Vox Romanica
vox
0042-899X
2941-0916
Francke Verlag Tübingen
Es handelt sich um einen Open-Access-Artikel, der unter den Bedingungen der Lizenz CC by 4.0 veröffentlicht wurde.http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/121
2000
591
Kristol De StefaniLuis A.Ortiz López, Huellas etno-sociolingüísticas bozales y afrocubanas, Frankfurt a. M. (Vervuert)/Madrid (Iberoamericana) 1998, 203 p. (Lengua y sociedad en el Mundo Hispánico 2)
121
2000
Ph. Maurer
vox5910385
Luis A. Ortiz López, Huellas etno-sociolingüísticas bozales y afrocubanas, Frankfurt a. M. (Vervuert)/ Madrid (Iberoamericana) 1998, 203 p. (Lengua y sociedad en el Mundo Hispánico 2) El estudio de Luis Ortiz consta de las partes siguientes: Prólogo (13-15, escrito por John Lipski); Introducción (17-25); Capítulo i: Marco teórico (26-60); Capítulo ii: Metodología del estudio (61-70); Capítulo iii: Corpus lingüístico afrocubano: análisis morfosintáctico (71- 117); Capítulo iv: Testimonios en torno al lenguaje afrocubano: documentación extralingüística y lingüística (118-46); Capítulo v: Léxico de origen africano en el español (afro)cubano de hoy: usos y actitudes lingüísticas (147-58); Conclusiones (159-72); Bibliografía (173- 88); Apéndice A: Muestra de informantes afrocubanos entrevistados (189-91); Apéndice B: Muestra de la transliteración de algunos fragmentos de cuatro entrevistas (192-203). El tema del estudio de Luis Ortiz es el habla bozal cubana, es decir la variante del español hablada por los africanos de nación (= esclavos naturales de África). Con el término de bozal se hace referencia al hecho de que los esclavos naturales de África no sabían hablar el idioma de la comunidad lingüística a la que llegaban. El habla bozal cubana es una variante del español extinguida, pues los últimos bozales murieron en los años cincuenta de este siglo; además, no se tienen documentos lingüísticos directos, pues se conoce esta variedad del español en primer lugar a través de obras literarias en las cuales se imita el hablar de los bozales, generalmente con el fin de burlarse de ellos. Sin embargo, existen descendientes de estos bozales, sobre todo en zonas alejadas de los centros urbanos cubanos, que recuerdan los tiempos en que se hablaba bozal y cuyo español muestra cierta influencia de esta habla. Luis Ortiz ha tenido el gran mérito de ser el primer investigador que se ha entrevistado con miembros de caseríos afrocubanos alejados con el fin de obtener informaciones acerca del habla bozal. El corpus del autor consta por una parte de transcripciones del habla de estos afrocubanos, y por otra parte de testimonios lingüísticos y extralingüísticos de los ancianos afrocubanos sobre el habla de sus antepasados. En la Introducción (17-25), el autor expone la polémica que existe en cuanto al origen del español caribeño. Por una parte hay defensores de un origen exclusivamente europeo - fundamentalmente andaluz y canario - de este dialecto, y por otra parte hay lingüistas opinando que, además de esta influencia andaluza y canaria, los africanos llevados como esclavos a esa zona también han contribuido a la formación del español caribeño a través de un idioma criollo o pidgin. El propósito del autor es evaluar estas posiciones mediante el análisis del habla actual de ancianos afrocubanos y de los testimonios extralingüísticos y lingüísticos de éstos sobre el habla de africanos de nación y sus descendientes. El autor parte de la hipótesis que existe una relación entre su corpus y (1) la postura criolla para el español cubano, (2) las modalidades andaluzas, canarias y caribeñas, (3) la lengua bozal presente en textos afrocubanos, y (4) las variedades criollas iberorromances del Caribe (el papiamento de Curazao y el palenquero de Colombia). En el capítulo i (26-60), el autor nos presenta algunas consideraciones teóricas sobre conceptos y hechos importantes para su estudio, entre los cuales cabe mencionar la sociolingüística, las lenguas pidgin y criollas y los contactos afroespañoles en el Caribe (26-43). Asimismo examina las distintas etapas de la controversia sobre el origen del español caribeño (presencia/ ausencia del andaluz/ canario, formación o no de una lengua criolla entre la población esclava del Caribe hispánico) (43-47). El capítulo termina con algunas consideraciones sobre testimonios lingüísticos y extralingüísticos referentes al habla bozal cubana y una lista de rasgos supuestamente criollos del habla bozal caribeña en general, como por ejemplo la ausencia de artículos (yo lleva Ø muerto [llevo un muerto]) o la pregunta con sujeto-verbo no invertido (¿Qué tú quieres? ) (47-60). 385 Besprechungen - Comptes rendus El capítulo ii trata de la metodología del estudio (61-70). Los informantes son 70 afrocubanos de edad avanzada (entre 60 y 105 años; la mayoría teniendo entre 71 y 90 años), de los cuales 34 son hombres y 36 mujeres, residentes en dos provincias del occidente de Cuba (La Habana y Matanzas) y en dos del oriente (Santiago de Cuba y Guantánamo), consideradas como las áreas de mayor población negra en este país. Todos los informantes pertenecen a la población rural y marginal, con un nivel de educación formal bajo. La investigación es de índole cualitativa, no cuantitativa, lo que significa que los resultados son representativos exclusivamente de estos informantes, y no de la totalidad de la comunidad afrocubana. Los datos fueron recogidos durante dos estadías en Cuba en 1995 y 1995/ 96, de cuatro y dos meses respectivamente. El capítulo iii (71-117) contiene un análisis morfosintáctico del corpus lingüístico afrocubano. Los ancianos afrocubanos entrevistados por el autor hablan un español que manifiesta características de los sociolectos populares cubanos, los cuales coinciden a grandes rasgos con la modalidad popular caribeña, andaluza y canaria. A parte de esto, la variedad afrocubana estudiada por el autor exhibe rasgos cuyo origen se encuentra en el contacto afrohispánico que se estableció en Cuba desde el siglo xvi hasta comienzos de este siglo. El sintagma verbal se caracteriza por una inestabilidad morfológica que se manifiesta por ejemplo en la ausencia de concordancia entre el sujeto y el verbo (Yo digo que tiene [tengo] má, 75) o el cambio de tiempo (Cuando yo fui [era] grande, 79), modo (sigue ya para Santiago, La Maya si aquí no puedan [pueden] resolvel, 77), persona y número (Nunca se me cayó [los dientes], 76), con una marcada tendencia a utilizar la tercera persona singular como forma invariable. También es muy frecuente la elisión del verbo copulativo ser (el único que me acueldo Ø [es] de mi abuelo, 93). Existen ejemplos del empleo del infinitivo en vez del verbo conjugado: chorro querel (quiere) decil que ya no é nieto (92); sin embargo, estos ejemplos son muy poco frecuentes. La apócope de la / r/ final del infinitivo se encuentra también en el habla popular de sujetos no afrocubanos; sin embargo parece ser un fenómeno significativamente más frecuente en el habla de los afrocubanos entrevistados por el autor (91). Lo que llama la atención es el hecho de que en el habla de estos afrocubanos no se encuentra ninguna huella del sistema aspectual del habla bozal, formado por las tres partículas ya ( perfectivo ), tá ( imperfectivo ) y va ( futuro ) más infinitivo. El sintagma nominal también se caracteriza por la inestabilidad morfológica. Destacan los fenómenos siguientes: anteposición de / s/ a sustantivos iniciados en vocal (cuatro saño [años], cuyo origen es una falsa segmentación del sintagma nominal los años > lo saño, 96); empleo de un pronombre invariable eso (Eso [= a esa] sí que no se le entendía lo que hablaba, 98); falta de concordancia entre nombre y adjetivo (Entonce toda esa dialecto que usaban pa’ hablá cada tribu, 101), elisión de determinantes (y yo nací en Ø eclavitú, 103), el empleo del adverbio logo luego (104), lo que pudiera demostrar la influencia del portugués sobre el español de los africanos de nación, a no ser que se trate de un fenómeno de cambio fonético interno (reducción de diptongos en el habla popular cubana, donde se puede decir preto en vez de prieto, o proba en vez de prueba, 104). Desde el punto de vista sintáctico, el habla afrocubana se caracteriza, entre otro, por los siguientes hechos: redundancia de pronombres de sujeto, preguntas con sujeto-verbo no invertido, eliminación de preposiciones (sobre todo a, de, en: hasta que llegué Ø [a] el llano; ¡Ay pero la suña Ø [de] lo pie! ; Mi papá murió ahí Ø [en] el Aguacate; 111), doble negación. La doble negación existe también en ciertas variedades del español dominicano y colombiano (Chocó); lo que llama la atención en el corpus de Ortiz es que no sólo existe la repetición de no (No sé no, 113), sino también de tampoco: No conocí tampoco los padres de mi madre tampoco (113). Las conclusiones que el autor saca del análisis morfosintáctico del corpus afrocubano son las siguientes: El material analizado no favorece la hipótesis criollista; los rasgos asociados 386 Besprechungen - Comptes rendus por ciertos lingüistas a una lengua criolla corresponden más bien a fenómenos propios de una lengua de emergencia y de transición que aprendían los africanos de nación durante sus primeros contactos lingüísticos con el español y que después desaparecieron en parte a medida que el afrohispanohablante iba aprendiendo el español (116s.). El capítulo iv (118-46) presenta testimonios lingüísticos y extralingüísticos de los informantes afrocubanos acerca de esclavos y sus descendientes. A través de estos testimonios, el autor intenta acercarse al período en que las lenguas africanas y el español estuvieron en contacto. Para describir el español que hablaban los esclavos de nación, los informantes actuales emplean adjetivos como enredao, feo o mal hablao (129). Los informantes también mencionan algunos casos de hijos de esclavos bozales que no llegaron a aprender bien el español, sino que hablaban de una manera casi idéntica a sus padres; sin embargo no habían aprendido a hablar la(s) lengua(s) africanas de sus padres (131). Según los informantes actuales, el español de los bozales se caracterizaba, entre otros, por el uso del pronombre de sujeto como objeto (Yo mira tú do vece [137]), la ausencia de determinantes (¿Qué tiene Ø muchacho? , 137), el uso de la tercera persona singular del verbo (Yo mira tú do vece [137]), la presencia de las partículas aspectuales ya, tá, va (Si tú tá queré que yo tá decí cosa, 138), el manejo del verbo en infinitivo (yo queré jablal contigo, 137). Los testimonios de los informantes afrocubanos coinciden en gran parte con los testimonios lingüísticos y extralingüísticos de los intelectuales cubanos del siglo xix. Por ejemplo, Esteban Pichardo escribe en 1836: «Otro lenguaje relajado y confuso . . . entre los Negros bozales ó naturales de Africa . . . y que conservan eternamente, a menos que hayan venido muy niños: es un castellano desfigurado, chapurreado . . . » (143). El capítulo v (147-58) trata del léxico de origen africano en el español (afro)cubano de hoy. La opinión general acerca del tema es que las palabras de origen africano integradas al léxico del español cubano actual fueron transmitidas anteriormente a través de las religiones afro-cubanas (Santería, Regla Conga y Sociedad Secreta Abakuá), limitándose a palabras pertenecientes al mundo religioso-cultural. Según una pequeña encuesta informal del autor, hoy en día las religiones afrocubanas, en especial la Sociedad Secreta Abakuá, siguen aportando palabras africanas al léxico cubano, pero la actitud de los cubanos frente a esos préstamos es más bien negativa, porque los que emplean estas palabras pertenecen a grupos marginales. Sin embargo, estos vocablos se van integrando poco a poco al habla coloquial e informal de otros grupos sociales cubanos. De hecho ya aparecen con bastante naturalidad en el habla coloquial de muchos jóvenes, estudiantes y hombres cubanos. El capítulo vi (159-72) corresponde a las conclusiones. Los estudios del autor muestran que los hallazgos lingüísticos son insuficientes para determinar si existió una lengua criolla entre los hijos de africanos de nación en Cuba desde el siglo xvi al xix. El autor piensa que el corpus analizado permite concluir que entre los africanos de nación, y también entre algunos descendientes de ellos, se creó un código lingüístico afrohispánico con cierta tendencia a una lengua «semicriolla», es decir a una variedad que posee tanto rasgos criollos como no criollos (161). A mi modo de ver, el estudio de Luis Ortiz demuestra claramente que el habla bozal del siglo pasado no fue una lengua criolla. Lo que caracteriza el habla bozal y también el habla de los afrocubanos actuales entrevistados por el autor no es tanto la invariabilidad de los morfemas gramaticales que caracteriza la gran mayoría de las lenguas criollas, sino más bien la inestabilidad de los mismos. Así, en el habla de los afrocubanos actuales, el artículo definido puede ser tanto lo + sustantivo femenino (lo esclava) como la + sustantivo masculino (la municipio) (102). En una lengua criolla, el artículo definido es invariable; en el papiamento de Curazao tiene la forma e: e hòmber el hombre , e muhé la mujer y, dicho sea de 387 Besprechungen - Comptes rendus paso, no está derivado del artículo español el/ ella, sino del determinante demostrativo español y/ o portugués es(s)e, como lo demuestra la forma más antigua es: es nigrita la negrita . En cuanto al carácter pidgin del habla bozal, si se parte de la idea que una lengua pidgin es «a reduced language that results from extended contact between groups for people with no language in common» (160), testimonios como el siguiente: «Si lo negro no tá endé, lo branco le mando lo cuero pa’que el negro tá entendé» (140) ponen en duda, en mi opinión, que los dueños de esclavos hayan hablado una variante pidginizada del español. El habla bozal resulta ser una variedad L2 del español hablada únicamente por los africanos de nación, con ciertos rasgos supraindividuales, como por ejemplo la tendencia a emplear un sistema aspectual tripartito (tá imperfectivo , ya perfectivo y va futuro ) que la aproxima a una lengua pidgin. Aparte de esto, el hecho que la lengua bozal no sea una lengua criolla o poscriolla no implica que no se hayan creado lenguas criollas en suelo cubano. Hasta ahora no sabemos nada del habla de los afrocubanos de los siglos xvi a xviii, ni de los medios de comunicación en los palenques que se establecieron en Cuba. Sea como fuere, el estudio de Luis Ortiz es excelente y merece obtener la atención de los lingüistas interesados en dialectología española, en lenguas criollas y pidgin, y en contactos lingüísticos en general. Ph. Maurer H 388 Besprechungen - Comptes rendus