Vox Romanica
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Francke Verlag Tübingen
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Kristol De StefaniÁngel López García, Gramática del Español, vol. 3: Las Partes de la Oración, Madrid (Arco Libros) 1998, 598 p.
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C. Hernández Sacristán
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schmal ist, so im Vergleich Altspanisch-Spätlatein in Kapitel iii. Wenn dafür die Resultate der Auswertung der ersten fünf Seiten der Vita Eufrosine des 7. Jahrhunderts durch M. Selig zum Vergleich herangezogen werden (378), kann man wohl nur schwerlich aus den so ermittelbaren Prozentwerten verallgemeinerbare Schlüsse herleiten; wenn die Untersuchung der Stellung der Klitika vom Spätlatein speziell zum Altitalienischen durch D. Wanner 1987 hier als Vergleichsbasis für das Altspanische herangezogen wird (385), so ist wohl auch dies nicht unproblematisch. Zuletzt wäre da die Frage, inwieweit die Detailanalyse des Korpus sich über die Beschreibung der Epoche Altspanisch (beziehungsweise, präziser gesagt, eben des 13.-15. Jahrhunderts, die Zeit, aus der die Texte des Korpus stammen) hinaus ummünzen läßt in eine kohärente und stimmige Darstellung von Sprachwandelprozessen. In der Tat gelingt es der Autorin, einige Tendenzen herauszustellen, so eine zunehmende Abnahme syntaktischer Flexibilität in der Nebensatzstellung und in den kategorischen Konstruktionen. Aber sie gesteht auch ein: «Dennoch sollte man nicht vergessen, daß durch die Auswertung einer oder zweier Textsorten bestenfalls Tendenzen der Sprachentwicklung aufgezeigt werden können, die nicht immer ohne weiteres auf andere Gattungen zu übertragen sind» (366). Diese Anmerkungen sollen jedoch keineswegs darüber hinwegtäuschen, daß es sich bei der Arbeit um einen unter seinen methodischen Prämissen rundum überzeugenden Beitrag handelt, der in doppeltem Sinne durch innovative Aspekte gekennzeichnet ist. Es gelingt ihm, das bislang nur an wenigen Sprachen erprobte thetisch-kategorische Modell auf das zeitgenössische Spanisch anzuwenden, vor allem aber vermag er diesen spezifischen Ansatz erstmals überzeugend für die diachrone Perspektive fruchtbar zu machen. Nimmt man dazu noch die stets kritische, aber auch durchgängig selbstkritisch reflektierende Einstellung der Verfasserin zu ihrem Tun, so kann einen die gut gemachte 3 Studie nur noch mehr überzeugen. Man würde es dem Buch wünschen, daß es auch im spanischen Sprachraum wahrgenommen wird. J. Lengert H Ángel López García, Gramática del Español, vol. 3: Las Partes de la Oración, Madrid (Arco Libros) 1998, 598 p. Con esta tercera entrega completa el profesor Ángel López García una obra magna de los estudios gramaticales sobre el español, desde el modelo que se viene conociendo como lingüística perceptiva en la Universidad de Valencia. Los dos primeros volúmenes fueron dedicados el primero de ellos al estudio de la oración compuesta (interordinación) y el segundo a la oración simple y compleja (inordinación). Este tercer volumen, dedicado a las partes de la oración, aborda conjuntamente el problema de las clases de palabras y el nivel de organización sintáctica conocido como frase. Los presupuestos metodológicos y epistemológicos en los que se inserta el conjunto de la obra merecen una sucinta presentación antes de pasar revista a las aportaciones más significativas del volumen aquí reseñado. La asunción básica se refiere al hecho de que las entidades lingüísticas y, en concreto, las estructuras sintácticas se constituyen sólo en tanto que objetos ligados a nuestra percepción. A fin de evitar una lectura trivial de esta afirmación, convendrá precisar que esta función constitutiva de la percepción resulta inherente a las entidades lingüísticas, que no serán nunca en sentido estricto objetos externos a la actividad perceptiva, sino configurados en el seno de 366 Besprechungen - Comptes rendus 3 Auch formal ist sie sehr sorgfältig verfaßt, einzig aufgefallene Druckfehler sind: (46) Enwicklung, (88) ent-wickelt, (395) repersentava (representava), (411) Oestereicher (Oesterreicher). la misma y de acuerdo, por este motivo, con las leyes que la rigen. Gran parte de las mismas han sido establecidas por la psicología de la Gestalt y son asumidas como herramientas de trabajo en el discurso gramatical que aquí comentamos. Aunque este tipo de posición puede parecer próximo a las orientaciones cognitivistas existe una diferencia fundamental entre estas últimas y la orientación perceptiva. La gramática cognitiva centra su objeto de estudio en el establecimiento de esquemas mentales (imágenes) que subyacen a las estructuras lingüísticas, lo que nos permitiría una aproximación a la manera en que estas últimas representan el mundo. Al lenguaje se le asigna así una función básicamente instrumental: al servir de expresión a determinados esquemas mentales las estructuras lingüísticas nos permiten representar el mundo. Los esquemas o procesos perceptivos que se proponen en el estudio aquí reseñado no son sencillamente expresados o manifestados por el lenguaje, sino parte constitutiva del mismo. En el mismo sentido, el mundo no es tampoco sencillamente representado, sino en parte al menos también constituido por el lenguaje, y ello en relación estrecha con la función comunicativa que desempeña. Esto último quedó particularmente claro en el primer volumen de esta gramática, cuando la conversación y las pautas que rigen su dinámica se propusieron como marco del que debía derivar el estudio de la oración compuesta. Que la interacción comunicativa, el conversar, haya constituido el punto de arranque de un discurso gramatical, lo diferencia radicalmente respecto a aquellos para los que la función comunicativa es algo que viene después. El anclaje en lo que cabe denominar espacio del acto comunicativo es una constante que, en otro orden de consideraciones, se mantiene en la discusión sobre oración simple y compleja en el segundo volumen de esta gramática y también, por supuesto, en el que centra ahora nuestra atención. La asignación de una naturaleza de base perceptiva o, más en concreto, gestáltica a las estructuras y categorías gramaticales nos permite entender de forma natural cómo se adaptan a las múltiples perspectivas y/ o funciones virtualmente presentes en un acto comunicativo. Esta manera de entender la naturaleza del objeto presenta consecuencias notables de tipo «metagramatical». Nos referimos al hecho de que una lingüística perceptiva se presenta necesariamente como un discurso integrador de discursos gramaticales. En ningún caso encontrará el lector de esta gramática del español una actitud excluyente respecto a algún modelo o tipo de aproximación a los fenómenos que se someten a estudio, sino por el contrario una voluntad integradora de los puntos de vista más notables, cualquiera que sea su adscripción epistemológica. Como manifiesta el autor, «incluso los errores de los gramáticos obedecen a algo y tienen interés por sí mismos» (447). La lingüística perceptiva nos permite determinar espacios de interpretación de las estructuras y categorías gramaticales reconociendo para las mismas un ámbito que podríamos considerar irreductible de indefinición lógica, que es la propia de la distribución figura/ fondo de un universo perceptivo: la posibilidad de una inversión gestáltica nunca puede en términos lógicos netamente excluirse o reducirse a cero. Esta circunstancia no nos incapacita para el análisis gramatical, sino que constituye el reto máximo que cabe fijarnos para el mismo: determinar los parámetros en los que dicha indefinición se mueve y asignarle un valor funcional en la economía de los medios expresivos. La falta de reconocimiento de ese «quantum» de ambigüedad funcional consustancial al lenguaje conduce normalmente a soluciones unívocas de carácter parcial. Estas soluciones no dejan de ser, con todo, reveladoras de alguno de los parámetros aludidos y merecen por ello nuestra atención. Una consecuencia de esta posición epistemológica, que en ningún caso se confunde con un cómodo eclecticismo, es que el lector de esta gramática dispone a un tiempo para cada uno de los temas tratados de una exhaustiva valoración de todo aquello que nos ofrece la tradición de estudios sobre el mismo, sin que se excluya ningún trabajo significativo. Alguna de las cuestiones planteadas en el volumen 3 de esta Gramática nos permitirán ilustrar lo que precede. Resulta imposible en el espacio de una reseña dar cuenta razona- 367 Besprechungen - Comptes rendus ble del conjunto de aportaciones notables en él contenidas. Nos limitamos por ello a ofrecer un botón de muestra de las cuestiones más generales, pero dejando claro que cualquiera de los aspectos tratados supone una visión renovada y de gran interés para los mismos. Una primera cuestión sometida a debate se refiere al estatuto de la frase como estructura mediadora entre la oración y la palabra. Su naturaleza define ya de entrada un espacio de ambigüedad que debe ser sometido a análisis. La frase puede ser considerada, desde cierto punto de vista, como una unidad funcional y, desde otro, como una unidad categorial. Desde el punto de vista funcional, las frases son partes de la oración generadas onomasiológicamente, esto es, atendiendo a la perspectiva de hablante. La frase en tanto que unidad funcional mantiene una relación de dependencia genética respecto a la oración, que se nos manifiesta en términos de lo que el autor conoce como «contracción». La contracción no se confunde con la simple reiteración de determinadas constantes a menor escala (por ejemplo estructura núcleo/ adjunto), sino que ofrece productos cualitativamente diferenciables dependiendo del aspecto concreto de la estructura oracional que prevalece cuando la reducción opera. Esta es una manera de afirmar que la especificidad funcional de cada tipo de frase en el marco oracional determina la manera también específica en que los elementos integrantes de una frase se organizan funcionalmente. Así, por ejemplo, la organización funcional de una frase sustantiva deberá explicarse teniendo en cuenta que resulta de una contracción oracional en la que la función de sujeto cobra una posición preeminente. Con este mismo criterio, atendiendo a diferentes aspectos o posiciones oracionales prevalentes, se determinan las características funcionales de los diferentes tipos de frase: junto a la sustantiva, también la verbal, la adjetiva, la preposicional, la verboidal (perífrasis verbal) y la adverbial. Estas características funcionales de las frases deben ser en principio congruentes con los significados genéricos propios de sus núcleos: sustantivo, verbo, adjetivo, preposición, verboide y adverbio, las seis clases de palabras reconocidas por el autor. Desde el punto de vista categorial la frase resulta ser una expansión generada semasiológicamente, esto es, desde la perspectiva del oyente, a partir de un núcleo que representa de forma más o menos prototípica a una clase de palabras. El núcleo gracias a sus propiedades morfológicas o su capacidad rectiva determina el alcance formal de la frase. El problema que de inmediato se plantea es que siendo la frase a un tiempo unidad de codificación (funcional) y de descodificación (categorial-formal) los límites de la misma se nos aparecen como en parte diferentes según sea una u otra la perspectiva adoptada. Cabe discutir, por ejemplo, si el artículo se proyecta endocéntricamente sobre el sustantivo en la frase nominal o no, si pertenece a ella o mantiene con ella una relación exocéntrica. Puede suceder tanto que la frase funcional rebase los límites de la categorial, como lo inverso. Estas divergencias comunes para cualquier ámbito del lenguaje entre las perspectivas codificadora y descodificadora exigen siempre una labor de ajuste que se encuentra presupuesta en toda actividad interlocutiva. En el caso de la frase esta función de ajuste viene desempeñada por los elementos especificadores, que son para el autor clases de formantes y no clases de palabras. Este sería, por ejemplo, el papel del artículo en la frase nominal, del morfema de grado en la frase adjetiva o de los clíticos en la frase verbal. La función comunicativa del lenguaje sobredetermina, sin anular por ello su especificidad, a la función referencial del mismo. Los modos del referir que caracterizan a las diferentes clases de palabras son, a un tiempo, diferentes modos del comunicar, esto es, de tomar posiciones a partir de un punto cero, origo bühleriano, definido por la terna yo-aquí-ahora, en la que pueden observarse dominancias relativas de alguno de sus términos sobre los otros dos. Se define de esta forma una actividad referencial que configura un mundo-parael lenguaje o - lo que es lo mismo - un mundo para el hombre en tanto que sujeto hablante. Respecto al origo o eje de coordenadas de este mundo-para-el lenguaje, se sitúan una serie de categorías cognitivas básicas, a saber: unos ejes escalares que se conocen como Tem- 368 Besprechungen - Comptes rendus poral y Local (representan magnitudes escalares que se miden tomando por referencia el origo), los cuantores Pluralidad y Discriminación (que nos permiten realizar operaciones lógicas de naturaleza conjuntística) y, finalmente, un eje vectorial de Posiciones de Identificación. Este último, el eje vectorial, define un gradiente orientado hacia el origo, que se toma en este caso como expresión máxima de lo individuado e identificado, esto es, el yo del hablante. En el referido gradiente cabe destacar al menos tres puntos de especial relevancia, i 1 i 2 i 3 , que en el dominio de la oración simple (tomo 2 de esta gramática) nos permitían discriminar sujeto, predicador y objeto, y que se asocian a los conceptos gestálticos de figura, frontera y fondo. Las diferentes clases de palabras se explican a partir de realces perceptivos que operan sobre alguna de las anteriores categorías cognitivas. El carácter integrado del espacio que las contiene nos permite establecer subclases que suponen realces secundarios, así como entender variadas situaciones transicionales entre las mismas. Dentro, por ejemplo, del ámbito nominal los realces primarios correspondientes a las Posiciones de Identificación i 1 i 2 i 3 nos permiten discriminar en este orden el nombre propio, el sustantivo y el adjetivo. Diferentes subtipos de estas clases de palabras son obtenidos proponiendo realces secundarios de cada una de las categorías cognitivas antes referidas. La potencia explicativa del modelo se va incrementando a medida que avanza la presentación de nuevas cuestiones. Ninguna de las que la tradición gramatical se ha hecho eco queda exenta de examen. Dentro aún del ámbito de la frase nominal sorprende por su capacidad explicativa la asociación propuesta entre los artículos «un», «el», «lo» y, de nuevo, las tres Posiciones de Identificación anteriormente referidas, lo que supone establecer una ligazón perceptiva entre los tres términos anteriores y, respectivamente, nombre propio, sustantivo y adjetivo. Por lo que se refiere al verbo, los realces sobre las categorías cognitivas básicas, así como realces sobre los factores yo-aquí-ahora que integran el origo, nos permiten dar una explicación particularmente novedosa al complejo TAM (tiempo-aspecto-modo). La ubicación primaria de las categorías T, A, M sería respectivamente eje escalar Temporal, eje escalar Local y eje vectorial de Posiciones de Identificación. Pero lo más significativo de la propuesta del autor es que las tres categorías, que suponen ya realces sobre un espacio cognitivo integrado, admiten a su vez tres perspectivas de segundo orden dependiendo de la manera en que el origo es tratado perceptivamente. La dominancia del factor «ahora» transforma a T, A, M respectivamente en temporalidad, aspectualidad y modalidad, que nos permiten caracterizar la significación verbal por relación al mundo de referencia, esto es, sentido lógico. La dominancia del factor «aquí» transforma a T, A, M respectivamente en coherencia temporal, aspectual y modal, que nos permiten caracterizar la significación verbal desde el punto de vista de las relaciones entre enunciación y enunciado, esto es, sentido textual. Finalmente, la dominancia del factor «yo» transforma a T, A, M respectivamente en actitud temporal, aspectual y modal, que nos permiten caracterizar la significación verbal por relación al espacio interlocutivo, esto es, sentido pragmático. Muchas de las inconsecuencias de la tradición de estudios son debidas a la falta de conciencia de esa triple perspectiva a la que pueden ser sometidas conjuntamente las categorías de tiempo, aspecto y modo. También al hecho de que, aunque las diferentes formas de un paradigma verbal comparten el complejo TAM, conviene precisar que tratan dicho complejo con diferente criterio perceptivo. Así, por ejemplo, para las formas de indicativo la categoría tiempo se encuentra realzada sobre la categoría modo y lo inverso sucedería para las formas de subjuntivo. Este fenómeno, que podríamos denominar de prevalencia relativa de factores dentro del complejo TAM, resulta particularmente esclarecedor en el tratamiento de los verboides y frases verboidales (perífrasis verbales). La naturaleza de los verboides y las frases verboidales se deja percibir con claridad cuando observamos la vinculación de infinitivo, gerundio y participio a los realces perceptivos de modo, tiempo y aspecto, respec- 369 Besprechungen - Comptes rendus tivamente. Infinitivo, gerundio y participio definirían en este orden un modo, un tiempo y un aspecto genéricos o abstractos. Dentro del ámbito de la frase verbal se aborda naturalmente también el tema de la persona y el número. La capacidad explicativa del modelo se muestra de nuevo aquí a partir de la asociación de las personas primera, segunda y tercera con los conceptos gestálticos figura, frontera y fondo, respectivamente. Este tipo de asociación explica, entre otras muchas cosas, que el carácter transicional de la segunda persona (espacio de enlace por una parte y de separación por otra) se manifieste en el carácter formalmente marcado que esta persona suele presentar respecto a las otras dos. La intervención de la categoría de número no hace sino confirmar este carácter transicional de la segunda persona, como evidencian las fórmulas de tratamiento, esto es, el hecho, por ejemplo, de que segundas personas del plural puedan recategorizarse como terceras personas. En el volumen que reseñamos se dedica un último capítulo al estudio de lo que se denominan categorías secundarias, esto es, el adverbio y la preposición. Respecto al adverbio lo más significativo es tal vez el discernimiento de la dominante modal de la categoría que transforma a los de manera en prototípicos sin excluir por ello al resto de tipos adverbiales (que se explicarían de nuevo a partir de realces operados sobre las categorías cognitivas anteriormente referidas). Por lo que al tratamiento de las preposiciones se refiere, el autor se distancia del punto de vista de la gramática cognitiva al considerar que el valor fundamental de las preposiciones no es tanto significar una transición entre dos términos (trajector y landmark) cuanto asignar al término regido por ella una orientación respecto a un espacio en principio no especificado. Los criterios gestálticos deben complementarse aquí con criterios topológicos, que permiten un tratamiento más abstracto de las nociones espaciales. Solo así se entiende que las preposiciones prototípicas sean justamente aquellas en las que la orientación espacial significada sea difícilmente representable en términos de imagen visual. La preposición «de», por ejemplo, representaría de forma más prototípica a la categoría que la preposición «sobre». De todo lo anterior se desprende que nos encontramos ante una gramática del español nada convencional. La originalidad en la búsqueda de soluciones a problemas clásicos planteados por la tradición gramatical se explica en estrecha relación de congruencia con lo que constituye una propuesta también novedosa acerca de la naturaleza del lenguaje y de las reflexiones sobre el mismo. El modelo teórico y los criterios metodológicos manejados podrán suscitar en el lector un mayor o menor grado de aceptación, pero en cualquier caso no podrá negarse que nos permiten sacar a luz los problemas fundamentales del discurso gramatical sobre el español y nos ofrecen, a un tiempo, las líneas básicas en las que se enmarca el debate sobre los mismos. C. Hernández Sacristán H J AVIER E LVIRA , El cambio analógico, Madrid (Gredos) 1998, 255 p. (Biblioteca románica hispánica. Estudios y ensayos 411) Was versteht man unter Analogie? Die Antworten auf diese Frage sind sehr heterogen. Während die Analogie bei den Grammatikern der Antike eng mit dem Begriff der Regelmäßigkeit verknüpft ist, greifen die Indoeuropäisten im 19. Jahrhundert auf die Analogie zurück, um Lautentwicklungen zu erklären, die nicht den Lautgesetzen entsprechen. Betrachtet man die Entwicklung des Analogiebegriffs seit Hermann Paul, stellt man laut Elvira fest, daß er zu einer «noción cajón de sastre» (16) geworden ist. Mit ihm werde immer dann operiert, wenn es um Sprachwandelphänomene gehe, in denen sich die «tendencia 370 Besprechungen - Comptes rendus
