Vox Romanica
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Francke Verlag Tübingen
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2003
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Kristol De StefaniInés Fernández-Ordóñez (ed.), Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España,Valladolid (Universidad de Valladolid – Centro para la Edición de los Clásicos Españoles), 2000, 283 p.
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G. Hilty
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328 Besprechungen - Comptes rendus Inés Fernández-Ordóñez (ed.), Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España, Valladolid (Universidad de Valladolid - Centro para la Edición de los Clásicos Españoles), 2000, 283 p. Cuando, en 1955, Ramón Menéndez Pidal publicó la segunda edición de la Primera Crónica General de España, reproduciendo inalterado el texto de 1906, pero añadiendo un largo estudio introductivo, notas preliminares actualizadas e indicaciones sobre las fuentes de cada capítulo en particular (con un total de más de 200 páginas), creía todavía que todo el texto por él publicado, contenido en los dos manuscritos Y-I-2 y X-I-4 (E 1 y E 2 ) de la biblioteca de El Escorial, procedía de un borrador que era obra de Alfonso X. Según Don Ramón, la redacción definitiva del tomo I se escribió antes de la muerte de Alfonso en 1284, mientras que el tomo II «sólo recibió su última forma cuando ya reinaba Sancho IV», pero antes de la muerte de Sancho IV (1295), «lo cual equivale a decir que todo el segundo tomo se concluyó bajo ese rey» (XXXIV). En el breve prefacio a la segunda edición, el editor afirma haber «logrado desenmarañar la gran confusión de manuscritos, clasificándolos, fijando varios tipos y refundiciones que presentan» y separando en ellos la que llama Primera Crónica General, que para él es «la obra debida a la iniciativa del Rey Sabio», descubierta «entre tantos manuscritos diversos, que se autorizan con el nombre y con el prólogo de ese rey» (XIII). Desde entonces han pasado varios decenios y la investigación ha continuado ocupándose de las obras históricas del Rey Sabio, llegando a nuevos resultados. En 1997, el Centro para la Edición de los Clásicos Españoles organizó en Soria un seminario bajo el título «Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España». Durante la celebración del Seminario tuvo lugar la presentación del libro de D. Catalán, De la silva textual al taller historiográfico alfonsí. Códices, crónicas, versiones y cuadernos de trabajo, Madrid 1997. Este libro, fruto de cuatro decenios de investigación, constituyó en cierto sentido la base de las ponencias presentadas en el seminario mencionado, sobre todo de las de los miembros del equipo de investigadores e investigadoras que Diego Catalán había formado en el «Seminario Menéndez Pidal» para estudiar las obras históricas de Alfonso el Sabio. El libro que reseñamos aquí contiene las ponencias del seminario de Soria y presenta así un estado de la cuestión sobre los progresos alcanzados en la investigación de la Estoria de España alfonsí. Por eso es un importante instrumento para estudios futuros y hay que agradecer su publicación al Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, que beneficia del mecenazgo de la Fundación Santander Central Hispano. Y hay que agradecer la publicación también a la editora, I. Fernández-Ordóñez, quien - además de una Presentación (9- 18), un Índice de manuscritos citados (161-64) y una bibliografía de conjunto para todos los artículos (265-82) - ha añadido un largo Apéndice (219-60) «dedicado a la transmisión textual de la Estoria de España y de las principales Crónicas de ella derivadas. Concebido como complemento a lo expuesto en los estudios, este capítulo pretende orientar al lector que desee adentrarse en el complejo laberinto textual de las Crónicas de España y, como hilo de Ariadna, guiarlo por el camino de su comprensión: en él se detallan los problemas que su transmisión plantea, se enumeran los testimonios conocidos, y se presentan brevemente las relaciones textuales que hasta hoy han podido reconstruirse entre ellos» (11). El libro muestra la gran distancia que media entre el estado de la cuestión de los años cincuenta y el actual. Aludimos a las diferencias más importantes: Ya no cabe hablar de Primera Crónica General. Como propone J. Bautista Crespo en su contribución («La Estoria de España y las Crónicas Generales», 107-32), conviene llamar a la obra alfonsí en cuestión Estoria de España y distinguir entre sus versiones (textos elaborados en tiempos del Rey Sabio y por su taller historiográfico) y las crónicas generales de España, «textos que resultaron de refundir, reelaborar, combinar entre sí o con otras fuen- 329 Besprechungen - Comptes rendus tes las versiones alfonsíes para dar a luz textos nuevos que, bajo la autoridad de Alfonso pero después de su muerte, presentan nuevas concepciones ideológicas e historiográficas» (14-5). De estas crónicas J. Bautista Crespo ofrece una interesante tipología. La creación de un tipo de estas crónicas, a saber, la crónica real, se estudia en la contribución de F. Gómez Redondo («La construcción del modelo de crónica real», 133-58). Se trata de una crónica circunscrita a un reinado, que se opone al modelo de crónica general postulado en la Estoria de España y que se elaboró probablemente en la época de Sancho IV en el ámbito de María de Molina y en la escuela catedralicia de Toledo. No sólo en lo que atañe a la relación entre Estoria de España y Crónicas Generales hay que diferenciar y corregir la opinión de R. Menéndez Pidal, sino también en lo que respecta a la actividad del taller historiográfico alfonsí. Lo muestra I. Fernández-Ordóñez en su contribución («El taller de las Estorias», 61-82). En contra de la idea propuesta por Don Ramón de que el proyecto de la Estoria de España fue abandonado en beneficio del de la General Estoria, I. Fernández-Ordóñez opina que «hacia 1270 se concibió al mismo tiempo el proyecto de las dos Estorias alfonsíes y que por entonces se reunieron y prepararon los materiales de interés para ambas» (71).Antes de 1274 la redaccion de la Estoria de España sólo llegó hasta Vermudo III (cap. 801 de la edición de Menéndez Pidal). Desde Fernando I en adelante no se elaboró más que un borrador, no conservado y que únicamente a través de las crónicas de él derivadas se puede reconstruir. En cuanto a la edición de Menéndez Pidal cabe precisar más. Sólo el texto que va desde el principio hasta el año 17 o de Alfonso II (cap. 1-616) corresponde a la versión primitiva de los años setenta. Este texto se conserva en el manuscrito E 1 y en los folios 2 a 17 del manuscrito E 2 . De los capítulos 617 a 801 no se ha conservado una «versión regia», sino sólo una «versión vulgar». Aparte de estas versiones que presentan el texto primitivo hasta el capítulo 801 existen «refundiciones que fueron realizadas con posterioridad y por historiadores ajenos al taller. La más importante, elaborada probablemente en tiempos de Sancho IV . . . es la llamada Version retóricamente amplificada. Se escribió empleando como base un texto de la redacción más antigua que contenía desde el alzamiento del rey astur-leonés Ramiro I hasta la muerte de Alfonso VI, texto que fue sistemáticamente transformado con glosas y amplificaciones retóricas y completado con algunas fuentes legendarias. Esta Versión alcanzó gran relevancia en la transmisión textual porque el cuaderno que la contenía fue aprovechado en tiempo de Alfonso XI para formar el códice facticio regio escurialense E 2 , del que constituyó la principal base» (8l). Esto equivale a decir que a partir del capítulo 617 la edición de Menéndez Pidal está basada en un códice facticio del siglo XIV (con excepción de los folios 2 a 17, que fueron desgajados de E 1 ) y que el texto correspondiente está lejos de ser el original del taller alfonsí. Y hay más: la versión primitiva de la Estoria de España, elaborada entre 1270 y 1274, fue objeto de una refundición entre 1282 y 1284, es decir, inmediatamente antes de la muerte del Rey Sabio. El resultado es la así llamada versión crítica, estudiada y editada ya en 1993 por I. Fernández-Ordóñez (cf. VRom 57, 363-64). En el volumen reseñado ahora, M. de la Campa presenta una interesante comparación pormenorizada de las versiones primitiva y crítica («Las versiones alfonsíes de la Estoria de España», 83-106), mostrando las diferencias ideológicas y cronológicas y llamando la atención sobre «la especial actitud de rechazo del autor de la Versión crítica hacia los pasajes procedentes de la prosificación de cantares épicos» (14). La contribución de una última colaboradora del «Seminario Menéndez Pidal», María del Mar de Bustos Guadaño, versa sobre «La crónica de Ocampo y la tradición alfonsí en el siglo XVI» (187-212). La autora alude a los caminos por los cuales un texto de la Estoria de España llegó a manos del cronista oficial del emperador Carlos V, Florián de Ocampo, responsable de la primera edición impresa, publicada en Zamora en 1541, designada impropiamente como Tercera Crónica General. No faltan interesantes indicaciones con res- 330 Besprechungen - Comptes rendus pecto a la vida del editor, a las características textuales del manuscrito - perdido - que editó Ocampo, de su método como editor, de su actitud ideológica y del papel que desempeñó la edición impresa en tanto que fuente literaria. Las demás contribuciones sólo en parte se relacionan con la problemática de la «silva textual», esto es, de la transmisión de los textos que, de una manera o de otra, proceden del taller historiográfico alfonsí. S. G. Armistead estudia «La Crónica de Castilla y las Mocedades de Rodrigo» (159-72) mostrando que se trata de un cantar de gesta relativamente tardío, de cuya existencia no hay ningún indicio «hasta que la Estoria de España incluye unas breves alusiones a hechos legendarios del joven Cid» (167). A la luz de los estudios aquí resumidos habría que añadir que estas alusiones se encuentran en aquella parte de la Estoria de la cual no se han conservado testimonios directos de la Version primitiva. En su contribución titulada «Crónicas y romances» (173-86) G. Di Stefano expresa su escepticismo frente a la posibilidad de reconstruir auténticamente los textos de cantares épicos y, aún más, los de romances a partir de las crónicas. El historiador inglés P. Linehan («Lucas de Tuy, Rodrigo Jiménez de Rada y las historias alfonsíes», 19-36) compara dos importantes fuentes de la Estoria de España, el Chronicon mundi de Lucas de Tuy y la Historia gothica de Rodrigo Jiménez de Rada, mostrando que la ideología de los dos autores fue radicalmente diversa. El obispo de Tuy «escribió su crónica para favorecer los intereses de León y de la monarquía absoluta en detrimento de Castilla y del poder emergente de la nobleza», mientras que el Toledano presenta «un plan de promoción de la iglesia de Toledo, y en general, de Castilla y de una idea de la monarquía basada en la coexistencia de la realeza y la nobleza» (12). A pesar de la revisión que el Toledano hizo del texto de su antecesor, el peso del Tudense en la elaboración de la Estoria de España fue mayor que el tradicionalmente supuesto. La contribución de G. Martin («El modelo historiográfico alfonsí y sus antecedentes», 37-59) ofrece una visión de conjunto de los fines, las bases conceptuales y la disposición estructural de la historiografía alfonsí. En el párrafo final el autor resume así esta visión: «He intentado mostrar cómo sus autores, aunque tomando mucho de sus inmediatos antecesores, se remontaron mucho más allá, hasta los fundadores de la historia cristiana, para encontrar sus modelos formales. Pero, hecho esto, crearon un sistema novedoso capaz, a su vez, de ofrecerse como modelo. Esta novedad, en un período que cubre por lo menos toda la Edad Media española y se caracteriza . . . por el hecho de que la historia fue una forma dominante del discurso político, fue debida, precisamente, a lo novedoso del proyecto político alfonsí, tanto en cuanto al gobierno monárquico del reino, en que los preceptos cristianos y romanistas se combinaron y reorganizaron a la luz del nuevo aristotelismo, como en la expansión extrapeninsular de este proyecto que supuso la aspiración al imperio. Esto determinó, más extensamente y, sobre todo, más sistemáticamente que nunca, una concepción epistemológica de la historia, con sus consecuentes metas y recursos comunicativos, como también un modo de concebir, valorar y enfocar lo historiable, y en último término, la disposición semántica y expositiva de lo historiado» (59). G. Hilty H José Aragües Aldaz, «Deus Concionator». Mundo predicado y retórica del «exemplum» en los Siglos de Oro, Amsterdam, Atlanta (Rodopi) 1999, 344 p. No debe ser la literatura ejemplar un fenómeno propio de las sociedades del medievo, desde el momento en que la religión cristiana, en cuanto estructura ideológica, se sirve esencialmente de estas fórmulas narrativas para transmitir los contenidos más diversos posibles