Sevilla y Ma- 13 Número total de personas en la familia. <?page no="62"?> 50 Miguel Gutiérrez Maté drid desde mucho antes. No es, en todo caso, hasta la segunda mitad del XVIII cuando este palenque llega a ser un problema para las autoridades hispánicas, presionadas por los franceses por recuperar a los esclavos negros huidos, sobre todo a partir de 1780 (Fouchard 1972: 514-515). El gobernador Azlor había conseguido, tras muchas dificultades y una larga y dura resistencia, reducir el maniel en 1768, pero los negros en su mayoría se dispersaron por diversos lugares de la sierra y no tardaron en fundar un nuevo maniel: se habla entonces de un maniel viejo (que perdura hasta hoy en la toponimia dominicana) y de un maniel (nuevo) de Neyba. No atenderé aquí a la documentación sobre estas campañas militares, pero cabe indicar, a nivel anecdótico, que se permite una cierta mitificación envolviendo las descripciones de estos negros (con una base real, dada su habilidad para esconderse y moverse por los montes con mucha mayor soltura que las milicias hispánicas): 10. como la experiencia lo ha hecho demostrable con las repetidas e infructuosas expediciones contra dichos levantados, no obstante de haberse valido de las más activas y eficaces providencias, con la particularidad de hacer burla de nuestras tropas a menos distancia de un tiro de pistola, solo oidos y no vistos (Antonio Ladrón de Cuevas, 1785; apud Deive 1985: 128) Tras los intentos infructuosos de reducción militar (también por parte de los franceses en 1776: Deive 1985: 15-16), los cimarrones sorprendieron en 1783 con una propuesta de paz, que interesó de inmediato a las autoridades dominicanas. Estas prometieron conceder a los negros la libertad y perdonar sus delitos si se asentaban en unos llanos en las inmediaciones de Neyba, en los que, en teoría, ellos mismos serían responsables de los cultivos y el ganado, tras un período inicial de ayuda y gestión de las autoridades. Los cimarrones trataban de evitar volver a sus señores franceses y se beneficiaban del hecho de constituir mano de obra barata para los españoles: a cambio, también, debían impedir la entrada en el maniel de nuevos negros huidos (algo básico para no incrementar las tensiones políticas hispanofrancesas). Tras al menos doce años de negociaciones fracasadas se consiguió un éxito parcial, en buena medida gracias a la presión del arzobispado de Santo Domingo y a la acción del cura de Neyba, Juan de Bobadilla, llegando varios negros, fundamentalmente criollos, a establecerse fuera del maniel (Deive 1985: 99); sin embargo, la reducción no se pudo culminar a causa del Tratado de Basilea de 1795, por el que España cedió a Francia su parte de la isla. Por su parte, el rastro del maniel original se pierde en gran medida tras la revolución haitiana, pero parece que aún en 1810 la comunidad era comandada por el que fuera líder de la partida de los negros bozales en tiempos de las negociaciones (Fouchard 1972: 517). <?page no="63"?> Un jargón francés poco inteligible 51 Por lo que respecta a la composición étnica del palenque, se presentan muchas dudas y solo algunas certezas. En este punto los documentos se contradicen a menudo entre sí (Lienhard 2008: 92-93) y no sólo en cuanto a las cifras, sino también en cuanto a algunas denominaciones fundamentales como criollo y bozal. Si tomamos en cuenta el padrón que realizó el oidor Chávez en 1785, habría 131 negros (cifra que varía levemente en otros documentos) distribuidos de la siguiente forma en 48 familias (Deive 1985: 85): “criollos españoles” “criollos del maniel” “criollos de Saint- Domingue” Sin especificar Hombres 1 9 20 Mujeres 14 14 13 3 Viudas con hijos 2 4 Adultos solteros 1 11 Gráfica 2: Padrón del oidor Chávez en el maniel El criollo español al que se refiere este oidor lo conocemos por otros documentos: Santiago, negro nacido en la localidad de Bánica (hoy día, contigua a la frontera con Haití, pero no así en la época), que había pasado más de cuatro décadas en el maniel: 11. Reconvine al Capitan diciéndole cómo haviendo ido a asunto de ellos por el Padre Cura havía de pagar la entrada, cuyas razones apoyó un negro español que estaba presente, y dicen es de Bánica, y mandó entonces el capitán me largase el sable [Santo Domingo 1790-91, f 32r] No obstante, es posible que hubiera otros negros criollos de la parte hispánica: en otros documentos se habla de “dos familias pertenecientes a la parte española” [Santo Domingo 1786] o de “algunos negros esclavos españoles abrigados en aquellos parajes” [Santo Domingo 1790, f 47v], de los que quizá Santiago fue su principal. En general, la mayor parte de documentos coloniales hispánicos dan por hecho la existencia de dos grupos de negros, franceses y españoles: 12. Relación y Diario del Reconocimiento que pudo ser practicable en las Montañas de Bauruco al .S. de la Villa y neiva que sirven de guarida a los Negros esclavos fugitivos de ambas Coronas [Santo Domingo 1785, f 1r] 14 No contaron como cabeza de familia. <?page no="64"?> 52 Miguel Gutiérrez Maté 13. Verificada la discreta separación de negros que han de quedar a cada nación, se procurará por el señor D. Luis de Cháves un hospedaje provisional para los que han de permanecer en la parte española […] [Instrucción del gobernador Isidro de Peralta, 1785; Deive 1985: 126-127] 14. Últimamente, Señor, a mí me consta que los del maniel han cumplido hasta ahora lo ofrecido, entregando varios negros franceses y españoles apresados en las montañas, y algunos en el tiempo de mi recidencia, que han solicitado con enpeño la aprehencion de los actualmente fugitivos, que ellos no piensan perder el indulto, y gracias que el Rey les dispensa [Santo Domingo 1790-91, fs 19v-20r] En todo caso, aunque las cifras del oidor Chávez pudieron no ser exactas, el número de negros de la parte francesa fue mucho mayor que el de negros de la parte española. Seguramente, los documentos oficiales españoles solían hablar indistintamente de “negros de ambas Coronas” (como en el ejemplo 12, que sirve de portada de la “relación y diario” escrito por un capitán por encargo de las autoridades hispánicas) para negar que la existencia del maniel fuera un problema político que atañese primariamente a la nación vecina. Por su parte, los documentos escritos por las autoridades francesas ya se encargaban de minimizar el número de esclavos españoles: así, en una carta oficial de 1786 escrita en Port-au-Prince y traducida en Santo Domingo se habla del “pequeño número de negros que en el acuerdo pasado entre las dos coronas devían ser entregados a la Nación Española”, remitiendo al documento bilingüe de 1785, en el que se hacía constar que 131 de los 133 negros hallados y listados entonces “pertenecen por sí o por sus autores [=’progenitores’] a la parte francesa” (en la versión en francés del documento -no así en la española- se recalca esta información indicándola de nuevo al final, en la ratificación del gobernador). Más allá de la proporción exacta entre negros españoles y franceses, muy descompensada a favor de estos últimos, la distribución de negros nacidos en el maniel y negros huidos de Saint-Domingue varía también según las fuentes. La existencia de ambos grupos es clara: 15. el dia dos del corriente llegué a esta Villa, y haviendo con motivo de la Semana Santa encontrado en ella hasta catorce o diez y seis negros del maniel de ambos sexos, y entre ellos el nombrado Felipe, que hace cabeza al partido de los criollos, a diferencia del de los vozales en que se dividen [Santo Domingo 1790-91, f 1r] En cualquier caso, es probable que más de la mitad de la población del palenque en 1785 fueran fugitivos de Saint-Domingue: según el documento bilingüe, 16-17 mujeres y 30 hombres, frente a las 20-21 mujeres y 9 hombres nacidos en el palenque. Es posible que los llamados “vozales o estampados” (por la costumbre, generalizada entre los propietarios franceses, de marcar o poner étampes a sus esclavos: Fouchard 1972: 229-242), tal como se mencio- <?page no="65"?> Un jargón francés poco inteligible 53 nan en [Santo Domingo 1790-91, f 15v], correspondan a los “negros franceses” o esclavos procedentes de Saint-Domingue citados en otros documentos. A su vez, seguramente, los esclavos huidos de Saint-Domingue no eran realmente bozales en el sentido común de ’nacidos en África’, sino, más bien, negros ‘nacidos fuera de las colonias hispánicas’, ya que no parece probable que las autoridades y los escribanos españoles se preocuparan de diferencias más finas dentro de los esclavos venidos de la zona francesa. 15 De hecho, sabemos que entre los esclavos estampados de Saint-Domingue había varios negros criollos, junto a otros de origen mina, arará, kotokoli, bambara, congo, etc., según estudia Fouchard a partir de documentación francesa (1972: 231-232). 16 En cualquier caso, cabe albergar la certeza de que los “bozales” provenían de Saint-Domingue, independientemente de dónde hubieran nacido, y no de la parte española, adonde, como vimos, no empezaron a arribar nuevos esclavos africanos hasta 1780 (y siempre a la relativamente lejana ciudad de Santo Domingo). A ojos de las autoridades españolas fueron los “bozales” y no los criollos los culpables del fracaso constante de las negociaciones (un argumento que constituye, en realidad, un tópico recurrente en la documentación sobre palenques en América). El comisionado de los españoles, Lorenzo Núñez, destaca este problema: 16. últimamente dixo Felipe que por él condescendía a nuestra propuesta, pero que los vosales dificultava lo hiciesen, porque estaban poseídos de una grande desconfianza [Santo Domingo 1790, f 2r] 17. en una palabra, Señor, yo conosco en los negros bella dispocición, quando están separados los partidos de criollos y vozales y lexos del maniel, pero la junta en éste de todos nunca ha producido otra cosa que errores [Santo Domingo 1790, f 25r] Con todo, los hechos no hablan a favor de una separación real entre los dos grupos dentro del palenque. Seguramente, Lienhard tiene razón cuando 15 Es posible que el concepto de bozal, adaptado al mundo de la esclavitud, incluyera no sólo el significado de ‘nacido en África’ sino también, ligado a este, el de ‘no hablante de español’ (al menos, no nativo) (vid. Klimenkowa 2012). En los documentos dominicanos que analizo, este último pudo permanecer inalterado, mientras que el primero, como he dicho, ampliaría su ámbito referencial. Hay que advertir, sin embargo, que en estos textos la oposición bozal-criollo no debió incluir una oposición lingüística, en la medida en que tampoco los criollos hablaban español (a diferencia, por lo general, de los negros criollos en la documentación colonial de otras zonas de América: vid. Gutiérrez Maté 2012). 16 De los documentos hispánicos cabe esperar mucho menos que de los franceses en cuanto a distinciones entre negros nacidos en Saint-Domingue y nacidos en África, o en cuanto a los lugares de procedencia exactos de estos últimos: “sólo en una ocasión se alude genéricamente a negros congos y guineos, gentilicios que corresponden a dos áreas culturales distintas y comprenden a numerosos pueblos” (Deive 1985: 86). <?page no="66"?> 54 Miguel Gutiérrez Maté dice que “si los mismos cimarrones esgrimen a veces el argumento ‘étnico’ es como pretexto para no ceder a las exigencias españolas” (2008: 110). Este autor piensa incluso en una especie de “triunvirato” como forma de gobierno en el maniel de Neyba, con un representante de los criollos del maniel (Felipe), uno de los bozales (La Fortune) y uno de los criollos hispánicos (Santiago). A su vez, el oidor Chávez, aunque indica que los negros viven en “una verdadera anarquía” en cuanto a ritos y religión, deja ver que, en una cuestión esencial como la administración de justicia, prevalecía el consenso de toda la comunidad: “cada uno govierna su familia y quando hay alguna disención entre los de distinta familia, se unen todos los demás a hazerles hacer lo que les parece justo” [Santo Domingo 1785a, f 3v]. Más allá de los diferentes grupos de negros adultos, la población del maniel se caracteriza por una presencia muy importante de niños, lo que dibuja la imagen de una comunidad en vías de expansión y renovación a fines del XVIII: según algunos documentos había 54 niños, esto es, un 40% de la población del palenque (Lienhard 2008: 91). A su vez, en otras fuentes se indica que 42 negros, “en su mayoría niños de pecho” (Deive 1985: 18), fueron bautizados durante la importante reunión que el párroco de Neyba consiguió con algunos negros fuera del palenque, en el llamado hato de Cristóbal. El contrapunto de esta situación viene dado por la tasa de mortandad, especialmente elevada desde que se tuvieron que mudar huyendo del ataque del gobernador Azlor y porque de “dos pestes de viruelas y discenterías que han padecido perdieron mucha gente” [Santo Domingo 1785a, f 4v]. Por lo demás, sabemos de la presencia de un negro llamado Juan Holandés, que en 1785 contaba con 35 años [Santo Domingo 1789-90, f 28v], sin mujer ni hijos, así como de un hombre “de color aindiado”, casado con una criolla del maniel, y de un “isleño”, esto es, un canario, viviendo en el palenque, aunque no se dice desde cuándo estaba allí: 18. Havía también en el maniel un hombre blanco, que dicen es isleño, el cual me contó que los negros tienen una guardia puesta en un rancho azia el camino de la costa y que los negros de ésta a cuantos libres pueden encontrar los despojan de lo que llevan y luego los despiden, que a él le havían quitado dos mudas de ropa y una sábana y luego por verlo enfermo lo dexaron subir al maniel donde se mantiene a expensas de la miseria que los negros le dan y que aunque desea salir de allí no lo puede executar por hayarse muy enfermo y desalentado [Santo Domingo 1790-91, fs 32r-v] Nótese, por último, que el testimonio de este isleño habla de una guardia de los negros fuera del palenque, en el camino a la costa. De hecho, es evidente que algunos negros del maniel salieron a menudo de él y que hubo <?page no="67"?> Un jargón francés poco inteligible 55 contactos y cierto comercio entre ellos y las gentes de las playas del Petitrut o Pititrud (< Petit-Trou), 17 la actual localidad de Enriquillo: 19. Puede haver contribuido la influencia de algunos hombres bagos, que alsados en dichas costas se han mesclado con los del maniel empleándose con las negras en tratos menos decentes que pecaminosos, cuya vida abandonada les debe hacer desear la libertad que aquel destino les proporciona y por esto aconsejar a los negros resistan la salida para lograr ellos las licencias que disfrutan y para fundar su razón no es irregular les inspiren desconfianza [Santo Domingo 1790-91, f 39v] Los “vagos” del Pititrud, a los que también se culpa del fracaso de las negociaciones, eran contrabandistas tanto del lado español como del francés, algunos de ellos fugitivos, y todo tipo de gentes dedicadas al corte clandestino y comercio de madera, controlado por Juan Félix, de origen español, y sus cinco hijos, una familia poderosa cuya red de influencia se extendía por todo el suroeste dominicano y alcanzaba, con toda seguridad, la parte francesa. La población de esta región debió ser tan itinerante como heterogénea: según algunos autos judiciales 18 tenemos noticia de personas procedentes de otras villas dominicanas (Santiago de los Caballeros), de otras regiones del Caribe (Jamaica, Venezuela,...), de las Canarias, de Andalucía e incluso de Castilla. 4 El problema de los intérpretes Cabe asumir que si las negociaciones, dentro y fuera del maniel, fracasaron varias veces no fue por un problema lingüístico. Sin embargo, los problemas 17 La graficación de este topónimo parece dar problemas a los escribanos de los documentos dominicanos del XVIII y suele incluir una d o t a final de palabra, lo que podemos entender bien como una reacción gráfica a la relajación/ pérdida de las consonantes implosivas (no faltan grafías s, n y d hipercorrectas a final de palabra en otros documentos dominicanos: Gutiérrez Maté 2013a) o como un intento aproximado de reflejar un origen francés (a sabiendas de que la -t es muda en esta lengua: de hecho, estaba presente, aunque en otra posición, en el nombre original). Sin embargo, en la época se usa Petitrú en los documentos metropolitanos o en obras como el Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América (1787) del quiteño Antonio de Alcedo o la Idea del valor de la Isla Española de Santo Domingo (1785) del erudito Sánchez Valverde, racionero de la catedral de Santo Domingo. El comentario de este último puede entenderse como una aclaración etimológica: “al E. de aquellas Serranías queda el Puertecillo que llamamos con el nombre francés de Petit-Trou, pronunciado Petitrú, que es bajo y con escollos”. La forma gráfica estándar durante el XIX es Petitrú, hasta su sustitución por el topónimo Enriquillo en 1884. 18 Concretamente, el Testimonio del procedimiento criminal practicado contra los refugiados en las costas del Pititrud y el Testimonio de la causa seguida contra Franquilo Basquez por vago. Vid. también Deive (1985: 91-97). <?page no="68"?> 56 Miguel Gutiérrez Maté lingüísticos existieron y los documentos ofrecen algunas informaciones sobre ellos. Uno de los primeros datos que conocemos corresponde a la reunión que tuvo lugar en casa del cura Bobadilla con algunos negros bajados del maniel. En esta se utilizó a un tal Juan Esteban de Peña, negro libre vecino de Neyba, como intérprete ocasional, según él mismo cuenta en su declaración en unos autos de 1786. Al parecer, la lengua utilizada fue el francés: 20. passó a la cassa del señor cura Doctor Don Juan de Bobadilla a cierta diligencia que se le offrecía y, como encontrasse en ella cinco negros del maniel que dijeron se llamaban Manuel, Salvador, Juan, Francisco y la Rosa, 19 que, queriendo hablar con el señor cura, como no los entendiesse, le preguntó dicho señor al declarante que si savía hablar la lengua francessa, y lo que le respondió que sí, y mandándole dicho padre cura al que declara les preguntara en el ydioma francez a los citados cinco negros que a qué han venido a la villa [...] [Santo Domingo 1786, fs 5v-6r] El resto de informaciones provienen en su mayoría del extenso expediente de [Santo Domingo 1790-91], que consta de las cartas semioficiales entre los protagonistas blancos de esta historia. En las conversaciones transcurridas en Neyba entre las autoridades civiles y algunos negros del maniel, uno de los negros criollos del maniel que “entendía medianamente el español” actuó como intérprete improvisado: 21. el dia dos del corriente llegué a esta Villa, y haviendo con motivo de la Semana Santa encontrado en ella hasta catorce o diez y seis negros del maniel de ambos sexos, y entre ellos el nombrado Felipe, que hace cabeza al partido de los criollos, a diferencia del de los vozales en que se dividen, dispuse se juntasen todos en casa del Padre Cura, y por medio de uno de ellos, que entiende medianamente nuestro idioma les manifesté mi comision, ponderándoles en el mejor modo la benignidad del Rey conocida en el indulto [Santo Domingo 1790-91, f 1r] A causa del retraso de los negros en abandonar definitivamente el maniel, las autoridades decidieron enviar a un negro que, habiendo vivido anteriormente en el maniel, ya estaba asentado en Neyba y era bien ladino - cualidad entendida aquí como un atributo graduable-, esto es, se hacía entender bien en español: 20 19 Los documentos traducen los nombres de los negros del maniel (Jean → Juan; François → Francisco; La Rose → La Rosa), como queda patente en el “proceso verbal” bilingüe (cf. cuadro 1 en este trabajo). 20 En la documentación colonial hispánica sobre asuntos de negros esclavos y cimarrones ladino era el africano que se hace entender en su variedad L2 de español. En algunos documentos cartageneros observé la distinción entre bozales ladinos y bozales cerrados (a los que no se entendía). La base para la representación, tanto en documentos jurídicos como en fuentes literarias (Santos Morillo 2010), de las divergencias lingüísticas de <?page no="69"?> Un jargón francés poco inteligible 57 22. pero en la actualidad tengo instruido a uno de ellos, que se haya en esta villa, bastante ladino, y muy deseoso, según mani fiesta, del logro de su indulto y gracias concedidas, para que passe a el maniel, descubra el verdadero motivo que los detiene y les haga creer con firmeza el bien y seguridad de quanto les hemos propuesto [Santo Domingo 1790-91; fs 18rv] 23. havia resuelto embiar a el maniel un negro de los mismos de él, bien ladino e instruído por mí para que solicitasse la resolución de sus compañeros a poner en execución su nuevo establecimiento en El Montazo y que indagase la razón que los detenía [Santo Domingo 1790-91, fs 21v-22r] Cuando este ladino regresó con una respuesta negativa de los negros, el cura Bobadilla tomó la iniciativa de enviar al maniel a un vecino de Neyba, “un hombre formal”, lo que supuestamente les aseguraría que el mensaje que querían transmitir había llegado. 24. Acaba este de llegar y dice que todos a una voz después de varias juntas que tuvieron le dixeron viniesse y digesse de parte de ellos que no quieren ya pueblo en ninguna otra parte, que cuando lo querían en las Aoñamas no se lo dieron, que ya no lo quieren, ni tampoco donde lo apetecían, sino quedarse en su Maniel donde están, que tienen plátanos y batatas que comer. No obstante esta respuesta tan categórica, el Padre Cura, engañado de su buen deseo ha embiado un hombre formal de este vezindario, dudando si el negro mensajero se ha equivocado, para que passe al maniel, les haga una christiana amonestación que lleva por escrito [Santo Domingo 1790-91, fs 22r-v] La primera tarea de este vecino racional consistió en leer a los negros una carta del cura: 25. Esta no esperada novedad causó alguna duda, y para dissiparla, despachamos segundo mensage, por medio de un vezino racional con una exhortación por escrito y partió el veinte y ocho del mismo mes [Santo Domingo 1790-91, fs 38r-v] Cuando este mensajero regresa unas semanas después, no hace sino confirmar que la respuesta de los negros seguía siendo negativa. Lamentablemente, la identidad de este personaje no es revelada en los documentos: sin descartar que se pudiera tratar del citado Juan Esteban de Peña (vid. 20), que hablaba español y francés, todo parece indicar que las autoridades preferieron evitar ahora la mediación de un negro. 21 los negros corresponde generalmente a los afroladinos (no a los bozales cerrados ni a los criollos). 21 Incluso Diego Félix, al que me refiero a continuación, habría sido un posible candidato, pese a su anterior colaboración con los franceses. <?page no="70"?> 58 Miguel Gutiérrez Maté Por su parte, el gobierno francés también había intentado por su cuenta negociar con los negros manieles, para lo que utilizaron como intermediario a un miembro del clan Félix, Diego (con vecindad en Neyba, aunque, seguramente, con intereses comerciales a ambos lados de la frontera): 26. Diego Félix de este vecindario [Neyba], sujeto confidente de los franceses para con los expresados negros, quien, en calidad de tal y como instruido en el ydioma francés, ha conferido con los sseñores generales a su nombre [Santo Domingo 1785b] Es interesante, en todo caso, que este Diego Félix pudo comunicarse con los negros hablando, una vez más, francés. 5 La lengua hablada por los negros manieles Conforme a la historia del palenque, su composición étnica y sus contactos con el exterior, todo parece indicar que la lengua de sus habitantes fue, en buena medida, semejante a la que en la época manejaban los negros de la zona de Saint-Domingue, 22 pero con la particularidad de que muchos negros del maniel habían nacido ya en él, desconectados del mundo de la esclavitud de Saint-Domingue e inmersos en una región hispanófona. Además, había algunos contactos con el exterior, así como unos pocos negros criollos de la parte española (nativos, en principio, de alguna variedad de español) viviendo en el palenque, hechos que apuntan a dos hipótesis, no excluyentes entre sí: por una parte, los nacidos en el palenque pudieron incorporar elementos de español, aunque minoritarios frente a otros aportes posibles, en la lengua que adquirieron; por otra, al menos los negros que con más frecuencia salían del palenque pudieron tener un conocimiento de español mayor del que ellos mismos quisieron exhibir (aunque, a buen seguro, la comunicación con el Pititrud pudo no ser solo en español). Por su parte, los términos en los que se desarrollaron las negociaciones no dan muchas pistas, pero parece claro que el francés funcionó en las negociaciones mejor que el español, y no sólo en las negociaciones con los emisarios franceses, sino también con los españoles: con esto no se niega la posibilidad de que los negros del maniel hablaran algún tipo de criollo de base francesa, lo cual, de hecho, es muy probable, sino que se destaca el hecho de que el francés -no tan desconocido entre las autoridades hispánicas como se podría pensar, además de hablado, como hemos visto, por los españoles con intereses comerciales en el lado francés y por algunos franceses que eran ya vecinos de las villas del lado español (Carrera de la Red 1998)- o, cuando menos, 22 Variedades que suponemos heterogéneas, sobre todo en función de que los esclavos hubieran venido de África o nacido en la colonia francesa, aunque los primeros pudieron haber aprendido la lengua de los segundos. <?page no="71"?> Un jargón francés poco inteligible 59 algo cercano al francés (si pensáramos en variedades L2 por parte de los emisarios hispánicos o incluso en algún foreigner talk) permitió la comunicación con los negros. A su vez tal comunicación fue posible, seguramente, en virtud de la existencia de variedades aproximativas de francés manejadas por algunos negros (vid. más abajo). La historia que conocemos es incompleta y narrada desde la perspectiva del blanco, lo que afecta también a nuestras especulaciones acerca de la lengua en el maniel; la hipótesis menos comprometida es la de suponer tanto la incorporación al maniel del criollo del lado francés (futuro kreyòl) como, al mismo tiempo, un proceso en marcha de criollización autóctona. Si apostáramos no por tres grupos sociales separados (los oriundos del maniel, los de Saint-Domingue y los de la parte española), sino por redes sociales más densas, pensaríamos en la cristalización de una variedad de francocriollo, con algunas diferencias con respecto a las variedades emergentes en Saint-Domingue y, quizá, con algunos aportes de español. Un criollo de base francesa que, dada la llegada progresiva de esclavos fugitivos por lo menos hasta la fecha de las negociaciones (cuando los negros del maniel se comprometen a no dar asilo a nuevos huidos), así como la elevanda mortandad y la muy significativa proporción de niños, pudo representar un caso de criollización continua (Lang 2010), 23 esto es, un criollo que se fue renovando durante varias generaciones, aunque en este caso no pudo adoptar una forma definitiva, dada su probable desaparición durante el convulso siglo XIX (iniciada ya con la disgregación de la comunidad en 1795). De hecho, es de esperar que en el palenque hubieran surgido formas de “criollización cultural”, por vago que resulte este concepto, de manera análoga a lo que sucedió en otros muchos palenques latinoamericanos (Navarrete 2001), cuyos habitantes tenían, por lo general, orígenes distintos; 24 en este contexto cultural, habría sido posible una criollización también lingüística, propia del maniel, independientemente de que muchos negros -cuando menos, en las últimas oleadas de migrantes- llegaran a él hablando ya un criollo de base francesa (el cual, a su vez, pudo ser heterogéneo). Nada podemos constatar del aspecto estructural de este criollo: no hemos hallado textos escritos por los negros y los documentos jurídicos no tratan de imitar su lengua, ni siquiera cuando los pasajes actualizan diálogos en los 23 El ejemplo de este autor es, precisamente, la formación del criollo haitiano en suelo de Saint-Domingue, pero esto no debe mover a confusión: las mismas condiciones parecen válidas para explicar posibles procesos de criollización en los palenques latinoamericanos que vieron constantemente engrosar su población con nuevos esclavos fugitivos que manejaban variedades aproximativas incompletas de una lengua europea (Lang, comunicación personal). 24 Para una discusión, desde diversas perspectivas, del concepto de criollización se remite al lector a los trabajos recogidos en el volumen de Müller/ Ueckmann/ Dauen (2013). <?page no="72"?> 60 Miguel Gutiérrez Maté que participan. En el ejemplo 27, que continua lo presentado en 20, la respuesta de los negros se resume en forma de estilo indirecto, aun cuando la intervención del blanco inmediatamente posterior se actualiza en estilo directo (con rasgos propios de la lengua oral, como el dativo ético en llegármese); en el ejemplo 28 sí se presenta estilo directo, pero este consiste en un perfecto español (incluso, en un tono más propio de la distancia comunicativa), 25 por imposible que fuera esto viniendo de un negro del maniel y más aún de uno bozal, como La Fortune, quien supuestamente emite estas palabras: 26 27. a lo que respondieron que venían en nombre de todos los negros que hay en el maniel a decirle que ninguno passaba a la parte francessa, en cuio estado le dijo a el declarante el dicho señor cura “hágame Vm favor de passar en cassa del escribano y decirle que me haga el honor de llegarmesse aquí a mi casa” [Santo Domingo 1786, f 6r] 28. Uno de los negros franceses llamado la Fortuna les dijo a los comisionados: “Ya vinimos para ver lo que Vms. determinan para, si no somos admitidos en España, tomar nuestras providencias” (Carta de Bobadilla al Arzobispo, 1785; Deive 1985: 132) Por tanto, a diferencia de lo que pude observar en documentos de la gobernación de Cartagena de Indias (Gutiérrez Maté 2012), no hay “testimonio directo” de las variedades manejadas por los negros. Sin embargo, sí hallamos una conciencia lingüística con respecto a estas, de modo que algunos juicios metalingüísticos rudimentarios llegan a filtrarse en la documentación oficial. Entre estos merece especial comentario el testimonio del oidor Chávez al final de su lista de negros: 29. ni dan razón de otra particularidad ni tienen ritos algunos de culto exterior, según lo que he podido ratrear [sic] del negro Santiago, que habla español, y de Felipe, que habla un jargón francés bastante inteligible; los demás que han venido le hablan poco inteligible [Santo Domingo 1785a, f 4r] 25 En el ejemplo, la hipotaxis es el signo más evidente de escrituralidad (Koch/ Oesterreicher 2011 [1990]: 99-104). 26 Sobre la conformación de las reglas discusivo-tradicionales del llamado “estilo directo” en la documentación judicial hispánica, a menudo como estrategias de “oralización” antes que como representación directa de una realidad lingüística, véase Gutiérrez Maté/ Fernández Bernaldo de Quirós (2009). <?page no="73"?> Un jargón francés poco inteligible 61 Según este pasaje, la mayor parte de los negros hablaban un ‘jargón’ 27 francés poco inteligible, a diferencia del francés bastante inteligible del negro Felipe. A mi juicio, la primera de estas denominaciones es, con bastante seguridad, una referencia a una lengua criolla, pero no así la que corresponde a la variedad del tal Felipe. Si consultamos la lista del propio Chávez, descubrimos que este negro -tal vez en contra de lo esperado- era uno de los criollos del maniel y que contaba entonces con unos treinta años. Esto nos obliga a plantear la interrogante de por qué alguien nacido lejos de Saint-Domingue en torno a 1755, de padres huidos de esta región algunos años o décadas antes y nacidos probablemente en los años 20 o 30, hablaba algo relativamente próximo al francés (algo “inteligible”), mientras que los demás negros que se reúnen con Chávez no lo hacían. Si estos últimos proviniesen de Saint-Domingue -algo que parece probable conforme a este y otros documentos pero de lo que, por falta de informaciones, no estamos plenamente seguros-, cabría suponer que a mediados de la centuria, o poco antes, había tenido lugar una evolución importante del vernáculo en la parte francesa, que lo había separado definitivamente de la lengua francesa (al menos, en la percepción del blanco). De ser así, la primera mitad del siglo XVIII constituiría la etapa clave en la formación del criollo haitiano. 28 Por último, una definición de la lengua de los negros manieles, semejante a la del oidor, pero más completa en tanto en cuanto incorpora explícitamente el elemento africano, es utilizada por el arzobispo Portillo cuando encarga a Bobadilla que, en el poblado que estaban ideando para el asentamiento de los negros, se les enseñara castellano, para que así olvidaran “el jargón del francés y el guineo en el que se comunican” 29 (apud Deive 1985: 71). 27 Llama la atención el empleo de este galicismo, bastante raro, aunque existente, en la trayectoria histórica del español (por ejemplo, usado a veces desde fines del XIX, en literatura ‘pre-científica’, en referencia al judeoespañol: Romero 2008: 187). El empleo de “jargón” en estos documentos podría referir de algún modo a un discurso francés. Aunque no he podido hallar aún este término en los documentos traducidos del francés o derivados directamente de la correspondencia diplomática entre las dos naciones vecinas, sabemos que jargon français se empleó a menudo en referencia a variedades aproximativas de francés -quizá incluso a variedades criollas- manejadas en África y América desde fines del XVII, incluyendo Saint-Domingue en el siglo XVIII (agradezco esta observación a Annegret Bollée y a Silke Jansen). Sobre este problema puede consultarse Bollée/ Neumann-Holzschuh (2002) o, más recientemente, Wiesinger (2013). 28 No obstante, la criollización, sobre todo en el sentido expuesto de Lang (2010), pudo seguir teniendo lugar durante la segunda mitad del siglo. En palabras de Fattier (1998: xi), “il n’y a pas de raison valable pour sous-estimer l’importance de la dernière période de la ‘societé de plantation’”. 29 Sobradamente conocido es el hecho de que “guineo” no remitía a una región concreta de África, sino que fue, durante toda la colonia, una denominación genérica para esclavos subsaharianos (Gutiérrez Maté 2012). <?page no="74"?> 62 Miguel Gutiérrez Maté En el estado actual de la investigación, a partir de los historiadores que me han precedido en el estudio del maniel de Neyba, así como de mis propias pesquisas en el Archivo General de Indias, no se debe ir más allá, creo, de las consideraciones aquí expuestas sobre los negros manieles y su lengua. Lejos del desánimo, esta situación invita solo, en realidad, a continuar un trabajo de archivo que nunca se agota completamente, algo para lo que el análisis filológico y la interpretación histórico-crítica, así como la colaboración de historiadores/ filólogos estudiosos de sendas partes de la isla Española, se tornan en tareas indispensables. 6 Originales citados [Santiago de los Caballeros 1720] = Carta del alcalde de Santiago de los Caballeros sobre el prendimiento de un mulato. A.G.I. Santo Domingo 295. [Santo Domingo 1700] = Carta-relación del presidente de la audiencia Don Severino de Manzaneda sobre diversos aspectos de la isla. A.G.I. Santo Domingo, 68, ramo 1, núm. 9/ 1. [Santo Domingo 1717] = Carta del mulato Francisco Carrasco al rey pidiendo que le devuelvan las mercancías que le ha retenido el Presidente de la Audiencia cuando volvía de comerciar en las colonias francesas. A.G.I. Santo Domingo 295. [Santo Domingo 1785a] = Lista de los negros que se contienen en el Maniel de Neyba en la montaña de Bauruco parte española al Este. A.G.I. Santo Domingo 1.102. [Santo Domingo 1785b] = Certificación del escribano Antonio Pérez (4.5.1785). A.G.I. Santo Domingo 1102. [Santo Domingo 1785c] = Proceso verbal bilingüe de verificación de los negros del Maniel de Neyba. A.G.I. Santo Domingo 1102. [Santo Domingo 1786] = Auto del Theniente Justicia Mayor Jossef Maria Redondo y Castro. A.G.I., Santo Domingo 1102. [Santo Domingo 1789-90] = Testimonio del expediente formado sobre el cumplimiento de la Real Cédula sobre la reducción de los negros del Maniel. A.G.I. Santo Domingo 1102. [Santo Domingo 1790-91] = Testimonio del expediente formado sobre la reducción de los negros del Maniel de Neiba a vida civil. Archivo General de Indias (Sevilla), Santo Domingo 1102. 7 Bibliografía Arrázola, Roberto. 1970. Palenque, primer pueblo libre de América. Cartagena. 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In this chapter, I explore Haitian Creole Vodou rites, spirit names, and songs by means of a historical linguistic approach that is rooted in etymological research. That work in lexicology informs a historical linguistic theory that aims to explain the forms displayed in the tradition of Asogwe Vodou. Vodou’s rites and the sacred songs that are sung in the course of their services are in Haitian Creole but they contain many lexical items that stem from West African languages like Fon, Yoruba, Ewe, and Igbo, in addition to West Central African languages like Kikongo and Kituba. Lexical items with an African origin in Haitian Vodou form a significant part of the religion’s * This essay was funded in part by the UF-Duke National Endowment for the Humanities Collaborative Grant (RZ-51441-12), The Archive of Haitian Religion and Culture (www.dloc.com/ vodou [retrieved 22.05.2015]). A debt of gratitude is reserved for Ati Max Beauvoir, Oungan Michlet Alisma, Manbo Micla, and Sèvitè Jean-Claude Noël for their answers, instruction and hospitality. Thanks are owed to Tahiri Jean-Baptiste for proofing this essay. Deborah Jenson provided valuable feedback on a presentation I made from a draft of this chapter at Duke University on February 28, 2014. Thanks are due to Silke Jansen, Jessica Barzen, Hanna Lene Geiger, Edith Kaan and other audience members for their insightful comments at the Workshop on Linguistics in Haiti and the Dominican Republic held at the University of Florida on April 2, 2014, through the support of the Bavarian Funding Programme for the Initiation of International Projects. Finally, the editors of this volume merit thanks for the extensive improvements they made on this chapter. <?page no="78"?> 66 Benjamin Hebblethwaite lexicon. The identification of the African lexical sources of the religion allows for hypotheses about the origins of Vodou traditions, sheds light on the history of the French slave trade, and provides clues about the ways in which Vodou took form in colonial Saint-Domingue and independent Haiti. The presence of diverse African cultural and linguistic influences in Haitian Vodou demonstrates the religion’s emergence as a system that syncretized various African traditions into a cohesive whole. This African religious fusion is especially strong in the Asogwe Vodou (Kanzo) tradition, whose stronghold is the Department of the West (i.e. Port-au-Prince and Léogâne) in Haiti and that tradition alone is my focus. Some research has examined Vodou’s inclusion of Catholic elements (Desmangles 1992); however, until the publication of Beauvoir (2008a & 2008b), the accretions gained by Asogwe Vodou through the syncretism of diverse African religious traditions had been less studied. The syncretism of African religious traditions is a fundamental part of this Caribbean religion (Beauvoir 2008a & 2008b). Vodou rites, spirit names and songs represent the most abundant cultural record of African origins in Haiti; now with the publications of Laguerre (1980), Beauvoir (2008a & 2008b), Hebblethwaite et al. (2012), among others, significant source texts of the religion are available. In this chapter Fon, Yoruba and Kikongo etymological research on key Vodou words is used to identify and explicate the influence of numerous African national religious traditions 1 within Asogwe Vodou. On the basis of that linguistic evidence plus historical research, I will attempt a preliminary reconstruction of the history of the syncretism of diverse African religious traditions and argue that the “African syncretism” represents the fundamental process that gave rise to Asogwe Vodou in Saint-Domingue and Haiti. I will suggest that the phenomenon of spirit migration within the rites of Haitian Vodou sheds light on the Founder Principle (Mufwene 1996): a few important spirits served in the rites that originate in the Bight of Benin have migrated into the rites of West Central African origin, a process that seems to have taken place in Haiti but draws from a deeper African tradition of spirit-migration between neighboring cultures. This process provides evidence that the religion’s founders from the Bight of Benin exerted a central influence even if pan-African religious inclusivity is a dynamic element of the system they created, Asogwe Vodou. Section two below presents basic facts about the organization of Vodou. Section three reviews Moreau de Saint-Méry’s (1797) historical evidence about the populations captured and 1 The notion of “African national religious traditions” refers to the different African “nations” or “ethno-linguistic groups” that have been preserved in Haiti in the form of the rites of the different “nanchons”, i.e. Rada, Kongo, Nago, Petwo, etc. The terms nation and national refer to the different African groups that can be identified geographically and were perceived by the founders of Vodou as historically distinct in an African context. <?page no="79"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 67 sold into slavery and his description of the Vaudoux religion. Section four explores historical linguistic evidence from Vodou rites. Section five presents evidence that exists in the form of the names of the Vodou spirits. Section six investigates the etymology of several core Vodou terms and examines evidence found within Vodou songs. The final discussion in section seven sets forth an outline of the geography and chronology of the French slave trade and argues that Mufwene’s (1996) Founder Principle helps explain the influence of traditions from the Bight of Benin in Asogwe Vodou. Adding support to this is a brief summary of the population and plantation records of the colonial period (Geggus 1993, 1996, 2001). 2 Basic facts about the organization of Vodou Before examining the historical linguistic evidence, it is important to grasp that Vodou religion is far from being homogeneous in Haitian society. Vodou has numerous types of priests and practitioners who draw from a range of traditions. One of the most common types of this religion in Haiti is Vodou makout/ makousi, ‘the strawbag Vodou’. The gangan or manbo priests in that tradition provide treatments for the sick and hold religious services for family and community (Blot 2012: 38). These rural gangan/ oungan (‘male priest’) and manbo (‘female priest’) are typically called to the vocation through dreams and family traditions (Blot 2012: 38). Vodou lakou yo (‘the Vodou yards’) are generally older Vodou communities that date back several generations; for example, Lakou Nan Badjo in Gonaïves is over 200 years old. In Vodou lakou, the sèvitè and/ or manbo (‘servant/ priestess’) is in charge. They hold services but do not attempt healing (pc. Jean-Claude Noël 2013). The sèvitè priests are common in the region of Gonaïves, where the yards hew to a single rite: Lakou Souvnans maintains the Dahomen Rite, Lakou Soukri Danach maintains the Kongo Rite, Lakou Nan Badjo maintains the Nago Rite, and Lakou Dewonvil maintains the Banda Rite, etc. 2 A third, major type of Vodou is called Vodou Asogwe. The word asogwe is the name of the initiation that promotes a candidate into the priesthood and confers her or him with the ason (‘sacred rattle’) and title, oungan asogwe or manbo asogwe. The southern city of Léogâne and the capital, Port-au-Prince, are centers of the Asogwe traditions. 3 Asogwe Vodou is also common in Mi- 2 Note, however, that Vodouists in Gonaïves generally attend services in several of the communities of the region. 3 Candidates to the priesthood travel from various parts of Haiti to Léogâne for initiation (pc. Oungan Michelet Alisma). Oungan Michelet Alisma is responsible for the Société Linto Roi Trois Mystères Vodou temple in Miami, Florida. I have conducted fieldwork at his ceremonies in Miami and with him in Gonaïves, Haiti, since 2009. He has been a Vodou priest for over 25 years and has initiated over 70 people in his career. He is currently building an Asogwe Vodou center in Gonaïves, Haiti. <?page no="80"?> 68 Benjamin Hebblethwaite ami, Florida. 4 Blot (2012: 39) identifies Vodou sosyete (‘society Vodou’) as a fourth category; he claims that this is the cho (‘hot’) and move (‘angry’) side of Vodou. 5 In this chapter, I am going to focus my analysis on Asogwe Vodou since it is one of Haiti’s major traditions and has become the best known thanks to Beauvoir’s (2008a & 2008b) magisterial publications. Asogwe Vodou offers the best options for theorizing on the formation of Vodou since it is the gathering of multiple rites of diverse African origins into a cohesive system. 3 Evidence on captive populations and their religion in Moreau de Saint-Méry (1797) Moreau de Saint-Méry’s (henceforth MSM) description of Saint-Domingue published in 1797 provides valuable information about the captive populations and their religious practices. The African populations cited in his book come from a vast swath of the African coast: from Senegal in West Africa, to the Kongo in West Central Africa, to Mozambique in South East Africa, and all points in-between: Sénégalais, Yoloffes, Poules/ Poulards, Bambaras, Quiambas, Mandingues, Bissagos, Sosos, Aradas, Caplaou, Mines, Agouas, Socos, Fantins, Cotocolis, Popos, Fons, Mais, Aoussa, Ibo, Nago, Dahomets, Ibos, Mokos, Congos, Mayombés, Mousombés, Mondongues, Malimbes, Mozambiques, Quiloi (MSM 1797: 25-39). In addition to this information about the colony’s captive populations, MSM (1797: 46) provides some important evidence on the status of the Vodou religion in the colony. MSM points out that the Aradas people (from Allada, a town in Dahomey, Bight of Benin) were the most ardent practitioners. The word Vaudoux or Vodou or Voodoo 6 comes from the Fon word Vodun (Deity; spirit), thus the link to the Aradas people is accurate (Brand 2000: 89). As we will see, the Kongo population outnumbered the one from Arada and 4 Examples of Asogwe Vodou societies I have visited include, Société Linto Roi Trois Mystères, Société Halouba, and Société Makaya in Miami. The Vodou Lakou that I have visited include Lakou Souvnans, Lakou Nan Badjo, Lakou Soukri Danach, Lakou Dewonvil, Lakou Kajòj, and Société Jenndator des Gonaïves in Gonaïves, Haiti. 5 In my fieldwork in the Vodou of Miami, the term société/ sosyete does not have these negative connotations. In fact, many Miami Société practice Asogwe Vodou, suggesting that Blot’s (2012) categories 3 and 4 may be collapsed in some instances. 6 Note that the word Voodoo in English is not accepted among most practitioners and scholars. The Library of Congress also agreed to change the spelling of the subject heading from Voodooism to Vodou in its cataloguing due to the pejorative connotations of Voodoo in U.S. English (Bellegarde-Smith/ Ramsey 2012). <?page no="81"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 69 the broader Bight of Benin populations well before MSM’s book appeared in 1797, so it is important that he attested to the Aradas population’s reputation in the domain of religion. Other valuable insights include his description of Vodou leadership in terms of a grand prêtre (‘high priest’), roi (‘king’) or papa (‘father’) and grande prêtresse (‘high priestess’), reine (‘queen’), or maman (‘mother’). Vodou’s royal African origins and kinship-based hierarchy are still a fundamental part of Asogwe Vodou’s culture (pc. Beauvoir 2013). To this day, the oungan is called papa (‘dad’) and the manbo is called manman (‘mother’) by his or her initiates, regardless of their respective ages. MSM (1797) points out that the term for a community of Vodouists was Société, a word that is still widespread today as in, for example, Société Tipatipa and Société Jenndator des Gonaïves in Haiti or Société Linto Roi Trois Mystères, Société Makaya or Société Halouba in Miami. The possession ritual in Vodou is referred to as monter Vaudoux (‘spirit mounting’), an expression that is consistent with present usage (MSM 1797: 49; Valdman et al. 2007). Although MSM (1797: 50) refers to the religion negatively as “une école où les âmes faibles vont se livrer à une domination, que mille circonstances peuvent rendre funeste”, his use of the term école (‘school’) nevertheless reflects the educational dimensions of the religion. Lastly, MSM also mentions the introduction in 1768 of a type of worship which he calls Don Pèdre, likely a reference to the Petwo Rite of Kongo origin. Therefore, even though MSM (1797) displays negative judgments about Vodou, his report provides evidence that confirms its close link with the populations of the Bight of Benin, the presence of newer rites (like Petwo), and it offers insights into structural and organizational attributes that remain in place today. 4 Historical linguistic evidence of African syncretism from the Vodou rites Later in this chapter, I will return to the geography, demography, chronology and numbers behind the French slave trade. It is important to keep in mind some fundamental historical facts as we build the theory of African religious syncretism found in Asogwe Vodou. The following locations on the western coast of Africa represent the most important slave trading ports frequented by French vessels (Geggus 2001: 122). The list reflects chronological order: 1. Whydah on the Bight of Benin and Senegambia 2. Malembo (West Central Africa, the second most prominent port) 3. Cabinda (Loango coast in West Central Africa) 4. Loango (Loango coast in West Central Africa) <?page no="82"?> 70 Benjamin Hebblethwaite The Bight of Benin and Senegambia were major sources of captives from the late 1600s to the early 1700s. However, by 1720, populations from West Central Africa (items 2-4 above) already formed a majority among the ethnic groups in Saint-Domingue (Geggus 1991: 36). Over the four decades before the Haitian Revolution in 1791, West Central Africa became the main source of captives in the French slave trade (Geggus 2001: 122). This geography and chronology is of importance to the reconstruction of Vodou’s formation: the historical record shows that captives from regions in Africa most directly associated with the Vodun/ Vodou religion, the Bight of Benin, were the early ethnic majority in Saint-Domingue. Later, West Central African ethnic groups arrived and were gradually grafted into the religion founded by the earlier captives, a matter I will return to in my discussion of the Founder Principle (Mufwene 1996). Asogwe Vodou is a distillation of hundreds of years of pre-colonial African history, colonial history and post-colonial history. The tradition contains national 7 and culture-specific rites ranging from West to West Central Africa (Beauvoir 2008a and 2008b). Asogwe Vodou has set ceremonies over the calendar year. The term rite refers to the services and rituals held for a wellestablished grouping of spirits. Most ceremonies are held in honor of one of the main spirits of the rite. For example, a ceremony may be held in honor of the spirit Ogou Feray and thus follow the Nago Rite and include the sequential salutation of all of the Nago spirits over the course of a ceremony. In addition to the notion of rite, the parallel term nanchon (’nation’) reflects the awareness within the religion of rite as nation. Thus Vodouists speak of the nanchon Vodou (‘the Vodou nations [and their rites]’) or, for example, in his community, Oungan Michelet Alisma is referred to as the Papa 21 Nanchon Ginen (‘Father of the 21 African Nations’). National, ethnic and geographical information is often the central element preserved in the names of the rites and they are therefore historical records about the religion’s diverse builders. The following partial list of rites demonstrates through linguistic evidence the transatlantic connections that exist in the names of the rites: 8 - Rit Anmin (Anminan) is from the Mina people in Dahomey (Jil/ Jil 2009: 145); Anminan (from mina) shows the prosthesis of a coupled with regressive and progressive vowel nasalization (i.e. mina > amina > -min-), a common Haitian Creole phonological feature (Valdman/ Iskrova 2003: 17). 7 The word national in this context refers to traditions that stem from specific ethnolinguistic groups that form “nations” in pre-colonial Africa, i.e. Rada Rite is from the Arada people/ nation, the Kongo Rite is from the Kongo people/ nation, the Nago Rite is from the Yoruba people/ nation, etc. 8 See Beauvoir (2008a: 187-196) for a complete list of Rites in Asogwe Vodou. <?page no="83"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 71 - Rit Bizango is from Bissango island near Senegal (Jil/ Jil 2009: 160); notice the [s]/ [z] [+/ voice] alternation is common in natural languages (Cohn 2001: 202). - Rit Bosou is from the name of the Dahomian kings Kadya Bosou and his son and successor, Achade Bosou (1740-1774) (Hebblethwaite et al. 2012: 221). - Rit Boumba is possibly a toponym that stems from the town of Bumba on the Congo River, a significant artery for slave trading (Eltis 1987: 174). - Rit Danwonmen is the adjective Dahomian; note that the Creole faithfully preserves the Fon nasal vowel [-] in the first syllable, i.e. Danxomɛ 9 (Segurola/ Rassinoux 2000: 122). - Rit Gede is the word the Gedevi people used to refer to a “deity” and its community of worshippers. The entire Gedevi population of the Abomey region (Dahomey) was sold into the French slave trade to Saint- Domingue (Brand 2000: 41). - Rit Ibo is from the Igbo people and language of southern Nigeria. Notice the reduction of the co-articulated stop, [ɡ͡ b] > [b]; to my knowledge Haitian Creole has no active co-articulated stops, although they may exist in a few archaisms in Vodou langaj (lexemes from African languages). 10 - Rit Makaya is from the Kikongo makaya (medicinal leaves) (Laman 1936: 480). - Rit Nago is from the Fon term anagó which refers to the Yoruba people (Brand 2000: 15). - Rit Rada is from the town of Allada in Dahomey, still a Vodun center today in Benin (Métraux 1972: 26; Hebblethwaite et al. 2012: 282). Notice the loss of the initial [a-] in Haitian Creole (apheresis) and the change from the liquid [l] to the voiced velar fricative [ɤ]. Another example of this sound change is displayed in iroko/ loko, examined in section 5 ahead. - Rit Seneka from Senegal; notice the [k/ g] contrast reflects [+/ voice] alternation (Métraux 1972: 86-87; Beauvoir 2008a). 11 - Rit Wangòl from Angola; notice the retention of -angol- (Métraux 1972: 86-87). This is a partial list of some of the names of the Vodou rites. As I noted, they are often toponyms that link to specific locations in Africa or they are terms that reflect African culture. The names of the rites show the fundamental role African cultural, geographical, ethno-linguistic and national 9 I follow the spelling of the Africanist sources throughout. 10 See Holm (2000: 139; 153-155) for more about the general decline of co-articulated stops in creole languages except Saramaccan, Krio, Liberian Creole English, and Nigerian Pidgin. 11 The editors kindly pointed out that this voice alternation above in Bizango and Bissango [z/ s] or in Petwo and Don Pèdre [t/ d], provides evidence of the availability of [+/ voice] alternation in language contact and change. <?page no="84"?> 72 Benjamin Hebblethwaite memory played in the constitution of Vodou. The list illustrates the fact that the inclusion of rites from various parts of Africa is a fundamental feature of Asogwe Vodou. An examination of some of the spirits that are grouped together within specific rites also provides insights into Vodou’s syncretism of African religious sources, a point I now explore. 5 Historical linguistic evidence in the names of the spirits Beauvoir (2008a) classifies 401 spirits into 21 Vodou rites. Within these rites, the names of the spirits (lwa) inform us about the strikingly diverse cultural and geographical dimensions of the founders of the Vodou religion. In some respects, discovering the sources of Haitian Vodou is straightforward. For example, the spirits from Vodou’s core Rada Rite, as given in Beauvoir (2008a), are forthrightly associable with equivalent-spirits who are still served in contemporary Benin, as given in Brand (2000). Many of these spirits have names that are visibly related: The Haitian spirits of the Rada Rite (Beauvoir 2008a) Benin’s equivalent Vodun (Brand 2000) The Haitian spirits of the Rada Rite (Beauvoir 2008a) Benin’s equivalent Vodun (Brand 2000) Legba Lɛgba Bosou Kadya Bosou (Jil & Jil 2009: 104) Agasou Àgasú Danbala Wèdo Danbadahwɛɖó Ayizan Ayiz- Ayida Wèdo Ayìɖohuɛɖó Ayizan Velekete Avlekétè Sakpata Sakpatá Èzili Ázlì Danwezo Dàn, Dangbé Ogou Gu Mawou Măwŭ Kebyesou Xɛbiosò, Khèviôsô Loko Lókò Papa Lisa Lisà Table 1: The spirits of Haitian Voudou’s Rada Rite compared with the spirits of Benin Vodun The accuracy of the transmission of this religious sub-system (rite) is shown in the phonological correspondences between the Haitian Creole and Fon names. The preservation of these names shows that Vodou religion is a reservoir that conserves profound historical religious knowledge. Turning now to the individual spirits, some of their names provide clues about the cultural and geographical origins of the religion’s founders and point to an important structural feature of African Vodun and Haitian Vodou: spirit migration. To begin with, there are closely related spirits in <?page no="85"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 73 numerous Haitian Vodou Rites which may suggest that major spirits in the Bight of Benin were served by various ethno-linguistic groups in that region prior to colonialism. The presence of words like loko/ iroko in contemporary Fon or Yoruba, among other languages, also adds some confirmation. One finds spirits like Loko in multiple Haitian Vodou rites that originate in the Bight of Benin region. In the Ibo Rite, Loko occurs as Loko Davi, in the Mahi 12 Rite he occurs as Loko Mahi Fado, and in the Rada Rite as Loko Djè, Komè Loko and Wa Loko Alade. The name Loko in the Vodun cultures of the Bight of Benin “enters into the composition of the names of diverse spirits called atínmɛvódún (‘tree spirits’)” (Rouget 2001: 100). The Fon lexemes loko, roko, or irokò refer to the African teak tree, chlorophora excelsa (moraceae). The tree is the abode of atínmɛvódún like Agasú, Dàn, or Măsɛ and it is itself considered as a vodun (spirit) (Segurola/ Rassinoux 2000: 70). Likewise, the sap of the loko tree is used against sorcerers (Segurola/ Rassinoux 2000: 339). In Yoruba, a language community that neighbors the Fon, the ìrokò tree “is believed to be inhabited by a roguish fairy” and white cloths are tied to the tree as an offering and sacrifices take place at its base (Abraham 1958: 316). It is likewise common to hang cloths and flags on large Vodou trees in Haiti today. Similarly, animal sacrifice is common under large trees, as we have seen at Lakou Souvnans in 2012, where a bull was tied to a tree and ritually sacrificed. 13 It is possible, given current dictionaries of Fon (Segurola/ Rassinoux 2000) and Yoruba (Abraham 1958), and from evidence within Haitian Vodou, that Loko, as a tree spirit and a sacred tree, had emerged in a number of religious traditions in the region of the Bight of Benin prior to the French slave trade. The attestation of Loko or Iroko/ iroko in the Fon and Yoruba languages provides evidence of the word’s broad regional distribution. Given all of the evidence pointing to the origin of Loko in the Bight of Benin, how then do we account for the presence of spirits like Azangon Loko in the Petwo Fran Rite or Loko Atisou and Loko Azanblo Gidi in the Makaya Rite, both of West Central African origin? The short answer is that spirit migration in Haitian Vodou seems to transmit spirits from the Rites of the Bight of Benin into the West Central African ones. In the cases in Table 2 below the spirits that originate in the Bight of Benin, Legba, Ogou and Èzili, migrate into Rites of West Central African origin (Beauvoir 2008a: 187-196; Brand 2000: 7, 42; Rouget 2001: 99; Verger 1957: 109-206, 552-3): 12 The Mahi (Maxi in Fon) are an ethnic group still living in Savalou, Benin (Brand 2000: 68; Segurola/ Rassinoux 2000: 346). 13 See Tarter (2015) for an in-depth arbori-cultural exploration of trees in Vodou. <?page no="86"?> 74 Benjamin Hebblethwaite Bight of Benin West Central Africa Rite Spirit Rite Spirit Nago Legba Gwètò Zandò Legba Zandò Rada Legba Atibon, Legba Azouka, Vye Legba Petwo Fran Legba Bwa Nago Ogou Petwo Fran Ogou Je Wouj Rada Èzili Kongo Fran Èzili Towo Petwo Fran Èzili Bohan Table 2: Spirit migration from the Rites that originate in the Bight of Benin into the Rites that originate in West Central Africa The spirit migration that took place in Haitian Vodou was uni-directional: spirits originating in the Rites of the Bight of Benin (Rada, Nago) migrated into the Rites originating in West Central Africa (Zandò, Petwo Fran, Kongo Fran), a phenomenon that has historical anchoring. The earlier captive populations from the Bight of Benin, the ethno-linguistic group that was the very source of the word Vodun/ Vodou, founded the religion in Saint- Domingue, had a well-organized priesthood, culture, and initiatory system at their service, and exerted more influence and enjoyed more prestige in the colony and in independent Haiti. It is well known that historically-related spirits can be identified among different ethno-linguistic groups in the Bight of Benin; for example, Lɛgba and Ogun/ Gu, among others, are found in numerous populations. Spirits were imported and exported as communities came into contact through migration or invasion. A new wave of spirit migrations also took place in Saint-Domingue/ Haiti. The rites of the West Central African populations that arrived later were incorporated into the Asogwe Vodou system practiced by the founders from the Bight of Benin. As the rites of the more recent slaves were assimilated, some of the major spirits from the founders’ rites migrated into the rites of West Central African origin. Legba, Loko, Èzili and Ogou, all etymologically and historically tied to the Bight of Benin, emerged in the rites that originated in West Central Africa. At the same time, no major West Central African spirit appeared in the rites of the Bight of Benin. This one-way migration symbolizes the saliency, systematic nature, and “founder advantage” of the traditions from the Bight of Benin. <?page no="87"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 75 6 Historical linguistic evidence within core Vodou terminology and songs This section introduces the etymology of core terminology and examines a few Vodou songs to illustrate how these domains of language can contribute to the historical reconstruction of the formation of Asogwe Vodou. This religion has a Fon core but there is a partial overlay of near synonyms from the Kikongo language. As we saw with the names of the spirits, the terms from the Bight of Benin tend to form the central element in Asogwe Vodou but Kikongo elements are also present: - Oungan ‘priest’ (Fon, hungán, ‘priest’, Rouget 2001: 97) - Gangan ‘priest’ (Kikongo, nganga, ‘prêtre idolâtre’ (sic), Laman 1936: 683) - Ounsi ‘spouse of the spirits’ (Fon, hunsi, ‘initiate’, Rouget 2001: 97) - Andjennikonn/ Oungenikon ‘lead singer, choir leader’ (Fon, hunjɛnukɔn, ‘choir leader’, Rouget 2001: 98) - Sanba ‘lead singer’ (Kikongo, sámba ‘to shout with insistence like a nganga in ecstasy or under the influence of a charm’, Laman 1936: 870). Sámba also means ‘to pray and worship God’ (Laman 1936: 870) - Ason ‘shaker’ (Fon, asò, ‘priestly gourd shaker’, Segurola/ Rassinoux 2000: 66) - Vodou ‘spirit (religion)’ (Fon, vodún, ‘deity, spirit’, Rouget 2001: 102) - Ountògi ‘drummer’ (Fon, hùntó, ‘drummer’, Rouget 2001: 98) - Wanga ‘spell’ (Kikongo, wanga ‘dream, illusion’, Laman 1936: 1092) While terms of Fon-origin reflect fundamental elements of Asogwe Vodou, Haitain Creole words of Kikongo-origin that are semantically equivalent are also present. The Haitian Creole word of Kikongo-origin, gangan, is semantically equivalent to the word of Fon-origin, oungan. The word of Kikongo-origin, sanba, is semantically equivalent to the word of Fon-origin, andjennikon. At Vodou ceremonies, for example, a word like andjennikon (‘lead singer’) is used formally among initiates whereas sanba (‘lead singer’) is used by members of the audience informally. After a energetic Vodou song, I have heard audience members shout “Sanba! ” in praise of the lead singer. The Kikongo term wanga (‘spell’), which appears to have no Fonorigin semantic equivalent, is fully incorporated into the Vodou lexical field and is known by all Haitian Creole speakers (Laman 1936: 1092). Like the rites and spirits, the etymology of core terminology tends to confirm that Asogwe’s culture is rooted in the traditions of the Bight of Benin while providing evidence of the inclusion of later West Central African lexical accretions. A great deal about Vodou’s history can also be discovered in songs. My goal here is to use three songs to show how they can shed light on Vodou’s <?page no="88"?> 76 Benjamin Hebblethwaite origins and test hypotheses on the religion’s formation. Vodou songs fit under the umbrella of the Vodou rites in the sense that each rite has its own spirits and its own repertoire of songs. Like the rites and spirits, the preservation of ethno-linguistic information is central to most Vodou songs. The song below illustrates the ethnically and geographically-denotative lexicon that is common to this genre: The words in bold-face above are employed primarily in Vodou contexts and illustrate terminological specialization. The bold-face lexical items in this song reflect influences from the Bight of Benin, especially Fon. For ex- 14 The translation of ladogwesan as ‘African heritage’ was a suggestion from Dyeri Jil and Ivwoz Jil (pc. 2010). In Vodou ceremonies, the dogwe is a cyclical part of the ritual in which the celebrants and the audience touch the ground with their right hands and proceed to touch their hearts, a symbolic gesture linking the spirits (in the ground) with the hearts of their followers; by extension, ladogwesan is the initiated community that carries out this symbolic religious gesture (see Hebblethwaite et al. 2012: 252). The term Mina, for its part, refers to the Mina people and language from the coastal region of Benin and Togo. Yabòdò antaye, ansi an Ayibobo - Ayibobo, medam. Nou pral antre nan sobagi a. - Abobo! Nou pral antre nan sobagi a la. Sobagi ladogwesan 14 Mina o. Anvan n antre, fò nou jete dlo. Nou pral antre nan sobagi a. - E ago e! Nou pral antre, ounsi kanzo Ladogwesan. - Abobo! Nan sobagi a, nou pral antre nan sobagi a la. Sobagi ladogwesan Mina o. Yabòdò antaye, ansi an Ayibobo - Ayibobo, ladies. We are going to enter the sanctuary. - Abobo! We are going to enter this sanctuary. Oh the sanctuary of the African heritage. Before we enter, we must pour out water. We are going to enter the sanctuary. - Hey ago hey! We are going to enter, ounsi kanzo of the Heritage. - Abobo! Into the sanctuary, we are going to enter into the sanctuary. The sanctuary of the African heritage. (Racine Figuier, ‘M ape antre nan sobagi a’ Vodou Lakay) <?page no="89"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 77 ample, in the salutation that situates the song in the Rada Rite, Yabòdò is likely related to the Fon exclamation of contentment: Yabadaooo (Segurola/ Rassinoux 2000: 525). The expression that follows, Ayibobo or Abobo (as it appears later in the song), is related to the Fon word awòbóbó, which is a joyful acclamation accompanied by the tapping of the lips with the fingers. In Haitian Vodou, the cry of Ayibobo! - roughly equivalent to Hallelujah - specifically marks the Rada Rite (from the Bight of Benin) and is interjected between songs in that rite. Other Fon-specific terms include sobagi from the Fon sogbadji, a word that refers to the official residence of Vodun chief Daagbo Hounon Houna in Ouida, Benin (Okanla 2002). Sogbadji in Fon is probably also related to Sɛgbeji (‘original purity’) (Segurola/ Rassinoux 2000: 406). The song references the Mina, an ethnolinguistic group that inhabits a region that straddles contemporary Benin and Togo along the Atlantic Coast. The text also contains the Fon-derived term ounsi (‘spouse of the spirit’, i.e. ‘initiate’). Therefore, this song provides several words that can all be traced straightforwardly to a specific region of Africa. The next song for Èzili Freda is just as clearly linked to a single region of Africa: Èzili Freda o Alada Danwonmen, o kay mwen. - Abobo! M ape rele mètrès ki soti anba dlo, se fanm chans mwen. - E ago e Ezili Freda oh Alada Dahomey, oh my house. - Abobo! I will call the mistress who comes from under water, my good luck woman. - Hey ago hey! (Racine Figuier, ‘Èzili Freda,’ Vodou Lakay) This text is also indisputably Fon-influenced. Alada Danwonmen refers to the town that is still known as Allada and the region of Dahomey now within Benin. The name Allada was also the source of the word for the (A)Rada Rite to which the spirit Èzili Freda belongs. The sounds [l] (in Allada) and [ɤ/ r] (in Rada) are both closely related liquid sounds that alternate in closely related African langauges (i.e., Loko in Fon and Iroko in Yoruba) but also in contexts of language contact and change. 15 The name of the spirit Èzili is also attested in the word Ázlì in the Fon language of Benin (Brand 2000: 7). In contemporary Benin, Ázlì refers to a Vodun aquatic-cult represented by the lake Agonvè, which is situated on the left bank of the Ouémé river 15 For example, contemporary Korean and Japanese learners of English often confuse [l] and [r] since they are complementary distribution in Korean and Japanese but contrastive distribution in English (Aoyama et al. 2004). <?page no="90"?> 78 Benjamin Hebblethwaite (Brand 2000: 7). Ázlì is the Vodun spirit who dwells in it. Ázlì and Èzili share in common water as their resting place, a fact also attested in the Vodou song above, in which she is depicted as one “who comes from under the water”. While there are elements that Azlì and Èzili share, suggesting a common origin, they are nevertheless conceived very differently: Ázlì is a leprous male whereas Haiti’s Èzili Freda is a materialistic mulatto woman. Although this may appear like a contrary indication, it is not unusual for spirits like Èzili or Legba to have multiple manifestations with diverse personalities; for example, Èzili Freda or Èzili Dantò, etc., are distinct from one another (Hebblethwaite et al. 2012: 233-235; 254-257). While the above songs demonstrate a one-to-one relationship between the etymological origins of the lexical items in the songs and African ethnogeography, there also exist a number of songs that combine traditions from the Bight of Benin with traditions from West Central Africa. The mixing occurs in a way that reflects the pattern we saw above: spirits that originate in the rites of the Bight of Benin (Yoruba, in this case) migrate into the rites of West Central Africa (Kongo) in Haitian Vodou: Afoutayi - Yi! Bila bila - Kongo! Lè bounda fache, kote l chita? - Atè! M g on lwa ki reklame mwen. Pandan m nan somèy, m g on lwa ki reklame m o! - Bilolo! - Adye, Ogou reklame m, se vre! Ogou Badagri s on lwa ki danjere. - Racine Figuier, Men chay la Afoutayi - Yi! Bila bila - Kongo! When an ass is angry, where does it sit? - On the ground I have a lwa who claimed me. While I was asleep, Oh I have a lwa who claimed me. - Bilolo! - Oh my, Ogou claimed me, it’s true! Ogou Badagri is a dangerous lwa. The salutation is the standard formula uttered before songs in the Kongo Rite. The Kikongo words bila bila mean ‘praise’ [v.] or ‘origin’ [n.] (Laman 1936: 37). The expression bila bila Kongo means something like, ‘praise the Kongo origins’. Another marked Kongo element in the song is the praise exclamation Bilolo! which is the Kongo and Petwo Rites’s equivalent of Ayibobo (‘Hallelujah’). Bilolo may stem from bilóngo (‘magic remedy of a nkisi [spirit]’) or bilongo-longo (‘superstition’) (Laman 1936: 38). <?page no="91"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 79 Although the song is replete with markers of the Kongo Rite, it addresses a spirit, Ogou Badagri, who, from an historical point of view, originates in the Bight of Benin. The name Ogou (Ogoun, Ogun, Gu) is among the best known spirits of that region and he is served to this day in Yoruba and Fon-speaking communities. Most agree that he was once a great king but there are disagreements about his exact provenance in the Bight of Benin (Verger 1957: 141-2). As for Badagri, to this day it is the name of a coastal town in Nigeria. During the colonial period, it was famous for exporting slaves and it was frequently raided by the Fon-speaking Dahomians in the 18 th century (Encyclopaedia Britannica 1994). This spirit from the Bight of Benin, Ogou Badagri, has migrated in the context of the formation of Haitian Vodou into a Rite of West Central African origin following the unidirectional pattern introduced earlier. In the last section, I add historical, geographical and ethnic data to the linguistic arguments I have been making about the formation of Asogwe Vodou from its foundation in the Bight of Benin. 7 Historical, geographical and ethnic evidence for the reconstruction of Vodou’s formation This discussion is informed by numerous disciplines. Since the mid-twentieth century, Vodou source texts in the form of songs and prayers have become increasingly available (Marcelin 1950a & 1950b). Beauvoir (2008a & 2008b) meticulously edits thousands of important Haitian Creole Vodou texts. His books and others, plus the many Vodou compact discs for sale in Haitian shops, provide unprecedented access to the sacred orature and literature. The linguistic approaches of etymology and comparative lexical research are essential for identifying the ethnographic sources within Haitian Vodou. Likewise, our fieldwork in Vodou ceremonies in Haiti and Miami is an important backdrop to this discussion. Attention to historical, geographical, and ethnic lexical evidence is critical to the task of reconstructing the formation of Vodou. As I noted earlier, Moreau de Saint-Méry (1797) linked “Vaudoux” to Aradas slaves (from the Bight of Benin). Still today, 217 years since Moreau de Saint-Méry’s book, the Rada Rite remains the fundamental “entry way” into the entire Asogwe Vodou religious system. At the same time, other rites, including ones from the Kongo (and their spirits), are also celebrated inclusively within Asogwe Vodou. Many -but not allceremonies I have attended at Société Linto Roi Trois Mystères or Société Makaya in Miami, for example, begin with the Rada Rite and switch to Petwo or Kongo Rites, among other possible Rites, after three hours or so (and continue for several additional hours). In many ceremonies, both the rites of the Bight of Benin and the Kongo are equally represented. <?page no="92"?> 80 Benjamin Hebblethwaite Historical research on the ethnic composition of the French slave trade to Saint-Domingue provides some empirical support for sketching a preliminary theory in which the period between 1660 and 1720 represents the earlier stage in Haitian Vodou’s formation. Research on the relationship of the ethnicity of slaves to their geographical settlement patterns in Saint- Domingue (plains versus mountains) provides additional evidence for the structure of Asogwe Vodou (Geggus 1991, 1996, 2001). Based on Beauvoir’s (2008a) list of 401 spirits and their respective rites, approximately two-thirds of Vodou’s rites and spirits originate in the Bight of Benin with the remainder from West Central Africa. These remaining 135/ 401 spirits (approximately 33%) are served in rites like Kita, Kongo Fran, Makaya, Petwo Fran, Wongòl and Zandò (Beauvoir 2008a). Given this distribution of spirits, the traditions of the Bight of Benin appear to exert greater influence on the overall Asogwe Vodou system. This distribution is explicable when consideration is given to the chronology of African ethnic groups arriving in the colony and geographical settlement patterns. As observed earlier, the populations from the Bight of Benin were the source of the early majority of slaves. By 1720, however, only 23 years after the colony’s official establishment, captives from West Central Africa already formed one of the major ethnic populations in Saint-Domingue (Geggus 1991: 36). On the eve of the Haitian Revolution in 1791, of the estimated 599,804 slaves in that French colony, the captives from the Bight of Benin represented 26.3% of the population whereas the captives from West Central Africa represented 49.2% of the population (Geggus 2001: 136). To explain why the rites and spirits from the Bight of Benin are better represented in Asogwe Vodou at the rate of 67% compared to those from West Central Africa at the rate of 33%, it is important to weigh the proportions of ethnic groups by region in Saint-Domingue (Geggus 2001: 136): Region North West South Senegambia 6.5% 6.7% 8.0% Sierra Leone 2.5% 3.8% 8.8% Windward Coast 0.4% 1.1% 0.9% Gold Coast 4.4% 4.4% 4.3% Bight of Benin 22.6% 35.5% 11.8% Bight of Biafra 2.6% 6.3% 15.2 West Central Africa 56.6% 39.5% 47.9% Southeast Africa 4.3% 2.6% 3.1 Totals 100.0% 100.0 100% Captives (N) 312,789 213,546 55,579 Table 3: Sources of Africans landed in Saint-Domingue by French ships in percent <?page no="93"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 81 As I mentioned, to this day the Department of the West (which includes Port-au-Prince and Léogâne) remains the seat of the Bight of Benin-influenced Asogwe school of Vodou. To understand the prominence of traditions from that region in Asogwe Vodou, we can theoretically group together the populations of the broader West African region. By adding together the ethnic groups of Senegambia (6.7%), Sierra Leone (3.8%), the Windward Coast (1.1%), the Gold Coast (4.4%), the Bight of Benin (35.5%), and the Bight of Biafra (6.3%), the broad West African populations amount to 57.8%, a combined number that exceeds the total of 39.5% for the West Central African populations in the Department of the West (Port-au-Prince and Léogâne). In the Northern department, the combined West African populations only amount to 39.0% of the total population compared to the larger West Central African population of 56.5%. These demographic differences between the North and the West may explain, in part, why the etymological origins of the rites and spirits in Asogwe Vodou’s lexicon tend to correspond to West African traditions in 67% of cases versus West Central African ones in 33% of cases. Another clue that may help explain the centripetal force of the traditions of the Bight of Benin in the colony can be found in slave settlement patterns in Saint-Domingue. Sugarcane planters, for instance, preferred to purchase slaves from the Bight of Benin whereas coffee planters purchased more of the slaves from Bibi, Mondongue, Igbo, and Congo populations (Geggus 1993: 81). In the plantation records, which involve far fewer individuals than the overall population figures given in the Table 3 above, and are hence less representative, the ethnic composition of the African-born slave population was distributed between sugarcane and coffee industries in the following way for the Kongo, Arada and Nago ethnic groups: 16 North 1778-91 West 1785-91 West 1796-97 Sugar Coffee Sugar Coffee Sugar Coffee Kongo 40.8% 63.9% 31.3% 47.3% 21.0% 35.3% Arada 10.5% 8.9% 14.9% 5.7% 16.1% 9.1% Nago 8.9% 5.5% 16.1% 9.2% 18.6% 12.2% N slaves 2,143 973 1,059 457 2,641 1,578 Table 4: Ethnic composition of the African-born slave population by province and period for sugar and coffee plantations The data-set collected by Geggus (1993: 81) provide a few hints: since the captives from the Bight of Benin were most desired on the sugarcane plan- 16 See Geggus (1993) for a complete listing that includes dozens of ethnic groups. <?page no="94"?> 82 Benjamin Hebblethwaite tations, these slaves tended to work in the plains of Saint-Domingue which are located nearer to towns and cities. In contrast, since the coffee farmers tended to buy the captives from West Central Africa who the sugarcane planters declined, these slaves tended to work in the mountains of Saint- Domingue, and thus lived in locations that were more removed from the towns and cities. The tendency of the slaves from the Bight of Benin to settle in the sugarcane plains closer to the towns and cities like Port-au-Prince and Léogâne, gave them greater access to urban areas and the greater resources and prestige that are associated with them. The relative importance of West Central African populations in northern Haiti, for example, may account for the fact that scholars like George E. Simpson in the 1940s found Petwo Rites to be well integrated into Vodou in that region (Geggus 2001: 133). As for the several Asogwe Vodou communities whose ceremonies I have observed since 2009, the rites originating in the Bight of Benin and West Central Africa are robustly maintained by several sociétés/ sosyete. In contemporary Asogwe Vodou, a single société/ sosyete will typically celebrate several rites in its annual calendar of ceremonies. Another reason for the success of the traditions from the Bight of Benin in the formation of Vodou may be linked to the earlier arrival of those populations in Saint-Domingue. In the “Founder Principle” theory of creolization, the “structural features of creoles have been predetermined to a large extent [...] by characteristics of the vernaculars spoken by the populations that founded the colonies in which they developed” (Mufwene 1996: 84). Ethnographic influences like the proportion of newcomers compared to local populations, their attitudes towards one another, and their social status also influence the competition of linguistic features (Mufwene 1996: 86). Thus the founder populations contributed many structural features to creole languages. These structural features had a “selective advantage” because population growth occurred in installments. Arriving population groups formed a minority relative to the speakers of the local creole which was spoken by a “seasoned slave population” (Mufwene 1996: 123). It was more efficient to learn the local vernacular than to change or supplant it. As one reviewer noted, the acculturated slave population served as linguistic and cultural role models or survival facilitators for the new slaves in the threatening colonial setting. In the case of Vodou, although the newcomers did have an important imprinting effect, it never disrupted the established prestige of the rites from the Bight of Benin. Applying Mufwene’s (1996) theory, one can argue that one of the major structural features of the early slave population’s linguistic knowledge was the religious lexical field from the Bight of Benin (Fon, Yoruba, etc.). The etymological composition of Asogwe Vodou’s expansive lexical field provides evidence that a version of the Founder Principle is relevant to a suc- <?page no="95"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 83 cessful explanatory theory of the formation of the Asogwe Vodou tradition in Haiti. The Fon and Yoruba substrate languages had a great impact on the lexicon of Asogwe Vodou and they were prominent languages among the slave population in Saint-Domingue’s early period (c. 1660-1720). Not only did Fon and Yoruba profoundly influence the formation of Asogwe Vodou’s lexical field, but some scholars also consider those language communities to be major sources for Haitian Creole morphosyntax (Lefebvre 1998). 17 An additional, system-internal explanation for the success of Asogwe Vodou may be found in the hierarchical organization of the religion and the confident authority exercised by its leadership. African Vodun had a royal element that Haitian Vodou has retained (Beauvoir 2008a & 2008b). Dahomian kings fused political and religious power. Vodou in Haiti and Vodun in Benin are initiatory religions wherein practitioners are trained and hierarchically ranked at 3 levels, ounsi senp (‘beginner spouse of the spirits’), ounsi sou pwen (‘expert spouse of the spirits’), and ounsi asogwe (‘priestly spouse of the spirits’). Each level of initiation relates to a level of knowledge attained by the Vodouist and her or his corresponding status in the society. Initiates (pitit = ‘child’) show their subordination to the initiators (papa/ manman) and pledge loyalty to the initiatory Vodou society (lafanmi = ‘the family’). The rich culture of ceremonies, dances, rituals, pageantry, songs and prayers, in addition to the kinship structure of Vodou societies, create groups of intensive religious education and practice. Regular meetings and ceremonies at multiple societies help members bond and develop religious knowledge. The strong leadership and kinship structure are fundamental organizational principles that have withstood the test of time. 8 Conclusion This chapter has explored historical and etymological evidence to gain insight into the origins of Asogwe Vodou. The rites, the names of Vodou spirits, the core terms of the religion, and the language in Vodou songs provide insights into the origins and cultural influences expressed in Asogwe Vodou. Fon (Segurola/ Rassinoux 2000; Brand 2000; Rouget 2001), Yoruba (Abraham 1958), and Kikongo (Laman 1964) dictionaries and lexicons provide strong 17 The examination of the Vodou lexical field provides some independent support for Lefebvre’s (1998) assertion that Fon and other languages from the Bight of Benin were significant contributors to early Haitian creolization. My lexical focus cannot directly lend support to the matter of her “relexification hypothesis”, wherein Fon and other languages from the Bight of Benin serve as significant influences in Haitian Creole morphosyntactic developments (for example, post-nominal definite determiners). This discussion does show, however, that the languages of the Bight of Benin made the core contributions in terms of the religious lexical field in the early period of creolization (i.e. 1680-1720). <?page no="96"?> 84 Benjamin Hebblethwaite evidence of the respective lexical contributions of Asogwe Vodou (Beauvoir 2008a & 2008b). Quantitative data on the ethnicity of captives and the distribution of ethnic groups between the sugarcane plantations on the plains and the coffee plantations in the mountains help explain the prominence of the traditions from the Bight of Benin in towns like Port-au-Prince and Léogâne in the Department of the West (Geggus 1991, 1996, 2001). I have also suggested that the Founder Principle (Mufwene 1996) can help explain the prominence of the traditions from the Bight of Benin in Asogwe Vodou. The Asogwe Vodou lexical field displays a clear rootedness in the languages of the Bight of Benin (i.e. Fon, Yoruba, etc.) while also displaying an expansiveness with its inclusion of West Central African rites and their lexical fields. Evidence of one-way spirit migration from the Rites originating in the Bight of Benin into the Rites originating in West Central Africa adds Haitian Vodou-internal evidence of the earlier and pervasive influence of traditions from the Bight of Benin on the island. Research on the syncretism of Catholic elements into Vodou is valuable and reflects a xenophile (inclusive) nature that seems natural to many Vodouists and Catholics (Desmangles 1992). At the same time, a core, but understudied syncretism, is Vodou’s inclusion of numerous African traditions in the form of self-standing rites. Although syncretism can involve the tension between the fusion of traditions and the retention of distinctions, Vodou’s syncretism of African elements does not imply the loss of identifiable traditions. Under the conditions of colonialism and creolization, Vodou culture made full use of the powerful cultural trait of absorbency that drew other African traditions into itself, an approach to multiculturalism that enriched and empowered Vodou by unifying diverse African populations within a single religion. Asogwe Vodou unified diverse traditions under one standard. Asogwe Vodouists settled each national tradition within its own rite, practicing and protecting diverse traditions. While preserving the West Central African rites, it is striking that major spirits (like Legba, Èzili or Ogou) that originate in the rites of the Bight of Benin manage to migrate into the West Central African rites in a flow called “spirit migration”. The form that spirit migration takes in Asogwe Vodou is explained in terms of the Founder Principle, wherein the language and traditions from the Bight of Benin had a “selective advantage” as they were propounded by important founders of the colony. <?page no="97"?> Historical linguistic approaches to Haitian Creole 85 9 Bibliography Abraham, R.C. 1958. Dictionary of Modern Yoruba. London. Aoyama, Katsura et al. 2004. “Perceived phonetic dissimilarity and L2 speech learning: the case of Japanese / r/ and English / l/ and / r/ ”. In: Journal of Phonetics 32. 233-250. Beauvoir, Max G. 2008a. Lapriyè Ginen. Port-au-Prince. Beauvoir, Max G. 2008b. Le Grand Recueil Sacré ou Répertoire des Chansons du Vodou Haïtien. Port-au-Prince. Bellegarde-Smith, Patrick/ Ramsey, Kate. 2012. U. S. 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Miami. <?page no="99"?> Erin Zavitz (University of Florida) Encountering Creole genesis in the Haitian press: Massillon Coicou’s fin-de-siècle feuilleton La Noire From November 1905 to June 1906, Haiti’s French-literate reading public followed the trials and travails of the West African-born slave turned maroon turned revolutionary leader Jean -“Acouba” in his native language- in Massillon Coicou’s serial La Noire. Published in the Port-au-Prince daily Le Soir, the serial included over the eight months 165 installments and recounted the commencement of Haiti’s revolution. The feuilleton begins in the late 1780s and follows an allegorical cast of characters -slaves, free people of color, and planters- during the first years of the Revolution. Coicou’s inclusive cast provides him the opportunity to narrate the Revolution from multiple perspectives and illustrate the complex web of alliances and rivalries in revolutionary Saint-Domingue. Unfortunately, he never finished La Noire. The final known installment leaves the reader and main character Jean in the middle of revolutionary upheaval in late 1792/ early 1793 after the arrival of the second civil commission from France. 1 Despite the unfinished nature of the story, it is an exceptional text in Haiti’s literary canon and one of the earliest Haitian fictional treatments of slavery, yet has received no scholarly analysis. 2 This chapter begins to address this silence by focusing on Coicou’s theory of Creole genesis described in La Noire. Beginning with scenes of storytelling among the slaves, Coicou recounted the linguistic encounters between slaves and masters and the process of creating Haitian Creole. For Coicou, these encounters were part of the larger process of cultural exchange occurring between French planters and West/ Central African slaves, which he referred to as “creolization”. His 1 The commission included 6,000 troops and three commissioners, Léger-Félicité Sonthonax, Étienne Polverel, and Jean Antoine Ailhaud. The commissioners were assigned the principal task of upholding the 4 April 1792 law that granted full citizenship to all free persons of color. Sonthonax and Polverel took more radical steps and abolished slavery in the summer of 1793, an event that is not mentioned in Coicou’s final installments. Thus it is likely the last scenes take place before August 1793. 2 Literary scholars have chronicled the existence of Coicou’s feuilleton, but as of yet there is no sustained analysis of the text by historians, literary scholars, or linguists. See Raphaël Berrou and Pradel Pompilus (1975) and Léon-François Hoffmann (1984 and 1999). <?page no="100"?> Erin Zavitz 88 imaginative ethnographic forays offer one of the first discussions of Creole genesis by a Haitian intellectual. I read these selections alongside late-nineteenth-century Creole studies to contextualize Coicou’s fictional investigations. 3 Similar to the early creolists, Coicou’s use of Creole sought to legitimate the language and Haiti’s African heritage. Building upon earlier proverb collections by Haitian intellectuals, Coicou’s feuilleton initiates a radical departure from the general silence on Haitian Creole in Haitian publications. 4 Moreover, Coicou’s interpretation of Creole genesis contributes to his narrative of the Haitian Revolution. In contrast to proponents of the “mulatto legend”, earlier Haitian authors who privileged the role of mixed-race leaders of the Revolution, and late-nineteenth-century revisionists who stressed the role of black creoles, Coicou chose a protagonist who was African-born but also had a command of French. 5 According to Coicou, the slave Jean represented an ideal balance between Haiti’s two main cultural influences in the 18 th century-West/ Central Africa and France. Coicou’s inclusion of linguistic encounters on the plantation further illustrates this cultural métissage and validates Haiti’s hybrid cultural heritage. 1 Massillon Coicou and Haiti’s nineteenth-century literary traditions A fin-de-siècle nationalist and patriotic author, Massillon Coicou (1867-1908) grew up in Port-au-Prince and attended the high school Lycée Alexandre Pétion. He made a living writing and teaching in the capital, though it seldom provided enough for his large family of eleven children. He also served four years (1900-1904) at Haiti’s Paris legation under fellow author and diplomat Louis-Joseph Janvier. Known mostly for his poetry, Coicou wrote and produced plays on Haitian history in Port-au-Prince and Paris and contributed to Haiti’s small but vibrant press. Through his writing Coicou expressed his nationalist and noiriste stance. Though a nationalist, Coicou saw through the patriotic paternalism of Haiti’s president, Nord Alexis (1902-1908). His publication of La Noire several years earlier may have symbolized his distrust of the general-turned- 3 See William Greenfield (1830), Addison Van Name (1869-1870), John Jacob Thomas (1869), and Hugo Schuchardt (1914/ 1980). 4 The earliest collection I have located is Jean Joseph Audain (1877). 5 Proponents of the “mulatto legend” were frequently mixed-race. They celebrated mixed-race revolutionary leaders and their accomplishments and proclaimed racial unity. In contrast, authors of the “black legend”, noiristes, who championed the actions of revolutionary leaders descended directly from African slaves, see David Nicholls (1996). Here “creoles” refers to individuals born in Saint-Domingue who were of full African descent. The term creole distinguished these individuals from slaves or affranchis (emancipated slaves) who were born in Africa. <?page no="101"?> Encountering Creole genesis in the Haitian press 89 president. La Noire’s protagonist Jean is African-born, but also an elite, literate slave. After running away from the plantation, he discourages violence among his maroon followers and only uses it as a last resort. Jean also frequently criticizes the violent actions of other revolutionary insurgents. Coicou’s characterization of Jean as the contemplative and reserved leader suggests he may represent Haiti’s fin-de-siècle intellectuals who were weary of coups and caudillo-like presidents. Alexis’s election was a real-life example of the fictional struggles Jean faced. Named president in 1902 after a violent power struggle with Antenor Firmin, an intellectual from northern Haiti, Alexis faced another election year in 1908. In January 1908, Firmin returned from exile and began rallying supporters, including Coicou and several of his brothers. Alexis learned of their partisan activities and had them shot the night of 15 March 1908. 6 The violence of that spring represented an untimely end of Coicou’s literary career and another rift between the military and intellectual elite and their competing national visions. Coicou was a proponent of one of Haiti’s fin-de-siècle literary movements, called l’école patriotique, les nationaux, or Haitian realism, which looked for inspiration in Haitian romanticism -particularly the school of 1836- and French realism (Guerrier 2010: 21; Hoffmann 2006: 187). 7 Similar to the authors of the 1830s, Coicou and his contemporaries called for a focus on Haiti -its people, culture, and history- and the literary inclusion of Haitian Creole. 8 Fellow authors Oswald Durand, Georges Sylvain, Antoine Innocent, and Justin Lhérisson wrote about the diverse urban residents of 6 On his death and the conspiracy, see Gérard Jolibois (1986). 7 Coicou’s publications include Poésies nationales (1892), Passions: primes vers d’amour et variations sur de vieux thèmes (1903a), Impressions; rêves des jours de trêve (1903b), L’oracle: poème dramatique haïtien (1901), and L’Empereur Dessalines: drame en deux actes en vers (1906). Associated with the literary journal La Ronde (1892-1902), a second movement, “littérature humano-haïtienne et universelle”, arose at the same time and also drew inspiration from European trends in literature and art, specifically French Symbolism (Shelton 1993: 18). Universal Haitian humanists broke away from the dominant trend of littérature de combat or littérature engagé, which they felt was too closely aligned with politics (Dash 1981: 32). The goal of a national author should be more than “to paint the splendid setting of their island, the writer must explore more intimate feelings through lyrical themes” (Guerrier 2010: 28). This was a call to internal reflection, as well as literary aesthetics. Members of the generation of La Ronde were principally poets and they wanted authors to focus more on language, measure, and rhythm. Their poetry would reveal both the unique Haitian soul but also create larger universal connections beyond borders and skin color (Guerrier 2010: 45). While the poetry of La Ronde members profoundly contributed to the evolution of Haiti’s literature, the authors rarely composed verses about Haitian culture and history. Rather, it was intellectuals who developed the competing literary school, Haitian Realism, who in prose and verse re-imagined Haiti’s founding and voiced an emerging fin-de-siècle noirisme (black nationalism) that included publications in Creole. 8 For a detailed study see Hazaël-Massieux (2008). <?page no="102"?> Erin Zavitz 90 Port-au-Prince, Vodou, and Haitian peasants. Many of their novels first appeared as feuilletons in one of Port-au-Prince’s newspapers. More important, these authors wrote either in Creole or a blend of Creole and French. 9 Their inclusion of Creole and local expressions was part of their nationalist and fin-de-siècle noiriste stance. Inspired by French Realism, they sought to do for the Haitian peasants and urban dwellers “what [Émile] Zola had done for the urban poor in France” (Dash 1981: 27). Moreover, using Creole affirmed the “literary potential” of the language to “express a range of emotions as well as French” (Nzengou-Tayo 2010: 155). This approach stood in stark contrast to the earlier Haitian novels of Démesvar Delorme (1872) and Louis-Joseph Janvier (1889), which were exclusively in French and set in Europe with European and North African and Middle Eastern characters. The growth of Haitian Realism produced an early twentieth-century publishing boom of novels, newspaper serials, and plays on local history and moeurs in the local language. Haitian Realism was not the first time intellectuals had turned to the masses for inspiration or attempted to call for a national literature based on Haiti’s non-elite culture. The 1830s witnessed the rise of Haitian Romanticism, specifically in the columns of the Port-au-Prince papers, L’Union and Le Républicain. 10 Following European trends, Haitian authors turned to the “folk” or Haitian peasant for inspiration. Romantic works include the newspaper short stories of Ignace Nau that incorporated Vodou, and peasant (black) characters (Clark 1983: v). To further their “folk” characterization, Nau incorporated proverbs and terms in Haitian Creole. In his stories, the reader encountered a vision of Haitian popular culture replete with local vocabulary. Although Nau’s orthography favored French pronunciation and spelling, the proverbs and terms were Haitian as evidenced by a notes section Nau included for non-Haitian readers. I. Nau (Le Républicain, 15 Dec. 1836: 8) explained that the notes existed for any foreign reader who happened to view the paper because he assumed his Haitian readers already understood the terms. In the serial, “Un Episode de la révolution: conte créole”, the first installment included one proverb “Présse pa fair pou ouvri” and vocabulary related to Vodou such as, “abonosho”, “lambi”, and “caplatas” (I. Nau, Le Républicain, 15 Dec. 1836: 4). In the notes section, Nau translated the proverb word for word in French: “se presser ne fait pas éclore le jour plus tôt”. The terms all associated with Vodou, or what Nau called “la superstition”, received a description or approximation in French. He defined abonosho as 9 Coicou’s poems include “Plenyen Yon Esklav”, which appeared decades after his death in 1977 in Boukan (127: 3-6). Other fin-de-siècle Creole texts are: Georges Sylvain (1929), Oswald Durand (1896), Justin Lhérisson (1905 and 1906). 10 Alternatives to the state-sponsored newspaper, Le Télégraphe, Le Républicain and L’Union ran 1836-37 and 1837-39 respectively. <?page no="103"?> Encountering Creole genesis in the Haitian press 91 “tantôt un terme de mépris, tantôt un exorcisme”; lambi as “une grosse coquille dont se servent nos marchands de poisson; les sons qu’ils en tirent annoncent leur approche”; and caplatas as “magicien[s]” (I. Nau, Le Républicain, 15 Dec. 1836: 8). Nau’s translations provided the foreign reader with censored definitions and descriptions. For example, caplata refers not just to a magician but a Vodou priest. Nau’s employment of Haitian Creole proverbs and vocabulary further defined his characters as rural and black. However, Nau regarded the characters as exotic and he censored their culture, expressed through their use of Creole, for foreign readers. Nau’s literary imaginings found voice in the paper’s editorial columns too. His brother, Emile, published several articles on the creation of a national literature. Emile Nau (L’Union, 16 Nov. 1837: 4) argued that Haiti currently had no national literature. He criticized the imitative style of Haitian authors and their use of French. To truly have a national literature, writers needed to embrace the “fusion du génie européen et du génie africain qui constitue le caractère de notre peuple” and to modify and adapt French “à nos besoins et à nos localités” (E. Nau, Le Républicain, 1 Oct. 1836: 2 ; “Littérature”, L’Union, 16 Nov. 1837: 4). While he did not directly call for the use of Creole, Emile Nau acknowledged that Haitian authors should develop their own form of French and not just imitate the former metropole. He predicted that, if Haitian authors turned to their own culture instead of France’s, they would be able to produce a national literature (E. Nau, L’Union, 1 Oct. 1836: 2). The inclusion of local expressions and peasants constituted an evolution in Haitian literature; however, the peasant and Creole remained exotic elements of the romanticists’ imagination. The stories and editorials did little to resolve the divide in Haitian society between the francophile elite and monolingual Creole masses. Coicou and his contemporaries represent a second wave of nationalism that sought to re-focus Haitian literature on Haiti’s people and culture. Although the Haitian elite would continue to write in French and maintain their francophilia, the work of Coicou and his peers emphasized the importance of Creole in Haiti’s literary production, which would only grow during and after the first U.S. Occupation (1915-1934). 2 La Noire and Creole genesis Coicou’s story La Noire appeared in the Port-au-Prince daily Le Soir from 3 November 1905 to 5 June 1906 and followed the story of Jean and Atica, the two main characters. Both were born in West Africa and sold into slavery ten years apart. Through the story of their reunion in late-1780s Saint- Domingue and their experience of the Revolution, Coicou introduced an imaginative iteration of noiriste themes that would become dominant dec- <?page no="104"?> Erin Zavitz 92 ades later: the valorization of African heritage, the process of creolization, a genealogy of black resistance, and the detrimental effects of color prejudice. More important for my study, he also incorporated a brief interpretation of the genesis of Haitian Creole. The story begins with Atica’s auction in Port-au-Prince. In describing her adjustment to slavery, Coicou commented on “creolization”, which he understood as the blending of African and European cultures. For example, in recognizing Jean from her hometown, Atica calls him by his African name Acouba. Jean quickly scolds her and tells her to call him Jean, his new name. Unaccustomed to the French language, Atica has difficulties pronouncing his name. Jean instructs her to repeat it to him until she can say it correctly (Coicou, 14 Nov 1905: np). This scene evokes how naming practices and language redefined the captured African as a slave. Coicou was not just interested in elements imposed by the master, the slave’s Christian name, but also the process of cultural production enacted by slaves themselves. In the example above, it is Jean initiating creolization, not his master M. Destrin. Later, Coicou (29 Dec. 1905: np) explained in more detail the plantation’s linguistic exchanges and outlined the creation of Haitian Creole: “Aussi, lentement, avec tous ses éléments innombrables et hétéroclites, ces pauvres esclaves formaient leur patois d’une étrangeté réelle et pourtant d’une plénitude curieuse, propre à satisfaire tous leurs besoins de vivre…”. Coicou’s fictional portrayal of Creole genesis demonstrates the ways African and European heritage shaped Haiti’s culture. These linguistic encounters further revised the dominant nineteenth-century narrative, the “mulatto legend”, which privileged Haitians’ European, specifically French, heritage. Coicou introduced his linguistic discussion and interpretation of Creole genesis through a scene of storytelling among the slaves. Here, Coicou clarified that a slave’s degree of language acquisition correlates to his/ her position on the plantation. Jean, for example, is at the top of the hierarchy and is called “un nègre blanc” because he speaks French and may have basic literacy skills (Coicou, 13 Dec. 1905: np). Jean’s linguistic dexterity is contrasted with Pipirite, an illiterate field slave who speaks a “patois pauvre” (Coucou, 14 Dec. 1905: np). Despite his limitations, Pipirite attempts to recount his favorite tales of Bouki and Malice. Famous figures of Haitian folklore, Bouki and Malice stories are similar to the Anansi tales from West African folklore traditions. While Coicou (15 Dec. 1905: np) did not offer any dialogue, he did describe Pipirite’s storytelling style: “Pipirite avait filé tout cela avec une volubilité de langue étourdissante et une ingénuité de pince-sans-rire qui désorientait les plus pénétrants”. Here Coicou’s description focuses on the speed of Pipirite’s speaking and its dizzying and disorienting effects. He also depicted Pipirite’s gestures and sound effects such as the “vip” and “cop” of a punch (Coicou, 15 Dec. 1905: np). Although his words and speaking style may have left his audience confused, his sound effects and <?page no="105"?> Encountering Creole genesis in the Haitian press 93 gestures assisted in the storytelling process because the slaves all laughed at the conclusion of the tale (Coicou, 15 Dec. 1905: np). This storytelling scene begins to expose the language variation among the plantation slaves and the process of language acquisition. Jean as an elite slave has extensive interaction with the master learns some French, while Pipirite the field hand speaks a patois and needs gestures and sound effects to fully communicate his stories. Regardless of their place on the Creole/ French-speaking spectrum both Jean and Pipirite come together to exchange stories. Moreover as Coicou’s narrator explains: “c’était là également, que la langue des esclaves se formaient [sic.], que le langage créole prenait racine dans le sol” (Coicou, 27 Dec. 1905: np). Slaves from across the plantation encountered various languages and through storytelling combined words and gestures to construct a new language that all could understand. Moving from the dialogue of the storytelling scene, Coicou shifted to the third-person omniscient narrator who proceeds to explain -with examples- how Creole evolved. Coicou’s evidence of linguistic encounters between the master and slave all illustrate the French superstrate and record the process of creole genesis from that superstrate. Upon arrival in Saint-Domingue, he explained that slaves sought voices to imitate. To begin, they imitated “les voix et les gestes des choses” and later those of men and their masters (Coicou, 28 Dec. 1905: np). French, then, was the language of imitation. Absent from the discussion are examples from African substrate languages. Instead, the substrate enters Coicou’s investigation implicitly through his discussion of pronunciation. He contended that “des idiomes africains” impacted phonetics and syntax (Coicou, 29 Dec. 1905: np). Almost four decades earlier, American Addison Van Name and Trinidadian J.J. Thomas made similar observations. In his researched survey of Atlantic Creoles, Van Name (1869- 70: 124) claimed “the proportion of African words” in Creole vocabularies was minimal, yet an African “trace” could be found in the “phonetic structure”. J.J. Thomas (1869: 1) described Trinidadian French Creole as “a dialect framed by Africans from a European tongue”. Coicou’s imaginative explanation echoed these early creolists’ argument for the African substrates influence on Creole phonetics. While Coicou, Van Name, and Thomas all acknowledged African substrates influenced the creation of Atlantic Creoles, none of them examined West and or Central African substrates that slaves would have spoken. This turn came a decade after Coicou’s story in the work of German linguist Hugo Schuchardt (1980 [1914]) on the Saramaka of Surinam. Nevertheless, Coicou acknowledged later in the serial the linguistic and cultural diversity of Saint-Domingue. Describing the residents of Jean’s maroon camp, Coicou (30 March 1906: np) named ten different West and Central African nations: “Ibos, Mondongues, Sénégalais, Aradas, Bambaras, Congos, Yoloffs, Quiam- <?page no="106"?> Erin Zavitz 94 bas, Guinéens, et Nagos”. 11 Thus, Coicou’s imaginative ethnographic foray portrays a diverse slave population, but affords the reader few details on the role of the substrate languages in Creole genesis. For Coicou (27 Dec. 1905: np) Haitian Creole was the product of language learning by imitation. Slaves listened to the language of their masters and attempted to copy it: “Produit de l’imitation, il croissait en empruntant ses éléments de formation à l’imitation…pour toutes ses voix, pour tous ses gestes, ils trouvaient des vocables très simples, mais très expressifs”. On one hand, Coicou’s categorization of Creole as imitation resembles racist European descriptions of Caribbean pidgins and creoles as “broken” or corrupted versions of a European (colonial) language (Holm 2000: 1). On the other hand, as Coicou detailed the process of imitation, I would argue, he was attempting to theorize how slaves created Creole and was not judging the language as inferior because it parodied French. Coicou clarified that even though the slaves’ vocabulary was simple and limited, it was “très expressifs”, a complementary evaluation at the end of his description. His focus, similar to that of fellow Caribbean intellectual J. J. Thomas, was on pronunciation and how slaves transformed French vocabulary, though Thomas’s study was far more detailed. Thomas (1869: 1) more eloquently explained this process: “In attempting to pronounce such words [foreign words], a foreigner will make as near approximations as his vocal habitudes will allow…”. In the feuilleton, Coicou proceeded to illustrate these transformations through several examples and a general summary of pronunciation trends in Creole. His first example is a command in second person singular used by plantation overseers: “Tiens bien! ” (Coicou, 28 Dec. 1905: np). Coicou (28 Dec. 1905: np) described how the vowels varied, specifically the nasalized / ɛ̃/ of bien, as the slaves repeated the command. Coicou offered three transformations: (1) “tiens ben! ” that maintains the nasalized vowel, (2) “tiens bé”, and (3) “quim bé”. Coicou did not expound on the major difference between tiens and quim except that the former was from an older slave and the latter a child. The question of age was another factor early creolists raised. Van Name (1869-70: 124) argued: Of the causes which have contributed to the formation of these dialects the chief are: first, the mature age of slaves, who were brought from Africa at a time when the vocal organs are no longer flexible, and when the intellectual effort necessary for the mastery of a new language is even under the most favorable circumstances very considerable… 11 For more discussion of slave nations and demography, see David Geggus (1993 and 2001). <?page no="107"?> Encountering Creole genesis in the Haitian press 95 Coicou’s inclusion of age suggests the opposite that the older slave with more exposure to French imitates the command better. This interpretation of Creole genesis corresponds to one of the feuilleton’s arguments that creolized slaves, who had blended African and French cultural elements, were better leaders in the struggle against slavery. The main character, Jean, was born in Africa but arrived in Saint-Domingue during his youth. He rose through the plantation hierarchy and became “creolized” in the sense that he learned French and adopted aspects of European culture. In contrast Atica, who arrived at the beginning of the serial as an adult, is fully African and has very limited exposure to French and cannot repeat Jean’s name. Coicou delineated the ages of his Creole-speakers to emphasize acculturation on the plantation and the skills that enabled elite slaves like Jean to become leaders. In the serial’s next installment, Coicou advanced his investigation of Creole genesis. Continuing the theme of age, he employed the example of “chita” ‘to sit’ which he argued came from the French “sieds-toi”, the second person singular command to sit (Coicou, 29 Dec. 1905: np). Van Name (1869- 70: 143) recorded the same example, however, he selected the full French verb “assieds-toi”. Coicou’s omission of the first syllable of assieds (aphaeresis) could be a rhetorical strategy. The speaker in this example was the master’s young daughter, Estelle, who was still learning French herself. Through the aphaeresis of assieds, Coicou emphasized Estelle’s age and incomplete command of the superstrate. From her command to sit, the slaves heard two sounds “si” and “ta”. Coicou (29 Dec. 1905: np) rationalized that they combined the two sounds to create the Creole verb to sit, “chita”. Van Name and Coicou arrived at the same conclusion, from the French verb to sit comes the Haitain Creole verb chita. However, Coicou’s fictional example and use of aphaeresis offers an extended commentary on plantation life, which is absent from Van Name’s study. Coicou’s inclusion of encounters between various generations on the plantation corresponds to his discussion of slave hierarchies and illustrates the various superstrate-speakers with whom domestic slaves would have interacted. Coicou concluded his imaginative ethnographic discussion of Creole genesis with a summary of alterations, presenting observations similar to those Trinidadian J. J. Thomas recorded in 1869. In his grammar, Thomas (1869: 6) elucidated the following traits of Trinidadian French Creole: We may alter a word, (a) by dropping a letter or syllable from its beginning; (b) by dropping a letter or syllable from its ending; (c) by dropping a letter or syllable from its middle; (d) by adding a letter or syllable to its beginning (e) by adding a letter or syllable to its ending; (f) by transposing the letters; (g) by inserting a letter or syllable. <?page no="108"?> Erin Zavitz 96 Almost forty years later, Coicou (29 Dec. 1905: np) offered an imaginative summary of Haitian Creole’s syllabic transformations, “vocable altéré”: Ainsi, pour se faire une langue de la langue du maître, ces pauvres esclaves en avaient brisé l’ossature, en y substituant, avec d’ailleurs l’accent languide de leur nature trop simple, le système de fibres molles qui constituent les syllabes frustes des idiomes africains. Coicou’s summary of the alterations is more poetic then Thomas’s list, a function of the two publications’ genres (newspaper serial and grammar). More important, Coicou’s description reveals the challenges mixed-race and black Caribbean intellectuals faced in defining their identities within a white colonial world (Smith 2002, Rosenberg 2007 and 2011). On one hand, Coicou’s phrases “l’accent languide” and “nature trop simple” repeat turn-ofthe-century European racial discourses. On the other hand, he acknowledged the place of West and Central African substrates, “idiomes Africans”, celebrating Haiti’s hybrid cultural heritage. Similarly J.J. Thomas (1869: 1) displayed a racialized judgment in the opening pages of his grammar when he described Africa as a “barbarous nation”. Both men sought to validate their respective island’s Creole to support an emerging national identity and in doing so employed European discourses on race to distinguish themselves from slaves and contemporary Africans. In the proceeding paragraphs, he laid out a summary of transformations with the loss of r in the last syllable. Coicou (29 Dec. 1905: np) continued to list other examples such as “une élision ou une liaison” that occurred at the beginning of words like lenfé and zétoile. He finished the paragraph with the transformation of vowels and noted that variations occurred within Haitian Creole depending on location, occasion, and education of the speaker. He expounded that the slaves’ omission or accentuation of certain sounds created new vowels “quelque chose qui était comme un ô ouvert ou un eu ouvert…” (Coicou, 29 Dec. 1905: np). Coicou described the new vowels using existing French ones. Furthermore, he detailed this transformation and the variation within Creole through three versions of the French noun malheur: “malhê, malheû ou malhô” (Coicou, 29 Dec. 1905: np). Coicou (29 Dec. 1905: np) concluded his summary of “vocable altéré” with “l’élection fréquente de la nasale in en lieu et place de l’e fermé” such as promenin for promener. While Coicou’s story is set in revolutionary Saint-Domingue, his discussion of phonetic transformation shifts the discussion from the era of the Haitian Revolution to early-twentieth-century Haiti. Coicou’s examples have no source to suggest that they are from the 1780s/ 90s. Rather, they appear based on the author’s contemporary observations. Thus, Coicou’s summary of “vocable altéré” becomes more useful as commentary on fin-de- <?page no="109"?> Encountering Creole genesis in the Haitian press 97 siècle Haitian Creole and its various written iterations than a study in Creole genesis. Just as quickly as Coicou transitioned to his ethnographic discussion on Creole genesis, he returned to the actions of the feuilleton’s main characters. His linguistic analysis was but three of the 165 installments. Nevertheless, in those three segments he introduced many of the central themes of early creole studies with corresponding evidence. Coicou’s imaginative linguistic foray does not have the detail or evidence of Van Name, Thomas, and Schuchardt, but it is a valuable supplement to their work because it offers a perspective from a different genre. Moreover, his analysis supports his argument on ideal Haitian leaders as creolized, the perfect blend of African and French cultures. Coicou contended that increased exposure to the superstrate language made them more appropriate leaders; however, his installments on Creole genesis demonstrated that Haitian Creole also had an important role in Haiti’s past and present. The formation of Creole is evidence of positive cultural métissage on the plantation. Creole genesis helped explain the formation of Haitian culture through exchanges such as the linguistic encounters of French masters and West/ Central African slaves. Moreover, Coicou used the linguistic foray to comment on early twentieth-century Creole and as support for an intellectual shift towards acknowledging the value and place of Creole in Haiti’s culture and literature. 3 Bibliography Audain, Jean Joseph. 1877. Recueil de proverbes créoles. Port-au-Prince. Berrou, Raphaël/ Pradel Pompilus. 1975. Histoire de la Littérature Haïtienne. Tome I. Port-au-Prince. Clark, Vèvè. 1983. From Fieldhands to Stagehands in Haiti: The Measure of Tradition in Haitian Popular Theater. PhD diss. Berkeley. Coicou, Massillon. 1892. Poésies nationales. Paris. Coicou, Massillon. 1901. L’oracle: poème dramatique haïtien. Paris. Coicou, Massillon. 1903a. 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It analyzes HIV/ AIDS prevention talks in the Dominican Republic and aims to examine the correlation between the mechanisms and activities of formulating a request and the constitution of roles and social identities. My hypothesis is that the techniques of making a request display and -at the same time- construct the roles of experts and non-experts in interaction. The analysis can be understood as standing at the interface between expert/ non-expert communication (cf. e.g. Brünner 2005, Gülich 2003), directive speech acts (cf. e.g. Searle 1979) and face-work strategies (cf. Brown/ Levinson 1987). After introducing the data of the analysis in chapter 2, the article will outline the theoretical frame of expert/ non-expert communication in chapter 3 and basic assumptions about context, roles and contextualization cues in chapter 4. Chapter 5 will then provide some general information about requests, before two different request types will be described in more detail in chapter 6, discussing the mechanisms of verbalization for both of them and exploring to which extend they can be seen as contextualization cues. Chapter 7 will summarize the findings and draw conclusions about the correlation between roles and social identities and the strategies and mechanisms of verbalizing a request. 2 Data There is no doubt that the last years brought manifold and significant medical progress in HIV/ AIDS, but there is still no cure for this often deadly infection. Prevention campaigns remain the most important strategy in the worldwide struggle against this disease. The aim of these campaigns is to provide knowledge of how the virus is transmitted and how infection can be <?page no="114"?> Ramona Pech 102 prevented, as well as for the target audience to change their (sexual) behavior and to avoid risks such as unprotected sexual intercourse. The following analysis is based on a corpus of 25 HIV/ AIDS prevention talks taking place in public secondary schools in the metropolitan area of Santo Domingo, Dominican Republic, in March and April of 2012. The socalled charlas de prevención are part of a peer education program that consists of specially trained volunteer health workers, whose main task is to teach their peers knowledge about HIV/ AIDS and to spread the prevention messages in their respective communities. The charlas were audioand videotaped and transcribed according to the transcription system Gesprächsanalytisches Transkriptionssystem 2 (cf. Selting et al. 2009). Using conversation analytic methodology, they are analyzed in an ongoing research project that explores the characteristics and dynamics of face-to-face prevention talks in the Dominican Republic and the techniques and strategies participants use in this special form of interaction to impart (biomedical) knowledge. 3 Experts and non-experts in interaction HIV/ AIDS prevention talks will be seen as a type of expert/ non-expert communication, which is a well-researched field in linguistics and described in most works by various criteria (cf. Brünner 2005): the main characteristic consists in the knowledge gap between the participants. The expert has broad and well-structured expertise in a specific (scientific or technical) field, which the non-experts do not share in the same extent. The primary aim of interacting is to transfer knowledge from the expert to the non-expert audience to reduce the asymmetry between both sides. Different levels of expertise are the most evident criterion in defining expert/ non-expert communication, but asymmetries can also be found on further levels: experts and non-experts usually have varying perspectives and expectations regarding the speech event and they assume different roles in the interaction with diverging rights, obligations, responsibilities and duties. With expert/ non-expert communication frequently taking place in institutional settings, the participants are in many cases in a hierarchical, institutionalized relationship with each other. This is exactly what applies to my data: the setting of the analyzed charlas de prevención is mainly that of classroom interaction, which I will consider a special type of expert/ non-expert communication. The normal lessons are interrupted when the health promoters arrive, and continue when the prevention talks are finished. In the course of the charlas de prevención, the health workers assume the teachers’ roles. There is various evidence of this ‘doing being a teacher’ in the data: the health promoters are standing in <?page no="115"?> Experts and non-experts in interaction 103 front of the class while the audience is sitting at their tables. They initiate and manage the speech event by - for instance - regulating the mechanisms of turn-taking, as we can see in the following example: Example 1: DM650079, HP=Health Promoter, AU=Audience 01 HP: qué_es el ve i hache= what is aitch ai vee= 02 =alguien sabe decirme qué_es el ve i hache, (1.4) =can anybody tell me what is aitch ai vee, (1.4) 03 levantando las manos por favor; raise your hands please; 04 AU: ((no se entiende, 4.5 seg)) ((incomprehensible, 4.5 sec)) 05 HP: dígame joven; yes please young lady; The context that is established from the very beginning is that of an institutionalized asymmetrical classroom interaction with well-defined regulations in speech activities and limited possibilities of participation for the pupils, i.e. the non-expert audience. 4 Context, roles and contextualization cues Besides that and following Auer (1992), I understand context as being continually and repeatedly (re-) constructed in the course of interaction. Contextual elements are not a set of variables that statically surround the charlas de prevención and pre-determine roles, speech activities and topics, they are themselves generated in and by interaction. Context is a “construct achieved in the same interaction which makes use of it” (Auer 1992: 26), and stands in a mutually reflexive relationship to the speech event: the speech event is shaped by context and vice versa (cf. Goodwin/ Duranti 1992: 31). This means that the initially established institutional frame is nothing permanent and durable, on the contrary, it can continuously be negotiated and modified by the participants. To become and remain relevant, the context has to be established and re-established from the beginning to the very end of the prevention talk. Roles and social identities is what I consider one of the most central features of context. Like other contextual elements, they cannot be seen as static resources, but -with reference to Schegloff (1982)- as interactional achievements: “Experts are not just experts through having acquired certain competences for all time but mainly because they present themselves as such in communication and are accepted and addressed as such by their communication partners.” (Gülich 2003: 254). Experts’ and non-experts’ roles are default assignments, but they are also the outcome of what participants do <?page no="116"?> Ramona Pech 104 in conversation. Experts are experts because they behave like such and are treated like such by their communication partners. The same applies to nonexperts. Roles in interaction are thus dynamic and interactionally emergent phenomena (cf. Gülich 2003: 254). Maintaining the relevance of roles and social identities requires continuous work. Experts and non-experts make use of so-called contextualizing cues -linguistic devices employed to turn irrelevant contextual elements into relevant ones (cf. Drescher 2007: 5)- to (re-)establish their respective roles in interaction and to make them obvious to their communication partners. In the following, I would like to argue that the strategies and mechanisms of verbalizing a request can function as such a contextualization cue and I will show that requests as contextualization cues do both: they reflect the experts’ and non-experts’ default roles, but at the same time they make them relevant for the current situation (or not). My hypothesis is that the different ways of verbalizing a request sequence allow a conclusion to be drawn about the role the speaker is assuming when formulating the respective request. 5 Focus, form and scope of requests Requests are classified as directive speech acts that are to cause the recipient to act in a specific way (cf. Schäfers 2006; Searle 1979). I will understand them as the generic term for all forms of directives without differentiating sub-groups such as orders, commands and advice. Request turns are generally described as dispreferred social actions, that is activities that are intrinsically impolite and face-threatening and that may carry serious social implications (cf. Frank 2011: 113-116; Taleghani-Nikazm 2006: 11). The focus of a request activity is its illocutionary-propositional content, namely the action the recipient is asked to do, whereas the form refers to the strategies and mechanisms used to verbalize it (cf. Frank 2011: 38-48; Schrader-Kniffki 2003: 285, 324). Regarding the forms, manifold linguistic features and conversational devices with different illocutionary forces can be found. The imperative seems to be the most obvious technique, but there are other procedures to verbalize a request like modal verbs, performative expressions, etc. Depending on the social relationship between the participants and the situational setting, requests are verbalized in a more or less direct and binding way. In many cases the participants use (politeness) strategies to minimize the threat and to soften and mitigate the degree of imposition that is intrinsically present within a request. What is crucial for my analysis is that requests can have different scopes. They can focus on actions the recipient has to take within the current interaction, but they can also refer to activities that have to be fulfilled beyond it. <?page no="117"?> Experts and non-experts in interaction 105 Rescher (1966: 21-23) hints at this aspect when he distinguishes between ‘doit-now commands’ and ‘do-it-always commands’, and Taleghani-Nikazm (2006: 2) notes that “[the] requested action may be performed at the time of speaking or at some later point.” In the following, I will describe these two types of requests that will be called intra-interactional and extra-interactional. In various examples of the corpus I will analyze the difference between them by focusing on the procedures and techniques used to verbalize each category. 6 Requests in prevention talks Behavior change is the central purpose of prevention campaigns, and it is therefore likely that there are directive speech acts in the analyzed charlas de prevención that explicitly verbalize the desired kind of conduct - a kind of conduct that has to be fulfilled in everyday life and thus beyond the current speech event (extra-interactional). But that is not all: there are of course plenty of requests that refer to the prevention talk itself and that serve to organize speech activities and to regulate the mechanisms of turn-taking (intra-interactional). 6.1 Intra-interactional requests With intra-interactional requests I refer to requests that have to be fulfilled within the current speech event. Their focus is situation-bound and they correspond to what Rescher (1966: 21) calls ‘do-it-now commands’. In the examined data, the audience is frequently asked - among other things - to be quiet, to pay attention, or to answer a question: Example 2: DM650119, HP=Health Promoter 01 HP: yo quiero que alguien por favor me diga= ai want that anyone please tells me= 02 =QUÉ_es el ve i hache; =what is aitch ai vee; Example 3: DM650119, HP=Health Promoter 01 HP: él hizo una pregunta= he asked a question= 02 =repite la pregunta por favor; =repeat the question please; Example 4: DM650119, HP=Health Promoter 01 HP: oigan (.) oigan por favorlisten (.) listen please- <?page no="118"?> Ramona Pech 106 Example 5: DM650118, HP=Health Promoter 01 HP: yo quiero que me levanten la manoai want those of you to raise their hands- 02 los que digan que el virus- (-) that say that the virus- (-) 03 ve i hache y_el sida es lo mismo; aitch ai vee and aids is the same; Example 6: DM650113, HP=Health Promoter 01 HP: miren=pongan atención por favor; look=pay attention please; As the above examples show, intra-interactional requests are verbalized in an explicit and directive way to make them binding for the audience. The most frequently used linguistic device is the imperative mode that is generally described as highly emphatic and insistent, but more face-threatening than other forms. Imperatives can be found in examples (3), (4) and (6). A second commonly used and very explicit form of making the recipient perform an action is the construction quiero + subordinated que-clause that would correspond to English ‘I want you to do something’ and can be seen in (2) and (5). By using the imperative mode and quiero que-constructions, the health promoters display the hierarchical relationship that is established by the institutional setting. They employ both features because having assumed the teachers’ role they can do so: classroom interaction is an asymmetrical speech event with a difference in status between the expert teacher and the non-expert pupils. Teachers -and therefore the health workers- have by default assignment the right to enjoin pupils to act in a specific manner. As we have already seen, contextual elements are no static phenomena, but dynamic constructs. This means that they have to be established and continually and repeatedly re-established to become and remain relevant for the speech event. Health workers employing imperatives and quiero que-constructions can thus be analyzed in a double sense: the institutional setting makes it possible for them to use such linguistic devices as two of the most binding forms of verbalizing a request. At the same time, using imperatives and quiero que-constructions confirms the institutional setting as the relevant frame for interaction. Using explicit and direct forms like the imperative mode and quiero queconstructions to verbalize a request can thus be seen as a contextualization cue that reflects and simultaneously constitutes and confirms the asymmetric relationship between experts and non-experts, that is -in the case of the analyzed HIV/ AIDS prevention talks- health workers on the one hand and the audience on the other hand. The health workers assume the teachers’ roles and the respective category-bound rights and obligations. By <?page no="119"?> Experts and non-experts in interaction 107 exercising these rights -in the present analysis the right to admonish the audience and to cause them to perform certain activities- they reinforce their institutionally given status. The audience, by contrast, accepts the health promoters’ role as an expert -and thus being in a higher position- by performing the requested action without signs of disagreement in most cases. 6.2. Extra-interactional requests Extra-interactional requests are requests that go beyond the current speech event. Their focus is detached from the situation and they correspond to what Rescher (1966: 21) calls ‘do-it-always commands’. As we have seen, the health workers stand in a hierarchical, institutionalized relationship with their non-expert audience in the analyzed charlas de prevención. The asymmetry is established right from the beginning as the default setting and confirmed throughout the whole interaction by various means. In classroom interaction, the health promoters have certain possibilities of admonishing and sanctioning and they can order their audience to act in a specific manner. The asymmetry is, however, limited to the speech event. Beyond the prevention talks, experts and non-experts do not necessarily assume the same roles and social identities nor the corresponding rights and obligations. The examples I will analyze as extra-interactional requests refer to using condoms and to not stigmatizing HIV-positive people. The focus of such requests seems to be per se more face-threatening than for example answering a question or paying attention. Stigmatizing and not using condoms are in all prevention talks -in directive as well as non-directive speech acts- presented as negatively connoted kinds of conduct, which are to be avoided, but it is highly striking that the health workers do not accuse the audience of not behaving appropriately when addressing these topics. They do not verbalize the negatively connoted behavior as a reproach, but they use different linguistic features to mitigate the potentially face-threatening aspects, mainly by including themselves. This is the case in the following example of a non-directive sequence. It illustrates the delicate character of the topic by clearly showing how the health promoter switches from ustedes ‘you’ to nosotros ‘we’ and finally yo ‘me’ when talking about discrimination: Example 7: DM650117, HP=Health Promoter 01 HP: yo sé que muchos de ustedes- (-) ai know that many of you- (-) 02 quizás (-) no muchos= perhaps (-) not many= 03 =quizás algunos de ustedes- (-) =perhaps a few of you- (-) <?page no="120"?> Ramona Pech 108 04 han (.) por desgracia- (-) have (.) unfortunately- (-) 05 visto personas en su comunidadseen people in your community- 06 que han estado infectadas- (-) that have been infected- (-) 07 y vemos que: - (--) and we see that- (--) 08 qué_es lo primero que hacemos= what is the first that we do= 09 =tendemos a rechazar a esas personas; (-) =we tend to reject these people; (-) 10 si la persona se sentó en esa sillaif the person sat down on this chair- 11 yo no me voy a sentarai won’t sit down- 12 porque se me va a pegar el el- (--) because ai will get infected with with- (--) 13 el sida; with aids; 14 y: (.) sin embargo eso no: : no es posible- and (.) however this is not it is not possible- The health promoter first alludes to HIV-positive people that may live in the audience’s immediate environment while directly and continuously addressing the pupils by using ustedes ‘you’. When talking about discrimination as a negatively connoted kind of conduct in lines 8 and 9, she switches from ustedes ‘you’ to inclusive nosotros ‘we’ to avoid reproaching the audience. She does not accuse them of engaging in objectionable behavior, but rather presents it as something the whole society tends to do. In lines 10, 11 and 12 she finally switches to yo ‘me’ when concretizing what she means by discrimination. The audience is no longer addressed so that facethreatening aspects are mitigated. As mentioned above, the asymmetric relationship between the health promoters and the audience is limited to the prevention talks and does not necessarily cover requests like non-discrimination and safer sex, which go beyond the speech event. It has also been shown that these kinds of conduct are presented as dispreferred behavior and that they are generally discussed by largely omitting face-threatening acts. These two observations lead to the question whether such requests -i.e. requests (1) that refer to extra-interactional kinds of conduct (2) which are in addition negatively connoted and potentially face-threatening- are verbalized in a more implicit way than those that refer to intra-interactional and (relatively) neutral activities like answering a question. The corpus analysis shows that there are indeed very <?page no="121"?> Experts and non-experts in interaction 109 few imperatives and modal verb constructions with tener que or deber ‘must’ that are directly addressed to the audience: Example 8: DM650072, HP=Health Promoter 01 HP: pero en CAso; (--) but in case; (--) 02 de que una persona (xxx xxx) un amistado; that somebody (xxx xxx) a friend; 03 que haya contraido una: - (-) who has contracted any- (-) 04 un ve i hache= aitch ai vee= 05 =no lo discriMInen; =don’t discriminate him; Example 9: DM650111, HP=Health Promoter 01 HP: desde su primera relación sexualfrom your first sexual relationship- 02 tienen que protegerse con el preservativo; you have to protect yourselves with the preservative; The above examples (8) and (9) are exceptional cases. Extra-interactional requests are generally not verbalized in such a direct way, but with much more caution. When requesting safer sex and non-discrimination, the health workers normally avoid addressing the audience. They sometimes employ impersonal constructions like hay que ‘one has to’ and las personas deben ‘people have to’: Example 10: DM650027, HP=Health Promoter 01 HP: hay que protegerse (xxx) one has to protect himself (xxx) 02 de un ve i hacheagainst aitch ai vee- Example 11: DM650118, HP=Health Promoter 01 HP: entonces las personas deben tomar responsabilidadso people have to be responsible- 02 mayormente los jóvenes; first of all young people; Extra-interactional requests are only in exceptional cases verbalized as in examples (8) and (9), and just occasionally as in examples (10) and (11). The default case for requesting safer sex and non-discrimination is by including the speaker himself, as the following examples of the data illustrate: <?page no="122"?> Ramona Pech 110 Example 12: DM650079, HP=Health Promoter 01 HP: SÍ podemos tener relaciones sexuales; we can of course have sexual intercourse; 02 Pero protegiéndonos- (.) but protecting ourselves- (.) 03 hasta con nuestra pareja de confianza; even with our long term partner; Example 13: DM650072, HP=Health Promoter 01 HP: yo digo que nos cuidemos; ai tell you that we have to take care of us; 02 estoy dando el mensaje de que nos cuidemos; ai am proclaiming the message that we have to take care of us; Example 14: DM650077, HP=Health Promoter 01 HP: entonces nosotros como seres humanos debemos tenerso being humans we have to be- 02 (.) un poco más de conciencia- (.) a little more conscientious- 03 (cada vez del) uso del condón; (--) (every time we) use the condom; (--) 04 claro está= it is clear= 05 =tenemos que_usar el condón- =we have to use the condom- Example 15: DM650032, HP=Health Promoter 01 HP: si una persona tiene el ve i hacheif someone has aitch i vee- 02 nosotros no debemos de: - (-) we must not- (-) 03 de echarlo a_un lado; cold-shoulder him; 04 debemos inCLUso=debemos darle nuestro apoyo; we yet have to=we have to support him; By means of including themselves, the health promoters attenuate the potentially face-threatening aspects of the negatively connoted request without reducing its illocutionary force. The request remains a request, but it is less offensive to the recipients as it is not just addressed to them. They are not -not even implicitly- accused of behaving inappropriately, i.e. to have unprotected sexual intercourse and to discriminate HIV-positive people. The requests are verbalized as valid for everybody, including the speaker. With the health workers including themselves and therefore being part of the target audience, they present the extra-interactional requests as a kind of general maxim in matters of HIV/ AIDS that applies to everyone. Instead <?page no="123"?> Experts and non-experts in interaction 111 of strengthening their experts’ role, they temporarily suspend the asymmetric relationship with their non-expert audience. When verbalizing an extra-interactional request, the health promoters do not interact as teachers, as they do when making an intra-interactional request, but create proximity to their communication partners. The conversational strategy of including themselves when requesting an extra-interactional conduct can thus be seen as a contextualization cue to even the role asymmetry between experts and non-experts. By including themselves, the health workers step down to the same level as the audience. Instead of ‘doing being a teacher’ they interact as ‘doing being a peer’. The role they assume when verbalizing an extra-interactional request is no longer that of an expert that has -and exercises- the right to admonish the audience and to cause them to perform an activity. It is rather that of a member of society that proclaims a certain kind of conduct, but at the same time emphasizes that he or she also has to fulfil the requested action and to behave appropriately. 7 Conclusion We have seen that roles and social identities are no static phenomena, but interactionally emergent constructs that have to be established and constantly re-established during the speech event to become and remain valid for the interaction. Maintaining the relevance of the experts’ and non-experts’ roles requires continuous work by the participants. Both experts and non-experts can employ different linguistic devices and conversational strategies to strengthen their situationally and institutionally given roles, but there are also features and resources available to them by which they can resign from the default assignment of social roles and behave as differing from their pre-allocated identities. The employed strategies and features work as contextualization cues to make the respective role relevant (or not) for interaction and obvious (or not) to the current communication partners. Non-experts can of course emphasize their status as non-experts and accept the experts’ role, but they may also choose not to do so. They can challenge the experts’ authority at any particular moment and negotiate the difference in status. Experts can strengthen their experts’ role and make it clear by performing appropriate category-bound activities (cf. Sacks 1992: 249), but they can also minimize the hierarchical role distribution by acting like peers rather than experts. This is what occurs in my data and what will be summarized in the following paragraphs. As the analysis has shown, requests are differently verbalized depending on whether they refer to activities that have to be fulfilled within the speech event or to kinds of conduct that have to be performed beyond it. The two <?page no="124"?> Ramona Pech 112 request types were called intra-interactional and extra-interactional and correspond to Rescher’s (1966: 21) ‘do-it-now’ and ‘do-it-always’ commands. We could see that requests referring to intra-interactional actions are more directly verbalized than requests referring to extra-interactional kinds of conduct. It could furthermore be observed that there is a correlation between these two pragmatic strategies and the respective roles and category-bound rights and obligations: the different mechanisms and techniques of formulating a request are employed by the health workers according to whether they aim to emphasize their role as an expert or lessen -for various reasons- the difference in status. During the charlas de prevención, the health workers assume the teachers’ roles and the corresponding rights. They can by default assignment admonish the audience and request them to perform certain activities. This implicates that their requests can be verbalized explicitly without becoming face-threatening. By exercising their category-bound rights, the health workers make and maintain the institutional context relevant for interaction and they strengthen their experts’ status. The health workers interact as ‘doing being a teacher’. The following example clearly illustrates how the health promoter establishes and defends her role as a teacher by various means, amongst others by verbalizing requests in a direct and binding way: Example 16: DM650013, HP=Health Promoter, AU=Audience 01 HP: ustedes van a participar TOdos (.) en la charla- you will all attend (.) the talk- 02 y_en la prueba si ustedes quieren; (-) and the test if you like to; (-) 03 es voluntario; (--) it is voluntary; (--) 04 lo único que tienen que firmar un consentimiento- (-) in any case you have to firm a consent- (-) 05 que me dice a mi (.) o dice a la_institución= that tells me (.) or tells the institution= 06 =permiso, (--) =excuse me, (--) 07 permiso, excuse me, 08 AU: ((no se entiende, 3.8 seg)) ((incomprehensible, 3.8 sec)) 09 HP: yo soy profesora (xxx xxx) ai am a teacher (xxx xxx) 10 yo soy psicóloga tambié: n= ai am a psychologist too= 11 =y profesora también- =and a teacher too- <?page no="125"?> Experts and non-experts in interaction 113 12 y una cosa que no entiendo es- (-) and what ai don’t understand is- (-) 13 que cuando alguien se para aQUÍ delante- (-) when anybody stands here in front- (-) 14 es porque quiERE que los demás que están allá- it is because he wants the others who are there- 15 e: h (.) esCUchen- (-) e: h (.) to listen- (-) 16 si usted se para ahí y hace una preguntaif you stand over there and ask a question- 17 que tengo que callarme para escuchar su pregunta; ai have to be quiet to listen to your question; 18 (--) sí, (-) (--) okay, (-) 19 entonces esto es respeto MUtuo; so this is mutual respect; 20 que me respetan y yo también- (-) that you respect me and me too- (-) In line 1, the health worker obliges the audience to attend the prevention talk, whereas the HIV test is voluntary. She then -in line 4- tells them to firm the attendance list. Both turns can be seen as intra-interactional request sequences. They are verbalized in a very explicit and binding way and thus correspond to the above findings in terms of intra-interactional requests. By twice using permiso ‘excuse me’ in lines 6 and 7 she admonishes the audience to be quiet and to listen to her. In lines 9 to 18 she explicitly refers to her role as a teacher. She mentions her position in front of the class and the audience’s obligation to be quiet as well as their right to get attention when contributing to the discussion. She closes in lines 19 and 20 by emphasizing that it is a matter of mutual respect to listen to the current speaker. We could see that extra-interactional requests are verbalized with much more caution than intra-interactional requests. They are rarely addressed directly and exclusively to the audience and the imperative mode and similar binding forms are only used in a very few cases. Requests that go beyond the current speech event are rather expressed as supra-individual maxims of social life. Two conversational strategies were employed, the second occurring with above-average frequency: on the one hand, the health workers use impersonal constructions like hay que ‘one has to’ and las personas deben ‘people have to’. On the other hand, they include themselves by using nosotros ‘we’ and/ or the corresponding verb forms. When verbalizing extra-interactional requests, the health workers do not interact as ‘doing being a teacher’, but as ‘doing being a peer’. They do not strengthen their experts’ status nor do they emphasize the hierarchical role distribution, but they reduce the asymmetry towards their audience in order to soften the face-threatening potential of safer sex and non-discrimination <?page no="126"?> Ramona Pech 114 and to make these topics manageable in classroom interaction as an institutionalized public setting. Instead of acting as an expert, the health workers present themselves as members of society that also have to fulfill the requested activities. It becomes clear that the mechanisms of verbalizing a request can be seen as contextualization cues: by employing direct and binding forms like the imperative mode and quiero que-constructions, the health workers display and simultaneously confirm their role as expert teachers. By using more implicit techniques like impersonal constructions and especially the strategy of including themselves, they mitigate the potentially face-threatening aspects of the requested extra-interactional kinds of conduct and simultaneously minimize the hierarchical, institutionalized relationship with their non-expert audience. The roles of experts and non-experts are no static constructs, but interactionally emergent phenomena. They are default assignments, but there are certain communicative requirements arising from the interaction that may call for a partial abolishment of given hierarchies - for instance the necessity to raise delicate topics like (unprotected) sexual intercourse and stigmatization, which are difficult to address in public contexts, and to request extrainteractional kinds of conduct like safer sex and non-discrimination that might become face-threatening for the audience. The analysis showed that experts can either confirm their pre-allocated role as an expert or resign from it by using different strategies of verbalizing request sequences: the default roles as expert teachers and non-expert audience are made relevant in and by verbalizing an intra-interactional request; by contrast, they are temporarily suspended in and by verbalizing an extra-interactional request. 8 References Auer, Peter. 1992. “Introduction: John Gumperz’ Approach to Contextualization”. In: Auer, Peter et al. 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Mientras que el así llamado Samaná English se ha convertido en un objeto de investigación que ha atraído mucha atención en las últimas décadas (p.ej. Walicek 2007; Tagliamonte 1991), faltan todavía estudios lingüísticos sobre la variedad francocriolla hablada en la península. 1 Este análisis del kreyòl samanense 2 se propone brindar unos primeros resultados de dos estudios de campo que realizamos en el año 2013. 1 Introducción: desde el panorama socio-histórico hasta el contacto lingüístico actual en Samaná El ámbito multilingüe en Samaná se debe a factores socio-históricos que influyeron de manera decisiva en la composición étnica de la población samanense. La historia de las raíces diversas de los habitantes de la península está intrínsecamente vinculada a los movimientos migratorios intere intra- * Deseo dar las gracias a Silke Jansen, Manuel Peralta Céspedes, Miguel Gutiérrez Maté, Arantxa Fernández Fernández y Hanna Lene Geiger por la lectura atenta de las versiones anteriores de este trabajo. Además quiero agradecer a Ben Hebblethwaite por su ayuda paciente en el análisis de los enunciados y a Mackentock Saint Jean, hablante nativo de Puerto Príncipe y residente en Samaná, por su ayuda en las entrevistas con los informantes samanenses. Por supuesto, la autora asume enteramente la responsabilidad de cualquier error o inexactitud teórica o metodológica. 1 Hasta donde sé, solo existe un estudio piloto de Juan Valdez (2010) que se llevó a cabo en el 2006. Sin embargo, esta investigación se centra en las identidades lingüísticas de los hablantes multilingües en Samaná. 2 Ese término se compone de la denominación identificadora del criollo haitiano, kreyòl, con el atributo gentilicio samanense para referirse a la existencia de una variedad de criollo francófona en una región principalmente hispanohablante. En la península misma, los habitantes suelen llamarlo patuá para diferenciarlo del kreyòl que se atribuye exclusivamente al habla de los haitianos recién llegados a la región. <?page no="130"?> 118 Jessica Stefanie Barzen caribeños de los siglos XVIII y XIX. De ellos, son de especial importancia los movimientos migratorios franco-haitianos desde la parte oeste de La Española y desde los Estados Unidos y las islas anglófonas de las Antillas Menores. Los primeros movimientos migratorios desde la entonces colonia francesa de Saint-Domingue hacia el Santo Domingo español tuvieron lugar en el período de la Revolución Haitiana en 1791, que culminó con la Declaración de Independencia de Haití en 1804, y se intensificaron otra vez durante la ocupación haitiana de La Española bajo el mando del Presidente Jean-Pierre Boyer entre 1822 y 1844. Este, con el objetivo de unir la isla y preservar el poder haitiano, ordenó la instalación de miembros del ejército haitiano con sus respectivas familias en Samaná (Valdez 2010: 32). Con la ayuda de organizaciones religiosas y civiles de EEUU, organizó además el traslado y la instalación de unos 6000 esclavos afroamericanos libertos a la República Dominicana, entre los cuales algunos llegaron también a Samaná (Walicek 2007: 105). A ellos se juntaron de nuevo algunas décadas más tarde inmigrantes afrocaribeños de islas anglófonas, tales como Anguila, San Kitts y Tórtola y Nieves, que andaban en busca de trabajo en la industria de la caña de azúcar (Valdez 2010: 33). Las medidas del presidente Boyer tuvieron un impacto decisivo en el panorama demográfico y lingüístico de Samaná. La variedad del inglés samanense, el Samaná English, es todavía hablada por los descendientes de los migrantes afroamericanos y afrocaribeños. Asimismo, la variedad del criollo haitiano, hablada por los refugiados de la Revolución Haitiana y por los migrantes que llegaron a Samaná entre 1822 y 1844, ha sido transmitida durante generaciones a los descendientes, que hoy en día son y se sienten dominicanos. 3 Este ámbito multilingüe, en el cual las tres lenguas habladas en Samaná -español dominicano, Samaná English y kreyòl samanense- coexistieron y fueron utilizadas por gente bilingüe (y en ocasiones trilingüe), estuvo especialmente vigente en los siglos XIX y XX. Hoy en día la realidad socio-lingüística ha cambiado. El anti-haitianismo, y con ello la estigmatización del kreyòl en Samaná, comenzó a manifestarse como más tarde durante el régimen del dictador haitianófobo Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) (Lipski 2004: 531). Su campaña de terror con fines de perseguir y eliminar todo rasgo haitiano en la parte este de la isla, 3 Es cierto que esas dos oleadas migratorias de haitianos, la primera después de la Revolución y la Independencia de Haití y la segunda provocada por la ocupación haitiana de Santo Domingo, no han sido las únicas que han influido en el panorama étnico-lingüístico en Samaná. Sin embargo, se puede suponer que fueron las más importantes y más determinantes para la estructura demográfica de la península. <?page no="131"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 119 tanto étnica como lingüísticamente, 4 llevó a los criollo-hablantes samanenses a abandonar paulatinamente el kreyòl en favor del español. Si en períodos anteriores hubo todavía comunidades lingüísticas criollas en otros lugares de la península, hoy en día los hablantes del kreyòl samanense se concentran en los barrios vecinos de la capital Santa Bárbara de Samaná, 5 sobre todo en Honduras y La Verita en el oeste y en Tesón, Monte Rojo, Playa Anadel y Villa Clara en el este. 2 Reflexiones metodológicas previas: language obsolescence, cambio lingüístico por contacto y atrición La continua estigmatización del kreyòl se refleja en el siglo XXI en el hecho de que solo pocas personas siguen comunicándose en ese idioma. A esto se suman otros factores sociolingüísticos -tales como la competencia entre el kreyòl samanense como lengua utilizada solo oralmente y el español como lengua muy elaborada 6 - que hacen que los ámbitos de uso tradicionales del kreyòl samanense 7 se hayan reducido drásticamente. Como consecuencia, incluso los hablantes más fluidos que tienen o tenían el kreyòl como primera lengua pierden gradualmente su competencia. De igual manera, en las últimas décadas cada vez menos hablantes han transmitido el kreyòl a sus hijos, lo que se manifiesta en una adquisición incompleta y/ o imperfecta por las generaciones más jóvenes. Esta relación dinámica entre la reducción de la gama funcional del kreyòl y la competencia lingüística menguante de los hablantes se refleja en el concepto de language obsolescence: 4 En las palabras de un informante trilingüe: “Trujillo no permitía que se hablaba ya ese kreyòl. Tenía que ser... había que hablar la lengua española [...]. La madre no podía hablar patuá con lo’ niño’ ni el papá ni nadie”. 5 Los habitantes suelen llamar también a la capital simplemente Samaná. En lo siguiente, el término se referirá a la ciudad y sus barrios aledaños donde viven los criolloparlantes. 6 Nos referimos a la definición de Kloss (1978) de “Ausbausprachen”: “Die Bezeichnung ‘Ausbausprachen’ könnte umschrieben werden als ‘Sprachen, die als solche gelten aufgrund ihres Ausbaus, ihres ‘Ausgebautseins’ zu Werkzeugen für qualifizierte Anwendungszwecke und -bereiche’“ (“La denominación ’Ausbausprachen‘ podría ser descrita como ‚lenguas que valen como tales por su elaboración, por su ‘estado de elaboracion’ como herramientas para funciones y ámbitos de aplicación cualificados’”) (Kloss 1978: 25). El concepto ha sido traducido y subdividido en ‘lenguas en elaboración (proceso)’ y ‘lenguas elaboradas (resultado)’ por Oesterreicher (2004: 738). Según el esquema de Kloss, donde se distinguen varios grados de elaboración, el español alcanzaría el máximo grado. 7 Esos son sobre todo los ámbitos de la inmediatez comunicativa en el sentido de Koch/ Oesterreicher (1985, 1990, 2011). <?page no="132"?> 120 Jessica Stefanie Barzen Language obsolescence […] is a process occurring in a specific group of languages, currently undergoing a progressive decline in the number of their speakers, during which gradual reduction in use, due to domain restriction, may result in the emergence of historically inappropriate morphological and/ or phonological forms together with extensive lexical borrowing. (Jones 1998: 5-6) La muerte de una lengua se define según la propuesta de Jones 8 (op.cit.) como el punto final de este proceso gradual, sin que esto implique que la lengua inevitablemente tenga que terminar extinguiéndose: “The process may be halted and revitalization may occur”. El concepto de language obsolescence, en ese sentido, es tanto útil como necesario, dado que relaciona la situación socio-política, cultural e histórica, la cual constituye la precondición externa que promueve la muerte de una lengua, con la situación lingüística especial, es decir, los cambios estructurales que surgen de ello (ibíd: 240). En una situación de language obsolescence nos encontramos ante un espectro de tipos de hablantes diferentes, formando un continuo desde hablantes todavía bastante fluidos hasta los semi-speakers, estos últimos definidos como “people who despite having a reasonable passive ability, have insufficient active control over the language to be able to engage in fluent conversation and whose speech is characterized by historically inappropriate forms” (Sasse 1992: 61). 9 Según el autor, su habla se caracteriza por agramatismos, problemas para activar palabras y vacilaciones entre diferentes formas fonéticas (ibíd: 70-72). A esto habrá que añadir la influencia de la lengua dominante como un factor de crucial importancia. Para analizar el habla de los criollo-hablantes biy trilingües, será imprescindible recurrir a un modelo teórico que relacione los procesos lingüísticos en una situación de language obsolescence con los cambios lingüísticos por contacto (contactinduced change) provocados por la influ-encia de la lengua dominante. Según Thomason (2001: 62), la definición de cambio lingüístico por contacto incluye dos categorías de cambio: cambios directos en la estructura de la lengua recipiente que tienen por origen la influencia de la lengua dominante y cambios indirectos. Según ella (op.cit.), los cambios indirectos son aquellos que han sido provocados por la situación de contacto pero que 8 Definiciones similares se encuentran también en Brenzinger (1992). 9 Sasse (op.cit.) agrupa los hablantes todavía fluidos (“rusty speaker”) y los semi-speakers bajo el término de “imperfect speakers”. En este trabajo no se usarán los términos semispeakers e imperfect speakers, dado que implican una insuficiencia en el habla de dichas comunidades lingüísticas que se basa en una comparación con los así llamados “full speakers” (op.cit.). Aparte de la cuestión de qué características tiene que disponer un hablante para ser clasificado como full speaker y cómo se diferencia de un semi-speaker, el término además implica que un hablante puede llegar a un estado de competencia “completa” en una lengua. <?page no="133"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 121 no resultan per se del influjo de la lengua dominante: “they do not make the receiving language more similar to the source language, and they are therefore not interference features”. Entre esos cambios indirectos menciona aquellos que están provocados por atrición: el proceso de “olvidar”, total o parcialmente, una lengua (Schmid 2011: 3-4). Este proceso de atrición en una lengua moribunda es justamente lo que tenemos que incluir en el análisis de los cambios estructurales en el kreyòl samanense. Son los fenómenos de atrición los que diferencian, a nivel estructural, las manifestaciones lingüísticas en una situación de contacto lingüístico entre dos lenguas vitales de las manifestaciones lingüísticas propias en una situación de language obsolescence. 10 Es importante subrayar que existen algunas controversias en cuanto a la definición de atrición, por ejemplo la cuestión de si el término debería ser aplicado exclusivamente a procesos individuales y psicolingüísticos o si puede también hacer alusión a procesos sociolingüísticos a nivel de la comunidad lingüística (cf. Schmid 2011; Winford 2003; Thomason 2001). En este trabajo, el término será utilizado siguiendo la definición de Schmid (2011): entenderemos por atrición un fenómeno psicolingüístico que afecta al habla del hablante individual y que se refiere ante todo a los procesos mentales que llevan a la gradual erosión de la competencia lingüística del hablante de una lengua X, que son provocados por el abandono de esta lengua en favor de la lengua (dominante) Y. Esta erosión se refleja también en el habla concreta de los hablantes y tiene consecuencias estructurales, las cuales, naturalmente, pueden a su vez pasar al habla de la comunidad lingüística entera. 3 Análisis estructural En los dos estudios de campo llevados a cabo en marzo y en agosto de 2013 entrevistamos a 25 criollo-parlantes cuyas edades oscilaban entre los 38 y 84 años. Como hemos señalado, todos los informantes vivían en los barrios vecinos de Samaná y la mayoría de las conversaciones fueron grabadas en sus respectivos hogares. Para obtener datos sociolingüísticos conversamos libremente con ellos, orientándonos hacia preguntas claves que pretendían proveer información sobre a) el origen y las fechas de llegada de las diferentes oleadas migratorias (sobre todo con respecto a los migrantes francófonos 11 y francocriollos) para describir, según las impresiones de los 10 Cf. Thomason (2001: 230): “This leaves attrition as the only type of change that is exclusive to language death”. 11 Vega (2004: 16) afirma que hubo colonos franceses en Samaná que llegaron huyendo de la Revolución Haitiana: “Entre 1791 y 1801 tuvo lugar la muy sangrienta revuelta de esclavos en Saint Domingue (hoy Haití), con la muerte de cientos de terratenientes <?page no="134"?> 122 Jessica Stefanie Barzen informantes, el origen del kreyòl en Samaná, y b) la competencia de los informantes en las lenguas habladas, los ámbitos de uso y la transmisión intergeneracional. Con fines de comparabilidad de los datos lingüísticos les hicimos además contar dos historias a partir de imágenes. 12 La siguiente descripción estructural no pretende ser un análisis completo y exhaustivo del kreyòl samanense, sino proveer unos primeros resultados estructurales del análisis del corpus. Se concentrará en dos niveles diferentes: por un lado, en el nivel individual, analizando el habla idiosincrásica de los informantes, y por otro, en el nivel supraindividual. Con respecto a este último nivel, trataremos la cuestión de si existe un tipo de norma colectiva en la comunidad lingüística y, de ser así, qué características tiene. 3.1 Nivel idiosincrásico 3.1.1 Nivel fonético A nivel fonético individual la influencia del español es notable. 13 Observamos por ejemplo las realizaciones de las palabras criollas mizik y prezidan ([mi’zik], [pʁezi’d-], español: [‘musika], [pɾesi’dente]) como [mu’sik] y [pɾesi’dan]. Mientras que las palabras sin cognado español, tales como ze (‘huevos’), douzè (‘(a) las doce’), zanmi (‘amigo,-a; amigos,-as’), mantienen el sonido sonoro [z], este sonido tiende a ensordecerse en las palabras mizik y prezidan en el habla de algunos informantes. Además, llama la atención la realización alveolar de la / ɾ/ en [pɾesi'dan] en lugar de la realización uvular regular en criollo haitiano y la sustitución de la vocal nasal por una combinación de vocal oral más consonante nasal. Estas variantes diferentes podrían ser el resultado de interferencias fonéticas e hibridaciones o de préstamos ad hoc que son adaptados morfológica y/ o fonológicamente de diferentes maneras y hasta en diferentes grados por los informantes, lo que explicaría igualmente la gran variación intraindividual. Volveremos a la cuestión de los préstamos y lexemas híbridos en el punto 3.1.3. franceses. Muchos pedieron huir al Este de Cuba, a la Louisiana, a la parte Este de la isla de Santo Domingo y a Puerto Rico”. Esta hipótesis se ve apoyada por las informaciones de los criollo-parlantes samanenses que añadían que los franceses trajeron también sus esclavos, que hablaban kreyòl. Según ellos, los nombres de algunos barrios samanenses reflejan los apellidos de los colonos provenientes de Haití, p. ej. Tesón, Villa Clara y Playa Anadel. 12 Estas tienen los dos mismos protagonistas, un padre y su hijo, que suelen vivir aventuras graciosas en su vida cotidiana. La primera historia trata de la celebración de la Navidad y el intercambio de regalos entre padre e hijo. La temática de la segunda historia es acerca del fracaso del padre al cocinar un plato para los dos: después de que hasta el perro renuncia a comérselo, terminan en una pastelería. 13 Dado que no será posible ilustrar todos los fenómenos de contacto por el espacio limitado de este volumen, nos limitaremos a los más llamativos. <?page no="135"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 123 3.1.2 Morfosintaxis 14 En general, los pronombres personales en posición de sujeto son obligatorios en las lenguas francocriollas americanas. 15 En nuestro corpus del kreyòl samanense, sin embargo, muchas veces se omiten: (1) Nou se de isit se natif de Samaná 1PL ser PREP aquí ser nativo PREP Samaná ‘Somos de aquí, somos nativos de Samaná.’ (2) Mwen gen pou kwit ya m pa fè anyen. te 1SG tener PREP cocinar ya 1SG NEG hacer nada PST travay anpil men ya m pa kapab travay trabajar mucho pero ya 1SG NEG poder trabajar ‘Tenía que cocinar, ya no hago nada. He trabajado mucho pero ya no puedo trabajar.’ (3) Aprè yo ale al piyano y jwè mouzik Después 3PL ir PREP+ART piano y tocar música ‘Después van al piano y tocan música.’ Sin querer entrar en la discusión sobre si y en qué contextos estructurales el criollo haitiano puede omitir el pronombre sujeto (DeGraff 1993), es llamativo que la frecuencia de omisión en el kreyòl samanense parezca mucho más elevada. Se podría tratar de una pérdida provocada indirectamente por la situación de contacto, es decir, no directamente de una transferencia sino más bien de atrición. La atrición, a su vez, podría ser reforzada por el hecho de que los sujetos pronominales en español no son obligatorios, aunque en el español caribeño, y especialmente en el español dominicano, se suelen utilizar mucho más que en la variedad castellana continental (Morales 1999: 79). Asimismo, la elección de un pronombre personal sujeto puede depender también del registro en el cual el hablante se sitúa: Ludwig (2014: comunicación personal) afirma que en variedades basilectales de lenguas franco-criollas caribeñas observó muchas veces la no realización de 14 Los elementos provenientes del español aparecerán en cursiva en los ejemplos. En cuanto a las glosas entrelíneas nos hemos orientado en las convenciones de los Leipzig Glossing Rules (http: / / www.eva.mpg.de/ lingua/ resources/ glossing-rules.php [última consulta: 04.08.2014]). 15 Los documentos históricos del criollo haitiano indican asimismo que en las variedades más antiguas los pronombres personales fueron realizados en posición de sujeto (Hazaël-Massieux 2008: 415-425). <?page no="136"?> 124 Jessica Stefanie Barzen pronombres personales sujeto sin que estas variedades estuvieran en vías de extinción. Vemos que en este punto del análisis estructural no será posible dar una respuesta definitiva en cuanto a la omisión ocasional de los pronombres. Asimismo, esta problemática demuestra que la categorización de Thomason entre influencias directas e indirectas de la lengua dominante no es tan clara como uno podría suponer a primera vista. Será el objetivo de futuros trabajos analizar cuántas veces y en qué contextos estructurales 16 los pronombres son realizados en el corpus. Cabe señalar que los primeros resultados del análisis con respecto a las caídas ocasionales de los pronombres no señalan en la dirección de una reestructuración del kreyòl samanense dado que el fenómeno se manifiesta de manera fuertemente idiosincrásica y variable. Mientras que en el criollo haitiano las relaciones sintácticas en la oración suelen expresarse con menos frecuencia con la ayuda de preposiciones, 17 las encontramos muchas veces (con sus respectivas contracciones) para indicar objetos directos e indirectos y complementos circunstanciales en el corpus: (4) Mwen te ale laba al Cabo Ayisyen 1SG PST ir allí PREP+ART Cabo Haitiano ‘Fui allí al Cabo Haitiano.’ (5) Granmoun la ap bay manje la a chen Viejo DEF PROG dar comida DEF PREP perro ‘El viejo da la comida al perro.’ (6) Mwen pa pral sòti de bouk pou ale nan haje 1SG NEG FUT salir PREP pueblo PREP ir PREP campo ‘No voy a salir del pueblo para ir al campo.’ (7) Men yo ap mache y ap travay bò la Pero 3SG PROG andar CONJ PROG trabajar lado DEM 16 Por ejemplo, analizando oraciones coordinadas y oraciones subordinadas (y los tipos de estas últimas). 17 Factores más importantes son, por ejemplo, un orden fijo de las palabras, normalmente siguiendo el tipo S - V - O ind - O dir (Hazaël-Massieux 2011: 77). <?page no="137"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 125 y mwen ale laba al mache CONJ 1SG ir DEM PREP+ART mercado ‘Pero ellos andan y trabajan por allá y yo voy allí al mercado.’ Aunque las preposiciones de y a se suelen usar ocasionalmente a nivel basilectal y aún más a nivel acrolectal en el criollo haitiano (Hebblethwaite 2014: comunicación personal), los ejemplos indican un uso altamente extendido en el kreyòl samanense. Ahora bien, dado que tienen la misma forma en español, francés y criollo haitiano, cabe preguntarse de qué lengua vienen. Los textos coloniales escritos en lenguas criollas de base francesa indican que eran sobre todo las preposiciones de y à las que desaparecieron en las lenguas criollas recién nacidas (Hazaël-Massieux 2008: 454). 18 Eso se explica por su alto grado de abstracción, ya que indican solamente relaciones sintácticas, a diferencia de otras preposiciones que eran importantes también a nivel de contenido. 19 Si en los textos coloniales de y à aparecen ocasionalmente, Hazaël-Massieux (op.cit.) explica su uso como un calco basado en el francés: “On peut relever [...], à côté des connecteurs créoles propres, l’usage de prépositions et/ ou de conjonctions calqué sur l’usage français […] en particulier chez les auteurs les plus francisants”. Por ende, parece más razonable atribuir la existencia de estas preposiciones al influjo del español que a una perduración de preposiciones francesas durante el proceso de criollización. Esa asunción se ve reforzada por el hecho de que los hablantes no solo insertan preposiciones, sino también contracciones; en estos casos la influencia del español es obvia. Si bien es posible que las contracciones indiquen el inicio de una alternancia de código -eso podría ser el caso en (4)-, el ejemplo (7) demuestra que no necesariamente es así, dado que el informante se sigue comunicando en kreyòl. Investigaciones sobre la prestabilidad de ciertas categorías gramaticales afirman que las preposiciones, al pertenecer a un grupo cerrado dentro de las palabras funcionales, suelen ser una de las últimas categorías en ser prestadas, y solo después de un largo período de contacto intenso (Thomason 2001: 70-71). Mientras que Lass (1997: 190) establece una jerarquía de prestabilidad clara con respecto a categorías gramaticales según el orden sustantivo > adjetivo > verbo > adverbio > preposición, Matras (1998: 283) ve más bien tendencias de prestabilidad que dependen de características estructurales y referenciales de los elementos en cuestión: “[...] elements that show 18 Aparte de su propio análisis, Hazaël-Massieux (2008: 453) cita al Padre Goux (sin indicación de la fuente), quien afirma en su capítulo sobre la preposición: “Comme l’article, elle se supprime souvent, surtout de”. 19 Por ejemplo, las preposiciones pour et dans que no se perdieron en el proceso de criollización y que se encuentran en el criollo haitiano contemporáneo bajo las formas pou y nan. <?page no="138"?> 126 Jessica Stefanie Barzen structural autonomy and referential stability are more likely to be affected by contact than those that display stronger structural dependency and referential vagueness or abstractness”. El hecho de que los hablantes estén dispuestos a prestar hasta material gramatical altamente abstracto apoya la teoría general de que la diferencia entre el cambio lingüístico por contacto en lenguas vitales y en lenguas en vía de extinción “tends to lie in the quantity of change and in the speed with which the obsolescent language changes” (Aikhenvald 2012: 77). Veremos en el punto 3.1.4. que la alta disponibilidad para integrar material español está intrínsecamente vinculada a las estrategias comunicativas de los hablantes, que se manifiestan de manera especialmente intensa en situaciones de language obsolescence. 3.1.3 Léxico La influencia del español es muy visible a nivel léxico. Aparte de fenónemos de code-switching en el cual los hablantes alternan entre español y kreyòl, hay una importación constante de material lexical español al kreyòl: (8) Mwen gen ti negòs mwen vann sevès. 1SG tener pequeño negocio 1SG vender cerveza Mwen vann anpil bagay, refrès, coco…anpil bagay 1SG vender mucho cosa refresco coco mucho cosa mwen vann wi 1SG vender sí ‘Tengo un pequeño negocio, vendo cerveza, vendo muchas cosas, refrescos, coco... muchas cosas vendo, sí.’ (9) Sa se yon yon arbolit naviden entonce’ li... DEM ser INDF INDF arbolito navideño entonces 3SG arbolit anwò bisiklèt la li bèl li muy bèl arbolito PREP bicicleta DEF 3SG bonito 3SG muy hermoso se konsa… entonce’ isit yo kontan ser así entonces aquí 3PL contento ‘Eso es un arbolito navideño, entonces el... arbolito está encima de la bicicleta, es hermoso, es muy hermoso, así es... entonces, aquí están contentos.’ <?page no="139"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 127 (10) Fanmi papa m de Filadelfia alòs li marye Familia papá 1SG PREP Filadelfia entonces 3SG casarse akè youn dominiken y se pousa nou soti liga ou konnen? con INDF dominicano CONJ COP por eso 1PL salir ligado 2SG saber ‘La familia de mi papá es de Filadelfia, entonces él se casó con una dominicana y es por eso que nosotros salimos ligados, ¿sabes? ’ Los ejemplos demuestran que los hablantes integran lexemas españoles fonéticamente adaptados y no adaptados en su habla. Con respecto a estos primeros, los hablantes del kreyòl samanense aplican las reglas de acentuación del criollo haitiano truncando simplemente las últimas sílabas de estos (arbolito navideño > arbolit naviden, nochebuena > nochebuen, ligados > liga, fácil > fas). 20 Jansen (2013: 86) observó fenómenos similares en el habla de los bateyanos de descendencia haitiana; 21 sus resultados indican que estos procesos de adaptación morfoy fonológica de lexemas españoles parecen ser mecanismos generales en el criollo haitiano. De igual manera, encontramos palabras tales como [mu’sik], que son resultados híbridos entre las realizaciones morfológicas de las palabras correspondientes españolas y criollas (cr.h. mouzik, esp. música). En situaciones de contacto intenso entre dos o más lenguas resulta muy difícil trazar una línea entre alternancias de códigos, préstamos ad hoc y préstamos “lexicalizados” que ya han entrado en la norma colectiva. Observamos incluso casos en los cuales el mismo hablante utiliza una vez una palabra española sin adaptarla y a continuación la vuelve a utilizar en la misma conversación, esta vez fonéticay morfológicamente adaptada (por ejemplo bufanda/ bufann). Parece que esta variación intraindividual se ve intensificada en situaciones de language obsolescence en las cuales una gran parte de los hablantes tiene déficits lexicales en la lengua moribunda y donde predomina un sentimiento de inseguridad lingüística general. Aikhenvald (2012: 83) llega a la conclusión, por tanto, de que “in a situation of obsolescent speakers whose usage is unstable, the boundary between 20 En nuestro corpus, la estrategia de truncar la última sílaba se aplica sobre todo a las palabras paroxítonas que se vuelven así en oxítonas en el kreyòl samanense. 21 Los bateyes, originalmente, eran hogares temporales cerca de los cañaverales en los cuales los obreros, los llamados braceros, vivían. Los trabajadores eran mayormente migrantes haitianos que venían a trabajar en los cañaverales durante la temporada de recolección de caña de diciembre hasta junio y muchos de ellos terminaron instalándose en los bateyes: “As the economic and political situation in Haiti became more difficult during the second half of the 20th century, more and more braceros remained in the Dominican Republic also during the tiempo muerto (‘dead season’), and the bateyes gradually became permanent settlements of Haitian immigrants and their descendants” (Jansen 2013: 79). <?page no="140"?> 128 Jessica Stefanie Barzen loans and code-switches is even harder to draw than in other languagecontact situations”. 3.1.4. Estrategias compensatorias y comunicativas en situaciones de language obsolescence Como se ha indicado en los dos puntos anteriores, a nivel idiosincrásico son sobre todo las estrategias comunicativas y compensatorias que los criolloparlantes usan en las conversaciones las que llaman la atención. Para tratar déficits con respecto a su competencia lingüística recurren, por ejemplo, al vocabulario potencial del que disponen por su competencia en otra(s) lengua(s), insertando préstamos españoles -y/ o a veces préstamos ingleses, cuando se trata de hablantes trilingües- y usando alternancias de código, cuando les parece efectivo para sus metas comunicativas. Esta primacía comunicativa de los hablantes nos parece un factor crucial para entender y explicar la gran variabilidad en el habla de los informantes, no sólo a nivel léxico, sino también a nivel morfosintáctico. Según Matras (2012: 21), el comportamiento lingüístico de un hablante multilingüe en una situación de contacto lingüístico está determinado por dos factores: “loyalty to a set of norms that regulate the context-bound selection of elements from the repertoire, and a wish to be able to exploit the repertoire in its entirety irrespective of situational constraints”. Si la lealtad hacia las convenciones del conjunto A (por ejemplo, el uso exclusivo del código A) prevalece, las interferencias entre código A y código B resultan mínimas. En el caso contrario, si la situación y el interlocutor lo permiten, el hablante puede pasar al “modo bilingüe” 22 y desarrollar plenamente las diferentes posibilidades de su repertorio completo, comprometiendo de esta manera las fronteras entre los códigos diferentes: “Individual words that are usually reserved for interaction in context set A might, for example, be employed (‘inserted’) also in interaction in context set B” (op.cit.). Sobre todo los hablantes multilingües en una situación diglósica suelen estar dispuestos a aceptar una cierta variabilidad en la lengua minoritaria: The non-dominant, smaller, or minority language is less likely to enjoy institutional protection and literacy. Its speakers are therefore less likely to be aware of norms and rules and to enforce them; in fact, they are more likely to be multilingual and tolerant of structural variation. (ibíd: 19) Según Matras (ibíd.: 30), el deseo de separar los códigos lingüísticos diferentes es aún menos fuerte y la disponibilidad de los hablantes para insertar elementos y estructuras de la lengua dominante en la lengua minoritaria aún más vigorosa cuando esta última esté al borde de extinción. Analizando el comportamiento lingüístico de los hablantes de la lengua moribunda 22 Término introducido por Grosjean (2001), citado por Matras (2012: 20). <?page no="141"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 129 domari, una lengua arcaica indoaria que está en contacto con el árabe, el autor explica este hecho con la actitud poco severa “that speakers of the now moribund Domari have toward their own language, in which variation, flexibility, and mixture with Arabic are commonplace”. Esto explica la disposición de los hablantes a tomar prestadas incluso categorías gramaticales que generalmente suelen ser resistentes al préstamo en situaciones de contacto. Al notar una aparente laguna en la estructura de la lengua B, recurren a la lengua A para llenarla y satisfacer de esta manera sus intenciones comunicativas, sin sentir necesidad alguna de separar sus dos o más códigos lingüísticos. 3.2 Nivel supraindividual 3.2.1 Nivel fonético Aparte de los fenómenos fonéticos causados por el contacto con el español, es interesante observar que nuestros informantes realizan lexemas tales como haje, hele y had únicamente con h aspirada 23 mientras que estos mismos lexemas aparecen en el criollo haitiano contemporáneo mayormente bajo las formas raje, rele o rad. La realización con ra inicio de palabra en el criollo haitiano se explica generalmente por una influencia normanda que fue responsable por “la distribution de r à l’initiale des mots qui en français possèdent le soi-disant h aspiré” (Alleyne 1969: 262). Según Goodman (1964: 74), las dos formas se encontraban -con respecto a las lenguas francocriollas de América en general- en competencia en el período temprano colonial hasta que una de ellas se impuso de manera decisiva en una zona concreta: In the American Creoles h is preserved or becomes r […]. The geographical distribution of this latter development is curious in that it curs scross [sic] well-defined dialectal groupings, for example, occurring in Haitian except for the southern dialect […]. In any case h and r were probably in competition in some early stage of Creole and each won out in specific areas but not in accordance with any major dialectal divisions. Sin embargo, en este momento no podemos contar con fuentes que puedan aportar información sobre la distribución de ry hen el criollo haitiano en los tiempos coloniales aunque por lo menos parece cierto que la h aspirada llegó a Saint-Domingue sin que ya fuera sustituida antes por r-: 23 Con ‘h aspirada’ nos referimos a la fricativa glotal sorda [h] en el francés antiguo que se manifiesta sobre todo en préstamos provenientes de lenguas escandinavas o germánicas. Este sonido fue pronunciado en francés hasta el siglo XVI, “mais s’est amuïe entretemps dans la langue standard où le h aspiré ne se manifeste plus que par l’impossibilité de la liaison et de l’élision” (Bollée: en preparación). <?page no="142"?> 130 Jessica Stefanie Barzen Bien que les graphies du texte de la Passion de Notre Seigneur selon St Jean en Langage Nègre, écrite entre 1720 et 1740, ne soient pas probantes, on peut supposer qu’elles reflètent la réalité phonétique du créole de la première moitié du XVIII e siècle. On y trouve: hé bin, hébin (63, 29 ; 65, 9 et 20), hapé < happer (63, 33 et 57), la main hardie (64, 50), haché < hacher (65, 26), hagnion < haillons (65, 48) et hardes (66, 2). (Bollée: en preparación) Hoy en día, la h aspirada solamente se encuentra esporádicamente en algunas regiones de la península sureña de Haití (Bollée: en preparación, Goodman 1964: 74); en el resto del país son las variantes con rlas que se han impuesto definitivamente. El hecho de que estas formas se encuentren en el kreyòl samanense únicamente con h aspirada podría -junto con otras particularidades en el habla de los criollo-parlantes a las que aludiremos más abajo- proporcionar nuevos indicios sobre la procedencia de los primeros migrantes que llegaron a Samaná. 3.2.2 Morfosintaxis En el criollo haitiano actual existen cinco alomorfos del determinante definido singular (lan, nan, an, a, la) cuya aplicación depende de factores fonéticos contextuales (DeGraff 2007: 120-121). En el kreyòl samanense no existe esta distribución alomórfica; todos los artículos definidos son realizados con el morfema la: piti la, gason la, moun la, tab la. En una perspectiva diacrónica, el uso del deíctico locativo francés là como marcador determinado en las lenguas criollas caribeñas -aunque entonces todavía con un fuerte carácter deíctico- se manifiesta ya en los primeros textos coloniales, tales como La passion de Notre Seigneur selon St Jean en Langage Nègre (1720-1740). 24 A lo largo del siglo XIX la presencia de ese marcador definido se vuelve indispensable para el funcionamiento de un sustantivo en el discurso (Hazaël-Massieux 2008: 407). Sin embargo, la ocurrencia de las demás variantes morfológicas (a, lan, nan, an) en textos escritos se remonta solo a inicios del siglo XX: Ce n’est pas dans notre corpus de textes anciens que l’on peut en suivre les derniers développements [l’apparition des variantes morpho-phonologiques, nota de la autora], puisqu’ils ne se manifestent que dans des textes très contemporains, juste antérieurs à 1950 pour certains. Si quelques la / a sont déjà attestés chez Sylvain […] pour Haïti, en Martinique les premiers exemples […] se situent chez Gratiant qui écrit dans les années 1950. Quant aux variantes nasalisées ‘an / lan’ (ou ‘nan’ parfois en Haïti), qui s’ajoutent progressivement, elles n’apparaitront franchement dans l’écriture du martiniquais qu’après 1950, un peu plus tôt en haïtien (…). (Hazaël-Massieux 2008: 407). 24 Datación de Hazaël-Massieux (2008: 47). <?page no="143"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 131 La existencia de una sola forma para el determinante definido en el kreyòl samanense parece indicar que este refleja en ciertos ámbitos estructurales fases más tempranas del criollo haitiano del siglo XIX. Esta hipótesis se ve reforzada por el hecho de que existan otras construcciones presumiblemente arcaicas, por ejemplo en el sistema posesivo. Las construcciones posesivas se forman en el criollo haitiano, como en las demás lenguas francocriollas caribeñas, con el posesivo francés (Hazaël-Massieux 2008: 410). El análisis de los primeros textos criollos de la época colonial indica que hasta finales de la primera mitad del siglo XIX hubo una coexistencia entre dos construcciones diferentes: “[…] sources from the region (18th century onwards) initially document the co-occurrence of two different possessive constructions (viz. N + a + personal marker, and N + personal marker)” (Hazaël-Massieux 2009: 113). En La Passion de Notre Seigneur selon St Jean en Langage Nègre las formas alternan, lo que lleva a Hazaël-Massieux (ibíd: 120) a afirmar que en el momento de la creación de la obra hubo todavía una fase de variación libre entre las dos formas sin que ninguna de ellas fuera aún la preferida: One is obliged to think that at this point in the evolution of the creoles, either form can be found, i.e., that their difference, which is apparent to us because of our present knowledge of the Caribbean creoles, is not detected by hearers or by persons transcribing in this period. These structures are not grammaticalized, do not correspond to a fixed paradigm, and are two interchangeable ways of saying the same thing. Comparando La Passion con documentos más recientes, la autora llega a la conclusión de que los años de 1830 son “la période clef pour le choix définitif d’un possessif construit sans préposition, au moins à Port-au- Prince” (2008: 411). Mientras que hoy en día es la forma sin preposición la que se ha impuesto en el kreyòl actual estándar, 25 la construcción con preposición (o ‘forma indirecta’ como la llama Hazaël-Massieux, op.cit) sigue siendo una característica de las variedades norteñas del criollo haitiano, por ejemplo del kreyòl del Cabo Haitiano. En nuestro corpus las formas directas e indirectas alternan libremente tanto en el habla de un mismo individuo como en la interacción interindividual. En el ejemplo abajo se cita la respuesta de una informante trilingüe a la pregunta de por qué sabía kreyòl y con quién se comunicaba en ese idioma: 25 Es decir, la norma escrita que se orienta en la variedad de Puerto Príncipe. <?page no="144"?> 132 Jessica Stefanie Barzen (11a) Mamá li te konnen pale patuá y papá li pero no, mamá 3SG PST saber hablar patuá CONJ papá 3SG pero no no anpil. Pero fanmi mwen tout sa yo te eh no mucho pero familia 1SG todo REL 3PL PST FILL 26 papá mwen te pale eh English tout fanmi li pero papá 1SG PST pale FILL inglés todo familia 3SG pero eh mamá mwen patuá, patuá, patuá, gran mwen FILL mamá 1SG patuá patúa patuá abuelo 1SG patuá, tout fanmi mwen patuá. patuá todo familia 1SG patuá ‘Su mamá sabía hablar patuá y su papá, pero no mucho. Pero mi familia todos eh mi papá hablaba inglés, toda su familia, pero mi mamá patuá, patuá, patuá, mi abuela patuá, toda mi familia patuá.’ Intervinimos con la pregunta: E poukisa pitit ou pa pale patuá? (‘¿Y por qué sus hijos no hablan patuá? ’), la cual fue contestada de la manera siguiente: (11b) Timoun a mwen yo? Ah yo pa... yo pa hijo-PL PREP 1SG PL Ah 3PL NEG 3PL NEG konnen pale sa. saber hablar DET ‘¿Mis hijos? Ah ellos no saben hablar eso.’ Si asumimos que los dos sistemas diferentes tomaron a partir de los años 30 del siglo XVIII ya un carácter indicador para diferenciar las variedades norteñas de las variedades del resto del país, podríamos interpretar la existencia de posesivos indirectos en el kreyòl samanense de dos maneras. Si los primeros migrantes procedentes de Saint-Domingue/ Haití vinieron del norte de la isla, no podemos deducir de los hechos lingüísticos unas fechas más concretas en cuanto al momento preciso de su emigración. Si asumimos que los primeros inmigrantes no vinieron del norte, es decir que no hablaban un dialecto kreyòl norteño, el sistema indirecto posesivo podría indicar que se fueron del país antes de 1830, momento en que las formas directas susti- 26 En los Leipzig Glossing Rules no hay una convención para los llamados ‘hesitation phenomena’ (‘Überbrückungsphänomene’, cf. Koch/ Oesterreicher 2011: 54). Por eso, decidimos usar FILL para indicar una pausa rellena (‘filled pause’). <?page no="145"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 133 tuyeron de manera definitiva a las formas indirectas. 27 Sin embargo, cabe preguntarse si la asunción de Hazaël-Massieux de que el uso actual del sistema directo en el criollo haitiano estándar haya sido establecido definitivamente en los años 30 del siglo XIX se puede sostener verdaderamente, dado que ella misma afirma que su suposición solamente puede ser válida para el kreyòl de Puerto Príncipe. Es muy probable que la inestabilidad se mantuviera más tiempo en zonas más rurales y aisladas de Haití, de donde los soldados y colonos probablemente provenían. Cabe señalar otra vez que sería imprescindible obtener datos socio-históricos y socio-lingüísticos más concretos que pudieran ayudar a aclarar las fechas, procedencias y direcciones de los movimientos migratorios. 3.2.3 Léxico Hemos visto que a nivel individual una de las características más llamativas es la intrusión de vocabulario español, lo que interpretamos como un resultado de estrategias comunicativas. Como ya hemos señalado, resulta casi imposible probar cuáles de los lexemas se han lexicalizado a nivel colectivo. Una clasificación común de los diversos procesos de transferencia entre lenguas en contacto es diferenciar entre “loans or transfers of concrete phonological shapes (or linguistic matter)” y “restructuring, replication, or calques of form-meaning alignments, constructions, or patterns” (Matras 2012: 17). Un caso interesante de un lexema que no es una transferencia directa morfo-fonológica sino un calco semántico es la palabra nyès (‘sobrino,-a’). Mientras que en el criollo haitiano el significado de la palabra sigue análogo al francés (con una ampliación semántica ahora refiriéndose tanto a ‘sobrino’ como a ‘sobrina’), en el kreyòl samanense la palabra se refiere a ‘nieto, nieta’. 28 Se presume que esta reestructuración semántica fue provocada por la semejanza de las formas fonéticas de nyès y nieto. La palabra fue utilizada por diferentes hablantes en diferentes barrios samanenses, 29 lo que indica que la reestructuración semántica de ‘sobrino,-a’ hacia ‘nieto,-a’ se ha llevado a cabo a nivel supraindividual de modo que ha terminado entrando en la norma colectiva de la comunidad lingüística. Suponemos que este ejemplo no es el único caso de calcos y reestructuraciones semánticas en el kreyòl samanense que se basan en la lengua modelo española, lo que comprobaremos en análisis venideros. 27 Claro está que ahora suponemos que fueron las hablas de los primeros migrantes las que marcaron la forma del kreyòl samanense y que las olas migratorias sucesivas ya no influyeron en la lengua de manera decisiva. 28 Para referirse al hijo/ a de un hermano/ a, los hablantes decían sobrin. Aquí resulta otra vez difícil aclarar la cuestión de si se trata de una innovación ad hoc o de un término ya lexicalizado. 29 Por ejemplo en Honduras, Villa Clara, Tesón y Monte Rojo. <?page no="146"?> 134 Jessica Stefanie Barzen 4 Conclusión El concepto de language obsolescence es un concepto especialmente adecuado para describir y analizar la realidad social y lingüística en Samaná, dado que incorpora y relaciona los factores decisivos en una situación de contacto en la cual una lengua -normalmente la dominante o más prestigiosa- va sustituyendo poco a poco a la otra. El análisis de los enunciados de los informantes criollo-hablantes mostró que el español influye de manera notable en los hablantes multilingües en la comunidad lingüística samanense. Sin embargo, cabe observar que se manifiesta de distintas formas en los diferentes hablantes, dependiendo de factores sociolingüísticos tales como frecuencia de uso, ámbitos de uso, adquisición de primera o segunda lengua, adquisición imperfecta y procesos de atrición. 30 Hemos mostrado que la atrición -entendida como un proceso psicolingüístico que lleva a la gradual pérdida de la competencia lingüística- juega un papel predominante en el análisis estructural del kreyòl samanense. En este análisis resultó especialmente llamativo que el habla de los criollo-hablantes se caracteriza por una gran variabilidad en todos los ámbitos estructurales. A nivel individual observamos omisiones ocasionales de pronombres personales de sujeto, inserciones de preposiciones españolas y alternancias de código frecuentes, lo que atribuimos sobre todo a la influencia psicolingüística del español, la lengua dominante, en combinación con procesos de atrición. A nivel colectivo observamos estructuras variables tales como las construcciones posesivas directas e indirectas que podrían reflejar fases más tempranas del criollo haitiano en las cuales estas formas todavía alternaban libremente. Análogamente, interpretamos la realización invariable del determinante definido la como un elemento arcaico en el kreyòl samanense. En consecuencia, podríamos describir el kreyòl samanense como una combinación de elementos arcaicos e innovadores, estos últimos sobre todo provocados por la influencia del español y procesos de atrición. Los fenómenos de contacto se manifiestan particularmente a nivel individual, lo que explicamos con la gran importancia de estrategias comunicativas y compensatorias de los criollo-hablantes en una situación de language obsolescence, mientras que las particularidades a nivel supraindividual, en comparación con la norma actual del kreyòl de Haití, parecen manifestarse sobre todo en estructuras o elementos arcaicos. Estos resultados nos llevan a presumir que las innovaciones o reestructuraciones a nivel supraindividual en variedades en vías de extinción siguen llevándose a cabo solamente -si acasoen muy limitada medida. Este estancamiento, que en muchos casos lleva a un desmantelamiento, podría expli- 30 Puesto que no ha sido posible tocar el tema de la relación social entre kreyòl y español más que brevemente aquí, será indispensable tratar estas cuestiones en trabajos futuros. <?page no="147"?> Language obsolescence en una variedad del criollo haitiano en Samaná 135 carse por el hecho de que ya no existe motivo para que los hablantes sigan elaborando la lengua, dado que, por una parte, esta satisface sus necesidades comunicativas en el ámbito de la inmediatez comunicativa y, por otra, disponen de otra lengua institucionalmente reconocida y funcional en todos los ámbitos sociales. Si bien es cierto que una lengua moribunda antes de desaparecer puede llegar a ser una “‘carbon copy’ of the dominant idiom” (Aikhenvald 2012: 102), esta metáfora parece ser válida más bien a nivel individual, mientras que a nivel supraindividual se puede presentar un estadio de estancamiento en el que ya no se incorporan nuevos conceptos ni innovaciones estructurales. Abreviaturas 1 Primera persona 2 Segunda persona 3 Tercera persona CONJ Conjunción COP Cópula DEF Definitivo DEM Demostrativo DET Determinante FILL pausa rellena (‘filled pause’) FUT Futuro INDF Indefinido NEG Negación PL Plural PREP Preposición PROG Progresivo PST Pasado REL Relativo SG Singular 5 Bibliografía Aikhenvald, Alexandra Y. 2012. “Language contact in language obsolescence”. En: Chamoreau, Claudine/ Léglise, Isabelle (eds.). Dynamics of contact-induced language change. Berlin/ Boston. 77-110. Alleyne, Mervyn C. 1969. “L’influence des dialectes régionaux français sur le créole d’Haïti”. 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En ciertos casos el verbo ser también se sitúa al final de una oración declarativa como Él no quiere es, pero mayormente aparece colocado en el interior de las declarativas como en Da risa es por eso. Lo extraordinario de esa estructura, que aún no ha sido ampliamente estudiada, sobre todo no en la variedad dominicana, es que contiene dos formas verbales finitas que se suceden. Mientras que este fenómeno goza de una vitalidad considerable en ciertos países, es considerado como muy extraño o incluso “abominable” (Cuervo 1955 [1867]: 453) por puristas y hablantes hispanófonos que lo desconocen. Las personas que recurren a esa estructura, por lo general, no se dan cuenta de su uso regular o lo niegan con vehemencia. Así, Méndez Vallejo, que es nativa colombiana, cuenta que hace años se sorprendió mucho al decir “Yo soy es de Bogotá”, después de haber afirmado rotundamente unos minutos antes que no utilizaba la construcción (cf. Méndez Vallejo 2013: s. p.). El objetivo de la presente investigación es analizar la aceptabilidad de dicha construcción entre informantes dominicanos. En ello se observará que está arraigada en su repertorio lingüístico, no sólo en oraciones declarativas, como ya se ha observado en estudios anteriores (cf. Toribio 1992, 2002; Alba 2004), sino también en interrogativas totales, las cuales hasta ahora han sido completamente desatendidas. En el análisis se tomarán en consideración 1 Oración extraída del episodio “Confesiones de parejas (Parte 1)” de A reír con Miguel y Raymond, un programa de televisión humorístico dominicano. https: / / www. youtube.com/ watch? v=_j2gnMgp7KA [minuto 05: 03, última consulta: 12.06.2015]. <?page no="152"?> 140 Sonja Higuera del Moral tanto aspectos gramaticales y semántico-pragmáticos como factores sociolingüísticos. 2 Marco teórico 2.1 Las oraciones hendidas en español Las oraciones hendidas (también oraciones escindidas, copulativas enfáticas de relativo o perífrasis de relativo) son estructuras biclausales que constan de tres componentes: una forma del verbo copulativo ser, el constituyente hendido en la oración principal, y una oración de relativo sin antecedente o libre (cf. RAE 2009: 3020). En función del orden en que aparecen sus elementos constituyentes, podemos distinguir en español tres tipos de hendidas: 2 1. a.) Fue UN LIBRO lo que Juan compró [hendida propiamente dicha] b.) Lo que Juan compró fue UN LIBRO [seudohendida] c.) UN LIBRO fue lo que Juan compró [(seudo)hendida inversa] Estas oraciones no se diferencian por su contenido proposicional, el cual es el mismo de la oración simple Juan compró un libro. Esta proposición se puede codificar en algunos dialectos del español en la estructura siguiente: 2. Juan compró fue UN LIBRO Esta estructura fue llamada por Sedano (1990) cláusula con verbo ser focalizador o abreviado (cláusula) SF. En trabajos posteriores también usa los términos construcción u oración con verbo ser focalizador. Otros autores la denominan construcción de ser enfático (Kany 1969), estructura con ser intensivo (Albor 1986) y perífrasis copulativa (Moreno Cabrera 1999). En este trabajo sigo a Sedano y la denomino construcción con verbo ser focalizador (léase SF en adelante). 2.2 Las investigaciones precedentes 2.2.1 Área de distribución de la SF Cabe señalar que, a diferencia de las hendidas, que se emplean no sólo en el español general sino también en otras lenguas del mundo, el uso de la SF se limita a ciertos países. Es característica del español de Venezuela (Rosenblat 1964; Sedano 1988), pero también se ha documentado en Colombia (Cuervo 2 En cuanto a la oración hendida propiamente dicha (1a), el constituyente hendido ocupa la segunda posición de la secuencia, siendo introducido por el verbo copulativo. La oración seudohendida (1b) presenta la oración relativa libre en primer lugar, mientras que el constituyente hendido se sitúa en posición final. La variante (1c) ejemplifica la oración (seudo)hendida inversa, que se diferencia de la hendida por la posición invertida del verbo ser. <?page no="153"?> ¿Tú estás loca es? 141 1955 [1867]; Kany 1969; Albor 1986; Curnow/ Travis 2004; Pato 2010; Méndez Vallejo 2012a), en Ecuador (Toscano 1953; Kany 1969), en Panamá (Espino 1925; Kany 1969), y en la República Dominicana (Toribio 1992; Alba 2004). Además se usa en el portugués de Brasil (Wheeler 1982; Oliveira/ Braga 1997) y de Portugal (Sedano 2001). 2.2.2 La SF en la República Dominicana Según Jiménez Sabater (1975: 163) la SF no se usa en la República Dominicana. 3 Cabe destacar que aunque la Gramática descriptiva de la lengua española (cf. Moreno Cabrera 1999: 4283-4285) y la Nueva gramática de la lengua española (RAE 2009: 3033-3034) dedican un párrafo a ese fenómeno, tampoco mencionan su uso en la República Dominicana. No obstante, Toribio (1992; 2002) ofreció un recuento sintáctico de la SF en el español dominicano y hace una distinción entre phrasal focus (3) y sentential focus (4) (cf. Toribio 2002: 138): 3. El estudió fue en Francia. (¿Dónde tu hermano estudió? ) 4. El estudió en Francia fue. (¿Por qué tu hermano habla con acento? ) Alba (2004: 136) deja solo constancia del primer tipo, donde el verbo ser aparece colocado en el interior de la oración, nombrando como único ejemplo la oración Él bajó fue por aquí. Méndez Vallejo (2015) proporciona nuevos datos sobre la SF en el español dominicano por medio de dos pruebas de aceptabilidad y una prueba de producción oral semi-espontánea con informantes de Santiago, Santo Domingo y Sosúa. Los resultados confirman que la SF, tanto en la variante de (3) como en la variante de (4), está presente en el inventario lingüístico de los dominicanos y que a la vez representa para estos una forma familiar y común. 4 2.2.3 Clases de foco y funciones semántico-pragmáticas de la SF Siguiendo a Zubizarreta (1999: 4224-4227), tomo por base la dicotomía foco/ presuposición y defino el foco como la parte no-presupuesta de la oración, es decir, el elemento sintáctico suministrado como nuevo e informativamente relevante. Se reconocen habitualmente dos clases de foco: el foco informativo (también foco presentativo o foco neutro) y el foco contrastivo (cf. RAE 2009: 2986). 3 “No son corriente [sic], por lo tanto, en la República Dominicana expresiones como: ‘Quiero es pan’; ‘Yo fui fue por mar’; ‘Aquí se ha venido es para comer’” (Jiménez Sabater 1975: 163). 4 La variante de (4) se ha documentado, hasta ahora, solamente en la variedad dominicana (cf. Toribio 2002; Méndez Vallejo 2015). No obstante, Higuera del Moral (2013) observó que dicha estructura de foco amplio (“sentential focus”) está también presente en el español venezolano. <?page no="154"?> 142 Sonja Higuera del Moral En cuanto a las funciones semántico-pragmáticas de las SFs, la Real Academia Española (2009: 3034) las describe como “construcciones de foco contrastivo”. De igual manera, Bosque (1998-1999: 208; 1999: 3) y Camacho (2006: 14) afirman que son únicamente apropiadas en contextos contrastivos. Curnow y Travis (2004: 7), Pato (2010: 165) y Méndez Vallejo (2012b: 126) recalcan, en cambio, que el ser focalizador puede introducir foco contrastivo y no contrastivo. Sedano plantea la tesis de que mientras la propia estructura de las seudohendidas hace que su cláusula precópula transmita una información que se da por presupuesta y facilita la creación de un “puente inferencial” con la situación de habla, no sucede lo mismo con las SFs, que tienen un poder conectivo inherentemente reducido. En consecuencia, su uso resultará pragmáticamente adecuado en los contextos con una secuencia temática muy clara o bien que las SFs cuenten con una cláusula precópula en la que haya tantos constituyentes como sean necesarios para garantizar la conectividad con el contexto previo (cf. Sedano 1990: 102; 1995: 71-72; 2003a: 824, 837; 2003b: 181). Méndez Vallejo (2012a: 48) apoya esta teoría, adelantada ya por Sedano, sosteniendo que las SFs no pueden emitirse en un contexto “out of the blue”. Según Méndez Vallejo (2012a: 37-38; 2012b: 117) el uso de la SF está altamente restringido en contextos interrogativos y no puede aparecer ni en interrogativas totales (5) ni en interrogativas parciales (6), sino únicamente en interrogativas eco, en las cuales el pronombre interrogativo permanece in situ (7). 5. *¿Matilde compró fue papas? 6. *¿Qué compró Matilde fue? 7. ¿Matilde compró fue qué? Conforme a su argumentación, los informantes dominicanos evaluaron, en una de sus pruebas de aceptabilidad (Méndez Vallejo 2015), la interrogativa parcial ¿Quién salió fue? (Santiago: 2.2, Santo Domingo: 2.1) 5 como no aceptable, mientras que la interrogativa eco ¿Cómo? ...¿Aprendieron inglés fue dónde? (Santiago: 3.1, Santo Domingo: 3.1) obtuvo una aceptabilidad favorable. No obstante, cabe indicar que en el cuestionario no se incluyeron interrogativas totales sin pronombre interrogativo (ej. ¿Lo llamaste fue? ). Mediante este artículo se pretende abordar este tipo de preguntas, que no han sido tomadas en consideración en investigaciones anteriores. 6 5 La escala de aceptabilidad va de 1 (nada usual) a 5 (muy usual). Un promedio por encima de 3.0 se considera como favorable/ aceptable y un promedio por debajo de 3.0 como no favorable/ no aceptable. 6 Cabe mencionar que Caicedo H. (1996: 94) observó el uso del verbo ser focalizador en el español de Buenaventura (Valle del Cauca, Colombia) en preguntas con doble <?page no="155"?> ¿Tú estás loca es? 143 2.2.4 La SF como variante reducida de la seudohendida o estructura autónoma No existe acuerdo sobre cómo las SFs se deben analizar sintácticamente. En general, existen dos líneas de investigación para su análisis. La mayor parte de los estudiosos se inclinan por considerarla una derivación y variante reducida de la oración seudohendida, que se caracterizaría por contener un relativo tácito o implícito (cf. Albor 1986; Toribio 1992; 2002; Sedano 1988; 1990; 1995; 2003a; 2003b; 2010). La otra línea de investigación defiende que la SF es una estructura sintácticamente diferente de la seudohendida, es decir, una estructura monoclausal y autónoma. Estos lingüistas argumentan que la SF no se relaciona sintácticamente con la seudohendida, dado que las dos estructuras no pueden alternar en ciertos entornos sintácticos (cf. Bosque 1998-1999; 1999; Curnow/ Travis 2004; Camacho 2006; Méndez Vallejo 2012a; 2012b). Según Curnow y Travis (2004: 2-4), por ejemplo, tanto la focalización del pronombre indefinido nada (8) como la subida de clíticos (9) se pueden realizar con la SF, pero no se admiten con la seudohendida. 8. a.) No puedo ver es nada b.) *Lo que no puedo ver es nada 9. a.) Pero me quiero es encerrar con mi tía allá b.) *Pero lo que me quiero es encerrar con mi tía allá 2.2.5 El constituyente focalizado En cuanto a la categoría gramatical del constituyente bajo foco se puede señalar que este puede pertenecer a las más variadas categorías gramaticales, pero son sobre todo las categorías de adverbio, sintagma preposicional y subordinada adverbial las que favorecen el empleo de las SFs (cf. Sedano 2003b: 190; Pato 2010: 160). Existe cierto solapamiento entre la categoría gramatical y la función sintáctica, de modo que es la función de complemento circunstancial la que más contribuye al uso de las SFs (cf. Sedano 2003b: 198; Curnow/ Travis 2004: 6; Pato 2010: 160-161). Según Toribio (2002: 135) dicha construcción excluye los sujetos focales (ej. *Cantó fue Doña María). El problema de esta argumentación es fundamentalmente empírico, ya que otros autores anteriores encontraron casos de sujetos focales en datos naturales (cf. Albor 1986; Sedano 1990) y los resultados de Méndez Vallejo focalización (ej. ¿Es que usted no la vio fue? ; ¿Es que usted no bailó con ella fue? ). Los datos de Higuera del Moral (2013) muestran que este tipo de interrogativas también se halla en Venezuela. Con el fin de analizar la aceptabilidad de tal estructura entre los dominicanos encuestados, se incorporó en el cuestionario la oración ¿Fue que se quedaron todos allá fue? , la cual fue evaluada como (muy o poco) usual por la mayoría de los informantes (muy usual: 19,36%, poco usual: 45,16%, nada usual: 35,48%). <?page no="156"?> 144 Sonja Higuera del Moral (2015: 76-77) muestran que son aceptables tanto para informantes de Santiago como de Santo Domingo. 7 Méndez Vallejo (2012a: 20-21, 2012b: 118, 126) sostiene que la SF puede focalizar cualquier tipo de sintagma con cualquier función sintáctica, con tal de que el constituyente focalizado esté en posición posverbal, siguiendo directamente al ser focalizador. Por ende, propone que la SF, al menos en el español colombiano, no admite que el verbo ser esté en posición final, como en (10b). 10. a.) El presidente propuso fue una reforma b.) *El presidente propuso una reforma fue No obstante, esta propuesta no aplica para el español dominicano, dado que esta construcción ha sido observada en la variedad dominicana por Toribio (1992, 2002). Además, Méndez Vallejo misma (2015) integró en las dos pruebas de aceptabilidad cuatro oraciones con “sentential focus”, de las cuales dos fueron evaluadas como muy aceptables (Llovió en la sierra fue [Santiago: 3.9, Santo Domingo: 4.0]; Quiero irme para el extranjero es [Santiago: 3.1, Sosúa: 4.2, Santo Domingo: 2.9]). Como se presentará más adelante (apartado 3.2.2), los informantes de la presente investigación aceptaron en su mayoría la focalización al final de la oración y hubo incluso altos puntajes de aceptabilidad, tanto en oraciones declarativas como en oraciones interrogativas. 2.2.6 Concordancia de persona y número del verbo ser con el constituyente bajo foco El verbo ser debe aparecer siempre como verbo flexionado y concuerda en persona y número con el constituyente bajo foco cuando este es sujeto (11). Cuando se focaliza un objeto en plural (sin marcado diferencial de objeto), como en (12), concuerda opcionalmente con este en número. En caso de que el constituyente focalizado ejerza cualquier otra función sintáctica que no sea sujeto ni objeto directo, sobre todo si va precedido por una preposición (ej. objeto indirecto), el verbo ser no concuerda, sino que se inmoviliza bajo la forma de la 3 a persona singular (es, fue o era), tal como se ilustra en (13) (cf. Bosque 1998-1999: 227-228; Sedano 2010: 54-56; Méndez Vallejo 2012b: 119- 121). 11. Sacamos la basura fuimos/ *fue nosotros 12. Juan comía era papas/ eran papas 7 Así, las oraciones Salió fue Lucía (Santiago: 3.2, Santo Domingo 3.7) y Tendrá dinero será la familia (Santiago: 3.7, Santo Domingo: 4.0) formaron parte de las oraciones más aceptadas en una de las pruebas de aceptabilidad. Además, en la prueba de producción oral semi-espontánea se emitió incluso una oración con un sujeto focal (Bueno, pues se presentó fue el niño encima del venado). <?page no="157"?> ¿Tú estás loca es? 145 13. Les habíamos comprado un videojuego era/ *eran a mis primos. Según Méndez Vallejo (2012b: 120) la variación de concordancia entre el verbo ser y objetos directos plurales radica en el contraste. Mientras que el verbo ser concuerda con objetos directos plurales, cuando introduce foco contrastivo (14), la concordancia no se admite en un contexto no contrastivo (15). 14. A: ¿No tenías dos gatos y un perro? B: No, tengo *es/ son dos perros y un gato 15. A: ¿Tienes mascotas? B: Sí, tengo es/ *son dos perros y un gato 2.2.7 Flexión del verbo ser focalizador con respecto al tiempo gramatical El verbo ser focalizador también es flexionado con respecto al tiempo gramatical y siempre aparece en indicativo. El verbo precópula determina normalmente el tiempo del verbo ser, como sucede en (16). Cuando esta concordancia de tiempo no se verifica, el verbo ser está conjugado en presente de indicativo, que parece ser el tiempo “por defecto” (17), o aparece en un tiempo distinto del presente. Este caso muy infrecuente se ejemplifica en (18) (cf. Bosque 1998-1999: 228; Sedano 2010: 50-56; Pato 2010: 161). 16. Yo hice fue un curso 17. Yo les propondría es que hagan un pacto 18. Comencé era el curso de contabilidad Sedano (2003a: 840, 2003b: 196-197) indica, en relación con la variable “tiempo verbal del verbo precópula” que cualquier tiempo, con excepción del presente de indicativo, contribuye al empleo de la SF, de modo que se emplea sobre todo para referirse a situaciones y eventos del pasado. 2.2.8 La motivación para el uso de la SF Basado en su análisis estadístico de la SF en Caracas, Sedano (1990; 1995; 2003a; 2003b) suministra una explicación comunicativo-funcional del uso de la SF y sugiere que se ve motivada por su simplicidad estructural en comparación con las seudohendidas, que son bastante complejas por cuanto poseen un adverbio o pronombre relativo que ha de reflejar las características sintácticas y semánticas del constituyente bajo foco. Esta asociación puede representar un alto costo cognitivo, sobre todo cuando se focaliza un adverbio (ej. Como se hace es así), un sintagma preposicional (ej. Para lo que necesito el lápiz es para hacer un dibujo) o una subordinada adverbial (ej. Cuando vengo a sufrir más es cuando tengo veinte años). Por consiguiente, se observa que en estos casos las realizaciones no normativas alcanzan más del 50% de los casos (ej. Yo donde vengo a sufrir más es cuando tengo veinte años). <?page no="158"?> 146 Sonja Higuera del Moral Las SFs simplifican pues la tarea de emitir seudohendidas, y facilitan la percepción en aquellos casos en que las seudohendidas son del tipo cuando…cuando, donde…donde (cf. Sedano 1990: 100; 2003a: 824, 836; 2003b: 179, 192-193). Sedano (1995: 76; 2003b: 199) considera dicha simplicidad estructural como la principal razón por la que surgieron y se expandieron las SFs. 2.2.9 Factores sociolingüísticos Sedano (1988; 1995; 2003a) analiza dos corpus del español hablado de Caracas recogidos en 1977 y en 1987. Los datos muestran que existe una estrecha correlación entre el uso de la SF y factores sociales. Respecto al corpus de 1977 se concluye que los hablantes que más emplean las SFs son los del nivel socioeconómico bajo, los del primer grupo generacional y los del sexo masculino (cf. Sedano 1988: 117-122; 1995: 55). En el corpus de 1987, en el que la variable “sexo” no es considerada significativa, se demuestra que, aunque las SFs son utilizadas por los hablantes de todos los niveles socioeconómicos y de cualquier edad, hay un incremento probabilístico en el empleo de las SFs a medida que disminuye tanto la edad de los hablantes como el nivel socioeconómico. La significancia de las variables “nivel socioeconómico” y “edad” indica que las SFs reflejan un cambio lingüístico que viene “de abajo” y que sigue en ascenso (cf. Sedano 2003a: 840-843). 3 Análisis de la prueba de aceptabilidad 3.1 Corpus y metodología Con el fin de corroborar, relativizar o matizar ciertas afirmaciones de la literatura publicada sobre el tema, se aplicó una prueba de aceptabilidad a 32 inmigrantes dominicanos residentes en Alemania 8 sobre sus juicios respecto a 100 enunciados (92 SFs 9 y 8 distractores 10 ). Los informantes, que fueron estratificados por “sexo”, “edad” (17-30 años, 30-40 años y 40-55 años), “ni- 8 Los informantes proceden de diferentes ciudades de la República Dominicana (San Cristóbal, Bajos de Haina, Santo Domingo, San Pedro de Macorís, Higüey, La Romana, Sosúa, Luperón, Puerto Plata, Santiago de Caballeros, Francisco de Macorís, Esperanza, Samaná, Concepción de la Vega, Bonao/ Maimón). 9 Extraje las oraciones de mi tesina (Higuera del Moral 2013), en la cual analicé la SF en el español venezolano. Se trata de datos naturales grabados en conversaciones informales de hombres y mujeres de varias ciudades y edades así como de distintos niveles socioeconómicos. Entre las 1.002 ocurrencias de SFs seleccioné para esta encuesta 92 oraciones que me parecían las más reveladoras de las características sintácticas y pragmáticas de la SF, sin adaptarlas al léxico de la variedad dominicana. 10 Se trata de oraciones hendidas, seudohendidas y seudohendidas inversas. <?page no="159"?> ¿Tú estás loca es? 147 vel de instrucción” (alto, medio y bajo) 11 y “duración de la estancia” en Alemania (corta duración -menos de 5 años-, mediana duración- de 5 a 10 años- y larga duración -más de 10 años-), escucharon las oraciones grabadas en un CD y las leyeron en el cuestionario. La tarea consistía en marcar si las oraciones en negrita eran muy usuales, poco usuales o nada usuales y, en caso necesario, ofrecer una modificación o “corrección” de la oración. Ahora bien, para los fines del análisis y de la interpretación de los datos se consideraron ciertos porcentajes de las respuestas como un tipo de aceptabilidad, 12 como se muestra en el Cuadro 1: Evaluación Análisis Muy usual: 80-100% Poco usual: ≤ 20% Nada usual: ≤ 20% Aceptabilidad muy alta Muy usual: 60-79.99% Poco usual: ≤ 30% Nada usual: ≤ 30% Aceptabilidad alta Muy usual: 40-59.99% Poco usual: ≤ 40% Nada usual: ≤ 40% Aceptabilidad media Muy usual: 20-39.99% Poco usual: ≤ 50% Nada usual: ≤ 50% Aceptabilidad baja Muy usual: 0-19.99% Poco usual: ≤ 60% Nada usual: ≤ 60% Aceptabilidad muy baja Cuadro 1: Tabla de análisis En cuanto a la presentación de los datos, se expondrán los porcentajes generales de todas las oraciones de las respectivas categorías como nota al pie, y en ocasiones se remitirá en el texto a porcentajes específicos respecto a 11 El “nivel bajo” refiere a los informantes que no tienen ni bachillerato ni formación profesional o un aprendizaje práctico o artesanal (ej. peluquero, ebanista etc.) y que trabajan en esta profesión o están desempleados. Al “nivel medio” pertenecen, según mi clasificación, aquellos informantes que cuentan con un bachillerato y acorde a su edad también con una formación profesional para la que el bachillerato es un requisito (ej. técnico en enfermería etc.). El “nivel alto” comprende a los informantes que terminaron una carrera universitaria y que ejercen una actividad correspondiente a sus estudios. 12 Primero establecí los porcentajes de “muy usual” que se requieren para la respectiva aceptabilidad. Los porcentajes de “poco usual” y “nada usual” se desprenden de las respuestas en la encuesta. <?page no="160"?> 148 Sonja Higuera del Moral enunciados concretos a manera de ilustración. Las generalizaciones se realizarán a partir de los datos globales. 3.2 Resultados y discusión 3.2.1 Foco estrecho Denomino foco estrecho (= “phrasal focus”, según Toribio 2002) a la focalización de un constituyente en el interior de una oración simple o una oración subordinada (ej. Creo que estaba era hablando algo malo). 13 3.2.1.1 Categoría gramatical La SF puede focalizar constituyentes de las más variadas categorías gramaticales, pero los informantes de la muestra consideran como más usual la focalización de subordinadas adverbiales 14 (ej. Ella estaba brava conmigo y con la familia era porque yo no le había comprado unas papas) y sintagmas preposicionales 15 (ej. Pero lo dan es con orden médica), los cuales son las únicas categorías con una aceptabilidad alta. La oración en (19) es la oración más aceptada de la encuesta y la única respuesta que no fue marcada por ningún informante con “nada usual”. 19. Entonces uno va a trabajar es para pagar alquileres (muy usual: 87,5%, poco usual: 12,5%) La mayoría de las categorías gramaticales tiene una aceptabilidad media. Entre estas, la subordinada sustantiva focalizada 16 (ej. Él quiere es que gane su hija) es estimada como menos usual que la subordinada adverbial. En cuanto a la focalización de un constituyente dentro del sintagma verbal, parece ser más usual el gerundio 17 (ej. Él está es cuidando el puesto) que el infinitivo 18 (ej. Provoca es darle una mano). En este contexto, cabe mencionar que las SFs que presentan el fenómeno de la subida de clíticos 19 (ej. Se están es matando, La quieren es matar) obtuvieron casi un alto grado de aceptabilidad. El adverbio focalizado 20 (ej. Se conocieron fue allí) es muy usual para la mayoría absoluta de los informantes. El sintagma nominal como constituyente bajo foco 21 (ej. Toman es el agua) fue evaluado como muy usual por algo menos de la mitad de los informantes. 13 69 oraciones; muy usual: 48,37%, poco usual: 28,88%, nada usual: 22,75%. 14 1 oración; muy usual: 75%, poco usual: 9,38%, nada usual: 15,63%. 15 14 oraciones; muy usual: 60,54%, poco usual: 22,68%, nada usual: 16,78%. 16 1 oración; muy usual: 53,13%, poco usual: 25%, nada usual: 21,87%. 17 6 oraciones; muy usual: 53,72%, poco usual: 29,79%, nada usual: 16,49%. 18 6 oraciones; muy usual: 41,49%, poco usual: 31,39%, nada usual: 27,13%. 19 6 oraciones; muy usual: 56,41%, poco usual: 25,64%, nada usual: 17,95%. 20 4 oraciones; muy usual: 51,59%, poco usual: 29,37%, nada usual: 19,05%. 21 20 oraciones; muy usual: 49,6%, poco usual: 28,62%, nada usual: 21,78%. <?page no="162"?> 150 Sonja Higuera del Moral aceptabilidad alta o muy alta el constituyente bajo foco cumple una de estas funciones. 20. Le dicen es el día del amor y la amistad (muy usual: 87,1%, poco usual: 9,68%, nada usual: 3,23%) 21. La cola se la cortan es al dóberman (muy usual: 75%, poco usual: 12,5%, nada usual: 12,5%) 22. Se burlan es de la palabra (muy usual: 65,63%, poco usual: 18,75%, nada usual: 15,63%) 23. Esa viene es a criticar (muy usual: 81,25%, poco usual: 15,63%, nada usual: 3,13%) El constituyente bajo foco puede también formar parte de una perífrasis verbal que ejerce la función de predicado 30 (ej. Ahorita tengo es que estudiar). Aunque según el análisis de Toribio (1992; 2002) los sujetos bajo foco no son aceptables, los resultados muestran al igual que los datos de Méndez Vallejo (2015) que muchas oraciones con sujetos focales 31 son muy usuales para los informantes dominicanos. La oración (24) es incluso una de las más aceptadas. 24. Me gustaba era ella (muy usual: 83,87%, poco usual: 12,9%, nada usual: 3,23%) Los complementos directos focales 32 (ej. Yo quería era ese helado) se evaluaron aún como menos usuales que los sujetos. La función sintáctica con el menor grado de aceptabilidad es el complemento predicativo del sujeto 33 (ej. Yo estoy es explotado ). En la Gráfica 2 se puede observar qué funciones sintácticas pueden desempeñar los constituyentes focalizados y qué grado de aceptabilidad tienen en la encuesta. 30 12 oraciones; muy usual: 44,03%, poco usual: 31,57%, nada usual: 24,4%. 31 14 oraciones; muy usual: 43,38%, poco usual: 32,19%, nada usual: 24,43%. 32 16 oraciones; muy usual: 43,37%, poco usual: 30,3%, nada usual: 26,34%. 33 4 oraciones; muy usual: 31,75%, poco usual: 31,75%, nada usual: 36,51%. <?page no="164"?> 152 Sonja Higuera del Moral 3.2.1.3 Funciones semántico-pragmáticas La SF desempeña distintas funciones semántico-pragmáticas y puede, en contra de la opinión de ciertos autores, marcar tanto foco contrastivo como no contrastivo. Para los informantes encuestados el foco informativo 38 es aún más usual que el foco contrastivo. 39 El foco informativo propiamente dicho es el que se identifica por medio de un contexto interrogativo (25), pero hay también ocurrencias del foco informativo que no aparecen en un contexto interrogativo. Se pueden emitir incluso “out of the blue”, es decir, sin discurso previo (26). Aunque Méndez Vallejo (2012a) postula que no es posible usar la SF en estos casos y Sedano (1990; 2003a; 2003b) enfatiza que es necesario que la SF cuente con una cláusula precópula con un buen número de elementos informativos o que haya un contexto inmediato previo suficientemente orientador, la oración (26) tiene un alto grado de aceptabilidad. 25. A le cuenta a B que un compañero de su universidad fue para su estudio de grabación. B: “¿Y por qué tu compañero fue para el estudio? ” A: “Él fue fue a buscar un micrófono.” (muy usual: 45,16%, poco usual: 29,03%, nada usual: 25,81%) 26. A y B se suben al bus. Mientras buscan un asiento donde sentarse, A se toca en la espalda y dice: “¡Ay! Agarré fue un aire.” (muy usual: 61,29%, poco usual: 29,03%, nada usual: 9,68%) El foco informativo se puede asociar también con un contenido semántico de exhaustividad, en el sentido de que el constituyente focalizado se contrapone implícitamente a todas las demás opciones posibles (“X, y ninguna otra cosa”). 40 27. A habla con su suegra B, que trabaja vendiendo ropa en un mercado. A le propone a B que mejor venda en un centro comercial, pero B dice que el alquiler sería demasiado caro. A: “¿Cuánto puede ser? ” B: “3000, 1500, 2000…por cada mes, entonces uno va a trabajar es para pagar alquileres.” (muy usual: 87,5%, poco usual: 12,5%) sintagmas preposicionales se encontraban entre las categorías más favorables (con puntuaciones medias entre 3.45 y 3.3 respectivamente). Así, las oraciones Estaba era leyendo la carta que me mandaron ayer (Santiago: 3.6, Santo Domingo: 3.6) y Yo pensaba que estaban era en Caracas (Santiago: 3.1, Santo Domingo: 3.9) eran unas de las más aceptadas. 38 41 oraciones; muy usual: 49,72%, poco usual: 28,36%, nada usual: 21,92%. 39 28 oraciones; muy usual: 46,5%, poco usual: 29,6%, nada usual: 23,9%. 40 Aquí se podría parafrasear el ser focalizador con un adverbio de foco de exclusión como solo o solamente. <?page no="165"?> ¿Tú estás loca es? 153 Otra función semántico-pragmática que se acompaña con el foco informativo es la particularización, especificación o precisión. 41 28. A y B hablan sobre la parodia de la película Crepúsculo. A: “No, a mí me parece muy chistosa esa película.” B: “A mí me parece completamente boba.” A: “Da risa es por eso.” (muy usual: 54,84%, poco usual: 29,03%, nada usual: 16,13%) En cuanto al foco contrastivo propiamente dicho (“X, y no Y”), el constituyente focalizado se contrapone explícita o implícitamente a una o varias opciones, que se descartan. 29. A le cuenta a B como había conocido a su ex-novia. A: “Todo comenzó cuando su hermana comenzó a ligar conmigo.” B: “¿Y ella te gustaba? ” A: “No me gustaba la hermana, me gustaba era ella.” (muy usual: 83,87%, poco usual: 12,9%, nada usual: 3,23%) La SF puede también marcar foco contrastivo y producir a la vez una implicatura de exhaustividad. 30. A y B hablan sobre la delincuencia en Venezuela y en Alemania, y también hablan sobre el aspecto de los policías. A: “Aquí [en Alemania] todos los policías son grandes y fuertes.” B: “Pero hay también mujeres.” A: “No, en estos días, yo vi fue hombres.” (muy usual: 58,07%, poco usual: 22,58%, nada usual: 19,35%) Por último, la SF también puede aparecer en un contexto rectificativo y denotar la reparación de una proposición. 31. A habla con B sobre el día del amor y la amistad y como se celebra en los diferentes países. A: “En Alemania el día de San Valentín se celebra cada vez más.” B: “Allá [en Venezuela] no le dicen ‘San Valentín’, le dicen es ‘el día del amor y la amistad’.” (muy usual: 87,1%, poco usual: 9,68%, nada usual: 3,23%) 3.2.1.4 Concordancia con el sujeto en número y persona Como ya se ha visto en la parte teórica, los sujetos focales imponen sus rasgos de número y persona al verbo ser. Cabe notar que la aceptabilidad parece ser mayor con la 3 a persona plural (32) que con la 2 a (33) y la 1 a persona singular (34). 42 41 Aquí se podría parafrasear el ser focalizador con un adverbio de foco como particularmente, exactamente, justamente o precisamente. 42 Los resultados de Méndez Vallejo (2015) indican tendencias similares. Mientras que la oración Salió fue Lucía (Santiago: 3.2, Santo Domingo: 3.7) les pareció aceptable a los <?page no="167"?> ¿Tú estás loca es? 155 38. / concordancia de ser con el objeto directo en plural; foco no contrastivo/ Nos dieron fueron 200 euros. (muy usual: 53,13%, poco usual: 25%, nada usual: 21,88%) 39. / no concordancia de ser con el objeto directo en plural; foco contrastivo/ No, en estos días, yo vi fue hombres. (muy usual: 58,07%, poco usual: 22,58%, nada usual: 19,36%) Aunque los resultados no sean concluyentes, pueden indicar que las reglas que Méndez Vallejo (2012b) postula para el español colombiano, en cuanto a la concordancia obligatoria en un contexto contrastivo, no parecen tan categóricas o no son enteramente aplicables a la(s) variedad(es) de los dominicanos encuestados: 44 es cierto que la oración (38), que fue enunciada en un contexto no contrastivo, fue corregida por cuatro informantes a Nos dieron fue 200 euros; pero hay que admitir también que, a pesar de la concordancia, fue aceptada por la mayoría absoluta de los informantes. Aunque las dos oraciones con concordancia de ser con el objeto directo en plural en un contexto contrastivo (37) tienen en conjunto una aceptabilidad media, 45 la oración de no concordancia de ser con el objeto directo en plural con foco contrastivo, que se ilustra en (39), también fue evaluada como muy usual por la mayoría absoluta de los informantes y no hubo ninguna corrección del número. La oración (37b), en cambio, fue transformada una vez en No, nosotros hacemos es proyectos de clase, pese al contexto contrastivo. 3.2.1.6 Concordancia con el complemento circunstancial Cuando el constituyente bajo foco cumple otras funciones sintácticas, que no es ni sujeto ni objeto, el verbo ser se cristaliza normalmente bajo la forma de la 3 a persona singular, es decir, la no concordancia es obligatoria. Pese a ello, en la encuesta había dos excepciones muy interesantes con complementos circunstanciales, que muestran que esta regla no es tan rígida: 40. Él puede son los puros sábados. (muy usual: 22,58%, poco usual: 45,16%, nada usual: 32,26%) 41. Pero es el proyecto más importante, vale son 30 por ciento. (muy usual: 37,5%, poco usual: 37,5%, nada usual: 25%) La oración (40) fue convertida por dos informantes en Él puede es los (puros) sábados, pero diez encuestados escribieron la variante Él puede son los sábados, es decir, lo único que no aceptaron estos últimos fue el adjetivo pu- 44 Méndez Vallejo (2015: 80) observó que la mayoría de los casos de objetos focales fueron evaluados como aceptables (puntuación: 2.6-4.6) sin importar los patrones de concordancia. 45 Muy usual: 55,55%, poco usual: 31,75%, nada usual: 12,7%. <?page no="168"?> 156 Sonja Higuera del Moral ros. Aunque la oración (41) fue transformada por dos informantes en Vale es 30 por ciento, solo un cuarto de los informantes marcó la oración como “nada usual”. 3.2.1.7 Concordancia del verbo precópula con el verbo ser con respecto al tiempo gramatical Aunque el verbo ser se conjuga normalmente en el mismo tiempo que el verbo precópula (ej. Nos veíamos era en diciembre), los informantes debieron evaluar también casos de discordancia, en los cuales el verbo ser está conjugado en otro tiempo gramatical o en presente “por defecto”: 42. Bueno, no todas, yo pude ver es tres o cuatro. (muy usual: 35,48%, poco usual: 32,26%, nada usual: 32,26%) 43. Yo tenía miedo fue por eso. (muy usual: 58,07%, poco usual: 22,58%, nada usual: 19,35%) Se puede observar que la combinación de un tiempo verbal de pasado con un tiempo verbal de presente en (42) fue menos aceptada que la combinación de dos tiempos verbales diferentes de pasado (43). A pesar de la discordancia solo tres informantes, poniendo de manifiesto una alta conciencia lingüística, transformaron las oraciones en yo pude ver fue tres o cuatro (1/ 32) y Yo tenía miedo era por eso (2/ 32) para establecer concordancia temporal. Con un verbo precópula compuesto el verbo ser está en la forma simple correspondiente: 44. Yo te había llamado era para eso. (muy usual: 74,19%, poco usual: 22,58%, nada usual: 3,23%) A pesar de su alta aceptabilidad esta oración fue transformada por tres informantes en Yo te llamé fue para eso. En el Cuadro 2 se ofrecen los resultados del análisis sobre la correlación de los tiempos. Se observa que las correlaciones temporales más aceptadas en esta encuesta son pretérito pluscuamperfecto - imperfecto 46 así como imperfecto - imperfecto, mientras que la correlación pretérito perfecto compuesto - presente de indicativo es la menos usual. Cuando se calcula la aceptabilidad promedio de oraciones con un verbo precópula que está conjugado en un tiempo verbal que no sea presente de indicativo (pretérito pluscuamperfecto, imperfecto de indicativo, perífrasis verbal “ir a + infinitivo”, pretérito perfecto simple, pretérito perfecto compuesto) se obtiene un grado de aceptabilidad más alto 47 que en las oraciones con un verbo precópula en presente. 48 Este 46 Cabe indicar que entre las oraciones más aceptadas en la encuesta de Méndez Vallejo (2015) está la oración […] estos niños habían salido era a buscar al perrito perdido (Santiago: 3.4, Santo Domingo: 3.9). 47 31 oraciones; muy usual: 50,63%, poco usual: 27,62%, nada usual: 21,75%. 48 36 oraciones; muy usual: 46,29%, poco usual: 30,04%, nada usual: 23,67%. <?page no="169"?> ¿Tú estás loca es? 157 resultado puede revelar una tendencia acorde con los datos de Sedano (2003a, 2003b), que muestran que el uso de las SFs es mayor si el tiempo del verbo precópula es [-presente]. 49 Tiempo del verbo precópula Tiempo del ser focalizador Aceptabilidad en % Cantidad de oraciones pretérito pluscuamperfecto imperfecto de indicativo muy usual: 74,19 poco usual: 22,58 nada usual: 3,23 1 imperfecto de indicativo imperfecto de indicativo muy usual: 59,37 poco usual: 23,34 nada usual: 17,29 11 imperfecto de indicativo pretérito perfecto simple muy usual: 58,06 poco usual: 22,58 nada usual: 19,36 1 perífrasis verbal “ir a + infinitivo” presente de indicativo muy usual: 49,47 poco usual: 24,21 nada usual: 26,32 3 presente de indicativo presente de indicativo muy usual: 46,29 poco usual: 30,04 nada usual: 23,67 36 pretérito perfecto simple pretérito perfecto simple muy usual: 45,8 poco usual: 30,84 nada usual: 23,36 14 pretérito perfecto simple presente de indicativo muy usual: 37,1 poco usual: 33,87 nada usual: 29,03 2 pretérito perfecto compuesto presente de indicativo muy usual: 21,87 poco usual: 37,5 nada usual: 40,63 1 Cuadro 2: Correlación de los tiempos gramaticales entre el verbo precópula y ser (foco estrecho) 49 No obstante, se debe hacer la salvedad de que los resultados hacen una comparación difícil. No solo hay más oraciones con un verbo precópula en presente (N=36) que en otro tiempo verbal (N=31), sino que también pueden ser otros factores gramaticales, sintácticos y/ o pragmáticos en las oraciones que condicionan la aceptabilidad. Para evitar este problema metodológico habría que crear una encuesta que propusiera las mismas oraciones en diferentes tiempos verbales. Aún así, habría que tomar en consideración que Sedano se basa en datos naturales y no en juicios de aceptabilidad. <?page no="170"?> 158 Sonja Higuera del Moral 3.2.2 Foco amplio Hablo de foco amplio cuando se focaliza toda la predicación, es decir el foco coincide con toda la información que se suministra (= “sentential focus”, según Toribio 2002). Aunque según Méndez Vallejo (2012a, 2012b) no es posible ese foco en el español colombiano (cf. ejemplo 10b), para los informantes dominicanos de la muestra tiene una aceptabilidad media tanto en oraciones declarativas 50 como interrogativas. 51 3.2.2.1 Funciones semántico-pragmáticas de la SF en las oraciones interrogativas El ser focalizador puede ocurrir en interrogativas totales, 52 que solicitan una respuesta categórica (sí o no) y en las cuales se suele manifestar asombro y falta de comprensión (45) o indignación (46). 45. A y B están en la cocina. Aunque han desayunado hace poco, A está buscando algo para comer. A: “Quiero comer algo.” B: “¿Tienes hambre es? ” (muy usual: 41,94%, poco usual: 29,03%, nada usual: 29,03%) 46. A llega tarde a casa. B está sentada en la sala. A A no le gusta que B le dé comida a la perra en la noche y cuando ve la perra saliendo de la cocina y lambiéndose la boca, le pregunta a B: “¿Tú le diste comida fue? ” (muy usual: 62,5%, poco usual: 28,13%, nada usual: 9,38%) Otro contexto interrogativo, en el que las SFs se utilizan, son las interrogativas retóricas. 53 En este caso la SF no se usa para recabar información, sino para hacer reproches al interlocutor. 47. A, B y C están camino a casa. A está manejando muy mal y sin orientación. B: “¿Te regalaron la licencia fue? ” (muy usual: 70,97%, poco usual: 25,81%, nada usual: 3,23%) Los resultados relativizan la argumentación de Méndez Vallejo (2012a, 2012b), que afirma que la SF se usa solo en interrogativas de eco con un pronombre interrogativo in situ. Es cierto que el ser focalizador no puede focalizar interrogativas parciales, pero sí puede focalizar interrogativas totales, al menos en el español de los dominicanos encuestados. 54 50 7 oraciones; muy usual: 49,54%, poco usual: 27,52%, nada usual: 22,94%. 51 16 oraciones; muy usual: 45,09%, poco usual: 29,26%, nada usual: 25,65%. 52 12 oraciones; muy usual: 44,8%, poco usual: 27,47%, nada usual: 27,73%. 53 3 oraciones; muy usual: 54,84%, poco usual: 31,18%, nada usual: 13,98%. 54 Hay que tener en cuenta que las oraciones provienen de datos naturales de hablantes venezolanos, de modo que se admite ese tipo de SF también en el español venezolano. <?page no="171"?> ¿Tú estás loca es? 159 3.2.2.2 Concordancia del tiempo gramatical en las oraciones interrogativas Existen los mismos patrones de concordancia en el tiempo gramatical entre el verbo de la predicación y el ser focalizador como en el foco estrecho, solo que aquí el verbo ser siempre está conjugado en 3 a persona singular. 48. ¿Estás loca es? (muy usual: 67,74%, poco usual: 19,36%, nada usual: 12,9%) 49. ¿Lo llamaste fue? (muy usual: 61,29%, poco usual: 29,03%, nada usual: 9,68%) 50. ¿Te estabas bañando era? 55 (muy usual: 74,19%, poco usual: 16,13%, nada usual: 9,68%) 51. ¿Tú no la has visto es? (muy usual: 51,61%, poco usual: 19,36%, nada usual: 29,03%) 52. ¿Me lo habías escondido era? (muy usual: 45,16%, poco usual: 25,81%, nada usual: 29,03%) 53. ¿Te vas a quedar allá es? (muy usual: 48,39%, poco usual: 35,48%, nada usual: 16,13% Había también un caso de concordancia defectiva en la encuesta: 54. ¿Se echó un pedo es? (muy usual: 12,9%, poco usual: 41,94%, nada usual: 45,16%) Para establecer concordancia temporal esta oración fue convertida en ¿Se echó un pedo fue? por un informante y en ¿Se tiró un pe(d)o fue? por cuatro informantes. 56 Los datos recogidos en el Cuadro 3 indican que la correlación temporal considerada como más usual es la de pretérito perfecto simple con pretérito perfecto simple. No es sorprendente, pues, que la pregunta ¿Me lo habías escondido era? haya sido convertida dos veces en ¿(Tú) me lo escondiste fue? 55 Esta fue la oración interrogativa más aceptada en la encuesta. 56 Hay que mencionar que la pronunciacíon en el audio es [peo] y que en total, en once ocasiones fue puesto el verbo tirarse en vez de echarse, ya que la colocación tirarse un peo es la común en el español dominicano. El hecho de que la mayoría de los informantes no haya corregido el verbo echarse y que haya un 12,9% en “muy usual” y un 41,94% en “poco usual” podría indicar cierta convergencia dialectal con otras variedades del español, con las cuales los informantes están en contacto en Alemania. <?page no="172"?> 160 Sonja Higuera del Moral Tiempo del verbo precópula Tiempo del ser focalizador Aceptabilidad en % Cantidad de oraciones pretérito perfecto simple pretérito perfecto simple muy usual: 64,89 poco usual: 27,66 nada usual: 7,45 3 imperfecto de indicativo imperfecto de indicativo muy usual: 53,97 poco usual: 22,22 nada usual: 23,81 2 pretérito perfecto compuesto presente de indicativo muy usual: 51,61 poco usual: 19,36 nada usual: 29,03 1 perífrasis verbal “ir a + infinitivo” presente de indicativo muy usual: 48,39 poco usual: 35,48 nada usual: 16,13 1 pretérito pluscuamperfecto imperfecto de indicativo muy usual: 45,16 poco usual: 25,81 nada usual: 29,03 1 presente de indicativo presente de indicativo muy usual: 40,11 poco usual: 28,88 nada usual: 31,02 6 pretérito perfecto simple presente de indicativo muy usual: 12,9 poco usual: 41,94 nada usual: 45,16 1 Cuadro 3: Correlación de los tiempos gramaticales entre el verbo precópula y ser en las oraciones interrogativas 3.2.2.3 Funciones semántico-pragmáticas de la SF en las oraciones declarativas La función más aceptada de las oraciones declarativas es la justificación o explicación de una situación o un acontecimiento. 57 55. A y B están comiendo espaguetis y A le echa mucha salsa de chile habanero. La salsa es tan picante que le comienza a gotear la nariz. B busca pañuelos y se los pasa a A. A se limpia la nariz y dice: “Le eché mucho picante fue.” (muy usual: 45,16%, poco usual: 35,48%, nada usual: 19,36%) Dichas explicaciones también pueden ocurrir en un contexto contrastivo, en el que se descarta implícitamente una explicación y se aporta la razón considerada como verdadera. 58 57 3 oraciones; muy usual: 55,91%, poco usual: 27,96%, nada usual: 16,13%. 58 2 oraciones; muy usual: 48,39%, poco usual: 24,19%, nada usual: 27,42%. <?page no="173"?> ¿Tú estás loca es? 161 56. A y B hablan sobre el hermano de A (el Negro) quien tarda mucho en casarse con su novia. B: “Creo que el Negro todavía no se casa porque no tiene dinero.” A: “Él no quiere es.” (muy usual: 54,84%, poco usual: 16,13%, nada usual: 29,03%) La focalización de una oración declarativa puede también expresar un mero contraste con una proposición anterior. 59 57. A, B y C entraron por curiosidad a una iglesia luterana en Núremberg. A echa broma arrodillándose y haciendo como si estuviera orando con los ojos cerrados. B dice a C: “Mira, el Negro está orando.” C: “No, se está durmiendo es.” (muy usual: 37,5%, poco usual: 37,5%, nada usual: 25%) 3.2.2.4 Concordancia del tiempo gramatical en las oraciones declarativas En las oraciones declarativas el verbo ser aparece solo en 3 a persona singular y concuerda respecto al tiempo gramatical con el verbo precópula, tal como se ilustra en (58), (59) y (60). 58. Tú no la sabes picar es. (muy usual: 41,94%, poco usual: 32,26%, nada usual: 25,81%) 59. Te malacostumbré fue. (muy usual: 58,07%, poco usual: 25,81%, nada usual: 16,13%) 60. Lo estaba poniendo mal era. (muy usual: 64,52%, poco usual: 22,58%, nada usual: 12,9%) Tiempo del verbo precópula Tiempo del ser focalizador Aceptabilidad en % Cantidad de oraciones imperfecto de indicativo imperfecto de indicativo muy usual: 64,52 poco usual: 22,58 nada usual: 12,9 1 pretérito perfecto simple pretérito perfecto simple muy usual: 51,61 poco usual: 30,65 nada usual: 17,74 2 presente de indicativo presente de indicativo muy usual: 44,8 poco usual: 27,2 nada usual: 28 4 Cuadro 4: Correlación de los tiempos gramaticales entre el verbo precópula y ser en las oraciones declarativas 59 2 oraciones; muy usual: 41,27%, poco usual: 30,16%, nada usual: 28,57%. <?page no="174"?> 162 Sonja Higuera del Moral Como se observa en el Cuadro 4, la SF se considera como más usual en combinación con un verbo precópula en imperfecto de indicativo. 3.2.3 La posición del verbo ser focalizador Comparando el grado de aceptabilidad del foco estrecho 60 con el del foco amplio 61 se observa que el foco estrecho les pareció ligeramente más usual a los informantes encuestados que el foco amplio. 62 Este resultado es sorprendente, si se toma en cuenta que nueve informantes convirtieron en total 21 oraciones con foco estrecho en oraciones con foco amplio (ej. Tú sabes que yo te estaba esperando era en vez de Tú sabes que yo te estaba era esperando; Me quedó un poco de tos fue en vez de Me quedó es un poco de tos; Me voy a bañar es en vez de Me voy es a bañar). A esto hay que sumar que un informante 63 marcó la oración ¿Te vas a quedar allá es? como “muy usual” y añadió esta nota: “Existe una tendencia en el lenguaje hablado de colocar/ utilizar el verbo al final.” En contraste con ello, solo en dos ocasiones se encontró una transformación de un foco amplio en un foco estrecho (¿Tú le diste fue la comida? en vez 60 62 oraciones; muy usual: 49,15%, poco usual: 28,63%, nada usual: 22,22%. 61 23 oraciones; muy usual: 46,44%, poco usual: 28,73%, nada usual: 24,83%. 62 Aunque no fue posible seleccionar a los informantes según un criterio diatópico estricto, dado que el estudio tuvo lugar en Alemania, se pueden observar algunas tendencias sobre posibles diferencias dialectales, sin que estas satisfagan exigencias estadísticas. En general, los informantes de la región Suroeste (2 informantes; muy usual: 65,22%, poco usual: 25,54%, nada usual: 9,24%) son los que más aceptan la SF, considerando el foco amplio como más usual que el foco estrecho. En cuanto a los informantes de la región Este/ Sureste (16 informantes; muy usual: 51,56%, poco usual: 23,57%, nada usual: 24,86%) la mayoría acepta también la SF. Para estos informantes, sin embargo, el foco estrecho posee casi el mismo grado de aceptabilidad que el foco amplio. Por último, los informantes de la región del Cibao (14 informantes; muy usual: 40,5%, poco usual: 35,71%, nada usual: 23,78%) manifiestan una aceptabilidad menor que el resto de los informantes y consideran el foco estrecho como más usual que el foco amplio. Estos datos parecen mostrar, pues, que existen diferencias internas entre las variedades del español dominicano en cuanto a la consideración y la aceptabilidad de la SF. En este marco cabe notar que un informante (de Samaná, 37 años, nivel de instrucción bajo) manifestó el fenómeno que los sociolingüistas denominan inseguridad lingüística, es decir, el desacuerdo entre las formas que el informante considera adecuadas y las que en efecto utiliza en su habla espontánea (cf. Alba 2004: 315). Este informante no solo se burló durante la encuesta sobre las oraciones, diciendo “No se usa tanto ese fue en mi país”, sino que aceptó en la mayoría el foco estrecho (muy usual: 62,32%, poco usual: 11,59%, nada usual: 26,09%) pero no el foco amplio (muy usual: 8,7%, poco usual: 34,78%, nada usual: 56,52%). Cuando le dije que unos minutos antes, hablando de un pollo que estaba cocinando, él mismo había pronunciado la oración No, lo puse en el horno fue, se quedó boquiabierto. 63 Se trata de un hombre de Santo Domingo (32 años, nivel de instrucción alto). <?page no="175"?> ¿Tú estás loca es? 163 de ¿Tú le diste comida fue? , y Lo estaba era poniendo mal en vez de Lo estaba poniendo mal era). 64 3.2.4 Factores sociolingüísticos En cuanto al sexo, se puede decir que los hombres 65 y las mujeres 66 evaluaron las oraciones de manera similar. Con relación a la edad se observa que el primer 67 y el segundo grupo generacional 68 no se diferencian mucho respecto a sus juicios. La aceptabilidad disminuye, en cambio, en el tercer grupo generacional. 69 Existe entonces la tendencia de que los informantes jóvenes aceptan más la estructura que los hablantes mayores. Los resultados respecto al nivel de instrucción revelan que los informantes del nivel bajo ponen de manifiesto una alta aceptabilidad. 70 Los informantes del nivel medio 71 consideran la SF como menos usual y el menor grado de aceptabilidad se encuentra entre los informantes del nivel alto. 72 Parece que cuánto más alto es el nivel de instrucción, tanto más baja es la aceptabilidad de la SF. Por lo tanto, es posible que la edad y el nivel de instrucción influyan en la aceptabilidad de la SF. 73 En lo que se refiere a la duración de la estancia, se manifiesta la tendencia de que la aceptabilidad aumenta conforme los informantes residen más tiempo en Alemania. Así, los inmigrantes de estancia de larga duración 74 ponen de manifiesto una aceptabilidad más alta de la SF que los inmigrantes de 64 Cabe mencionar que se observaron cinco casos de foco estrecho en los cuales se cambió la posición del verbo ser dentro de la oración (El se quiere ir es en el carro del Negro en vez de El quiere es ir en el carro del Negro; Tengo que ponerle es mucha concentración en vez de Tengo es que ponerle mucha concentración; Me falta nada más retocar es el volumen en vez de Me falta nada más es retocar el volumen; Estaba haciendo así era para que se fuera todo para bajo en vez de Estaba haciendo era así para que se fuera todo para bajo [dos veces]). 65 11 hombres; muy usual: 48,74%, poco usual: 26,57%, nada usual: 24,69%. 66 21 mujeres; muy usual: 47,21%, poco usual: 30,02%, nada usual : 22,77%. 67 7 informantes de 17 a 30 años; muy usual: 50%, poco usual: 30,43%, nada usual: 19,57%. 68 17 informantes de 30 a 40 años; muy usual: 51,72%, poco usual: 25,07%, nada usual: 23,21%. 69 8 informantes de 40 a 55 años; muy usual: 37,5%, poco usual: 35,33%, nada usual: 27,17%. 70 14 informantes; muy usual: 61,1%, poco usual: 27,02%, nada usual: 11,88%. 71 14 informantes; muy usual: 37,73%, poco usual: 32,69%, nada usual: 29,58%. 72 4 informantes; muy usual: 33,66%, poco usual: 20,83%, nada usual: 45,51%. 73 Para poder determinar si realmente existe una correlación estadística entre las variables se necesitaría realizar una prueba de Chi-cuadrado (X 2 ), lo que se podría hacer en un futuro estudio. Cabe indicar que Sedano (2003a) demostró con datos naturales de informantes venezolanos que el uso de la SF es condicionado por el nivel socioeconómico y la edad. 74 10 informantes; muy usual: 53,8%, poco usual: 32,83%, nada usual: 13,37%. <?page no="176"?> 164 Sonja Higuera del Moral mediana 75 y corta 76 duración. Esto se podría atribuir, posiblemente, a cierta convergencia dialectal con otras variedades del español (sobre todo la venezolana y la colombiana) con las que los dominicanos encuestados están en contacto en Alemania. Cabe mencionar en este contexto que la gran mayoría de los informantes llegaron a Alemania en edad adulta. Resulta llamativo que entre los cuatro informantes que llegaron antes de cumplir los 15 años la SF cuenta casi con una aceptabilidad alta. 77 Una de las razones de este resultado puede residir en el hecho de que estas personas emigraron de la República Dominicana antes de comenzar la educación media, de modo que es probable que hayan sido influenciados en menor medida por la norma culta y prescriptiva. 4 Conclusiones En conjunto, conviene destacar que la SF 78 tenía, en promedio, una aceptabilidad media en la encuesta, y posiblemente habría sido más aceptada si los informantes observados no hubieran evaluado en muchas ocasiones el léxico o aspectos gramaticales 79 y fonéticos. 80 No obstante, las correcciones que incluyen la SF revelan que la estructura está presente en el uso de los dominicanos con estancia en Alemania. En cuanto al foco estrecho, los resultados muestran que la SF desempeña distintas funciones semántico-pragmáticas y que no es adecuada solo en un foco contrastivo, como lo postulan Bosque (1998-1999; 1999) y Camacho (2006), sino que es asimismo aceptable en un foco informativo, e incluso en un contexto “out of the blue” (en oposición a la tesis de Méndez Vallejo 2012a). Los datos relativizan también los patrones de concordancia con objetos directos plurales en número que defiende Mendez Vallejo (2012b), dado que la concordancia, al parecer, no es condicionada por el contraste. Además, se ha podido refutar el argumento formulado por Toribio (1992; 2002) de que los sujetos focales no se admiten, pues para la mayoría de los 75 15 informantes; muy usual: 46,98%, poco usual: 30,66%, nada usual: 22,36%. 76 7 informantes; muy usual: 40,99%, poco usual: 19,26%, nada usual: 39,75%. 77 Muy usual: 59,51%, poco usual: 30,16%, nada usual: 10,33%. 78 92 oraciones; muy usual: 47,89%, poco usual: 28,84%, nada usual: 23,27%. 79 Ello muestra, sin embargo, que el cuestionario fue bien diseñado en el sentido de que el objetivo del estudio pasó desapercibido para muchos informantes. 80 En algunos casos, sobre todo ante consonante, los informantes hicieron hincapié en que no se pronunciaba [es], sino [e] o [eh] (ej. Llego e cansada). Cuando el verbo ser está ante una vocal, aceptaron muchas veces la pronunciación [es] (ej. La cola se la cortan es al dóberman). Al final de oración, tanto en declarativas como interrogativas, <es> fue corregido varias veces a <¿eh? > o <e/ eh> (ej. tres veces (Tú) estás loca ¿eh? ), dos informantes insistieron, en cambio, que en la oración interrogativa sonaba la -s al final (ej. ¿Estás loca es? ). <?page no="177"?> ¿Tú estás loca es? 165 informantes de la muestra estos son muy usuales. Otra teoría que se puede matizar es la de Curnow y Travis (2004), que propone que la SF admite tanto la focalización del pronombre indefinido nada como la subida de clíticos. Mientras que esta última tiene una aceptabilidad media, el pronombre indefinido nada como constituyente focalizado obtiene solo una aceptabilidad baja en esta encuesta. El hecho de que los constituyentes con el mayor grado de aceptabilidad sean las subordinadas adverbiales, los sintagmas preposicionales y los gerundios podría ser un indicio de que la motivación de la SF consiste en su simplicidad estructural (cf. Sedano 1990; 2003a, 2003b). En lo que respecta al foco amplio, se ha corroborado la afirmación de Toribio (1992; 2002) de que la focalización en posición final de oraciones declarativas es usual para los dominicanos. No obstante, se ha podido observar que los informantes de la muestra aceptan el ser focalizador aún más al final de oraciones interrogativas totales sin pronombre interrogativo. Estas no habían sido tomadas en consideración en estudios anteriores y Méndez Vallejo (2012a; 2012b) había excluído la SF en interrogativas totales, postulando que solo se admitían en interrogativas eco. En relación con la correlación de tiempos gramaticales entre el verbo precópula y el verbo ser, existe la tendencia, ya observada por Sedano (2003a; 2003b), de que la SF, tanto en oraciones con foco estrecho como con foco amplio, se favorece más con un verbo precópula conjugado en otro tiempo verbal que en presente. En lo que se refiere a factores sociolingüísticos, la SF parece ser más usual entre informantes jóvenes, informantes con un nivel de instrucción bajo e informantes de larga duración de estancia en Alemania. El hecho de que los informantes del nivel de instrucción alto hayan manifestado una aceptabilidad baja se debe posiblemente a la influencia de la norma prescriptiva. Por esta razón y en vista de la inseguridad lingüística, que algunos hablantes ponen de manifiesto, sería muy interesante realizar un estudio sobre las actitudes lingüísticas con respecto a la SF. Aunque no se puedan hacer generalizaciones categóricas sobre la SF en el español dominicano, esta investigación puede servir de punto de partida para futuros estudios. En este marco, un desiderátum consiste en crear un corpus sociolingüístico del habla dominicana para observar la correlación de la SF con variables sociales y analizar su uso y frecuencia, tanto al final como en el interior de la oración, en conversaciones naturales. <?page no="178"?> 166 Sonja Higuera del Moral 5 Bibliografía Alba, Orlando. 2004. Cómo hablamos los dominicanos - un enfoque sociolingüístico. Santo Domingo. Albor, Hugo R. 1986. “Uso e interpretación de ser en estructuras galicadas y en él necesita es descansar”. En: Thesaurus XLI. 175-186. Bosque, Ignacio. 1999. “On focus vs. Wh-movement: The case of Caribbean Spanish”. En: Sophia Linguistica 44-45. 1-32. Bosque, Ignacio. 1998-1999. “Sobre la estructura sintáctica de una construcción focalizadora”. En: Boletín de filología 37 [Homenaje al profesor Ambrosio Rabanales]. 207-231. Caicedo H., Maximiliano. 1996. Diferenciación dialectal en el español hablado en Buenaventura. Cali. 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Sáez Rivera (Universidad Complutense de Madrid) Viajes lingüísticos de ida y vuelta: el español de los dominicanos en Madrid y su plasmación en el Paisaje Lingüístico * 1 Introducción En este trabajo se comparan dos situaciones de contacto dialectal en diferentes momentos de la historia, subrayando sus diferencias y parecidos: la que se produjo por el viaje de ida de los españoles de diferente origen en la isla de La Española a raíz del descubrimiento y conquista de América y la que se ha producido recientemente en un viaje de vuelta del español de los dominicanos en Madrid desde finales del siglo XX a la actualidad. El objeto de tal comparación es intentar entender mejor ambas situaciones, pero especialmente la última en la que nos centramos y sobre la que aportamos nuevos datos. Presentar algunos datos demográficos y explicar algunos hechos históricos en ambos momentos históricos a caballo entre dos siglos (finales del siglo XV y comienzos del XVI frente a finales del siglo XX y comienzos del XXI) nos servirá de base para centrarnos en las peculiaridades de la presencia del español dominicano en Madrid en la actualidad. De este modo, reflexionaremos sobre la posibilidad de un proceso de koineización en el Madrid actual similar al supuestamente producido en las Antillas a comienzos de la presencia española, y señalaremos algunos procesos de convergencia y divergencia dialectales documentados o en proceso de documentación en la capital española que revelan la diferente valoración de la variedad dominicana del español en diversos ámbitos de la ciudad. A este respecto, terminaremos centrándonos en la investigación propia sobre el Paisaje Lingüístico de Madrid como escenario privilegiado y fácilmente visible de la diversa presencia del español dominicano en Madrid. Todo ello nos llevará a plantearnos la imprevisibilidad de los cambios históricos y lingüísticos, y la difi- * Este trabajo se encuadra dentro del proyecto Programes 4: “Procesos de gramaticalización en la historia del español (IV): gramaticalización y textualización”, referencia FFI2012-31427, financiado por el Ministerio de Economía y Competividad (España). La página web del proyecto es la siguiente: https: / / www.ucm.es/ procesosdegramati calizacionenlahistoriadelespanol/ [última consulta: 08.06.2015]. <?page no="184"?> 172 Daniel M. Sáez Rivera cultad, pero también lo provechoso, de comparar situaciones de contacto dialectal, en diferentes épocas y lugares, a la vez análogas y distintas. 2 Viajes de ida y viajes de vuelta del español de La Española: algunos datos históricos y demográficos La lengua española se construye y se expande a golpe de viajes, conquistas, descubrimientos y migraciones que siguen los mismos avatares imprevisibles de la historia. Para el español de la isla de La Española, luego isla de Santo Domingo, el momento fundacional se puede fechar con la llegada de Colón a la isla el 5 de diciembre de 1492. De ahí la importancia de Santo Domingo como base, tanto para la conquista del resto de las Antillas (Boyd- Bowman 1956: 1157), como para la formación de la primera koiné antillana (Granda 1994), o primera nivelación interlectal, de base indudablemente andaluza (Vaquero de Ramírez 1992). O quizá habría que hablar mejor de koiné meridional en la que, como germen del seseo, habría que contar no solo a los andaluces (un 60% de 1493 a 1519, según Boyd-Bowman 1956: 1156), sino también a los canarios (Sánchez Méndez 2003: 89) que no siempre dejaban huellas en los registros de pasajeros a Indias y se embarcaban sin mayor control en sus propias islas. Además, a este contingente se podría sumar el de población procedente de Extremadura, Castilla-La Nueva (lo que aproximadamente hoy es Castilla- La Mancha y la provincia de Madrid) e incluso Murcia, zonas pertenecientes hoy a dialectos de transición en las que se aspira la -s, y también se encuentran otros rasgos meridionales como la neutralización de líquidas (García Mouton 2006: 161), y que, dada la continuidad habitual que (según la hipótesis de Inés Fernández-Ordóñez 2001) suelen tener los dialectos hispánicos, es previsible que ya traslucieran tales rasgos en la época de la conquista, un acicate más para la aparición de tales variantes lingüísticas, caracterizadoras de tierras bajas, en las Antillas, y la isla de La Española en particular. Así pues, utilizando en especial datos de la descripción del repartimiento de Indias (1514), Boyd-Bowman (1985: XXXVIII) contabilizaba en la isla de Santo Domingo entre 1493 y 1519 un 26,98% 1 de vecinos andaluces (109/ 404), la cifra más alta solo seguida de los castellanos viejos (23,76%: 96/ 404). No obstante, si a los andaluces añadimos los extremeños con un 8.17 (33/ 404), los castellanos nuevos con un 10.64 (43/ 404) e incluso los pocos murcianos (2/ 404: 0,5%), 2 se nos arroja un nada despreciable 46,29% (187/ 404) de población meridional, sin contar con los canarios que no aparecen en la tabla. Incluso utilizando datos demográficos del propio Henríquez Ureña (2003 [1931]), previos a los de Boyd-Bowman (1956), y usados por Henríquez 1 Boyd-Bowman (1985: XXXVIII) redondea en 27%. 2 Boyd-Bowman (1985: XXXVIII) redondeaba el porcentaje en 0,45%. <?page no="185"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 173 Ureña contra la hipótesis andalucista 3 se puede observar el impacto meridional conjunto de andaluces, canarios, extremeños, manchegos (o castellano-nuevos) y murcianos: 2647 de 4209 (62,89%) de los viejos registros del Archivo de Indias manejados por Henríquez Ureña para la época colonial, según sus tablas (Henríquez Ureña 2003 [1931]: 136): 527 pasajeros de Castilla la Nueva (desglosados del total del Castilla, que el dominicano proporciona en conjunto al opinar que toda Castilla tiene variedad norteña), 1437 de Andalucía, 362 de Badajoz y 291 de Cáceres (ambas provincias de Extremadura), 2 de Canarias, y 14 de Albacete (hoy parte de Castilla-La Mancha), y otros 14 de Murcia. A esta primera migración externa de población importada de la Península y de Canarias, de cara a la formación del español antillano habría que unir migraciones internas en las Antillas en la época colonial y posterior, de ahí familias que son de toda la zona, como los Heredia, Baralt, etc. (Henríquez Ureña 1982 [1940]: 36), y por supuesto el aporte esclavo negro desde el siglo XVI traído directamente de África, a lo que hay que sumar las migraciones y contactos con haitianos, especialmente en el siglo XIX, pero también en el XX (Henríquez Ureña 1982 [1940]: 130-136, “Cap. VIII. Elementos exóticos”), y por supuesto aún en el siglo XXI. Pero este viaje de ida del español se vuelve también un imprevisible viaje de vuelta a España, con la llegada abundante de dominicanos a España dentro de las diferentes oleadas de migración que arribaron a España desde finales del siglo XX (Pujol 2006), en especial hispanoamericanos atraídos por la lengua común, uno de los estudiados factores de atracción migratoria (Alonso 2010: 64). La mayoría de la población dominicana en Madrid procede del sur de la República Dominicana, mientras que el norte sigue emigrando a Estados Unidos. Aunque, según los últimos datos estadísticos, la llegada de dominicanos no solo se ha detenido, sino que ha empezado a revertirse (aún en 2012, de cuando datan las estadísticas recogidas en Sáez Rivera 2014: 415, aumentaban levemente). Ello no impide que se mantenga aún, por ejemplo en Madrid, una comunidad estable con fuertes lazos de cohesión, 4 lo cual produce 3 No hay que olvidar que Boyd-Bowman (1956), aunque llega a conclusiones diferentes a las de Henríquez Ureña (2003 [1931]), al defender la impronta de la población andaluza en el español americano, especialmente antillano, frente al sabio dominicano que minimiza su impacto a favor de la hipótesis poligenética, no deja de reconocer la influencia de Henríquez Ureña, de cuyo trabajo especialmente parte: “Elaborating the work of these scholars, particularly that of the late Pedro Henríquez Ureña, whose manuscript notes and files are in my possession, and using a wide range of sixteenth-century Spanish and colonial sources, I have been able to establish with reasonable certainty the regional origin of some 40.000 colonists (men, women, and children) who came to the Indies prior to 1600” (Boyd-Bowman 1956: 1154). 4 Un modelo sobre procesos de integración sociolingüística en España ofrece Moreno Fernández (2009): integración de supervivencia > integración educativo-laboral > integración <?page no="186"?> 174 Daniel M. Sáez Rivera concentración de dominicanos en algunos barrios en forma de áreas etnificadas, sin poder llegar al calificativo de guetos, pues la presencia dominicana en la zona no excluye la de otros contingentes extranjeros (sobre todo hispanoamericanos), aparte de por supuesto la población local previa. Se trataría de algunos barrios y localidades del sur de Madrid pero, sobre todo, ciertas calles aledañas a Bravo Murillo (Topete, Almansa, etc.) en el distrito de Tetuán, que ha llegado a recibir el calificativo de “Pequeño Caribe”, zona en la cual se centra en gran medida el estudio sobre el Paisaje Lingüístico que se presentará después (ver apartado 3). En cuanto a algunas cifras en concreto, según el Barómetro de Inmigración de la Comunidad de Madrid, con datos de enero de 2014, los dominicanos son la octava nacionalidad extranjera en la Comunidad de Madrid, con 30.906 miembros (un 3,69% del total de población extranjera), tras, en este orden, los procedentes de Rumania, Marruecos, Ecuador, China, Colombia, Perú y Bolivia. A resultas de la crisis económica que afecta a España, el crecimiento de la población extranjera en Madrid es desde 2011 negativo (con la excepción de la población de origen chino, la única que crece), lo cual se manifiesta también en el colectivo dominicano: por ejemplo, a principios de 2014 en un año se habían ido de Madrid 2768 dominicanos (Barómetro de Inmigración en la Comunidad de Madrid 2014). 3 Fenómenos de contacto dialectal de los dominicanos en Madrid Al contrario de lo que ocurrió en los comienzos de la conquista de América, tiempos en los que el contacto dialectal o interlectal resultó en una koinezación, 5 es poco probable que exactamente el mismo proceso se produzca en Madrid, primero porque el número de hablantes de la norma local sigue siendo muy superior a la de los inmigrados hispanoamericanos (en el caso que observamos, dominicanos) 6 y, además, porque los dialectos no están al social > integración identitaria. En el caso dominicano, dado que la lengua se comparte, habría que partir de la integración educativo-laboral, e interrogarse sobre la naturaleza de la integración social, y hasta qué punto es necesario o posible una integración identitaria según la cual los dominicanos habrían de llegar a sentirse españoles, todo lo cual, según la configuración de las redes sociales de los dominicanos, habría de tener inevitablemente un impacto en la mayor o menor convergencia lingüística hacia la norma local. 5 Sobre el contacto dialectal y la posible creación de nuevos dialectos por koineización, cf. Trudgill (1986). 6 Si tomamos las cifras del mismo Barómetro de Inmigración en la Comunidad de Madrid (2014), las principales nacionalidades hispanoamericanas (Ecuador: 65.747; Colombia: 46.342; Perú: 38.926; República Dominicana: 30.906; Paraguay: 26.006) supondrían 3,22% del total de población de la Comunidad de Madrid (6.448.272), incluida tanto la española (5.571.779, de los cuales 1.175.427 son nacionalizados españoles de origen extranjero) como la extranjera sin nacionalizar (876.493). El peso proporcional <?page no="187"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 175 mismo nivel socialmente: aunque no podemos identificar totalmente la norma local con la norma estándar peninsular, en todo caso es dominante sobre la inmigrada de diferentes países hispanoamericanos, esto es, tiene más prestigio. Una muestra de esta diversa valoración de variedades sería la condena en la escuela del empleo de otra lengua o variedad que no sea la castellanonorteña, así pues cualquiera hispanoamericana, como la dominicana. El fenómeno ha sido observado por Luisa Martín Rojo y colaboradores (2003; 2007; 2010), con un método que conjuga la etnografía y el análisis del discurso a través de la observación participante en las aulas de cuatro centros escolares de Madrid. En sus estudios se muestra cómo las variedades americanas, entre ellas la dominicana, no solo son despreciadas, sino incluso reprimidas con frecuencia, de modo que el seseo o el léxico hispanoamericano son tildados por los profesores como incorrectos (Martín Rojo et al. 2003: 76). Así pues, las variedades americanas, y entre ellas la dominicana, quedan descapitalizadas en el proceso educativo (Martín Rojo et al. 2010: 366), podríamos añadir que carecen de prestigio abierto. No se aplica en clase, por tanto, la ideología panhispánica que tanto promueve la Real Academia Española y las Academias correspondientes en su discurso por la cual todos los estándares hispánicos serían igualmente valorados, sino que se confirman críticas de la predominancia en el “panhispanismo” de la norma madrileño-castellana (Valle 2007: 31-56; Zimmermann 2008: 204), frente a una hipotética norma pluricéntrica del español, con variedades estándares bien supranacionales (Oesterreicher 2002), bien nacionales (Zimmermann 2008: 202-203). De esta manera, se suele desaprovechar en las aulas la presencia de hablantes hispanoamericanos, como los dominicanos, en cuanto ejemplo de la riqueza y diversidad del español y la pluralidad de sus estándares. Esta descapitalización de la variedad dominicana en el ámbito escolar contrasta con su presencia en el Paisaje Lingüístico de Madrid y con otros fenómenos de prestigio encubierto precisamente en población en edad escolar, como algunos casos próximos al “language crossing” de los que se tiene noticia en Madrid y que podrían resultar análogos a los detectados y analizados por Rampton (1995) en Inglaterra en los grupos de amigos adolescentes de diferente procedencia étnica (inglesa, caribeña, india y pakistaní) que emplean características lingüísticas de los pares del grupo ajenas en principio a las propias, con la diferencia de que el cruce o crossing se realiza en Madrid entre variedades más que entre lenguas, por lo que habría que etiquetarlo más bien como “variety crossing”, o más ampliamente “linguistic crossing”. Así, aunque no observado directamente por un lingüista, trabajadores sociales con los que se ha contactado en el trabajo de campo nos han de esta población hablante de variedades americanas es, pues, mucho menor a las cifras de hablantes meridionales en el comienzo de la conquista americana. <?page no="188"?> 176 Daniel M. Sáez Rivera proporcionado noticias del empleo de rasgos lingüísticos reconocibles como dominicanos en adolescentes españoles y marroquíes en barriadas marginales del sur de Madrid con alta concentración de dominicanos, aunque el funcionamiento exacto de esta manera de “crossing” queda aún por explorar con más detalle. A esta influencia del habla dominicana en Madrid se podría añadir la posibilidad de que el habla de los dominicanos se acumulara a la influencia meridional en Madrid como componente de la configuración del español madrileño y de su estratificación sociolingüística, ya que las clases populares de Madrid -en gran parte procedentes precisamente del sur de España- llevan siendo meridionalizantes desde el siglo XIX, con rasgos especialmente caracterizadores como precisamente la aspiración de la -s (cf. Molina Martos 2006; Saéz Rivera 2014: 406), que en el caso de la población dominicana suele llegar a la pérdida, especialmente en clases socioculturales bajas y en los estilos informales, e incluso produce reposición de -s hipercorrecta (Terrell 1986; Alba 2012; Bullock/ Toribio/ Amengual 2014). Centrándonos en los hablantes dominicanos es posible hablar de diversos fenómenos de acomodación, 7 de convergencia o divergencia con respecto a la norma madrileña, lo cual está estudiando Manuel Peralta Céspedes en su tesis doctoral (dirigida por Eugenio Bustos Gisbert y Daniel M. Sáez Rivera), con diversos resultados ya, entre los cuales el que se puede ver también en este volumen. Un primer adelanto de ese trabajo en curso fue el estudio de Peralta Céspedes (2015) sobre el uso de los tiempos compuestos entre la población dominicana en Madrid y como, según diferentes factores, pero sobre todo el tiempo de estancia en Madrid, los dominicanos en Madrid tienden a adoptar el empleo temporal de los tiempos compuestos, típico de la variedad centro-peninsular a la que están expuestos, frente al valor aspectual que posee tal perífrasis en el Caribe. Esa convergencia resulta paralela a la que hacen los migrantes ecuatorianos adolescentes al abandonar el uso eventual del pretérito perfecto de nuevo a favor del temporal de la norma madrileña (Palacios Alcaine 2007). Otro fenómeno estudiado es el de las formas de tratamiento, pues los dominicanos forman también parte del estudio de Isabel Molina Martos (2010a, 2010b) que muestra la contradicción de que los hispanoamericanos tienden a tildar a los madrileños de rudos y poco corteses, pero a la vez tienden a converger a un mayor uso de tú, según la preferencia madrileña. En cuanto al caso dominicano concreto, la mitad dice no haber cambiado su forma de hablar, y aunque se incluyó en el cuestionario el uso de su merced, forma documentada en varios países hispanoamericanos y estudiada en República Dominicana por Pérez Guerra (1988, 1989), ningún informante 7 Según la propuesta original de Giles/ Taylor/ Bourhis (1973) y Giles/ Coupland/ Coupland (1991). <?page no="189"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 177 dijo utilizarla. 8 En cuanto a la falta de registro de su merced entre los dominicanos en Madrid puede incidir que la forma estuviera ya en proceso de estigmatización cuando Pérez Guerra realizó sus encuestas en 1987-1988 (cf. Pérez Guerra 1989: 203) y que, aunque aún se recogiera en hablantes menores de 30 años, estos ya han envejecido y es probable que entre la generación más joven (que es la que mayoritariamente emigra) la forma esté en proceso recesivo; en tal caso, es posible además que ante una pregunta directa se responda negativamente acerca del uso de una forma carente de prestigio. Aparte, según los estudios de Molina Martos (2010a, 2010b) los dominicanos prefieren mayoritariamente que sus hijos se adapten al español madrileño. Dada la comodidad de estudio mediante encuestas, uno de los tipos de trabajo más frecuente sobre variantes interlectales o de interlengua en Madrid es el de las actitudes lingüísticas (de hecho se puede criticar que el trabajo de Molina Martos 2010a, 2010b probablemente mida más actitudes que usos reales, debido al empleo precisamente de una metodología de encuesta directa sobre usos y no de observación participante). Respecto a la población dominicana, de nuevo Peralta Céspedes (2014a; 2014b; 2015) ha realizado varios estudios en los cuales destaca la conclusión de que los dominicanos individualmente están dispuestos a cambiar su manera de hablar, convergiendo con el habla local cuando es necesario, pero no aceptan que el resto de miembros de su grupo de pares hable “como madrileños”, y perder con ello su identidad como dominicanos. Por tanto, como es lógico pensar, los hablantes de variedades americanas en Madrid no se comportan lingüísticamente igual que en su país de origen, sino que alteran en alguna medida su habla al entablar un contacto interlectal con hablantes de variedades de España y de otros países de Hispanoamericana, en un contexto además multicultural con presencia de hablantes no nativos de español. Por ello, se puede criticar la confección de la Dialectoteca de Iowa (http: / / www.uiowa.edu/ ~acadtech/ dialects/ ) que ofrece como perfectos representantes del habla de un país hispano a informantes inmigrados en EE.UU. o hijos de inmigrantes en el país. Es más cauto presentar a tal tipo de informantes precisamente como ejemplo de miembros de una sociedad multicultural en la que los hablantes llevan a cabo diferentes procesos de acomodación lingüística, como se muestra en las entrevistas recogidas en el proyecto docente Madrid multicultural dirigido por Hiroto Ueda (http: / / spanish.ecc.u-tokyo.ac.jp/ aries/ mad/ index.html). 8 La pregunta del cuestionario en concreto era la siguiente: “¿Qué forma de tratamiento utiliza más: tú, usted, sumercé, vos, etc.? ” (Molina Martos 2010a: 873). <?page no="190"?> 178 Daniel M. Sáez Rivera 4 El Paisaje Lingüístico dominicano en Madrid capital Previamente hemos hablado del concepto de Paisaje Lingüístico, del que conviene aclarar que seguimos la definición de Landry/ Bourhis (1997: 25), de gran predicamento en la actualidad: The language of public road signs, advertising billboards, street names, place names, commercial shop signs, and public signs on government buildings combines to form the linguistic landscape of a given territory, region, or urban agglomeration. Uno de los aspectos más llamativos de la presencia de dominicanos y su habla en la capital de España reside precisamente en las trazas que dejan en los textos públicos que configuran el Paisaje Lingüístico de la ciudad, con especial concentración en las áreas más etnificadas (Castillo Lluch/ Sáez Rivera 2011), igual que lo hacen y lo habían hecho ya en otras ciudades como Nueva York (cf. Alvar 2000: 37). Dentro del caso que nos ocupa, el Paisaje Lingüístico destaca como índice del poder y el estatus relativo de los grupos lingüísticos de una comunidad, y una muestra de la vitalidad etnolingüística que poseen: It is proposed that the linguistic landscape may serve important informational and symbolic functions as a marker of the relative power and status of the linguistic communities inhabiting the territory. Using the theoretical framework of ethnolinguistic vitality, it was hypothesized that the experience of the linguistic landscape emerges as a distinct factor separate from other measures of linguistic contacts (Landry/ Bourhis 1997: 23). Así pues, la fuerza del colectivo dominicano en Madrid deja importante huella de formas diversas en el Paisaje Lingüístico de Madrid, especialmente en las zonas de mayor concentración como el “Pequeño Caribe” del distrito de Tetuán, 9 y es una muestra del mantenimiento de la propia variedad y de su vitalidad etnolingüística como colectivo (definida la vitalidad etnolingüística como lo que hace probable que un grupo se comporte como un colectivo distinto y activo en situaciones intergrupales, cf. Giles/ Bourhis/ 9 A continuación se muestran resultados de una investigación de campo realizada en conjunto con Mónica Castillo Lluch entre junio de 2009 y septiembre de 2010, que ya dio fruto a tres artículos (Castillo Lluch/ Sáez Rivera 2011; 2012; Sáez Rivera/ Castillo Lluch 2012). En tales trabajos, se realizaron fotografías en el centro de Madrid y en las zonas de mayor concentración emigrada (en el caso dominicano especialmente el distrito de Tetuán, aunque también en menor medida barrios del sur de la ciudad como Arganzuela y Vallecas), documentando todos aquellos signos en los que apareciera una lengua o una variedad lingüística que no fuera el español centro-peninsular. Tales fotografías se complementan con otras realizadas por mí mismo en septiembre de 2013 en la calle Albarracín en el barrio de Simancas, distrito de San Blas-Canillejas. Se volvió a visitar igualmente Tetuán para comprobar la pervivencia o no de establecimientos dominicanos (la mayoría persisten, de hecho). <?page no="191"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 179 Taylor 1977 y Bourhis/ Giles/ Rosenthal 1981). La multiplicidad de negocios regentados por dominicanos en la zona, en especial restaurantes, peluquerías, locutorios y tiendas de alimentación, produce signos lingüísticos de aroma dominicano en los mismos nombres de los establecimientos, como la peluquería Quisqueya, nombre taíno de la isla Española, pero también en los menús, que anuncian numerosos platos dominicanos, en diferentes anuncios en forma de póster, e incluso en los horarios, como veremos después. Desde un punto de vista semiótico, a ello cabe añadir las pintadas y murales, como el mural dedicado en la calle Topete a un muchacho dominicano que fue asesinado en 2009, y la frecuente utilización de representaciones de la bandera dominicana como elemento decorativo en las fachadas de los establecimientos. Asimismo, estos textos callejeros se pueden emplear como corpus para el estudio del español dominicano en Madrid, y de los procesos de mantenimiento dialectal y acomodación lingüística. Su interés como corpus escrito destaca además porque los signos carecen del control editorial que pueden tener los cauces escriturales habituales como la prensa y los libros, por lo que con frecuencia están cerca de la inmediatez comunicativa (conforme la definen Koch/ Oesterreicher 2007), de modo que es posible documentar cacografías que revelan rasgos fonéticos dialectales subyacentes o léxico que normalmente queda inadvertido y así no queda recogido en diccionarios, como ocurre con algunos vocablos que hemos documentado en el Paisaje Lingüístico dominicano de Madrid, pero que no aparecen en el Diccionario de americanismos (ASALE 2010). Si recorremos los diferentes niveles lingüísticos, podemos encontrar los siguientes tipos de español dominicano, indicio de su mantenimiento divergente con respecto a la norma local, recalcamos: 4.1 Nivel fónico Se registra sobre todo seseo, normalmente deducible de la ultracorrección de c/ z. Así, en los carteles colgados en peluquerías dominicanas se ofrecen “EX- TENCIONES Y TRENZAS” (ver Fig. 1) de cabello o se señala que “SE APLI- CAN EXTENCIONES Y TRENZAS DE TODO TIPO”, en ambos ejemplos con la grafía ultracorrecta c en la palabra extensiones, que también se documenta (ver Fig. 3). Asimismo son frecuentes los fenómenos en los menús de los restaurantes dominicanos, sobre todo si son manuscritos (ver Fig. 2), como es el caso de “QUEZADILLA” donde la cacografía ultracorrecta es z, en quesadilla, y en el mismo menú se registra la aspiración/ pérdida de -s final (“ALITAS PICANTE” por alitas picantes, quizá también en “QUEZA- DILLA” por quesadillas); en otra carta de platos, en este caso un letrero manufacturado, colgado en la calle, documentamos la neutralización de líquidas típicamente caribeña y dominicana, especialmente en el sur de la isla en <?page no="192"?> 180 Daniel M. Sáez Rivera torno a la capital (Canfield 1988: 97-99; Vaquero de Ramírez 1996: 60): “CARDO DE BOLA” por caldo de bola (ver Fig. 6) . 10 4.2 Nivel morfosintáctico Por un lado, podemos encontrar la aposición arcaizante “Los días + día de la semana” (Kany 1970: 74) del tipo “los días lunes” en algunos horarios de negocios dominicanos (como se puede comprobar en la Fig. 3). Por otro lado, resulta especialmente llamativa la formación de nombres de negocios con la inicial D’ a la manera supuestamente italiana, pero sin respetar o saber que tal preposición abreviada solo se produce ante vocal: de este modo, junto a formulaciones aceptables como D’Abi Peluquería o Peluquería D’Ana, abundan en cambio formaciones llamativas del tipo D’Lenny Peluquería (Fig. 4), D’Maritza Peluquería, Peluquería D’Solange Unisex o D’Guille Bar. Estas construcciones, anómalas si las comparamos con el italiano, probablemente estén mediadas por los negocios de estirpe italiana que son fáciles de encontrar en Estados Unidos, para el caso dominicano especialmente en Nueva York, y que han sido tomadas como modelo para esta forma tan dominicana de denominar locales por el nombre del propietario. Un indicio también morfosintáctico de que estas estructuras con D’ proceden de ámbito anglosajón es que en los mismos ejemplos se pueden rastrear influencias de la lengua inglesa, como la frecuencia con que aparece la denominación del negocio en segundo lugar (D’Abi Peluquería, D’Lenny Peluquería, D’Maritza Peluquería, D’Guille Bar), orden que también se encuentra en otros ejemplos sin D’ como Quisqueya Peluquería. A ello cabe unir detalles gráficos de aroma anglosajón como -y final y anglicismos como Unisex (empleado tanto en España como en República Dominicana). 4.3 Nivel léxico Evidentemente, el mayor número de léxico diferencial dominicano se concentra en el campo semántico de la comida, pero también se encuentran otros campos como los deportes (donkeo, jonrón). Resulta importante registrar cuáles son los campos semánticos en torno a los que se agrupa el contenido de los signos de una lengua en un Paisaje Lingüístico (cf. Sáez/ Castillo 2012: 316), pues su naturaleza, cantidad y variedad puede constituir un indicio de los diferentes y diversos dominios lingüísticos del empleo de una lengua, según la clásica definición de dominio (domain) de Fishman (1972: 442) como “a sociocultural construct abstracted from topics of communication, relation- 10 No encontramos en cambio vocalizaciones del tipo caido por caldo o meicé por merced, frecuentes en el norte de la isla, en la región de Cibao (Vaquero 1996: 60; Canfield 1988: 97-99), ya que la mayoría de los dominicanos en Madrid proceden más bien del sur, como ya hemos señalado. <?page no="193"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 181 ships between communicators, and locals of communication, in accord with the institutions of a society and the spheres of a speech community”. Si ponemos este concepto de dominio en relación con el de vitalidad etnolingüística ya presentado, la amplitud y variedad de dominios en el uso de una lengua es uno de los factores claves considerados por Landweer (2000) como indicadores de vitalidad etnolingüística, aparte de que los dominios también se pueden emparejar con los factores institucionales de vitalidad etnolingüística ya señalados por los mismos Giles/ Bourhis/ Taylor (1977: 315-318) y Bourhis/ Giles/ Rosenthal (1981: 146). En el caso de los dominicanos en Madrid, la variedad de negocios y campos semánticos no es tanta como la de otros colectivos con mayor vitalidad etnolingüística, como los chinos que emplean su lengua al rotular no solo colmados y restaurantes, sino también supermercados, tiendas de ropa y bisutería, centros de electrónica, gimnasios, bares, peluquerías, servicios legales, inmobiliarias, agencias de viaje, locales de asociaciones, e incluso poseen además sus propios periódicos. El criterio para la recolección del glosario ha sido su aparición escrita y visible desde la calle en negocios de dueños dominicanos (y clientela por lo general acorde); dentro del léxico recogido encontramos ejemplos exclusivos de República Dominicana, como chimi, locrio o donkeo, otros de poca extensión como mayimbe (Cuba, República Dominicana), y en algunos casos como habichuela o chivo nos encontramos más bien ante meras preferencias léxicas, ya que los vocablos se emplean también en España, pero no como primera opción en el léxico disponible. La principal fuente de aparición de estos vocablos ha sido la rotulación de bares y restaurantes, sobre todo los menús que recogen los nombres de los platos (así el de la Fig. 2) y que poseen frecuente apoyo visual mediante fotos, aunque también los nombres de los establecimientos en sí, que pueden apelar a deportes de gran práctica en la isla como el baloncesto (así el ya desaparecido Bar El Donkeo, ver Fig. 5) o el béisbol (Bar El Jonron [Jonrón], ver Fig. 6). Estos mismos establecimientos suelen alojar otros signos invitados, como carteles de anuncio de espectáculos, que también pueden ser fuente de léxico dominicano: así la publicidad de Los majimbe [sic] del humor, unos humoristas de la isla que se anunciaban en el restaurante La Esquina Caribeña en el distrito de Tetuán. Otras pocas veces saltan productos típicamente dominicanos en los escaparates de los pequeños establecimientos de alimentación, como es el caso de sazón líquido, expuesto en una tiendecita del barrio de Vallecas, también de gran concentración de inmigrantes. Otro tipo de negocios muy importante para los dominicanos son las peluquerías, ámbitos privilegiados de socialización; aunque en este tipo de establecimientos hemos podido documentar otros niveles lingüísticos como el fónico (“EXTENCIONES Y TRENZAS”) o el morfosintáctico (frecuente denominación del negocio mediante D’), más difícil es localizar léxico específico, más allá del Quisqueya con el que se denomina <?page no="194"?> 182 Daniel M. Sáez Rivera una de estas peluquerías, como ya hemos señalado, y de anglicismos crudos para la denominación de peinados (ver infra). Por último acerca de las fuentes de estos vocablos, un servicio de gran utilización por los migrantes es el de los locutorios, en uno de los cuales en el barrio de Tetuán encontramos precisamente que se ofrecía la lotería dominicana del palé. En fin, a continuación ofrecemos un cuadro del léxico dominicano en el Paisaje Lingüístico de Madrid, inspirado en parte en la lista de léxico hispanoamericano localizado por Lola Pons (2011) en el Paisaje Lingüístico de Sevilla. En la primera fila aparece la forma registrada en el corpus, con otras posibles entre corchetes, mientras que en la casilla derecha se proporciona una definición, seguida de la fuente lexicográfica entre paréntesis, si la hay (en lo que conviene destacar que muchos vocablos no se recogen en el Diccionario de americanismos de ASALE 2010, a veces por tratarse de platos fruto de la combinación de varias palabras no registrada como conjunto) y, por último, se señala el origen de la palabra entre corchetes (en el caso de forma patrimonial, se señalan los procedimientos principales): Entrada [variantes] Definición (fuente lexicográfica) [origen] bandera [bandera dominicana] Plato popular compuesto de arroz, habichuelas, plátano y carne molida o picada (Dicc. am., s.v.) [patrimonial: metáfora] carnita salada Carne sazonada con sal, ajo y naranja agria, y luego frita 11 [patrimonial: derivación + composición, N + Adj.] chimi Emparedado que contiene salchicha, jamón, repollo, tomate, mostaza y otros ingredientes (Dicc. am., s.v.) [de chimichurri, origen incierto, en RD ‘embutido preparado con carnes de distintas partes del cerdo: se toma en bocadillos; también quiosquito en donde se venden’, metonimia+ acortamiento] chimi de pierna Bocadillo de pierna de cerdo horneada [patrimonial: metonimia + composición, N + de N] 11 http: / / www.dominicanfull.com/ 2010/ 02/ como-preparar-una-carnita-salada.html [última consulta: 14.05.2014]. <?page no="195"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 183 chivo guisado Guiso de cabrito con naranja agria [patrimonial: composición, N + participio] coloradas guisadas Habichuelas rojas guisadas [patrimonial: metonimia + composición, N + participio] donkeo Mate de baloncesto [< ing. dunk] habichuelas coloradas Frijol, especialmente el de color rojo, básico en la dieta del puertorriqueño y del dominicano (Dicc. am., s. v. habichuela) [composición: N + adjetivo] jonron [jonrón] En el béisbol, batazo que lanza la pelota fuera del campo y permite al bateador recorrer todas las bases hasta anotar una carrera (home run) (Dicc. am, s. v.) [< ing. home run] locrio Plato hecho a base de arroz cocido con carne o pescado, legumbres y especias (Dicc. am., s. v.) [< locro, del quechua ruqru] majimbe [mayimbe] Persona que desempeña un alto cargo en una institución estatal. pop. (Dicc. am., s. v.) [préstamo: probable afronegrismo] mangú Puré hecho con plátano y aceite o mantequilla (Dicc. am., s. v. mangú) [préstamo: afronegrismo] mondongo Plato que se prepara con pedazos de estómago de cerdo, vacuno u ovino (Dicc. am., s. v.) [< bandullo ‘vientre, con-junto de las tripas’, del ár. ar batn, DCECH, s. v. bandullo] mori soñando [morisoñando, morirsoñando] Bebida refrescante hecha con leche y jugo de naranja (Dicc. am., s. v.) [patrimonial: composición, V + V] <?page no="196"?> 184 Daniel M. Sáez Rivera moro Plato que se prepara con arroz y frijoles o guandús (guisantes) (Dicc. am. s. v.) [patrimonial: metáfora] moro de habichuela negra Arroz con habichuelas negras [patrimonial: metáfora + composición, N + de N Adj.] moro de habichuela roja Arroz con habichuela roja [patrimonial: metáfora + composición, N + de N Adj.] moro guadule [variantes: gandul, guandul, guandú] Guiso de arroz con habas y guisantes (gandules, guandules, guadules, guandús) [patrimonial: metáfora + composición, N + N, afronegrismo; frente a la más frecuente denominación “moro de guandules” hemos encontrado “moro guadule” sin la “de” por el contexto de un menú escrito a mano a tiza en el que la falta de espacio puede haber llevado a la supresión de la preposición en un estilo más telegráfico] pale [palé] Tipo de lotería dominicana [< fr. palé] pica longa [picalonga, Dicc. am.] Ración de comida que consiste en embutidos o carne de cerdo frita (Dicc. am., s.v.) [patrimonial: composición: V + adj.] picapollo [pica pollo, picapollo] Trozos de pollo frito [patrimonial: composición: V + N] picato [=picató, pica todo] Selección de carne frita y asada [patrimonial, de pica todo, lexicalización por composición de V + Indefinido acortado todo > to] pintas guisadas Habichuelas pintas guisadas [patrimonial: composición] Quisqueya Nombre taíno de la isla de Santo Domingo <?page no="197"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 185 sancocho dominicano [salcocho] Guiso hecho con distintos tipos de legumbres y carnes de res, cerdo o pollo (Dicc. am., s. v.) [patrimonial, composición N + Adj.; en el Dicc. am., s.v. salcocho se indica esta forma como variante dominicana de sancocho (probablemente su origen sea una etimología popular que pone en relación el plato con la palabra sal)] sazón líquido Condimento típico dominicano, marca Maggi [patrimonial: composición N + Adj.] Cuadro 1: Léxico dominicano en el Paisaje Lingüístico de Madrid Dentro de la lista previa, destaca que los vocablos característicos de República Dominicana han sido generados sobre todo por procedimientos patrimoniales: metonimia, metáfora, derivación y especialmente composición con lexicalizaciones, como morisoñando, picapollo o picató. Estas últimas formas de composición se documentan con diversas variantes (en una o dos palabras gráficas, separadas por espacio o unidas por guion, por ejemplo), conforme es típico en los textos del Paisaje Lingüístico en los que la inestabilidad gráfica y gramatical suele ser grande, lo que Backhaus (2007) denomina idiosincrasias, dentro de las cuales también podemos incluir los ejemplos del nivel fónico. Un poco menos frecuentes son las fuentes no patrimoniales: afronegrismos apenas documentamos mangú, majimbe y guadule, del taíno solo hemos reparado en Quisqueya, el nombre taíno de Santo Domingo, una especie de palabra emblema como lo es la denominación de Borinquen para la isla de Puerto Rico; del inglés solo encontramos dos términos, del campo léxico de los deportes, el de mayor calado del inglés en República Dominicana (Alba 1995: 26). Sin embargo, la influencia del inglés se muestra más allá, mediante préstamos crudos o simple y llanamente empleo del inglés en ámbitos como los horarios de los comercios (“OPEN MONDAY-SUNDAY”) o en las denominaciones de los complejos peinados que ofrecen las peluquerías dominicanas, como el de “Panama Joe Hair Design”. No recogido en el cuadro anterior es el caso del registro de la preferencia léxica jugo, dominicana y americana, por zumo, encontrada en el cartel ““TOME NUESTROS JUGOS NATURALES Y RENUEBA [sic] TU ORGA- NISMO GRACIAS””, fijado en una ventana del hoy desaparecido Bar Café Tropi Bar de la calle Garellano en el distrito de Tetuán (ver Fig. 7). La razón de su no inclusión nos lleva a documentar otro fenómeno aún más intere- <?page no="198"?> 186 Daniel M. Sáez Rivera sante: el cartel fue redactado por el dueño del bar, que era de origen netamente español pero que empleaba además el acortamiento de tropical en Tropi en la denominación de su bar para llamar la atención de la posible clientela de un país tropical como República Dominicana. Se trataría, por tanto, de un caso de acomodación lingüística de convergencia hacia una audiencia 12 dominicana, indicio probable en el Paisaje Lingüístico de acomodaciones similares en el habla de los vecinos castizos del barrio. En el cartel destaca además la alternancia entre la más cortés tercera persona del singular (Tome), más propia del uso dominicano, precisamente en la oración en la que aparece jugos, y la más directa segunda persona del singular en la siguiente oración (renueba -con b incorrecta, en lugar de renueva- tu organismo), más propia de las costumbres pragmáticas madrileñas (recordemos los trabajos de Molina Martos 2010a, 2010b ya citados), por lo que nos encontramos ante un enunciado híbrido dialectalmente con un cambio de variedad de la primera oración a la segunda. Otro caso de contacto dialectal que se habrá de producir entre la población de Tetuán y que se muestra en el Paisaje Lingüístico es el contacto entre los ecuatorianos (el contingente hispanoamericano de mayor número en Madrid) y los dominicanos, como muestran los menús de varios restaurantes dominicano-ecuatorianos en la calle Artistas, los cuales pueden ofrecer en su menú tanto el andino ceviche como el dominicano picapollo (ver Fig. 8). Un resultado de los efectos de este contacto lo hemos observado en el apartado fónico: el platillo ecuatoriano del caldo de bola (de plátano) se estampaba en el Mesón de los Artistas con comida dominicana y ecuatoriana como “CARDO DE BOLA”, con la típica confusión de líquidas dominicana (ver. Fig. 8). Aparte, un factor más con el que hay que contar, y que se refleja en el Paisaje Lingüístico, es la propia inestabilidad de la sociedad moderna, la vida líquida que experimentamos, 13 la cual, lo mismo que trajo el español dominicano de vuelta a la tierra madre española, lo devuelve en parte de nuevo a la isla La Española como efecto de la crisis económica que asola España desde 2008, según las estadísticas que hemos recogido en el punto 2 de este trabajo. Un signo de ello son los locales abandonados respecto a la 12 Bell (1984) aplica su teoría de la audiencia especialmente a los medios de comunicación, pero es perfectamente extensible al contexto de los carteles dirigidos al público de establecimientos de restauración. 13 “La ‘vida líquida’ y la ‘modernidad líquida’ están estrechamente ligadas. La primera es la clase de vida que tendemos a vivir en una sociedad moderna líquida. La sociedad ‘moderna líquida’ es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas. La liquidez de la vida y la de la sociedad se alimentan y se refuerzan mutuamente. La vida líquida, como la sociedad moderna líquida, no puede mantener su forma ni su rumbo durante mucho tiempo” (Bauman 2010 [2005]: 9). <?page no="199"?> Viajes lingüísticos de ida y vuelta 187 primera época de trabajo de campo, como es el “Bar El Jonron [Jonrón]”, en la calle Albarracín, en el barrio de Simancas, distrito de San Blas (ver Fig. 6). Se produce de nuevo, por tanto, otro viaje de vuelta, que nos lleva a reflexionar sobre la dificultad de predecir cambios en tiempo aparente (conforme los define Labov 1996: 95-136), pues las situaciones lingüísticas (como es el contacto dialectal dominicano-español) pueden arrancar con la misma facilidad con la que se erradican o minimizan, por los azares del contexto político-económico. De este modo, la dirección lingüística que podía tomar la llegada constante de hispanoamericanos, entre ellos los dominicanos, a Madrid, y su presencia en el Paisaje Lingüístico, se ve abruptamente alterada, de modo que más que interesarnos por el comportamiento comunicativo de los recién llegados se deberá estudiar cuáles son los resultados de los que se quedan y de sus hijos, así como de su posible impacto en el habla local. 5 Conclusiones La presencia del habla dominicana en Madrid es una realidad cambiante que, pese al drenaje de población de vuelta a la isla La Española, se muestra asentada. La comparación entre el contacto dialectal producido entre los españoles a su llegada a la isla americana y el que se produce en Madrid entre los dominicanos, los españoles y otros hispanoamericanos presenta analogías y diferencias igualmente iluminadoras. Aunque el contacto de dialectos hubo de producir a finales del siglo XV y principios del XVI en La Española procesos de acomodación, estos hubieron de ser distintos a los producidos en la actualidad en Madrid. En la primera situación, en territorio americano, una acomodación mutua entre dialectos en forma de convergencia se dirigió a una nivelación y koineización a favor de la variedad con mayor peso demográfico, que fue la meridional, a falta además de una presión normativa que dificultara el proceso. En la segunda situación, en suelo español, el contacto dialectal no lleva a una koineización sino que se producen meros procesos de acomodación dialectal de convergencia, sobre todo por parte de los dominicanos hacia la norma local, que posee clara predominancia demográfica y prestigio abierto consagrado por la institución estandarizadora de la escuela. Ello no quita que también la acomodación se pueda producir, aunque en menor medida, en dirección a la variedad dominicana, especialmente en zonas donde tenga peso demográfico, de lo cual son muestra el ejemplo del Paisaje Lingüístico en el barrio de Tetuán, y los posibles casos de “crossing” en localidades del sur de Madrid, que muestran un prestigio encubierto del habla dominicana en Madrid. Así pues, la variedad dominicana, cuyo mantenimiento y vitalidad etnolingüística se muestra en el Paisaje <?page no="200"?> 188 Daniel M. Sáez Rivera Lingüístico de la ciudad, se puede acumular como un ingrediente más en la antigua tendencia meridionalizante en las clases socioculturales bajas y los estilos más informales en Madrid. En todo caso, aunque comparar dos situaciones de contacto dialectal en diferentes lugares y momentos con la base de algunas variedades en común, resulta fructífero para entender mejor ambas situaciones, también así resaltan sus diferencias, como la dificultad señalada de que se produzca un proceso de koineización en el Madrid actual similar al que se supone producido a comienzos de la conquista de América. Al fin y al cabo, cada situación de contacto dialectal, como cada situación de contacto lingüístico, posee su propia peculiaridad que no es reductible a ninguna comparación y que dificulta además realizar predicciones en función de la analogía del presente con el pasado, más en los tiempos que corren de modernidad líquida en la que los cambios sociales pueden ser tan rápidos y vertiginosos como impredecibles. Como tarea pendiente, de entre los hechos de contacto dialectal que se producen en el presente (en el cual se centraba nuestro estudio) queda especialmente por estudiar con más detalle el comportamiento de los dominicanos en el ambiente laboral (los estudios se suelen escorar hacia ambientes escolares más fácilmente encuestables y estudiables, así los trabajos de Martín Rojo y colaboradores). Para ello sería deseable el empleo de métodos de etnografía de la comunicación mediante observación participante, conjugado con otros métodos de sociolingüística clásica y sociología del lenguaje, siendo el trabajo de Manuel Peralta Céspedes una avanzadilla destacada en el conocimiento del habla dominicana en diversos ámbitos en Madrid. Otra vía interesante de exploración sería conjugar los estudios de actitudes lingüísticas con los de Paisaje Lingüístico, mediante la confección y realización de encuestas hacia los posibles actores y posibles perceptores del Paisaje Lingüístico, tanto de origen español como de origen extranjero, dominicano en particular. Conviene, en fin, estar atentos también a lo que pueda pasar con la segunda y tercera generación, ante la encrucijada de la pérdida, el mantenimiento o la alteración de la variedad dominicana inmigrada, así como su impacto en el habla local. 6 Bibliografía Alba, Orlando. 1995. El español dominicano dentro del contexto americano. 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C/ Garellano (Tetuán) Figura 8: Bar Restaurante Mesón de los Artistas. C/ Artistas (Tetuán) <?page no="209"?> Manuel Peralta Céspedes (Universidad Complutense de Madrid) El cambio fonológico brusco: sobre la / s/ implosiva de los dominicanos en Madrid 1 Introducción Dentro de los estudios fonológicos hispánicos, el comportamiento de la / s/ implosiva (entiéndase, en final de sílaba o palabra) es el fonema que más atención ha recibido entre los variacionistas. Esta situación no solo ha permitido que esta variable sea una de las que más conocemos dentro del sistema lingüístico hispano, sino también que es la variable que más atención ha recibido dentro de las distintas variedades hispanoamericanas. Según gran parte de la bibliografía (entre ellas, Cedergren 1973; Terrel 1978a, 1978b, 1979; Alba 1982; López Morales 1990; Samper Padilla/ Hernández Campoy 1995) los principales factores lingüísticos que favorecen el uso de las variantes de la / s/ implosiva -aunque el orden de prioridad puede variar mínimamente en algunas modalidades- son los siguientes: a) la posición en la palabra: la variante aspirada [h] es más común en interior de palabra, mientras que las variantes sibilante [s] y elidida [Ø] son más frecuentes en final de palabra; b) el contexto: la posición prevocálica favorece la sibilante, pero la preconsonántica y prepausal contribuye a la aparición de las formas aspiradas y elididas; c) el acento: la retención de la sibilante se favorece ante vocal tónica; sin embargo, la aspiración y la elisión son más notables delante de vocales átonas; 1 d) la función: la sibilante se conserva más en la primera marca del plural dentro del sintagma nominal (SN); e) el número de sílabas: la retención es más frecuente en las palabras monosílabas que en las polisílabas. 1 Alba (1982) presenta un estudio más amplio sobre la significancia del acento en el debilitamiento o la elisión de / s/ en donde propone considerar no solo la tonicidad o atonicidad de la vocal siguiente, sino considerar también el tipo de acento de la palabra -siguiendo la clasificación de A. Quilis (1976: 258-259) quien distingue las palabras acentuadas (v.g. los sustantivos, adjetivos, pronombres posesivos, los numerales, los demostrativos, etc.) de las palabras sin acento (v.g. el artículo, la preposición, los adjetivos posesivos, etc.). En la aplicación de esta propuesta en el español dominicano, Alba concluye que la sibilante se retiene más en los determinantes en primera posición del SN -comúnmente de carácter átono- que en los sustantivos y adjetivos. <?page no="210"?> Manuel Peralta Céspedes 198 Para tener una visión general acerca del comportamiento de esta variable en las variedades hispanoamericanas con datos estadísticos concretos de los factores lingüísticos remitimos al esbozo que realiza Samper Padilla (2001). Solo queremos señalar que, como bien se interpreta de la compilación de los datos que presenta, los factores lingüísticos anteriormente citados como influyentes pueden verse matizados según el comportamiento general del uso de la / -s/ en el contexto geográfico que se observe. Por ejemplo, si una comunidad lingüística favorece mayoritariamente la retención -como San José (Quesada Pachero 1988) o Getafe (Martín Butragueño 1995)- esta condición puede variar la tendencia aceptada de que la sibilante es más común en posición final y, por lo tanto, mostrarse también muy favorecida en la posición interna. 2 Samper (2001: s.p.) propone una clasificación de los dialectos que se presentará a continuación y se analizará brevemente en el siguiente apartado. Distingue tres tipos de dialectos que describen el proceso de debilitamiento de la / -s/ en distintas comunidades lingüísticas: a) Dialectos conservadores, en los que predomina el uso de la sibilante (mostrando este orden de ocurrencia: [s]→[h]→[Ø]). Dentro de estos dialectos sitúa las variedades españolas de Toledo 3 y Getafe, y las hablas de las capitales de Perú y Costa Rica. b) Dialectos intermedios. Aquí se presenta como variante más frecuente la aspirada (con estas posibles ocurrencias: [h]→[s]→[Ø] o [h]→[Ø]→[s]). Como ejemplo de estos dialectos, el autor cita las ciudades del Hierro y Las Palmas en Canarias, la norma culta de Buenos Aires, la norma culta de La Habana, Cuba; San Juan, Puerto Rico; Córdoba, España; etc. Aquí estaría también Caracas, Venezuela (Carrasquero 2010). c) Dialectos avanzados, donde predomina la elisión (y suele presentar este orden de realización: [Ø]→[h]→[s]). Algunos ejemplos de estos dialectos son las ciudades de Santiago y Santo Domingo en República Dominicana, Melilla, la Costa granadina y Jaén en España -por citar solo unos ejemplos- y Panamá. Como es bien sabido, el dialecto de los dominicanos en Santiago y Santo Domingo es un dialecto avanzado -siguiendo la terminología de la propuesta de Samper Padilla- debido a que entre ellos predomina significativamente el uso de la elisión [Ø]. Esta misma característica podría generalizarse a toda la isla según se ha demostrado en otras zonas del país 2 Según la posición, la [s] en S. José presentó un 88% en la posición inicial y un 64% en la posición final; asimismo, en Getafe, hubo un 62% en la inicial y 48% en la final. 3 Aunque es cierto que Toledo presenta porcentajes por encima del 50% en la sibilante, otros autores apuntan que en esta ciudad conviven todas las soluciones, a tal punto de considerarla como una zona intermedia entre Andalucía -donde predomina la elisión- y Madrid -donde predomina la sibilante- (cf. Molina Martos 1997: 73-75). <?page no="211"?> El cambio fonológico brusco 199 (Jiménez Sabater 1975). Ahora bien, en este estudio 4 se pretende observar si ese uso tan característico, espontáneo y casi general de los dominicanos en la isla sigue manteniéndose en los dominicanos fuera de la isla, concretamente, entre los dominicanos con estancia en Madrid. 5 La población dominicana en Madrid presenta un ascenso porcentual ligero en el flujo migratorio de los últimos años, 6 con un 8,38% en 2011, un 8,96% en 2012 y un 9,66% en 2013, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a primero de enero de 2013. 7 Actualmente, según los datos del municipio de Madrid, los dominicanos constituyen la quinta nacionalidad mayoritaria del total de migrantes hispanohablantes de América Latina con una población de 22.319 residentes. Esta población en Madrid solo ha sido observada lingüísticamente -hasta donde sabemos- por Molina Martos (2010) en un estudio sobre las formas de tratamiento de los latinoamericanos en Madrid. No obstante, y quizá debido a la naturaleza del estudio, de los 25 informantes de su muestra, solo 4 eran dominicanos. Los estudios sobre el contacto dialectal son recientes en comparación con otros campos de la lingüística general. Es ampliamente sabido que Dialects in contact (Trudgill 1986) es la obra cumbre que establece las pautas en esta área. Sin embargo, existen algunos estudios que se han desarrollado hasta ahora de los cuales solo se presentan aquí algunas referencias en España y Hispanoamérica: Villena Ponsoda (1997) estudió el contacto entre hablantes malagueños y la norma estándar peninsular; Blanco Canales (2000) estudió el contacto dialectal entre hablantes alcalaínos con inmigrantes castellanos, extremeños y andaluces; Martín Butragueño (2004) observó el habla de los hablantes meridionales y septentrionales en contacto con el español madrileño en Getafe, al Sur de Madrid; Calvo Pérez (2007) observó a los migrantes peruanos y ecuatorianos en Valencia; Hernández-Campoy (2010) investigó 4 La variable presentada en este estudio es solo una de las variables lingüísticas que observo en mi tesis doctoral en curso, la cual es dirigida por los doctores Eugenio Bustos Gisbert y Daniel Sáez Rivera. Respecto a la / s/ implosiva, los datos de la tesis son más completos en comparación con la muestra de este artículo, como se indicará brevemente en la metodología más adelante. 5 En esta investigación solo se consideran los dominicanos de origen, es decir, aquellos que nacieron en República Dominicana y posteriormente emigraron a España. 6 Este comportamiento contrasta, por citar solo un ejemplo, con el descenso porcentual migratorio de los ecuatorianos, población latinoamericana mayoritaria en el municipio de Madrid, con un 26,66% en 2011, un 24,06 en 2012 y un 20,97 en 2013, según las cifras estadísticas del INE. Este retorno migratorio, fruto de la crisis que ha afectado a España en los últimos años, también se puede observar entre los colombianos y los peruanos. 7 Para ver estos datos y otros sobre la población extranjera de las principales nacionalidades en el municipio de Madrid y otros de esta Comunidad, véase el siguiente enlace del INE http: / / www.ine.es/ jaxi/ tabla.do? path= / t20/ e245/ p05/ a20 13/ l0/ &file=00028003.px&type=pcaxis&L=0 [última consulta: 03.09.2014]. <?page no="212"?> Manuel Peralta Céspedes 200 el contacto de murcianos con la norma estándar peninsular; Peralta Céspedes (2014a; 2014b; 2015) estudió el contacto de migrantes dominicanos con la norma madrileña; Serrano (2000) trabajó con la variedad estándar mexicana y la sonorense; Rodríguez Cadena (2006) estudió a los migrantes cubanos en la ciudad de México. 2 Objetivos e hipótesis Los principales objetivos de este estudio son los siguientes: en primer lugar, describir los usos de las variantes de la / s/ implosiva entre los dominicanos en Madrid; después, determinar los factores lingüísticos y sociolingüísticos que sustentan los usos de las variantes observadas; y, por último, comparar los resultados con otros estudios de los dominicanos en la República Dominicana. El alcance de estos objetivos permitirá describir los resultados de los procesos de acomodación de una situación de contacto dialectal casi desconocida hasta este momento. Como hipótesis, creemos que existirá una tendencia de convergencia hacia la norma estándar peninsular (de origen norteña) en el uso de la variable estudiada entre los dominicanos en Madrid. Si se comprueba esta tendencia se determinará si se está desarrollando un cambio fonológico gradual o un cambio fonológico brusco, conceptos que proponemos brevemente a continuación. 3 El cambio fonológico gradual vs. el cambio fonológico brusco: introducción a una discusión Antes de presentar los resultados de este estudio, se analizará brevemente el esquema propuesto de Samper Padilla (op. cit.). Según este, los procesos de ocurrencias de la / s/ implosiva son percibidos -a nuestro juicio- como un proceso paulatino que se percibe mejor en las variantes extremas, como se presenta en el Cuadro 1. Dialectos conservadores Dialectos avanzados [s]→[h]→[Ø] [Ø]→[h]→[s] (Proceso de debilitamiento) (Proceso de reforzamiento) Cuadro 1: Desarrollo fonológico gradual Llamamos desarrollo fonológico gradual al proceso en el que una comunidad de habla determinada pasa de usar una variante lingüística que le ca- <?page no="213"?> El cambio fonológico brusco 201 racteriza (v.g. la sibilante) a otra variante (v.g. la elisión) a través de una variante intermedia 8 (v.g. la aspiración). También se consideraría gradual si el proceso se detiene en la variante intermedia. Como se puede apreciar en el Cuadro 1, la variante inicial determina la clasificación del dialecto (conservador o avanzado) y la dirección del comportamiento de la variante describe el tipo de proceso que resulta (debilitamiento o reforzamiento). 9 Se puede observar, además, que el desarrollo fonológico -y por consiguiente, el cambio lingüístico- no es unidireccional, sino que puede revertirse, motivado por factores sociolingüísticos y fuertemente acelerado por las actitudes lingüísticas. Por otro lado, en el desarrollo fonológico es posible observar otro proceso más directo entre las variantes extremas que denominamos desarrollo fonológico brusco. Este término se refiere al proceso en el que la comunidad lingüística pasa de usar una variante determinada a otra variante extrema descartando -o, principalmente, mostrando frecuencias muy mínimas, según se observa en algunas variedades como las caribeñas- las formas intermedias, como se ilustra en el Cuadro 2. Dialectos conservadores Dialectos avanzados [s]→[Ø] [Ø]→[s] Cuadro 2: Desarrollo fonológico brusco El desarrollo fonológico gradual, por otro lado, se observa en las comunidades lingüísticas que presentan una frecuencia notable en la variante intermedia. En cambio, si existe un desplazamiento fonológico y la frecuencia de la variante intermedia es muy baja, esto podría evidenciar un desarrollo lingüístico brusco. Cabe apuntar que cuando aquí se refiere al desarrollo fonológico gradual y brusco no se considera el proceso desde el punto de vista de su desarrollo real dentro de una comunidad de habla y de la modificación o trasformación 8 Aunque en el ejemplo de la / s/ implosiva solo se alude a la aspiración como variante intermedia, sin embargo, en este mismo estadio se deben considerar otras variantes que caracterizan a algunas variedades: asimilación, vocalización, etc. Molina Martos (1997: 71) describe este proceso en la / s/ implosiva así: “El cambio parte de la realización plena de la -s, que por laxitud articulatoria pasa a realizarse como aspiración o se asimila a la consonante siguiente y puede terminar con la pérdida del sonido”. Este proceso, como todos los procesos lingüísticos, es muy diverso y, por tanto, la descripción de las posibles etapas se enriquece a través de los estudios sincrónicos y diacrónicos de las distintas variedades hispánicas. 9 El concepto de reforzamiento no se expresa en la propuesta de Samper Padilla; no obstante, se puede sostener debido a que presenta la dirección opuesta del debilitamiento que puede concluir en la realización plena de la / s/ implosiva. <?page no="214"?> Manuel Peralta Céspedes 202 que se realizan en el sistema, lo cual constituye lo que se conoce como cambio lingüístico. Los calificativos gradual y radical que se han propuesto se circunscriben al plano de la pronunciación. En otras palabras, el desarrollo fonológico aludido no es el temporal, sino el articulatorio. El desarrollo fonológico gradual deriva en un cambio fonológico gradual y el desarrollo fonológico brusco deriva en un cambio fonológico brusco siempre que se demuestre un cambio lingüístico en la comunidad estudiada. Como se puede observar, el desarrollo fonológico presentado permite describir el proceso interno -al menos a grandes rasgos- que se desarrolla en un cambio lingüístico. Esta propuesta teórica puede describir también el cambio lingüístico de otros fonemas (/ -r/ , / -l/ , / -d/ , etc.). El cambio fonológico gradual sería más observable en el estudio de variedades concretas debido a que en estos contextos las variantes fonológicas son menos perceptibles entre los hablantes de una variedad, salvo que estén estigmatizadas. Esto permite que las distintas soluciones perduren por más tiempo y que la posibilidad de un cambio lingüístico sea más remota. Sin embargo, el cambio fonológico brusco sería más frecuente en el estudio de variedades en contacto, como el que se presenta en esta investigación. Esto se debe a que en el contacto dialectal los hablantes suelen ser más conscientes de las diferencias fonológicas y léxicas que caracterizan a las variedades encontradas. Este nivel de consciencia es menos perceptible en los niveles morfológico, sintáctico y pragmático (Silva-Corvalán 2001: 130; Peralta Céspedes 2014b). 4 Materiales y metodología 4.1 Recolección de datos y participantes Los datos de esta investigación provienen de las grabaciones realizadas durante los meses de abril y mayo de 2013 a 40 dominicanos con estancia en Madrid. Como se expresó anteriormente, este estudio es solo una muestra del estudio general que estoy realizando en mi tesis doctoral con 100 informantes. La entrevista general tuvo una duración entre 25-35 minutos con los niños y adolescentes y 40-60 minutos con los jóvenes y adultos. Como algunos de los primeros informantes escogidos al azar (principalmente de nivel de instrucción bajo) no permitieron realizar las entrevistas -debido a la desconfianza que suele incrementarse en contextos de migración y, a pesar de que el entrevistador era dominicano-, se decidió utilizar la técnica bola de nieve (snow ball) para elegir a los informantes. De esta manera, un dominicano nos llevaba a otro atendiendo a las características necesarias de la <?page no="215"?> El cambio fonológico brusco 203 muestra. Muchos de los niños y adolescentes fueron entrevistados en sus centros educativos. 10 Las grabaciones fueron realizadas desde el inicio de la conversación con el consentimiento de los informantes. Los primeros 15 minutos de la entrevista general no se consideraron en el análisis presentado aquí a fin de obtener un estilo más espontáneo. Durante la realización de la entrevista informal que se consideró en el análisis se constató que los informantes no estaban pendientes de que eran grabados, obteniendo así un estilo casual y espontáneo. La entrevista informal tuvo una duración entre 12-20 minutos en los niños y adolescentes, y en los jóvenes y adultos entre 20-30 minutos. Con el propósito de mantener una conversación fluida, las preguntas se adaptaban según la edad del informante y siguiendo algunos de los siguientes ejes temáticos: experiencia de viaje a España, impresiones sobre España, experiencia académica o laboral, viajes con la familia, intereses deportivos, viajes a República Dominicana, etc. Aunque el corpus de la muestra fue de 11 horas y 30 minutos, en el análisis estadístico solo se consideraron los primeros 50 ejemplos de / s/ implosiva en cada informante, para un total de 2000 entradas. Estos datos se analizaron utilizando el programa estadístico SPSS Statistics 17.0. 4.2 Variables lingüísticas y factores lingüísticos En el presente análisis solo se considerarán las tres variantes de la / s/ implosiva comunes entre los dominicanos en la isla: la sibilante [s], la forma aspirada [h] y la elidida [Ø]. Como ya afirmaba Henríquez Ureña sobre el español dominicano: “[r]ara (al contrario de lo que sucede en Cuba) es la asimilación de la consonante implosiva a la explosiva” (1940: 140). Las transcripciones y la codificación de las variables fueron realizadas por el investigador. Para la transcripción de las entrevistas se utilizó el programa Express Scribe que permite escuchar las grabaciones a una velocidad menor que el tiempo real, lo cual facilitó disipar las dudas durante el proceso de segmentación de las variables. No se codificaron las acotaciones de palabras como ´toy en lugar de estoy (o sus derivados), o to´ en lugar de todos, etc., debido a que la explicación de estos casos supera los límites de la / s/ implosiva observada en este estudio. En el total de entradas codificadas tampoco hubo casos de hipercorrección de / -s/ -fenómeno propio del habla dominicana (Bullock/ Toribio/ Amengual 2014)-, aunque sí se observaron algunos casos en la muestra general de la tesis. 10 Agradecemos a cada uno de los informantes, a los padres de los niños y adolescentes, a los directores, coordinadores y profesores de lengua española del I.E.S. Jaime Vera y del I.E.S. Nuestra Señora de la Almudena en Madrid, quienes colaboraron empática y desinteresadamente en la realización de las entrevistas. <?page no="216"?> Manuel Peralta Céspedes 204 En el Cuadro 3 se presentan en la primera columna los factores lingüísticos observados; en la segunda columna, los indicadores de cada factor; y en la tercera, se ilustra el contexto con un ejemplo. Posición Interna Final Función Léxica Estudiar Plural Marca única de plural nominal años fuera Primera marca de plural en la frase nominal los fines de Marca redundante de plural en la frase nominal los fines de Persona verbal Final de 2ª persona sg. (sujeto o reflexivo explícito) tú vienes Final de 2ª persona sg. (sujeto implícito) encuentres alguna Final de 1ª persona pl. (sujeto o reflexivo explícito) nosotros no teníamos Final de 1ª persona pl. (sujeto implícito) pudimos caminar Contexto fonológico siguiente Ante consonante (interna e final) 11 estoy / años fuera Final ante vocal seis años Final ante pausa millones, por ejemplo El acento Vocal acentuada (interna e final) gusta/ seis años Vocal inacentuada (interna e final) está/ encuentres alguna Final palabra seguida CV acentuada país tengo Final palabra seguida CV inacentuada mes completo Cuadro 3: Factores lingüísticos estudiados en el uso de la / s/ implosiva 4.3 Factores sociolingüísticos Las características extralingüísticas de los informantes consideradas en el análisis fueron el sexo, la edad, el tiempo en Madrid y la ocupación. 12 Se logró distribuir la muestra de manera equiparada al menos en las dos primeras variables. El resultado es el siguiente: a) sexo: 20 mujeres [M] y 20 hom- 11 Se procedió a unificar la posición final e interna en el contexto y el acento después de ver en los resultados que presentaron porcentajes muy cercanos. 12 Aunque se ha demostrado que el factor sociocultural es significativo en el uso de la / -s/ , no fue posible considerar esta variable ya que el estatus promedio de la población dominicana inmigrante es bajo-medio. Quizá esta sea la razón por la que en el corpus hubo muy pocos ejemplos de [h], ya que se ha demostrado que esta variante es más frecuente en el grupo social alto (Alba 2004: 66). <?page no="217"?> El cambio fonológico brusco 205 bres [H]; b) edad: 10 de la primera generación [G1] (8 a 14 años), 10 de la segunda generación [G2] (entre 15 y 18 años), 10 de tercera generación [G3] (de 19-39 años) y 10 de cuarta generación [G4] (de 40 a 59 años); c) tiempo en Madrid: 10 informantes de 1-2 años, 14 de 3-4 años y 16 informantes de 5 años o más; d) ocupación: 10 empleados, 21 estudiantes y 9 parados. 5 Resultados y análisis Los resultados de esta investigación serán comparados con los datos de otros estudios de las variedades en República Dominicana 13 y en Madrid con el propósito de mirar la tendencia -y quizá, aunque no necesariamente, el posible cambio lingüístico- en el uso de la / s/ implosiva entre los dominicanos en Madrid. Se presentarán también los resultados del contacto de otros dialectos meridionales con la norma madrileña en Getafe, localidad al sur de Madrid, según Martín Butragueño (1995), para ilustrar otras tendencias producto del contacto dialectal. 14 Del total de entradas del análisis estadístico (2000), las variantes quedaron distribuidas de la siguiente manera: 975 realizaciones de [s], es decir, un 48,8%; 45 ocurrencias de [h], un 2,2%; y 980 usos de [Ø], entiéndase, un 49%. Como se puede apreciar, las variantes extremas son mayoritarias en comparación con la intermedia, lo cual demuestra que se está realizando un proceso fonológico brusco en el habla de los dominicanos en Madrid. Estos datos también resultan interesantes si se comparan con los datos de otras variedades, como se presenta en el Cuadro 4. [s] [h] [*] 15 [Ø] Este estudio 48,8 2,2 - 49 Santo Domingo (Núñez C. 1980) 7 18 - 75 Dajabón, R. D. (Bullock et al 2014) 71,7 Madrid (Momcilovic 2005 16 ) 70,2 11,7 7,3 10,8 Getafe (Martín B. 1995) 58,37 27,84 6,82 6,33 Toledo (Calero F. 1993) 52,44 18,96 14,53 14,07 Cuadro 4: Distribución de la / s/ implosiva en algunas variedades hispánicas 13 Concretamente, con las dos ciudades principales -Santo Domingo y Santiago- siempre que contemos con los datos en la bibliografía. 14 Cabe aclarar que, aunque las características de la población de las variedades presentadas no son totalmente equiparables, no obstante, nos permiten visualizar el comportamiento de la variable objeto entre ellas. Lamentablemente, por razones de espacio, solo podremos resaltar los aspectos más interesantes para los fines de esta investigación. 15 Este símbolo alude al fenómeno de la asimilación que no fue considerada en este estudio. 16 Como no pudimos acceder a esta tesis doctoral, los datos fueron extraídos de Pérez Castillejo (2013). <?page no="218"?> Manuel Peralta Céspedes 206 El dato más interesante es el comportamiento de la [s] entre los dominicanos en Madrid y los de Santo Domingo. Se observa que la realización plena aumenta hasta casi igualarse a la elisión. No obstante, la diferencia de los índices entre dominicanos en Madrid y el habla madrileña, con un 21,4% en la [s] y un 38,2% en la [Ø], parece mostrar una tendencia general de convergencia con la norma estándar madrileña hacia el proceso de reforzamiento de la / s/ implosiva en detrimento del proceso de debilitamiento característico de la isla. Esta misma tendencia se observa en el estudio en Getafe, donde los hablantes del sur de la península -que suelen favorecer más la elisión-, se acercaron aún más al habla madrileña. Sin embargo, la distribución porcentual en las variantes intermedias demuestra que en Getafe existe un desarrollo fonológico gradual, en contraste con el proceso que muestran los dominicanos en Madrid. 17 5.1 Factores lingüísticos El primer factor lingüístico que se describirá es la posición. Según nuestros datos, la posición interna favoreció primero la [s] con un 63,2%, luego la [Ø] con un 32,8 y, por último, la [h] con un 4%; sin embargo, el orden de mayor frecuencia cambia en la posición final: un 54,8% en la [Ø], un 43,6% en la [s] y la [h] desciende más a un 1,6%. Esta distribución que resultó ser estadísticamente significativa (p<,000) indica claramente que la posición del fonema posnuclear es determinante entre las variantes extremas, aunque todavía exista una influencia importante de la variante debilitadora. Una vez más el dato resulta más esclarecedor en la comparación de las variedades, según se observa en el Cuadro 5, ya que el factor posición no parece ser tan determinante en las variedades estándares de Madrid y Santiago, en donde predomina la variante más característica al margen del factor posición (la [Ø] en Santiago y la [s] en Madrid). Claro está también que en nuestra población la posición final es la que más favorece el debilitamiento de la implosiva. 17 Martín Butragueño (1995: 53) explica que los valores intermedios podrían deberse a que la localidad de Getafe se encuentra en una posible “frontera no muy reciente” que distingue la variante elidida de la conservadora en el uso de la / s/ implosiva en la península. La ciudad de Toledo, asimismo, está situada en las proximidades de dicha frontera -concretamente al sur de Madrid y Getafe- y por esto, como demuestran los datos de Calero Fernández (1993), aunque la [s] es mayoritaria, el debilitamiento de este fonema está cobrando importancia entre los toledanos. <?page no="219"?> El cambio fonológico brusco 207 Interior (N= 525) Final (N= 1475) p<,000 [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] Este estudio 63,2 4 - 32,8 43,6 1,6 - 54,8 Santiago, R.D. (Alba 1990) 10 29 - 61 11 20 - 69 Madrid (Momcilovic 2005) 75,1 8,4 13.1 3,5 57,5 16,3 8,9 17,4 Getafe (Martín B. 1995) 62,4 34,9 1,4 0,94 47,9 34,8 7 9,34 Toledo (Calero F. 1993) 64,6 23,3 8 4,09 48,6 17,6 16,6 17,2 Cuadro 5: Relación de la / -s/ según la posición en algunas variedades hispánicas En cuanto a la variedad en contacto (Getafe, por sus hablantes) y la intermedia (Toledo, por su ubicación geográfica), se puede observar que el proceso de reforzamiento está más avanzado en la posición interior y parece tener una misma dirección hacia la [s], aunque más lento, en la posición final. Este factor, por último, también confirma que en las dos variedades anteriores y entre los dominicanos en Madrid se están realizando desarrollos fonológicos internos distintos. Respecto al contexto siguiente, las diferencias porcentuales son más cercanas en los subgrupos del factor -vocal (-V), consonante (-C) o pausa (-/ / )- que en el factor posición. El comportamiento descendente de la [s] según el contexto fue el siguiente: un 55,3% delante de (-V), un 47,3% delante de (-C) y un 45,4% ante (-/ / ); el de la [Ø] fue un 42,1% ante (-V), un 50,2% delante (-C) y el más alto, un 54,6% delante de (-/ / ). No sorprende que el contexto vocálico favorezca la [s], mientras que el consonántico y la pausa favorezcan la [Ø]. Lo que sí es de interés es que estas dos variantes sean inversamente proporcionales según el contexto, marcando un comportamiento más estable y previsible. Esto no se observa en las variantes extremas de las demás variedades hispánicas presentadas en el Cuadro 6. -V -C -/ / p<,000 [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] Este estudio 55,3 2,6 - 42,1 47,3 2,5 - 50,2 45,4 0 - 54,6 Santiago, R. D. 21 21 - 58 3 23 - 74 18 15 - 67 Madrid (Momcilovic 2005) 89,7 6,4 - 3,9 63 13,8 10,2 13 83,2 6,1 - 10,7 Getafe (Martín B. 1995) 80,9 12 0 7,1 40,6 46,1 7,46 4,82 78,3 8,32 0 13,3 Toledo (Calero F. 1993) 82,6 8,45 - 8,95 20,5 27,6 31,1 20,8 76,1 3,5 - 20,4 Cuadro 6: Relación de la / -s/ según contexto siguiente en algunas variedades hispánicas <?page no="220"?> Manuel Peralta Céspedes 208 Si se analizan los porcentajes de la [s], según el contexto siguiente, en Getafe y Toledo se puede observar una misma tendencia (de aumento o disminución) similar a los movimientos de la misma variante en Madrid. De aquí se puede inferir que el proceso de reforzamiento está más avanzado en Getafe y Toledo que entre los dominicanos en Madrid. Esta conducta de “imitación” puede constituirse en un principio de especial importancia en el estudio del contacto dialectal porque describe el comportamiento de la variedad inmigrante respecto a la variedad estándar. Denominamos a este tipo de conducta principio de imitación del cambio lingüístico. En otras palabras, este principio se observa cuando la variedad de contacto o inmigrante empieza a actuar en consonancia con los patrones lingüísticos más marcados de la variedad estándar. Veamos brevemente el contexto tónico o átono siguiente. 18 En nuestro estudio en Madrid, ambos contextos vocálicos favorecieron la conservación, aunque la vocal tónica fue un poco más determinante (64,7%) que la vocal átona (56,7%), como también sucede mínimamente en Getafe y Toledo, según el Cuadro 7. Se observa, además, que aún se mantiene un uso notable de la [Ø], el cual es ligeramente mayor en la vocal átona [39,5%] que en la tónica [33,6%]. ΄V V p<,000 [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] Este estudio 64,7 1,7 - 33,6 56,7 3,8 - 39,5 Getafe (Martín B. 1995) 80,7 12,7 0 6,6 81,2 10,7 0 8,1 Toledo (Calero F. 1993) 84,3 9,1 0 6,6 82 8,2 0 9,8 Cuadro 7: Relación de la / -s/ según contexto vocálico tónico o átono en tres variedades El siguiente factor observado es la función. Aunque la segmentación de los contextos es más detallado en este factor -ver Cuadro 3-, aquí se resumirá el análisis distinguiendo las principales funciones de la / -s/ en español. Como se sabe, la / s/ implosiva puede formar parte del lexema (mismo, pescado, viernes) y también puede indicar las categorías gramaticales de número (las casas) o persona (vienes, te comes). En el primer análisis se 18 En este apartado analizamos también el contexto silábico tónico (΄CV) y el contexto silábico átono (CV) siguientes. Estos contextos, aunque favorecen más la elisión que la conservación, parecen no ofrecer mayor importancia a nuestro análisis, ya que presentaron cifras casi equiparadas (΄CV: 39% en [s], 1,5% en [h] y 59,5% en [Ø]. Y en CV: 38% en [s], 1,1% en [h] y un 60,9% en [Ø]). Quizá sea más interesante observar si en el contacto dialectal también resulta más productivo analizar el comportamiento de la variable según la consonante siguiente, como se ha demostrado referente a la aspiración (Méndez Dosuna 1987). <?page no="221"?> El cambio fonológico brusco 209 presenta la distribución [-gram] o [+gram] atendiendo a si realiza una función gramatical o no. [-gram] (N= 1019) [+gram] (N= 981) [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] Este estudio 53,8 2,9 - 43,3 43,53 1,53 - 54,94 Santiago, R.. D.. (Alba, 1990) 70 68 Getafe (Martín B. 1995) 47,43 37,01 7,32 0,73 47,56 33,03 7,31 10,92 Toledo (Calero F. 1993) 40,67 19,47 18,66 21,21 37,46 20,31 22,24 19,99 Cuadro 8. Distribución de la / -s/ según el aspecto no gramatical o gramatical en algunas variedades Según esta distribución, la variante se conserva más cuando no realiza una función semántica/ morfológica, mientras que se elimina más cuando constituye un morfema propio. El porcentaje de la [Ø] cuando la / -s/ es [-gram] es una clara evidencia de que el contacto referido es de una variedad caribeña como la dominicana. Lo mismo también se indica en el mayor porcentaje de la [Ø] en el aspecto [+gram]. Los datos ponen en duda la hipótesis funcional de Kiparsky (1983 [1972]), según la cual las lenguas retienen en superficie -entiéndase, a marcar o realizar fonéticamente- la información semántica relevante. Al comparar los datos con los de Santiago, se puede observar que el proceso hacia la conservación está muy avanzado en el habla de los dominicanos en Madrid y que, además, se está realizando un proceso fonológico brusco, a diferencia del proceso fonológico gradual que se desarrolla en Getafe y Toledo. Sobre los resultados de la distribución de las personas gramaticales, es importante destacar que en la segunda persona de singular hubo un 83% de [Ø] cuando el sujeto era explícito (N= 54) y un 54,2% de [s] cuando era implícito (N= 48). Este mismo comportamiento se observó en la primera persona del plural -ya que la / -s/ no tiene valor semántico/ morfológico de manera independiente, sino integrada al morfema -mosdonde hubo un 60% de [Ø] en los casos de sujeto explícito (N= 40) y un 55,7% de [s] en los implícitos (N= 106). Por consiguiente, los datos también ponen en duda la hipótesis de compensación funcional de Jiménez Sabater (1975) y seguida por Alba (2004) según la cual la expresión del sujeto se produce ante la pérdida de / -s/ en las formas verbales de segunda persona del singular. De haber sido así, no debía haberse mostrado el mismo comportamiento cuando la / -s/ carece de valor semántico propio. <?page no="222"?> Manuel Peralta Céspedes 210 Nominal (N= 733) Verbal (N= 248) [s] [h] [*] [Ø] [s] [h] [*] [Ø] Este estudio 43,2 2,1 - 54,7 44,4 0 - 55,6 Getafe (Martín B. 1995) 46,2 33,2 7,4 11,9 54,8 32,2 6,7 5,5 Toledo (Calero F. 1993) 39,3 20 21,4 19,3 35 22,4 21,5 21,1 Cuadro 9: Distribución de la / -s/ según el aspecto nominal y verbal en algunas variedades Este aspecto funcional parece no ser significante en los datos. Así, la variante [Ø] es mayoritaria en ambos aspectos y, por lo tanto, no los determina. La [s] presenta un comportamiento similar al que hemos visto en los factores lingüísticos anteriores, aunque aquí la distribución es casi igual en ambos aspectos. El análisis resulta más interesante si observamos, por ejemplo, los resultados de los indicadores nominales. Primero, en el indicador “marca única de plural” (N= 195) hubo un 61% de [Ø], un 38,5% de [s] y un 0,5% de formas [h]. Esto indica que, con mucha frecuencia, cuando en el SN solo hay una marca de plural, dicha idea se interpreta según el contexto y no porque se indica fonológicamente (e.g. siete añoØ). Por último, cuando en el SN aparecen dos o más marcas de plural, la primera marca [-red] suele ser un artículo y las otras [+red] sustantivo o adjetivo. Entre los dominicanos en Madrid se conserva más la [s] con un 53,1% en la primera marca [-red] mientras que suele eliminarse (62,1%) en las formas más redundantes 19 [+red]. Este dato contrasta con el observado en Toledo, donde el rasgo [+red] favorece la conservación (51,87%) y, en cambio, el rasgo [-red] favorece la elisión (31,05%). 5.2 Factores sociolingüísticos Aunque en la metodología se había indicado que se considerarían cuatro variables sociolingüísticas, al final del análisis se decidió presentar solo los resultados de las variables con igual número de informantes: el sexo y la edad. Se tomó esta decisión porque en los resultados de las variables tiempo en Madrid y ocupación se observó que actuaban en proporción con los indicadores de mayor número de informantes, lo cual sesgaría el análisis estadístico. 19 Alba (1982: 21) explica que la adhesión de los determinantes a la vocal siguiente, cuando funcionan como primera marca de plural, se debe a su carácter átono, razón por la cual necesitan apoyarse en otra palabra con acento. Este entorno, por lo tanto, favorece la [s]. No obstante, su argumento es limitado para nuestros datos porque solo describe el contexto delante vocal tónica y en este estudio hemos visto que delante de consonante solo se mostró una diferencia de 3% entre la [Ø] y la [s] (ver Cuadro 6). <?page no="223"?> El cambio fonológico brusco 211 Las Gráficas 1 y 2 muestran la correlación que existe de la variable lingüística con el sexo y la edad. Gráfica 1: Correlación entre / -s/ y el sexo de los dominicanos en Madrid Gráfica 2: Correlación entre / -s/ y la edad de los dominicanos en Madrid Según el sexo, las mujeres presentaron un 57,8% en la [s], un 2,1% en la [h] y un 40,1% en la [Ø]. Sin embargo, los hombres obtuvieron un 39,7% en la [s], un 2,4 en la [h] y un 57,9% en la [Ø]. El comportamiento de las mujeres -que favorecieron más la / s/ plena- era esperado porque ellas suelen actuar lingüísticamente más apegada a la lengua estándar que los hombres. 20 Es 20 Queda pendiente observar en la tesis si el comportamiento lingüístico de las mujeres está vinculado a la red social -como sucedió en el estudio de Milroy (1980) en Belfast, donde la red social de las mujeres era más laxa y, por tanto, favorecieron los usos innovadores- o al tipo de trabajo que se realice, dependiendo de si se está en contacto <?page no="224"?> Manuel Peralta Céspedes 212 preciso agregar, además, que parece existir una tendencia al fortalecimiento de la / -s/ entre los dominicanos en Madrid si consideramos que en Santiago, por ejemplo, los hombres presentan un 4% y las mujeres un 15% en la [s], según Alba (2004: 68). Otro factor determinante fue la edad: los niños y adolescentes convergen más con la norma estándar peninsular, mientras que los jóvenes y adultos favorecieron más la variedad vernácula de la isla. 21 Los del G1 (8-14) y G2 (15-18) presentaron un 72,8% y un 71,8% en la [s], respectivamente, y ambos presentaron un 27% en la [Ø]. Los del G3 (19-39) y G4 (>40) mostraron un 28,6% y 21,8% en la [s], pero en la [Ø] hubo un 69,2% y 72,8%, respectivamente. 22 Los datos confirman que la edad de llegada es determinante en la adquisición de las variables fonológicas al cruzar las fronteras dialectales (Trudgill 1986, Chambers 1992). Este principio se confirma en la población objeto si se considera que la edad indicada en este estudio no necesariamente se corresponde a la edad de llegada (que es menor). A pesar de ello, el porcentaje notable de la [Ø] en la población más prematura es una muestra de la influencia que siguen manteniendo los familiares y amigos dominicanos con esta población. Cabe aclarar, finalmente, que el contacto dialectal no está propiciando una adquisición fonológica, sino su potenciación, ya que la sibilante implosiva se escucha, aunque en menor proporción, entre los dominicanos de la isla. 6 Conclusión El estudio que hemos presentado ha permitido describir el comportamiento de la / s/ implosiva en el habla de los dominicanos en contacto con la variedad estándar madrileña. Los resultados han permitido demostrar que existe una tendencia de convergencia con la variedad receptora al observar que / -s/ plena, que presenta frecuencias minoritarias entre los dominicanos de la República Dominicana, aumenta su porcentaje (48,8%) de aparición en el habla de los dominicanos en Madrid hasta casi equipararse al porcentaje de apariciones de la / -s/ elidida (49%). Dicha tendencia está sustentada por factores lingüísticos y sociales. Los factores lingüísticos que favorecieron la conservación son la posición interna, el contexto vocálico siguiente, la vocal tónica o átona siguiente - con la norma (por ejemplo: asistentes de personas mayores de clase alta, empleadas de hogar, etc.). 21 Es posible que el G3 no haya presentado un mayor porcentaje en la [s] debido a que hubo solo un informante estudiante en esta categoría. Queda pendiente observar con la población mayor que estudio en la tesis doctoral si se mantiene este mismo comportamiento o si también este grupo pasaría a favorecer también la [s]. 22 Hubo un uso mayor de la variante intermedia entre las edades más altas. La distribución de la [h] fue la siguiente: 0,2% (G1); 1,2% (G2); 2,2% (G3) y 5,4% (G4). <?page no="225"?> El cambio fonológico brusco 213 aunque hubo una mayor proporción en la primera- y el aspecto [-gram]. Estos datos se corresponden con los contextos que favorecen la forma plena en la isla (Terrel 1986; López Morales 1990; Bullock/ Toribio/ Amengual 2014). Asimismo, a pesar de que los aspectos [nominal] y [verbal] no fueron determinantes, la [s] plena fue mayoritaria en el aspecto [-red] “primera marca de plural en la FN”. Los demás contextos favorecieron mayoritariamente la [Ø] ya que la forma aspirada se escucha muy poco y entre los adultos. La tendencia a la conservación está sustentada principalmente por las mujeres y las edades prematuras (niños y adolescentes). La norma estándar que favorece la conservación es muy fuerte. Por eso, se observa la misma tendencia entre los inmigrantes intradialectales en Getafe y en el habla de Toledo, ciudad ubicada al sur de Madrid. No obstante, se pudo observar que los procesos lingüísticos internos que se desarrollan son distintos, al demostrar que entre las variedades intradialectales de Getafe y Toledo se realiza un desarrollo fonológico gradual, mientras que en la variedad interdialectal de los dominicanos se realiza un desarrollo fonológico brusco. Estos procesos son la antesala del tipo de cambio lingüístico que pueda ocurrir. Se pudo observar, asimismo, que el proceso de reforzamiento está más desarrollado en Getafe y Toledo que en los inmigrantes dominicanos tras observarse que esas dos variedades empiezan a comportarse de manera similar a la variable madrileña en el análisis de uno de los factores lingüísticos (ver Cuadro 6). Este comportamiento permitió proponer el principio de la imitación del cambio lingüístico para describir la consonancia que puede presentar la variedad en contacto con la variedad estándar receptora en el análisis lingüístico, el cual es una evidencia de un cambio lingüístico en marcha y, por consiguiente, de un proceso de convergencia dialectal. Aun queda mucho por descubrir sobre el comportamiento de esta variable entre los dominicanos en Madrid y en otros contactos intra e interdialectales. En nuestra tesis doctoral en curso pretendemos confirmar estos resultados con una población dominicana mayor y considerando también otros factores (la categoría gramatical, el número de sílabas, la consonante siguiente, el nivel de instrucción, la ocupación, etc.) y otros estilos. <?page no="226"?> Manuel Peralta Céspedes 214 7 Bibliografía Alba, Orlando. 1982. “Función del acento en el proceso de elisión de la / s/ en la República Dominicana”. En: Alba, Orlando (ed.). 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Las diversas - el panorama lingüístico caribeño hasta hoy y constituyen el cerca los contactos lingüísticos más tempranos entre indios y españoles así como el fenómeno de la criollización en Haití, los procesos de intercambio histórico y actual entre español y criollo haitiano y el desarrollo de estas lenguas en la diáspora. Two nations with different cultural and linguistic imprints - Haiti and Dominican Republic - share the Caribbean island ! " ! " ! #! ! ! $ " the focus of this volume. The articles shed light on the earliest Caribbean Native American-Spanish language contact, as well as on the phenomenon of creolization in Haiti, the historical ! # % ! $ & and the evolution of these languages in the diaspora. Multilingualism and Language Teaching 1 ISBN 978-3-8233-6901-1