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2004
631 Kristol De Stefani

Libro del cavallero Zifar: cronología del Prólogo y datación de la obra a la luz de nuevos datos documentales

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2004
José Luis  Pérez López
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Libro del cavallero Zifar: cronología del Prólogo y datación de la obra a la luz de nuevos datos documentales El objeto de este artículo es acercarnos a dos cuestiones todavía pendientes en el estudio del Zifar: la cronología de los acontecimientos históricos narrados en el Prólogo y la datación de la obra. Creemos que está justificado nuestro acercamiento porque en él tenemos en cuenta nuevos datos documentales sacados del Archivo y Biblioteca de la Catedral de Toledo (ACT y BCT), que vienen a refrendar las dos siguientes hipótesis: primero, la cronología de los acontecimientos narrados en el Prólogo del Zifar es exacta y tiene un rigor cronístico perfecto; y segundo, debemos situar el primer impulso de composición de la obra (y quizá de toda ella) en la primera década de 1300, en los años cercanos a esa fecha. Por último, y como correlato de lo anterior, indicamos la necesidad de asignar la autoría del Zifar al círculo de escritores que se agrupa alrededor de los arzobispos mozárabes don Gonzalo Pétrez 1 (1280-99) y de su sobrino don Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310), ejecutores de la voluntad ideológica del rey don Sancho y de la reina doña María. En ese círculo de escritores, en esa escuela catedralicia toledana, se destacan con luz propia Ferrand Martínez, el arcediano de Madrid, y Jofré de Loaysa, el arcediano de Toledo, autor de la mal titulada Crónica de los reyes de Castilla, que es, según nuestra hipótesis, el libro de la estoria mencionado en el Prólogo. Cronología del Prólogo del Zifar Parte de la crítica reciente ha cuestionado el rigor cronístico del Prólogo. Orduna 1991: 286-87 dice: «En seguida se pasa al relato de la promesa hecha por el arcediano al Cardenal Gonzalo . . . de que llevaría a enterrar su cuerpo a Toledo si fallecía en Roma. No queda claro el momento en que ese juramento fue hecho . . . Es decir, hay una incongruencia de tiempo en el comienzo del relato . . . El actual texto confuso del comienzo del relato del episodio es fruto de un refundidor del prólogo, que desconocedor ya del orden cronológico de los hechos, los desordena 1 Sobre la biografía de don Gonzalo Pétrez hemos de citar, entre otras, las obras de Hernández 1978 y 1980, Gonzálvez Ruiz 1997 y Linehan 2000. Sobre la confusión de su verdadero apellido Petrez con los de García Gudiel véase González Palencia 1930: 174-75 y Gonzálvez Ruiz 1997: 299-303, y lo que decimos en este artículo. Esperemos que a partir de ahora se le nombre con su apellido correcto y no con los apócrifos García Gudiel. 201 Libro del cavallero Zifar en la exposición». Vaquero 1992: 866 afirma: «Sin embargo, si en verdad García Gudiel murió en 1299, la cronología del prólogo no es exacta, pues Ferrand Martínez no pudo entonces visitar al cardenal en Roma en 1300». Palabras de las que se hace eco Gómez Redondo 1999: 1386 N222. Pero ya Hilty 1992: 270 había señalado: «Impresiona la fidelidad histórica del ‘Prólogo’ del Libro del Cauallero Çifar». Por su parte, Cacho Blecua 1996: 261 N7 adopta una posición ecléctica, ya que por una parte dice: «La redacción del texto es confusa: a primera vista parece como si Ferrand Martínez realizara esta promesa en 1300, lo que constituiría un error cronológico», y cita a Orduna y a Vaquero; pero en la misma nota afirma que «No existe ninguna contradicción», de acuerdo con Hilty. Por último, Hilty 2001: 523 señala: «Todos los datos de la primera parte del Prólogo del Zifar que se refieren a la actuación de Ferrand Martínez son absolutamente exactos». Creemos que esta es la posición correcta y para demostrarla aportaremos algunos testimonios documentales nuevos y realizaremos una cronología de los hechos que afectan a los personajes del Prólogo, centrándonos en la figura de don Gonzalo Pétrez, desde el momento en que abandona Castilla para ir a la corte de Roma 2 . La partida de don Gonzalo a la corte de Roma, donde dos años y cinco meses después le sorprendería la muerte, se produjo en penosas circunstancias para el arzobispo toledano el 30 de diciembre de 1296. La critica no ha reparado en el hecho de que don Gonzalo no estaba en Roma voluntariamente cuando murió en ella, sino que había sido obligado a presentarse allí perentoriamente por el papa Bonifacio Octavo. Dolorosos debieron de ser para él los trabajos que tuvo que sufrir en su antigua diócesis de Burgos en los momentos inmediatos a su partida para lo que luego resultó ser un dorado exilio romano. La caída en desgracia del arzobispo toledano ante el papa tuvo como causa aparente la irregular ascensión al obispado de Palencia (sufragánea de Toledo) del dominico fray Munio de Zamora y su confirmación por el metropolitano de Toledo, pero debió de haber razones políticas de más peso para alejar al primado de la cercanía de la reina y del rey niño, una vez muerto Sancho IV en 1295. Es bien sabido que el problema más grave al que tuvo que hacer frente la reina doña María fue el asunto de la legitimidad de su matrimonio con Sancho IV. Ella era tía de Sancho como hija de Alfonso de Molina, hermano de Fernando III. Existía un parentesco de consanguinidad en quinto grado que necesitaba para validarse la dispensa papal. El hecho tenía una gran trascendencia para la legitimación de su dinastía y para la consolidación del rey niño Fernando IV, amenazado por una enorme caterva de parientes y de grandes magnates nobiliarios que le disputaban parte del reino o su totalidad. Por eso, desde su casamiento, los reyes habían necesitado de personajes eclesiásticos influyentes para conseguir la dis- 2 Algunas aportaciones documentales que se presentan en este artículo fueron leídas en mi comunicación al IX Congrés Internacional de l’AHLM, celebrado en Alicante en septiembre de 2003 (Pérez López, en prensa), que se publicarán en toda su extensión en las Actas. 202 José Luis Pérez López pensa del impedimento de parentesco de los sucesivos papas, como el arzobispo don Gonzalo y como Fray Munio de Zamora, que en otro tiempo había sido maestro general de los dominicos y cuyo nombramiento como obispo de Palencia se había producido por presiones del rey. El apoyo del rey don Sancho y del arzobispo toledano al fraile dominico le iba a costar muy caro a don Gonzalo después de la muerte del rey, con una reina, su protectora, políticamente debilitada 3 . A la muerte de Sancho las calamidades se habían ido acumulando en la cabeza del arzobispo mozárabe. El rey murió en el mes de abril de 1295 de tuberculosis y fue enterrado en el altar mayor de la catedral de Toledo. Unos meses después, en el verano, se convocan las cortes de Valladolid que expulsaron al arzobispo toledano del gobierno del reino. El arzobispo de Toledo controlaba la Chancillería, en los documentos se le nombra «Chanceller de Castiella, e de León, e del Andalucía», «chanceller mayor de Castiella», «regni Castelle cancellarius». La salida del arzobispo acarrea la de sus hombres, entre los que se contaba Ferrand Martínez, que en 1295 era arcediano de Calatrava en la archidiócesis de Toledo, después de haberlo sido de Alcaraz. Los arzobispos de Toledo volverán a recobrar el título de chanciller en 1300, pero ya don Gonzalo habrá muerto (Hernández 1978: 308-09). Lo que está claro es que la reina doña María no tuvo nada que ver en la pérdida de favor del arzobispo: ella, como don Gonzalo, resisten los embates de la nueva situación política en la que el hombre fuerte era entonces el infante don Enrique el Senador, hermano de Alfonso X y tío abuelo del rey niño. De que este ya viejo infante era el adversario de la reina y, por tanto, de don Gonzalo no cabe la menor duda por el tratamiento que le da un hombre de su parcialidad, Jofré de Loaysa, cuando cuenta lo acontecido en las cortes de Valladolid en 1295 en el momento en que don Enrique fue nombrado tutor del rey niño. Nombraron a don Enrique tutor del rey Fernando y justicia y guardián mayor de sus reinos, aunque luego poca o ninguna justicia ejerciera, puesto que se dedicaba más bien a la caza y frecuentes comilonas que a otra ocupación y andaba a capricho de un lugar a otro (Loaysa 1982: 163). Pero ahí no acabaron los sinsabores que hubo de pasar el arzobispo toledano. El 30 de diciembre de 1296 en Burgos debía de hacer mucho frío, sobre todo para un toledano de Castilla la Nueva como era el arzobispo Gonzalo Pétrez, que además debía de ser ya anciano 4 . El frío estaba en el ambiente y en la mirada del fraile franciscano que ahora era obispo de Burgos, Fray Ferrando, sucesor en 1280 del propio don Gonzalo en el obispado burgalés, de donde este pasó a Toledo. El obispo burgalés, que sin duda tenía antiguas cuentas pendientes con el toledano, le aca- 3 La historia de fray Munio y sus antecedentes de estupro con las monjas de Zamora la ha contado de manera brillante y regocijada Linehan 2000. Le llama «fraile abyecto» y «fraile quebrantado en la rueda». 4 Según un documento citado por González Palencia 1930: 175, en 1266 era ya deán de la catedral de Toledo; suponiéndole entonces unos treinta años, podemos calcular su edad en 1296. 203 Libro del cavallero Zifar baba de entregar una carta redactada en tono imperativo por el papa Bonifacio Octavo en la que le conminaba a presentarse ante él en un plazo perentorio de tres meses. El anciano arzobispo se pone en camino desde Burgos. El testimonio nos lo ha conservado un documento de su catedral 5 : Sepan quantos esta carta vieren commo ante los ommes buenos que son escriptos por testigos en fin desta carta e ante mi, Iohan Perez, escriuano público de Burgos, domingo, treynta dias de deziembre, era de mill e trezientos treynta e cuatro annos, este dia, don Gonzalo, por la gracia de Dios arçobispo de Toledo, que posaua en Burgos, a varrio de Sant Pedro, ante la puerta de la eglesia, salio de camino de la dicha çibdat por la puente que dizen de los Malatos; e acompannandoles el onrrado padre e sennor don fray Ferrando, por la gracia de Dios obispo de Burgos, con muchos ommes buenos, personas e canonigos e benefiçiados e otros ommes onrrados vezinos de Burgos e de otros lugares, tomo camino el arçobispo sobredicho con su compana mucha que leuaua contra la puente que dizen de Santa Maria; e dende para somo de varrio de Sant Iohan; e dende arriba por el Camino Frances para Castannares; e de sobre Castannares camino arriba contra Euas. E salliendo asy de Burgos publicamente, e yendo por el camino, segund dicho es, para la corte de Roma, commo dizen, salio e fue asy todauia el dicho arçobispo syn cruz alçada descubierta e syn otra sennal nyn demostramiento ninguno de arçobispo, mas simplemientre commo obispo suele andar; e fue asy fasta alliende de vn hospital que esta desfecho, en el camino, que es a dos leguas de Burgos. E dende el obispo con su compana tornose a la çibdat e el arçobispo fuese con su companna contra Euas, camino arriba, syn cruz alçada, segund dicho es. E el obispo e los de la eglesia de Burgos, que yuan y diziendo que esto era en guarda de su eglesia, mandaron a mi, Iohan Perez, dicho escriuano, que les fiziese ende carta pública, que fue fecha el dia e el mes e la era segund dicho es de suso. Desto son testigos: Don Ruy Velazquez, dean de Lugo; don Sancho Martinez, arcidiano de Talauera; e don Ferrand Martinez, arcidiano de Calatraua; maestre Esteuan, canonigo; maestre Alfonso e Pero Miguell, raçioneros de la eglesia de Toledo; maestre Nicolas, fixico del rey; Ruy García Garçés, Guillén Garcia e don As e As (sic), vezinos de Burgos. E yo, Iohan Perez, dicho escriuano, que fuy a todo esto presente e lo vi todo, en vno con los dichos testigos, segund dicho es, e escriui ende esta carta publica e fiz en ella mio signo. Es el nadir de don Gonzalo, su ida a la corte de Roma en penosas circunstancias; con él va Ferrand Martínez, entonces arcediano de Calatrava, acompañando al arzobispo en su suerte; su cenit es la recepción que, según el prólogo del Zifar, hicieron a su cuerpo santo en Burgos el rey y la reina y los mismos personajes que habían causado su desgracia en las cortes de Valladolid de 1295. Esos personajes salen a recibirlo en la primavera de 1301 fuera de la ciudad de Burgos para honrarlo, pero hasta dos leguas de la misma ciudad le había acompañado, de manera ignominiosa para él, el obispo de Burgos y su comitiva para garantizar que el arzobispo se iba efectivamente de España «para la corte de Roma», como hemos visto. Además de al rey y a la reina se menciona en el Prólogo a don Enrique el Senador, porque las circunstancias políticas habían cambiado con respecto a 1295: 5 Pereda Llarena 1984: 44-45, nº 318: Testimonio del paso por Burgos, camino de Roma, del arzobispo de Toledo, don Gonzalo, sin llevar cruz alzada. 30 de diciembre de 1296. Hernandez 1980: 290 cita algunos fragmentos del texto. 204 José Luis Pérez López ahora el rival de la reina no era don Enrique, sino el infante don Juan y don Juan Núñez, de los que más abajo hablaremos 6 . ¶ E ante que llegasen con el cuerpo a la çibdad de Burgos, ¶ el rey 205 don Fernando [Ferrando], fijo del muy noble rey don Sancho e de la reina doña María, con el infante don Enrique, su tío, e don Diego, señor de Vizcaya, e don Lope, su fijo, e otros muchos ricos omnes e infançones 210 e cavalleros le [cavalleros que le] salieron a resçibir fuera de la çibdad, e le fizieron mucha onra. Don Gonzalo marchó, pues, a la corte de Roma en penosas circunstancias en 1296, donde fue retenido por Bonifacio Octavo y de donde ya no volvería a España más que cadáver. Así y todo su suerte fue mejor que la de fray Munio, destituido por el papa como obispo de Palencia y fallecido también en el ostracismo romano un año después que el cardenal. Sea como sea, don Gonzalo fue exculpado por el papa de las acusaciones que sus adversarios políticos habían vertido contra él, pero estos consiguieron su objetivo de alejar al arzobispo del lado del la reina y del rey niño. Creo que no hemos tenido suficientemente en cuenta el significado del traslado de Roma a Toledo del cuerpo santo del cardenal en la primavera de 1301. Su traslado coincide con un momento en que parece que se van resolviendo los múltiples problemas que amenazaban a la reina y a su linaje.Así, el 26 de junio de 1300 Gonzalo Díaz Palomeque vuelve a recuperar el título de «chanceller de Castilla» (Hernández 1978: 309), perdido por su tío en 1295; y, lo que es más importante, el 6 de septiembre de 1301 el papa Bonifacio Octavo publica la bula Sensus hominis proni, mediante la cual se limpia del impedimento de consanguinidad el linaje de Sancho IV y de doña María, con lo que se legitima el derecho a la corona de Fernando IV. El texto de la bula fue leído solemnemente en el concilio provincial de Peñafiel el 2 de abril de 1302 (Hernández 1980: 292 y 308 N65). Aunque el hijo, Fernando IV, daba inquietantes muestras de «mançebía»: ha alcanzado la mayoría de edad, los 16 años, y se entrega en brazos de nuevos validos, para consternación de la reina y de su cronista Jofré de Loaísa, como veremos más adelante. Quien no podía ya ver estos acontecimiento era el arzobispo don Gonzalo Pétrez que había fallecido en 1299 en el dorado ostracismo romano como cardenal 6 Con el fin de poder comentar el Prólogo del Zifar con absoluta seguridad en cuanto al texto, hemos realizado nuestra propia transcripción del mismo siguiendo a plana y renglón el manuscrito P (Ms. Biblioteca Nacional de París Esp. 36), con las variantes del manuscrito M (Ms. Biblioteca Nacional de Madrid 11.309) que ponemos entre corchetes. Incluimos también el calderón ¶ como signo de puntuación en ambos manuscritos; las variantes de M respecto a P las indicamos tambien entre corchetes respecto al calderón. Utilizamos los criterios de transcripción de Gómez Redondo 1996: 44-49. 205 Libro del cavallero Zifar de Albania. Ahora, según se nos describe en el Prólogo del Zifar, vuelve su cuerpo y se le rinden los máximos honores desde Logroño a Toledo en un baño de multitudes que tiene todo el aspecto de una rehabilitación del arzobispo «molinista» y, con ello, de fortalecimiento propagandístico de la posición política de la reina. En la corte de Roma mantuvieron, pues, a don Gonzalo en un dorado exilio, porque él, así como había apurado al máximo el plazo que le dio Bonifacio Octavo para comparecer ante él en Roma, desoyendo una requisitoria previa, hubiera preferido regresar a Castilla y a Toledo. Con él está Ferrand Martínez, el arcediano de Calatrava al que hemos visto salir de Burgos acompañando al arzobispo en su destierro encubierto. Y así, el 3 de septiembre de 1297, en Orvieto, una de las sedes papales, Ferrand Martínez, arcediano de Calatrava, ejecuta dos bulas del papa en virtud de las cuales se manda a los cabildos de Toledo y Burgos que den frutos en ausencia a Landulfo, canónigo de Toledo y de Burgos, hijo del noble Federico de Prefectis, mientras esté en Roma o estudiando o residiendo en una u otra de estas canonjías. El documento nos dice que en ese momento el arzobispo de Toledo vivía en Orvieto (una de las sedes papales) rodeado de su corte arzobispal de la que formaba parte Ferrand Martínez («Datum et actum apud Urbemveterem incontra campi Sancti Egidii, ante domus Bernardi Rubei de Urbeveteri, in quibus dominus tolletanus archiepiscopus tunc morabatur») 7 . El sello de Ferrand Martínez que cuelga de este documento también nos ilustra bastante sobre su carrera y sobre «la clara nación» toledana del arcediano. Contiene en el centro la escena de la imposición de la casulla a San Ildefonso por la Virgen. La elección del santo toledano, venerado por los mozárabes de Toledo, y del milagro mariano para su sello no deja la menor duda sobre su naturaleza, lo cual coincide con el Prólogo del Zifar donde se nos dice que tanto el cardenal como el arcediano eran naturales de Toledo 8 : porque don Gonçalo, obispo de Alvaña e cardenal en la iglesia de Roma, que fue natural de Toledo, estando en Roma con el este arçediano sobredicho, a quien criara e feziera merçed, que- 85 riéndose partir d’él e se ir a Toledo, donde era natural. La inscripción del perímetro del sello, en letras mayúsculas, «SIGILLUM MAR- TINI TOLETANI BURGENSIS CONCHENSIS CANONICI» («sello de Martínez, canonigo toledano, burguense, conquense»), es un apretado resumen de la carrera del ahora arcediano de Calatrava: canónigo de Cuenca, de Burgos y de To- 7 El documento inédito ACT, I.12.C.1.40 lleva colgado el sello de Ferrand Martínez. Lo hemos explicado en nuestra comunicación del IX Congrés Internacional de l’AHLM (Pérez López, en prensa, donde incluimos una fotografía del mismo). 8 Precisamente por esos mismos años (hacia 1302) se escribe en Toledo la Vida de San Ildefonso del ex Beneficiado de Úbeda, obra perteneciente al mismo entorno «molinista» (Pérez López 2002). 206 José Luis Pérez López ledo. Es posible que esos cargos o algunos de ellos los desempeñara simultáneamente, como ahora el Landulfo del documento. Son muy elocuentes en cuanto que atestiguan la vinculación («a quien criara e feziera merçed», dice el texto del Zifar citado), la «criança», del arcediano con su mentor, el cardenal don Gonzalo, porque los topónimos son las sedes de las que éste ha sido obispo: primero obispo de Cuenca (1273-75), sufragánea de Toledo; después obispo de Burgos (1275-80), diócesis exenta; y por último, arzobispo de Toledo (desde 1280). Toda la carrera del arcediano se ha desarrollado, pues, a la sombra del arzobispo mozárabe, condición que con toda probabilidad el arcediano compartiría con él, ya que en la iglesia mozárabe toledana primitiva es donde se desarrolló el culto a San Ildefonso, que él adopta en su sello 9 . Por eso ahora está en Orvieto con el arzobispo, acompañándolo como fámulo suyo que es. Don Gonzalo fue nombrado cardenal el 30 de noviembre de 1298 por Bonifacio Octavo (Gonzálvez Ruiz 1997: 409) y un mes más tarde, el 31 de diciembre, en Letrán, el papa da una bula al ya cardenal de Albano, Gonzalo Pétrez, para que sus familiares y domésticos puedan percibir los frutos de sus prebendas, si las tienen, mientras acompañen al cardenal o realicen comisiones en su nombre (ACT, A.7.G.2.15, documento inédito). Por tanto, don Gonzalo está acompañado de sus familiares y domésticos entre los que se cuenta Ferrand Martínez. Éste pudo continuar en Orvieto o hacer alguna comisión para el nuevo cardenal. El 2 de mayo de 1299 muere don Gonzalo (Hernández 1980: 290). Ha sido cardenal seis meses y dos días. Cuando se le nombró cardenal debía de ser ya viejo y debía de sentirse enfermo. Es obvio que un nombramiento hecho en esas circunstancias no puede considerarse un ascenso en la carrera eclesiástica, sino una condena de por vida a un ostracismo dorado. Con el nombramiento de cardenal el papa le apartaba de la política de Castilla definitivamente y le condenaba a morir lejos de su tierra. Por eso resultan dramáticas las palabras del Prólogo: porque don Gonçalo, obispo de Alvaña e cardenal en la iglesia de Roma, que fue natural de Toledo, estando en Roma con el este arçediano sobredicho, a quien criara e feziera merçed, que- 85 riéndose partir d’él e se ir a Toledo, donde era natural, ¶ fízole prometer en las sus manos que si él, seyendo cardenal en la iglesia de Roma, si finase, que este arçediano que fuese allá a demandar el 90 cuerpo e que feziese todo su poder para traerle a la iglesia de Toledo, do avía es cogido su sepultura. 9 Lo cual podría explicar, si Ferrand Martínez es el autor o uno de los autores del Zifar - lo cual parece indudable para mí-, la utilización de fuentes orientales en la obra, ya que por códices existentes en la catedral de Toledo de la época de don Gonzalo Pétrez sabemos que estos clérigos aprendían latín a partir del árabe materno. Cf. Gonzálvez Ruiz 1997: 304. 207 Libro del cavallero Zifar Que se repiten, además, obsesivamente, en otra ocasión: [¶] E cuando el arçediano, que [om. que] quería ir a la corte para le [lo] demandar, fue a Alcalá al arçobispo para despedirse d’él [¶] e díxole de cómo quería ir a demandar el cuerpo [f. 1vb] del cardenal, que gelo avía prometido en las sus manos ante que se partiese d’él en Roma. La promesa del arcediano al cardenal de traer su cuerpo a Toledo «do avía escogido su sepultura» se produjo, por tanto, entre el 30 de noviembre de 1298 y el 2 de mayo de 1299. Ferrand Martínez debió de ser de los familiares que hicieran alguna comisión en Castilla en nombre del cardenal tal como se contempla en el último de los documentos citados o quizá volvió a Toledo porque tenía que tomar posesión de su nuevo nombramiento como arcediano de Madrid. De los párrafos citados del Prólogo del Zifar se deduce que don Gonzalo ya era cardenal y que el arcediano no estaba ya con él en Roma cuando murió. El nombramiento de don Gonzalo Pétrez como cardenal produjo un corrimiento de cargos en la provincia eclesiástica de Toledo. Ferrand Martínez fue nombrado arcediano de Madrid. Deja el arcedianato de Calatrava - más conflictivo, como el de Alcaraz que también había detentado, por estar en una zona geográfica, La Mancha, compartida con las órdenes militares - y es promocionado al nuevo cargo, mucho más lucrativo además. Ya lo ostenta en un documento del 3 de octubre de 1299, datado en Peñafiel, en el que aparece al lado de don Juan Manuel (Hernández 1980: 291). El sobrino del nuevo cardenal, Gonzalo Díaz Palomeque, obispo entonces de la diócesis de Cuenca, sufragánea de Toledo, es elegido arzobispo de Toledo en un acto más del nepotismo político en el que se había desarrollado toda su carrera a la sombra de su tío. Pero don Gonzalo Pétrez no hubiera tenido fuerza política para realizar ese ascenso del sobrino sin contar con dos personajes que desempeñan también un papel fundamental en el Prólogo del Zifar, la reina doña María de Molina y el refrendario del papa, Pedro Hispano. Se nos ha conservado un testimonio precioso en un documento de la catedral de Toledo en el que el cardenal don Gonzalo Pétrez da las gracias a doña María de Molina por su ayuda para que Gonzalo Díaz Palomeque, «nepotis nostri», obispo de Cuenca, haya sido elegido arzobispo de Toledo 10 . Don Gonzalo no da las gracias a la reina por su propia promoción al cardenalato, sino por la promoción del sobrino al arzobispado toledano. La reina, que ha perdido a uno de sus principales apoyos, el cardenal, condenado al ostracismo romano, recupera a otro de los hombres de su círculo político en la figura del también mozárabe Gonzalo Díaz Palomeque. 10 ACT, A.7.G.1.13. Otra copia en el Ms. BCT 23-18, f. 49. Lo publicamos en Pérez López, en prensa. 208 José Luis Pérez López El sobrino es nombrado arzobispo de Toledo directamente por el papa el 16 de enero de 1299, un mes y dieciséis días después de haber sido nombrado su tío cardenal, lo cual traía aparejado el cese como arzobispo de Toledo, el cargo político verdaderamente influyente en la política de Castilla. Entonces, inmediatamente, realizó un viaje a Roma para demandar el palio y ser confirmado por el papa como arzobispo 11 . El Prólogo del Zifar es absolutamente preciso en esto como en todo: ¶ E ya lo avía demandado muy afincadamente don Gonçalo, arçobispo, sobrino d’este cardenal sobredicho, que fue a la corte a demandar [demandar el palio 12 ] al papa, e non lo pudo acabar, ante 115 le fue denegado que gelo non darían en ninguna manera. [¶] E cuando el arçediano, que [om. que] quería ir a la corte para le [lo] demandar, fue a Alcalá al arçobispo para despedirse d’él [¶] e díxole de cómo quería ir a demandar el cuerpo [f. 1vb] del cardenal, que gelo avía prometido en las sus manos ante que se partiese d’él en Roma. ¶ E el arçobispo le [om. le] dixo que se non trabajasse [trabajase] 125 ende nin tomase afán ca non gelo darían ca non gelo quisieran dar a él, ¶ e cuando lo demandó al papa aviendo muchos cardenales por sí que gelo ayudavan a demandar. El viaje del nuevo arzobispo a Roma debió de producirse en ese año 1299. Lo normal es que los arzobispos se pusieran en marcha inmediatamente después de su nombramiento para ser confirmados por el papa (eso significa demandar el palio). El sobrino pudo salir de Toledo inmediatamente después del 16 de enero y quizá llegara a Roma antes de la muerte del cardenal, el 2 de mayo; nada impide que estuviera en Roma antes o en el momento de la muerte de su tío. El terminus ante quem del viaje del nuevo arzobispo lo podemos precisar mediante otro documento de la catedral de Toledo, inédito 13 , fechado en Roa, el 1 de julio de 1302. Es un testimonio notarial de cómo don Gonzalo Díaz Palomeque, arzobispo de Toledo, dijo que él era primado en todas las Españas y por ello le correspondía el derecho de entrar con cruz alzada en todos los lugares, pero que esta vez, por reverencia de la persona de don Pedro, obispo de Burgos (Pedro Hispa- 11 Era obligación del arzobispo nombrado «nuevamente» por el papa la de acudir inmediatamente a Roma para recibir el palio directamente de manos del pontífice. 12 La lectura correcta es la de M: el nuevo arzobispo va a Roma a demandar el palio (su confirmación como arzobispo), no a demandar el cuerpo de su tío, pero este ha muerto o muere estando él allí, y el sobrino, sabedor del deseo de su tío de ser enterrado en Toledo, hace gestiones para trasladar su cuerpo, en vano. 13 ACT, X.8.B.1.1. Lo publicamos íntegro en Pérez López, en prensa. 209 Libro del cavallero Zifar no, el refrendario, luego cardenal de Santa Sabina), por la mucha ayuda que de él había recibido en la corte de Roma (hemos visto por la carta de su tío, el cardenal don Gonzalo, a doña María que don Pedro había ayudado al sobrino en su promoción al arzobispado), no quería hacerlo, pero protestó que por esta razón no venga perjuicio a él o a su iglesia o sucesores. Es el viejo conflicto con Burgos del año 1296, que ya conocemos. En el testimonio notarial el arzobispo dice que metió su cruz alzada en Burgos como primado cuando volvió de Roma de demandar el palio y que entonces Pedro Hispano no era todavía obispo de Burgos. Este fue elegido obispo por el cabildo de Burgos y el papa confirmó el nombramiento el 13 de junio de 1300 (Hilty 1992: 265-66). Este es por tanto el terminus ante quem del viaje del arzobispo Gonzalo Díaz; el terminus a quo es la fecha de su nombramiento como arzobispo toledano, el 16 de enero de 1299. Pidió en vano que le devolvieran el cuerpo de su tío entre esta fecha y antes del 13 de junio del año siguiente. No era verdad que sus antecesores hubieran metido siempre la cruz alzada en la ciudad de Burgos y en su obispado, precisamente a su tío se lo habían impedido hacer, como hemos visto, en el año 1296. Por eso lo reivindica el sobrino en esta ocasión, en que las circunstancias políticas han cambiado para su parcialidad, aunque no quiere molestar al refrendario Pedro Hispano, que tanto le había ayudado en su propia promoción al arzobispado. Los acontecimientos de los años 1300 y 1301 ya los conocemos y en ellos hay consenso por parte de la crítica. Ferrand Martínez, ya arcediano de Madrid, va a Roma desde Toledo, pasando por Alcalá, a ganar el jubileo, pero con las cartas de doña María y del rey Fernando para entregárselas al refrendario del papa, Pedro Hispano, o al propio papa Bonifacio Octavo. El traslado del cuerpo se hizo en los primeros meses de 1301. La comitiva fúnebre ha entrado en Castilla y ha pasado por Logroño y Burgos. Ahora se describen en el Prólogo los acontecimientos ocurridos hasta llegar a Toledo: ¶ E por do iva [ivan] salían [saliendo] a resçibir todos los de las villas como a cuerpo santo con candelas [añ. en las manos e con ramos]. ¶ E en las proçesiones 215 que fazían las clerezías e las órdenes, cuando llegavan a las villas, non cantavan versos nin [om. versos nin] responsos de defuntos, ¶ sinon ecçe saçerdos magnus [manos] ¶ e otros responsos e antífanas semejantes, así como 220 a fiesta de cuerpo santo. ¶ E la onra que resçibió este cuerpo del cardenal cuando llegaron con él a la noble çibdad de Toledo fue muy grand maravilla, en manera que se non acordava ninguno, por 225 anciano que fuese, que oyese dezir que nin a rey nin a enperador nin a otro ninguno fuese fecho [fecha] atan grande onra como a este cuerpo deste cardenal, ¶ ca to- 210 José Luis Pérez López dos los clérigos del arçobispado fueron 230 con capas de seda, [¶] e las órdenes de la çibdad, tan bien de religiosos. Non fincó christiano nin moro nin judío que todos non lo [le] salieron a resçibir con sus çirios muy grandes e con ramos en las 235 manos. [¶] E fue don Gonçalo, arçobispo de Toledo, su sobrino, [¶] e don Juan [Johán], fijo del infante don Manuel, con él, ¶ ca el arçobispo lo salió a resçibir a Peñafiel e non se partió d’él fasta en Toledo, donde [do] le fizieron tanta [atan grand] onra co- [f. 2va] mo [como ya] oístes [oyestes]. En todo caso, la apoteosis del cardenal coincide con una pérdida de influencia real por parte de la reina cerca del rey Fernando IV, que en 1300 ha alcanzado su mayoría de edad a los 16 años. El nuevo personaje influyente cerca del rey ya no es el otrora odiado don Enrique el Senador, tío abuelo del rey niño, sino el infante don Juan, tío del ahora nuevo rey, y don Juan Núñez. Doña María ha perdido su influencia, lo cual constata uno de sus hombres, Jofré de Loaysa, en su Crónica: Sane preffatus infans dompnus Johannes ac predictus dompnus Johannes Nunionis blandientes multum in omnibus prefato regi Fernando, qui iam decimum sextum annum agebat etatis, in tantum eius animum atraxerunt et quasi totaliter occuparunt, quod ipse, derelicto sano consilio matris sue, que pro ipsius vita et regno tuendo tot et tanta pericula perpessa fuerat . . . rex ipse matrem propriam et omnes alios qui sibi in tribulacionibus et pressuris constantes et fideles extiterant alienavit a se et quasi exosos habuit. [Con astucia el infante don Juan y don Juan Núñez halagaban mucho en todo al rey Fernando, que ya contaba 16 años de edad, y tanto influyeron en su ánimo, casi ocupándolo totalmente, que abandonó el prudente consejo de su madre, que por guardar su vida y su reino tantos y tan grandes peligros había sufrido . . . el rey apartó de su lado a su madre y a todos los que le habían sido fieles y constantes en las tribulaciones y angustias y casi les tenía odio.] (206-07). Al alcanzar Fernando IV su mayoría de edad se produce una crisis entre el rey y sus nuevos validos el infante don Juan y don Juan Núñez, y el partido «molinista»: «su madre y . . . todos los que le habían sido fieles y constantes en las tribulaciones y angustias», dice don Jofré. Parece que la reina debió de perder influencia en la gobernación del reino: de hecho a partir de ese año desaparecen las menciones a ella en la Crónica de Loaysa, cuando él no hubiera dejado de mencionarla de haber seguido ella desempeñando un papel político importante entre 1300 y 1305 en que acaba su libro. Curiosamente también a partir de este momento en la citada Crónica comienza a cobrar un cierto protagonismo el joven don Juan Manuel, al que hemos visto en este artículo aparecer fugazmente en compañía de Ferrand Martínez y del nuevo arzobispo don Gonzalo. Quizá fue en ese periodo, cuando la reina estaba más aislada, cuando no podía influir decisivamente en la política y en la gobernación del reino, cuando se cons- 211 Libro del cavallero Zifar truye el Libro del cavallero Zifar, para «castigar» la «mançebía» de un rey inmaduro 14 . Y al terminar el libro se escribe el Prólogo, donde aparecen de manera positiva los personajes que lo han auspiciado y quizá quien, o quienes, lo han escrito. En primer lugar, el grupo reivindica la memoria del cardenal, lo rehabilita como cabeza de esa «escuela catedralicia toledana» que crea una nueva ideología de la corte, frente a la alfonsí, bajo los auspicios del rey don Sancho y de la reina doña María. El grupo son los fámulos, los «criados» («a quien criara e fiçiera merçed», repiten todos ellos) del cardenal. En segundo lugar aparece la propia reina inspiradora de la nueva ideología y patrocinadora de la «fazaña» de Ferrand Martínez. Y, por último, los demás personajes mentados en el Prólogo, que deben tener más relación con el libro cuanta más arbitraria e inmotivada sea su presencia en el Prólogo. Si no es así, ¿cómo justificar aquí también la presencia de ese infante don Juan Manuel que está con el sobrino arzobispo y acompaña los restos mortales del cardenal desde Peñafiel a Toledo? ¿Cuál es el libro de la estoria que se menciona en el Prólogo? ¿Por qué el Prólogo da tanta relevancia a Ferrand Martínez si no tiene nada que ver con el libro? ¿Quién escribió el Prólogo? Son preguntas que intentaremos responder en lo que sigue. En todo caso, el Zifar sale de esa «escuela catedralicia toledana», formada por los «criados» del cardenal. Precisamente en un documento de la Catedral de Toledo, fechado el 30 de junio de 1301 (meses después del traslado de los restos), aparecen juntos todos ellos. En él, el arzobispo don Gonzalo Díaz Palomeque, con autoridad del papa Bonifacio Octavo, realiza el ordenamiento y constitución del cabildo de las abadías de Santa Leocadia y de San Vicente de la Sierra y manda que sus abades sean dignidades de la catedral (ACT, I.11.A.1.3.). Nos interesan ahora algunos de los personajes que firman el documento, de los que hablaremos a continuación 15 . Sepan cuantos esta carta vieren como nós, don Gonçalo, por la graçia de Dios arçobispo de Toledo, primado de las Españas e chanceller de Castilla, por poder que avemos de nuestro señor el papa don Bonifaçio Octavo, en que tovo por bien que nós que ordenemos de las abadias de Santa Locadia, que es fuera de los muros de la çibdad de Toledo, e de Sant Viçent de la Sierra, e de sus bienes e de sus pertenencias, segunt pareçe por una carta que nós tenemos d’él, que dize en esta manera: . . . Testigos presentes: maestre Estevan, deán; maestre Jofré de Loaísa, arçidiano de Toledo; Sancho Martínez de Alfaro, arcidiano de Talavera; Ferrand Martínez, arcidiano de Madrit; Nuño Díaz, arcidiano de Calatrava; maestre Pedro, abad de Santa Leocadia; Diego Ferrández, abad de Sant Vicent; Pero García, Diego López, Gutier Gómez, Diag González, Diego Díaz, Conrado, Nicolás Pérez, canónigos de la eglesia de Toledo; Martín Estevan, Nuño García, notarios públicos del dicho señor arçobispo. 14 El cuento del joven rey Tabor, traído a colación por Hernández 1978: 319, es una prueba fundamental de lo que digo. 15 Para este y otros documentos publicados por nosotros por primera vez utilizamos los criterios de transcripción de Gómez Redondo 1996: 44-49. 212 José Luis Pérez López Pero para demostrar que el Zifar se construye en ese momento histórico hemos de descartar los argumentos que se han aportado por parte de la crítica para proponer una fecha tardía, lo cual intentamos también en el siguiente apartado. Para ello extraemos nuestros datos también del terreno documental y los completamos con un estudio filológico. La fecha del Libro del cavallero Zifar Sobre la fecha del Zifar todavía se sigue citando un argumento que expuso Moldenhauer 1931: 176 16 . Este autor señala que en el Prólogo se da noticia de procesiones en las cuales se cantaban responsorios y antífonas «asy como a fiesta de cuerpo santo». Según las fuentes de que puedo disponer esta fiesta con procesiones no fue introducida en España hasta después de su introducción definitiva por el papa Juan XXII (1316); las noticias más antiguas que tengo de ella se refieren a Barcelona en 1319 y 1332 y a Vich en 1330. Después de esto, llega a la siguiente conclusión: «Tengo como lo más probable que el prólogo del Cifar fue redactado después de 1321, y me alegraría de que algún hispanista, con su crítica y la aportación de nuevos datos, comprobase o refutase mi demostración». Ya Hilty 1992 aportó testimonios de la existencia de esos responsorios y antífonas, así como de la canción «ecce sacerdos magnus», con anterioridad a la fecha que cita Moldenhauer, los cuales nosotros ahora completamos. No sabemos de donde sacó Moldenhauer la referencia al papa Juan XXII, dado que lo citado es lo único que dice, pero podemos atestiguar en Toledo la existencia de esos responsorios y antífonas en las fechas cercanas al año 1300, en que en opinión mayoritaria de la crítica se compuso el Zifar. Recordemos primero el texto del Prólogo: ¶ E en las proçesiones 215 que fazían las clerezías e las órdenes, cuando llegavan a las villas, non cantavan versos nin [om. versos nin] responsos de defuntos, ¶ sinon ecçe saçerdos magnus [manos] ¶ e otros responsos e antífanas semejantes, así como 220 a fiesta de cuerpo santo. En el Ms. BCT 38-25, que perteneció al arcediano de Toledo Jofré de Loaysa, por tanto anterior a 1308, fecha de su muerte, se mencionan precisamente «responsos e antífanas semejantes, así como a fiesta de cuerpo santo», que se cantaban en la catedral de Toledo a San Ildefonso y a San Eugenio, dos de los santos toledanos 17 : 16 Lo cita Cristina González en el prólogo a su edición, Libro del caballero Zifar 1998: 21. 17 He empleado y descrito este códice en Perez Lopez 2001: 60-67. Respetamos la ortografía, con su puntuación única de un punto en medio de la letra. 213 Libro del cavallero Zifar De Sant Illefonso El dia de Sant Illefonso· fazemos la procession en capas de seda· e dezimos este responso· Ecce sacerdos, Sancte Illefonse· In medio ecclesie (f. 12r). El día de translacion de Sant Eugenio· a tercia· Responsorio· Gaudet exultans· a la procession uienen de cada eglesia un clerigo· et anda la procesion en capas de seda· e trayen en la procession· IIII· señores de los mayores el arca o esta el braço de Sant Eugenio· antel Preste· e antel Dean· e dezimos estos responsorios· venerabilis Eugenius· ecce sacerdos· vir inclitus· tres señores el vierso al entrante del coro· Gaudeat exultans· acabada la procession dexamos las capas de seda· e tomamos las prietas· e non leuamos más de una cruz· e dos encenseres con el archa· Si fuere antes de la LXXª [Septuagésima]· a missa· officio· statuit· aleluya· Iste sanctus· prosa la de la otra fiesta (f. 13r). Doña María y el libro de la estoria En el traslado del cuerpo santo del cardenal, además de Ferrand Martínez hay un personaje que desempeña un papel capital, la propia reina doña María que, así como hemos visto que era la valedora ante el refrendario del papa Pedro Hispano de la candidatura de Gonzalo Díaz Palomeque como arzobispo de Toledo, es también la principal valedora del proyecto del arcediano de trasladar los restos del cardenal a Castilla: 130 ¶ E [om. e] el arçediano, con todo esso [eso], aventurose e fuelo a demandar con cartas del rey don Fernando [Ferrando] e de la reina doña María, su madre, que le enbiava a [om. a] pedir por [om. por] merçed al papa so- 135 bre esta razón. «Le enbiava a pedir por merçed al papa», de P, o «enbiava pedir merçed», de M; pedir por merçed es sinónimo de rogar, que aparece en la línea 155: «que le enbió rogar». Lo que el texto dice es que la reina doña María le dio sus cartas (y de su hijo Fernando) al arcediano y le envió a Roma a rogar al papa que le permitiera trasladar el cuerpo del cardenal a Toledo. «Que le enbiava a pedir por merçed al papa sobre esta razón» es un resumen del contenido de las cartas de la reina. Puede que las cartas estuvieran dirigidas directamente al papa Bonifacio Octavo o a Pedro Hispano, su refrendario, o a los dos, como sabemos que ocurrió en la otra carta de la reina dirigida a don Pedro con motivo del nombramiento como arzobispo de Toledo de Gonzalo Díaz Palomeque. Según el Diccionario de Autoridades, razon tiene la acepción de «motivo de ejecutar alguna acción»; «sobre esta razon» significa, pues, «sobre este motivo, causa, asunto». A partir de este momento la empresa ya no es sólo del arcediano, es una empresa de la propia reina al igual que el libro entero. Y es que tanto el cardenal difunto como el nuevo arzobispo y las otras jerarquías eclesiásticas, el refrendario Pedro Hispano, el deán Esteban Alfonso, y los arcedianos Jofré de Loaísa y Ferrand Martínez son personajes pertenecientes al partido de la reina, frente al otro 214 José Luis Pérez López tutor regio, don Enrique el senador o a los nuevos validos de Fernando IV a su mayoría de edad, don Juan y don Juan Núñez, denunciados por Loaysa en el fragmento citado. El pasaje del Prólogo en que se alude a la reina doña María ha suscitado la principal polémica sobre la fecha. La crítica mayoritaria lo considera una interpolación tardía, con lo que aceptan para el resto del Prólogo y para el libro una fecha temprana de alrededor de 1300, como nosotros. Otros consideran que no es una interpolación y que de acuerdo con ello exigiría llevar la fecha del Prólogo y del libro después de 1321, fecha de la muerte de doña María, de la que se habla en pasado: «fue muy buena reina» 18 . Nosotros pensamos que no es una interpolación tardía sino una amplificatio mediante una proposición adjetiva de relativo explicativa que está perfectamente integrada en su contexto lingüístico y que es semejante a otros pasajes de la llamada Crónica de los reyes de Castilla de Jofré de Loaysa en donde se producen varias amplificaciones semejantes. Este es el fragmento del Prólogo: ¶ E otrosí por ruego de doña María, reina de Castilla [Castiella] e de León 155 que era a esa sazón que le [que·l’] enbió rogar, la cual fue muy buena dueña e de muy buena vida e de buen consejo e de muy gran reposso [om. e de muy gran reposso] e de gran [buen] seso natural [¶] e muy conplida en todas buenas costunbres e amadora de justiçia [añ. e] con grandísima [om. grandísima] piadat [piedat], non orgulleçiendo con buena andan- [f. 2ra] ça nin desesperando con mal andança cuando le acaescié [acaesçía], [¶] mas muy firme e estable en todos los sus fechos que entendié que con Dios e con razón e con derecho 165 era [eran], así como se cuenta en el libro de la estoria 19 . Al comienzo del pasaje se ha producido un error propio del copista por alteración del orden de palabras de la copia a la que se remontan M y P. Se ha producido, en primer lugar, un error por omisión de «que era» a causa de que la fórmula «reina de Castilla e de León» se adelanta, lo cual es una trivialización. El copista ha advertido posteriormente el error y añade a continuación «que era» para evitar tachar o borrar; por tanto, en una edición crítica se hace necesario restablecer el 18 Cacho Blecua 1996: 62 dice: «Mientras no se aporten nuevos datos que justifiquen inexcusablemente que la alusión a doña María es una interpolación posterior, en puro rigor histórico y filológico deberemos fechar el texto después de junio de 1321». Gómez Redondo 1999: II,1458 N32 defiende que la obra se escribió en varias épocas y que la forma conservada del Zifar es un punto de llegada, resultado de múltiples transformaciones y ampliaciones. Sobre la forma en pasado fue del texto dice: «los copistas adaptan temporalmente las referencias históricas al presente para el que escriben, como ocurre, por ejemplo, en el prólogo de las Partidas». 19 La cursiva, claro está, es mía. 215 Libro del cavallero Zifar orden correcto y la puntuación: «doña María, que era reina de Castilla e de León a esa sazón que le enbió rogar», tal y como vemos en la frase idéntica, en cuanto a su estructura sintáctica (una proposición adjetiva de relativo explicativa), de las líneas 135-37: «don Pedro, que era obispo de Burgos a esa sazón». La segunda parte del fragmento considerado («a esa sazón que le enbió rogar») es un sintagma preposicional con valor de complemento circunstancial de tiempo, cuyo núcleo es el sustantivo «sazón», del cual depende una proposición subordinada adjetiva de relativo especificativa: significa que doña María era reina de Castilla y León «a esa sazón» (en ese tiempo u ocasión) «que» (en que, es el pronombre relativo complemento circunstancial de tiempo de «enbió»); el antecedente de «que» es «esa sazón») 20 ; «le» es el complemento directo de «enbió» (leísmo: a él, al arcediano); el sujeto de «enbió» es la reina; «enbió rogar» significa envió a rogar (al papa), tal y como se dice en la línea 39: «doña María, su madre, que le enbiava a pedir por merçed al papa»; «pedir por merçed», significa lo mismo que «rogar»; el infinitivo rogar es el verbo de una proposición subordinada de infinitivo con valor final: enviaba a pedir por merçed/ envió rogar). Lo fundamental es que el antecedente de la segunda proposición adjetiva de relativo especificativa («que le enbió rogar») es «sazón» y no «doña María» (este sintagma es el antecedente de la primera proposición adjetiva de relativo explicativa, que por eso debe ir entre comas: «doña María, que era reina. . . »); sin embargo «a esa sazón que le enbió rogar», como especificativa, debe ir sin coma 21 . Simplemente en este fragmento del Prólogo se dice que doña Maria era reina de Castilla y de León en ese momento histórico en que envió al arcediano a rogar al papa que le permitiera trasladar el cuerpo del cardenal, o sea, en el año 1300, coincidiendo con el jubileo. La segunda parte del fragmento, la más conflictiva (desde «la cual fue muy buena dueña» hasta «en el libro de la estoria»), presenta dos niveles temporales distintos: el presente del narrador que nos remite a un libro ya escrito («así como se cuenta en el libro de la estoria») y el pasado de lo que se cuenta en dicho libro («fue muy buena dueña, etc.»). Se dice que en un libro ya escrito se cuentan cosas muy positivas de la reina. No es necesario que la reina haya muerto (su muerte ocurrió en 1321) para que en un libro escrito con anterioridad a esa fecha se diga, en pasado, que doña María «fue muy buena dueña, etc.». El libro de la estoria ha petrificado unos acontecimientos históricos en los que la reina ha tenido/ tuvo una ac- 20 Este uso de que ha sido una constante en castellano, tanto en la Edad Media como en nuestra época, recuérdese el título de la obra de Francisco Umbral La noche que llegué al Café Gijón y su primera oración: «La primera noche que entré en el Café Gijón puede que fuese una noche de sábado». 21 No he podido ver la tesis en microfichas de Lucia Megías 1995, citada por Hilty 2001, pero este fragmento que nos ocupa lo cita Gómez Redondo 1999: 1381, según el texto del primero, y coincide con nuestra propuesta en cuanto a las dos proposiciones adjetivas, la primera explicativa y la siguiente especificativa: «e otrosí por ruego de doña María, que era reina de Castiella e de León a esa sazón que·l enbió rogar». 216 José Luis Pérez López tuación ejemplar que permite atribuirle esos elogios entusiastas en pasado. No es necesario considerar el fragmento una interpolación tardía como hace parte de la crítica ni una adaptación del tiempo verbal al pasado propia de un copista posterior. El libro de la estoria podría ser la mal titulada Crónica de los reyes de Castilla del arcediano de Toledo Jofré de Loaysa, «compañero» de cabildo de Ferrand Martínez y perteneciente como él al partido «molinista», la cual se escribió entre 1305, en que acaban los acontecimientos históricos que se cuentan en ella, y 1308, fecha en que muere don Jofré. Que pudiera ser el libro de la estoria esa obra ha sido sugerido por Cacho Blecua 1995: 261 N11, que cita una mención elogiosa referida a la reina en la Crónica 22 , pero repasando minuciosamente la obra podemos encontrar más, como veremos a continuación. En favor de esta identificación podemos aportar los siguientes argumentos: En primer lugar, el título de la obra, Crónica de los reyes de Castilla, debido a Morel- Fatio, no es el que se corresponde con el texto. En él claramente se dice lo siguiente: Venerabilis vir dominus magister Gaufridus, archidiaconus toletanus, composuit in romancio . . . historiam infrascriptam de gestis et aliarum rerum que tempore ipsius archidiaconi in Hispaniam contingerunt (Loaysa 1982: 72). El texto citado es la traducción de Armando de Cremona del libro escrito in romancio por don Jofré en el que aparecería la palabra latina historiam como estoria, como continuación que era de la estoria del arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada: Qualiter post obitum prefati reverendi patris domini Roderici archiepiscopi toletani, qui laudabilem historiam suprascriptam stilo composuit luculento . . . (Ibidem) En segundo lugar, en la obra se menciona a la reina doña María en diez ocasiones, todas en los mismos términos elogiosos que en el texto del Prólogo del Zifar. Algunas menciones la presentan acompañada por el arzobispo don Gonzalo Pétrez, un hombre de la confianza total de la reina y del rey Sancho. Otras menciones son paréntesis propios del procedimiento de la amplificatio, como el que aparece en el fragmento citado del Prólogo referido a doña María. Aunque no son tan extensos, 22 Nuestra mención 4. Véase más adelante. Estas son las palabras de Cacho Blecua: «Jofré de Loaisa en su Crónica, 34, la llama «illustris regina dompna Maria, mater prefati regis Fernandi [IV], et domina laudante, ymo pocius admirante virtutis». El ambiente de su autor, arcediano de Toledo, muerto el 24 de enero de 1308 (Hernández 1980) podría favorecer la identificación de la alusión con su obra, pero tiene el grave inconveniente de que se interrumpe en 1305». La cursiva es nuestra. No creemos que sea un inconveniente: entre 1305 y 1308 se escribió la Estoria de Loaysa y en ella se dicen elogios de doña María semejantes al de que «fue muy buena dueña, etc.» del Prólogo, en multitud de ocasiones, y en varias de ellas utilizando términos semejantes a los del Zifar, como señalamos en las notas siguientes. 217 Libro del cavallero Zifar tienen el mismo carácter elogioso y dos de ellos poseen la misma estructura sintáctica de proposiciones adjetivas de relativo explicativas. Ni la amplificación del Prólogo ni las que señalamos a continuación en negrita tienen por qué ser interpolaciones posteriores. Pueden explicarse satisfactoriamente como amplificaciones para hacer el elogio de la reina, prueba de ello es que podríamos suprimirlos sin que quedara afectado el sentido del texto, salvo que se perdería el elogio 23 : 1. Infans dompnus Sancius supradictus ivit Toletum et cum invenisset ibidem dominam Violantem, sororem suam, quod ibi rex Alfonsus dimiserat, et cum eam nobilem mulierem dominam Mariam, filiam illustris infantis dompni Alfonsi de Molina, fratris olim incliti regis Fernandi predicti, nupsit idem infans cum ipsa domina Maria. [El infante don Sancho se fue a Toledo y al encontrar allí a su hermana doña Violante, porque allí la había dejado el rey Alfonso, y con ella a la noble señora doña María, hija del ilustre infante don Alfonso de Molina, hermano del difunto rey Fernando, contrajo matrimonio con doña María] (116-17). 2. Prefato quidem rege Sancio tunc in Valleoleti morante, et cum eo existentibus tunc ibidem illustrissima regina domina Maria, uxore sua, et reverendissimo patre domino Gundissalvo, tunc archiepiscopo toletano et postmodum sacrosancte romane ecclesie cardinali nominato, siquidem episcopo albanensi. [Permaneciendo el rey Sancho en Valladolid junto con su esposa la ilustrísima reina doña María y el reverendísimo padre don Gonzalo, arzobispo de Toledo y luego cardenal de la sacrosanta iglesia romana y obispo de Albania] (130-31). 3. Rex Sancius incontinenti processit ad locum de Bitoria pernoctare, mandans seu dicens ibidem domino archiepiscopo toletano ac astoricensi et tudensi episcopis ut irent cum regina uxore ipsius ad locum de Burgis et ibi cum ea essent. [El rey Sancho se dirigió inmediatamente a Vitoria para pasar allí la noche, donde ordenó al señor arzobispo de Toledo y a los obispos de Astorga y de Tuy que se fueran con la reina su esposa a Burgos y que permanecieran allí] (140-41). 4. Et peractis ibi diebus regio funeri deputatis, illustris regina dompna Maria, mater prefati regis Fernandi et domina 24 laudande ymo pocius admirande virtutis, prout in sequentibus plenius apparebit, una cum predicto filio suo rege ac dompno Henrico et aliis tunc regia castra sequentibus ad locum Valleoleti propter accedentes ibidem curias celebravit. [Y después de pasar allí [en Toledo] los días destinados al regio funeral, la ilustre reina doña María, madre del rey Fernando y señora de virtud digna de alabanza y, más aún, de admiración como mejor se verá en lo que después diremos, junto con su hijo el rey y con don Enrique y con otros que, siguiendo entonces la regia comitiva, se acercaban a Valladolid, celebró cortes en dicha ciudad] (162-63). 5. Set prefata regina, tamquam prudens multum et circumspecta domina, tam filium suum regem predictum, qui cum ea tunc moram trahebat ibidem, quam regna ipsius prout melius poterat, gubernabat. 23 Loaysa 1982. Despues de cada mención señalo las páginas. 24 Dompna o domina (en otras ocasiones), dice el texto latino; dueña, diría el romance castellano de don Jofré, como el Prólogo del Zifar, lo mismo que en todas las apariciones de la palabra señora de la traducción de García Martínez. 218 José Luis Pérez López [Pero la reina, como señora muy prudente y circunspecta, gobernaba lo mejor que podía a su hijo el rey que entonces estaba con ella en Valladolid y a los reinos de este] (164-65). 6. Tunc consultum et dictum regine predicte quod ipsa una cum filio suo rege Toletum vel ad alium munitum locum accederet, ubi tam vite sue posset quam prefati filii sui providere, set ipsa tamquam constans et prudens domina multum de Deo misericordia precipue confidens et sperans 25 se de dicto loco nequaquam tunc voluit amovere. [Se aconsejó y dijo a la reina que se marchara con su hijo a Toledo o a otra plaza fuerte donde mudieran proteger sus vidas, pero ella, como señora firme y prudente, confiando y esperando mucho y sobre todo de la misericordia de Dios, no quiso en modo alguno moverse de aquel lugar.] (180-81). 7. Cumque predictus rex Fernandus una cum predicta regina matre sua, que magno suo consilio 26 et prudencia tam regem ipsum quam terram suam quasi sola multum laudabiliter, prout melius poterat, gubernabat. [El rey Fernando y su madre la reina se veían obligados por entonces a permanecer en Valladolid. Esta, con su gran tacto y prudencia, casi sola, acertadamente gobernaba como mejor podía al rey y a su tierra] (184-85). 8. Ob humilitatem et sagacitatem regine predicte, que cunctis in gradu suo quantum poterat tribuebat 27 et maiora semper omnibus redeuntibus pollicebatur, ad fidelitatem et graciam predicti regis pueri redierunt. [Por la sencillez y sagacidad de la reina, que daba cuanto podía a cada uno en su grado y prometía cosas mayores a todos los que volvían, poco a poco se fueron reintegrando a la fidelidad y gracia del niño rey.] (184-85). 9. Tamdem illustris regina mater regis pueri antedicti, tanquam sapientissima domina, procurabat modis omnibus quibus poterat amicos acquirere preffato filio suo regi. [Finalmente, la ilustre reina, madre del rey niño, como señora sapientísima, procuraba de todas las formas que podía, adquirir amigos para su hijo el rey.] (190-91). 10. Sane preffatus infans dompnus Johannes ac predictus dompnus Johannes Nunionis blandientes multum in omnibus prefato regi Fernando, qui iam decimum sextum annum agebat etatis, in tantum eius animum atraxerunt et quasi totaliter occuparunt, quod ipse, derelicto sano consilio matris sue, que pro ipsius vita et regno tuendo tot et tanta pericula perpessa fuerat . . . rex ipse matrem propriam et omnes alios qui sibi in tribulacionibus et pressuris constantes et fideles extiterant alienavit a se et quasi exosos habuit. [Con astucia el infante don Juan y don Juan Núñez halagaban mucho en todo al rey Fernando, que ya contaba 16 años de edad, y tanto influyeron en su ánimo, casi ocupándolo totalmente, que abandonó el prudente consejo de su madre, que por guardar su vida y su reino tantos y tan grandes peligros había sufrido . . . el rey apartó de su lado a su madre y a todos los que le habían sido fieles y constantes en las tribulaciones y angustias y casi les tenía odio.] (206-07). 25 Compárese con el texto del Prólogo: «non orgulleçiendo con buena andança nin desesperando con mal andança cuando le acaesçía, mas muy firme e estable en todos los sus fechos que entendié que con Dios e con razón e con derecho eran». 26 El texto latino dice «magno suo consilio»; en el número 10 se dice: «derelicto sano consilio matris sue» y el Prólogo del Zifar: «la cual fue muy buena dueña e de muy buena vida e de buen consejo». 27 El Prólogo del Zifar la llama «amadora de justiçia». 219 Libro del cavallero Zifar Por consiguiente, si el libro de la estoria es la obra del arcediano de Toledo Jofré de Loaysa, quizá deberíamos sacar la conclusión, que formulamos como hipótesis, de que éste bien pudo también ser el autor del Prólogo del Zifar 28 . Eso explicaría el carácter cronístico del mismo, que se hable en él de la fazaña de su «compañero» de cabildo el arcediano de Madrid en tercera persona, y la intertextualidad, que ya vio Hernández 1980, entre el prólogo del Zifar y el testamento de Loaysa en lo que se refiere al traslado de los restos de los abuelos del propio arcediano, don García y doña Eva, desde Valencia del Cid hasta Las Huelgas de Burgos, donde está el enterramiento familiar del arcediano de Toledo.También Hernández 1980: 292 encontró coincidencias entre el relato de «El emperador destronado» del Zifar y la caída de Alfonso X descrita por Loaysa en su Crónica. Pero, sobre todo, explicaría la mención dentro del Prólogo del Zifar de un libro ya escrito, el libro de la estoria. El arcediano se estaría haciendo eco de su propia obra. ¿Qué sentido tendría mencionar un libro ya escrito si ese libro no guardara alguna relación con el autor que lo menciona? Esto último nos llevaría a situar la redacción del Prólogo entre 1305, en que acaban los acontecimientos que se cuentan en la Crónica, y 1308, en que muere don Jofré, pero el Zifar pudo haberse escrito en los años anteriores. La sepultura del cardenal y la capilla y el monasterio de Sancti Spiritus Podemos aportar otro dato que nos obliga a situar la fecha del Prólogo y, lo que es más importante, de toda la obra, en los años que van desde 1301, fecha del traslado de los restos del cardenal, hasta 1308-10 (en 1308 muere Jofré de Loaisa, en 1309 Ferrand Martínez y en 1310 el Arzobispo Gonzalo Díaz Palomeque). En el Prólogo se dice que don Gonzalo había escogido su sepultura en la iglesia de Toledo: ¶ fízole prometer en las sus manos que si él, seyendo cardenal en la iglesia de Roma, si finase, que este arçediano que fuese allá a demandar el 90 cuerpo e que feziese todo su poder para traerle a la iglesia de Toledo, do avía es cogido su sepultura. 28 Hilty 2001: 529 dice: «Modificando la opinión expresada en el estudio de 1992, ya no defiendo la teoría de que Ferrán Martínez sea el autor del Prólogo e incluso de todo el libro. Tiene razón Juan Manuel Cacho Blecua diciendo que es poco probable que el mismo Ferrán Martínez haya redactado un Prólogo que convierta sus propias cualidades (gratitud, lealtad, perseverancia, liberalidad) en la sustancia de un exemplum. Sería «un acto de orgullo inadecuado en el sistema de valores del libro» (Cacho Blecua 1996: 60). El autor habrá sido más bien un colega de Ferrán Martínez, otro representante de la «élite intelectual de la escuela catedralicia de Toledo», para emplear una fórmula feliz de Germán Orduna (Orduna 1996). Esto no excluye que Ferrán Martínez sea no solo el «trasladador» del cuerpo del cardenal difunto, sino también el «trasladador» de textos orientales integrados en el Zifar». 220 José Luis Pérez López ¿Dónde estaba ubicada la sepultura del cardenal don Gonzalo en la catedral de Toledo? Sólo se ha ocupado recientemente de ello Gonzálvez Ruiz 1997: 414, que la sitúa «en el coro de la Catedral de Toledo, ante el altar de prima», pero basándose sólo en el historiador decimonónico Ramón Parro 1857: I,161, que, por su parte, no dice que el personaje enterrado en el coro sea don Gonzalo Pétrez, sino un arzobispo posterior llamado Gonzalo de Aguilar: «El D. Gonzalo de que habla la segunda lápida debe ser D. Gonzalo de Aguilar, cuarto de su nombre entre los arzobispos de Toledo . . .; el segundo (García Gudiel) está enterrado en la antesacristía con otros muchos que allí hay; y el tercero (Díaz Palomeque) estuvo en la capilla del Espíritu Santo y fue trasladado a la de Santa Lucía cuando la de Reyes Viejos se trasladó a aquella». Ramón Parro dice que en el coro había tres sepulturas de tres arzobispos con estatuas yacentes y que fueron trasladadas en 1539 cuando se construyó la sillería con el fin de conseguir espacio. En su lugar colocaron tres baldosas con sus epitafios, las tres redactadas con las mismas fórmulas. Las inscripciones están hoy día muy desgastadas por las pisadas de los canónigos y ya lo debían de estar en la época de Ramón Parro, ya que este sólo acertó a leer lo siguiente en la baldosa del arzobispo de nombre Gonzalo: «GVNDISALVUS AR- CHI· TOL· HISPANIAR·». Hemos visitado personalmente el lugar y revisado de nuevo la baldosa, donde acertamos a leer: «GVNDISAL-/ VUS BAROS·/ ARCH· TOL·/ HISP· PRIM·». O sea «Gundisalvus Barosus, archiepiscopus toletanus, hispaniarum primas» («Gonzalo Barroso, arzobispo de Toledo, primado de las Españas»). En 1539 pensaron que el Gonzalo enterrado allí era un tal Gonzalo Barroso. Ese apellido era otra manera de llamar a don Gonzalo García Gudiel, como hijo que se pensaba que era de Gimén Gudiel y de María Barroso, pero era otro apellido equivocado 29 . Es precisamente en esta época cuando al arzobispo mozárabe le confundieron los apellidos. En 1511 Juan de Borgoña concluyó la galería de retratos de los arzobispos toledanos, desde el mítico San Eugenio a Cisneros, que adornan hoy la Sala capitular de la catedral. En ese momento se confundieron los apellidos de don Gonzalo Pétrez, y le asignaron los apellidos de otra estirpe mozárabe los de García Gudiel-Barroso, con los que estaba también emparentado, debido a la similitud de sus escudos 30 . El mismo error siguió actuando en los que trasladaron los restos de los arzobispos enterrados en el coro en 1539, que quizá confundieron a Gonzalo de Aguilar con Gonzalo Pétrez. Creo como más probable que el arzobispo Gundisalvus que estuvo enterrado en el coro sea el de Aguilar, como dice Ramón Parro, en lugar de nuestro don Gonzalo. La razón que me mueve a ello es el hecho de que los otros dos arzobispos enterrados allí con él eran los sucesores en la silla arzobispal de don Gonzalo de Aguilar (1351-53): Vas- 29 Gonzálvez Ruiz 1997: 301 N13: «La tradición equivocada que hemos mencionado hacía a nuestro futuro arzobispo hijo de Gimén Gudiel y de María Barroso, dos familias de Toledo contemporáneas y algo emparentadas con el tronco de los Abenhárits, del que descendía don Gonzalbo». 30 Cf. Martínez Caviró 1981 y Rodriguez Marquina 1981. 221 Libro del cavallero Zifar co de Toledo (1353-62) y Gómez Manrique (1362-75). Quizá el primero puso de moda enterrarse en el coro y sus sucesores le siguieron. En todo caso, con los datos actuales que poseemos no podemos descartar que pudiera haber sido el coro el lugar de enterramiento de nuestro don Gonzalo «Barroso». La mención de Ramón Parro a la capilla del Espíritu Santo nos permite seguir otra pista que creemos más certera y basada en datos documentales, la cual tiene una gran trascendencia para nuestro estudio del Zifar. La Crónica de los reyes de Castilla de Jofré de Loaysa (nuestro libro de la estoria) nos dice que el rey Sancho IV, el lunes, 21 de noviembre de 1289, mandó trasladar los restos del emperador Alfonso VII y los de otros dos reyes enterrados con él, desde la capilla de Sancti Spíritus al altar de San Salvador, que es el altar mayor de la catedral. El acto solemne del traslado lo realizó el arzobispo don Gonzalo Pétrez y estuvo presidido por el rey y por otros obispos, magnates y ricoshombres: Preffatus quoque rex Sancius antequam hec fierent, videlicet era millesima CCCª XXVIIª, transtulit corpora illustrisimi imperatoris domini Alfonsi et illustris regis Castelle dompni Sancii filii imperatoris eiusdem ac dompni Sancii portugalis regis, que primo jacebant in capella Sancti Spiritus in ecclesia toletana, et ea posuerunt decenti honorifficientia infrascripti episcopi et prelati post altare sancti Salvatoris, quod est maius altare ecclesie supradicte, ubi ea sepelierunt sepedictus reverentissimus pater dompnus Gundissalvus archiepiscopus toletanus, qui postmodum fuit cardinalatus título decoratus, presentibus illustri rege Sancio predicto ac reverendis patribus . . ., quod factum fuit era predicta die lune XXª die mensis novembris (Crónica: 152) [El rey Sancho, antes de que esto sucediera, o sea en la era 1327 (año de Cristo 1289), trasladó los restos del ilustrísimo emperador don Alfonso y los del del ilustre rey de Castilla don Sancho, hijo del mismo emperador, y los de don Sancho, rey de Portugal, que antes yacían en la capilla del Espíritu Santo de la iglesia toledana; y los obispos y prelados infrascritos los depositaron con las honras convenientes detrás del altar de San Salvador, que es el altar mayor de la citada iglesia, donde les dieron sepultura el tantas veces nombrado reverendísimo padre don Gonzalo, arzobispo de Toledo que después fue honrado con el título de cardenal, estando presentes el ilustre rey Sancho y los reverendos padres . . ., lo cual sucedió en la era antedicha, el lunes día 21 del mes de noviembre] Inmediatamente, al año siguiente, el arzobispo don Gonzalo Pétrez debió de convertir la capilla de Sancti Spiritus, que había dejado de ser panteón real, en la capilla escogida por él para su enterramiento y el de sus familiares. Así nos lo dice Ramón Parro (1857: I, 324), aunque confundiendo el nombre de don Gonzalo Pétrez con el de su sobrino y sucesor en el arzobispado Gonzalo Díaz Palomeque: «La fundó hacia el año 1290 el arzobispo Don Gonzalo Díaz Palomeque». Pero en ese año éste no era arzobispo de Toledo (lo fue de 1299 a 1310), pero sí su tío el futuro cardenal Gonzalo Pétrez (lo fue de 1280 a 1298), el mismo que hizo el traslado de los restos del emperador Alfonso VII el año anterior por mandato del rey Sancho. Es probable que Ramón Parro esté confundiendo a un Gonzalo con otro. Tampoco nos dice de dónde saca ese dato y no hemos podido encontrar ningún documento en el Archivo catedralicio que nos permita contrastar sus palabras. En todo caso, la capilla de Sancti Spiritus está vinculada a la estirpe de Gonzalo Pé- 222 José Luis Pérez López trez, ya sea directamente o a través de su sobrino, y no olvidemos que, según los datos que venimos dando, fue en el pontificado de éste cuando se debió de escribir el Zifar. Por tanto esta capilla toledana tiene una doble vinculación histórica: a Sancho IV, como antiguo panteón real, y a la estirpe mozárabe de Gonzalo Pétrez. Su primitivo título y advocación fue capella Sancti Spiritus. Esta es - creemos - pues, la capilla donde el cardenal «avía escogido su sepultura», como se dice en el prólogo de Zifar. Lo cual podría verse confirmado mediante un testimonio del Ms. BCT 23-17, que es un repertorio de las capellanías instituidas en la catedral: De capellaniis et capellanis ecclesie et stipendiis eorum. Item bone memorie dominus Gundissalvus archiepiscopus toletanus qui postea fuit ecclesie romane cardinalis instituit quatuor, quarum primam iussit celebrari pro anima sua in capella Sancti Spiritus (f. XXIIIr). Es obvio que se trata de don Gonzalo Pétrez. Sólo él fue cardenal y no su sobrino. Es obvio también que las capellanías las fundó antes de su muerte en 1299, quizá en el año de 1290, en que dice Ramón Parro que un arzobispo Gonzalo escogió esa capilla para su enterramiento y el de sus familiares. Que la primera capellanía celebrase misas «pro anima sua in capella Sancti Spiritus» es un dato basado en una fuente documental segura que puede indicar que allí estaba su sepultura o, como poco, una vinculación especial del futuro cardenal con la capilla, a la que distingue 31 . Pero no es sólo esto, en el Zifar aparece el deseo de vincular una capilla con el nombre de Santi Spiritus - que fue el antiguo panteón real de Sancho IV, no se olvide, y donde en ese momento histórico quizá esté enterrado el cardenal - con la propia historia de Roboán: E quando lo resçibieron por señor [al emperador Roboán], que ellos fueron los primeros que fueron besar el pie, e ellos amos a dos le pusieron la corona en la cabeça despues que lo bendixo el arçobispo de Freçida su chançeller, quando canto misa nueua en el altar de Santi Spiritus do el touo vegilla esa noche. (Libro del caballero Zifar 1998: 435) Creo que se trata de una de esas alusiones en clave (como las que descubrió Hernandez 1978 referidas al rey Tabor y al exemplum de «El emperador destronado») 31 En el año 1498, el cardenal Cisneros mandó trasladar la capilla del rey don Sancho el Bravo desde el altar mayor de la catedral, donde se había ubicado en 1289, como hemos visto (aunque no realizó el traslado de los restos del emperador y de los reyes, que permanecen en el altar mayor) a su anterior emplazamiento de la capilla de Sancti Spiritus. Entonces esta capilla cambió su nombre al de capilla de los Reyes Viejos, para diferenciarla de la de Reyes Nuevos fundada por Enrique II (Ramón Parro 1857: 328-29). Entonces los restos de don Gonzalo y de sus familiares se trasladaron a la contigua capilla de Santa Lucía. Se ha perdido la huella del enterramiento del arzobispo cardenal, pero permanecen las inscripciones de algunos de sus familiares (Ramón Parro 1857: 315-24, aunque este autor refiere lo que dice al sobrino Díaz Palomeque). Durante toda la Edad Media fue conocida, pues, por el nombre de capilla de Sancti Spiritus y era la más importante de la zona meridional de la catedral. 223 Libro del cavallero Zifar a algún momento de la historia de Sancho IV, quizá a su coronación como rey en la catedral de Toledo en 1284. En el Zifar quien bendice a Roboán (el protagonista de la última historia que se cuenta en el libro) antes de su coronación es un arçobispo que además es su chançeller (sólo cumplen este requisito los arzobispos de Toledo) y el emperador hizo vigilia toda la noche en un altar cuyo nombre lleva otro altar de la catedral toledana vinculado a Sancho IV y a la estirpe del cardenal. Consideramos que los que defiendan una fecha tardía para la redacción de algunas de las historias del Zifar, o de toda la obra, deberán explicar qué sentido tienen los exempla del rey Tabor y de «El emperador destronado» (un ataque en toda regla contra Alfonso X), identificados por Hernández, en el reinado, por ejemplo, de Alfonso XI, un rey que reivindicó de hecho en su Ordenamiento de Alcalá la memoria, como hombre de estado fundador del derecho, de Alfonso X, poniendo en vigor las Partidas. De la misma manera, esta alusión al altar de Sancti Spiritus de la catedral toledana en la historia de Roboán, la última que teóricamente se escribiría si el Zifar fuera un texto acumulativo, ¿podría haber sido escrita por un escritor de hacia 1344, por ejemplo, desconocedor de la vinculación de la capilla con Sancho IV y con la estirpe del cardenal don Gonzalo? Pero es que, además, existía en Toledo un convento o monasterio de Sancti Spiritus vinculado a las más importantes familias mozárabes. Hoy ha desaparecido, pero ha dejado su huella en el libro litúrgico que perteneció a Jofré de Loaysa, el Ms. BCT 38-25. En él se habla de las letanías o procesiones que recorrían las calles de la ciudad haciendo rogativas: Lunes en las letanias de Ascension . . . el tercer dia a Sancta Maria del Alhiçem· a Sancta Yusta· Offerentur· a sant Pedro· o Clauiger· a Sancti Spiritus· Repleti sunt· Entrante de Sancta Maria· Felix namque es 32 . En el texto se cita la iglesia de Santa María del Alficen, la antigua catedral mozárabe, hoy desaparecida; la iglesia de Santa Justa, también mozárabe, que se conserva; San Pedro o Claviger, que no hemos identificado; y el convento o monasterio de Sancti Spiritus. No es la capilla homónima de dentro de la catedral de Santa María, sino un edificio fuera de ella, ya que la catedral se nombra a continuación en el texto. En cada uno de estos sitios la procesión hacía una parada y se rezaban oraciones y rogativas. El monasterio o convento aparece citado en documentos mozárabes (González Palencia 1930: 187), según los cuales estaba formado por monjes descalzos. Es objeto de donaciones por parte de familias mozárabes, entre ellas algunas que llevan el apellido Pétrez (como el cardenal) y Ben Furón (como el deán Esteban Alfonso del que hablaremos), y que se hacen enterrar frecuentemente en el monasterio. Pero es que también el nombre de Sancti Spiritus es el escogido por el autor del Zifar a la hora de designar el monasterio donde se reúne la familia protagonista 32 Citamos por el Ms. Biblioteca Nacional de Madrid 13086, copia realizada por el padre Burriel en el s. XVIII del Ms. BCT 38-25, f. 100r. 224 José Luis Pérez López en el último capítulo del libro. Parece como si se quisiera vincular a los protagonistas con un monasterio toledano de ese nombre, que quizá pudiera haber estado vinculado a la persona del autor. Esta es la nueva mención del Zifar: E el enperador e la enperatris fueron vesitar el regno de la enperatris Seringa, e desy fueron en romeria al monesterio de Santi Espritus, que el rey de Menton mando fazer do conosçio el conde Amigo primeramente, e fueron ver al rey su padre e su madre e al infante Garfin su hermano. (Libro del caballero Zifar 1998: 457). El Liber consolationis et consilii y el deán Esteban Alfonso Para terminar, vamos a hacer una mención al deán de la catedral maestre Esteban Alfonso, al que los documentos de la época llaman «señor de leyes» y perteneciente a la estirpe mozárabe de los Ben Furón, señores de Ajofrín. Le hemos visto en 1296 acompañar a don Gonzalo a su ostracismo romano y en otros documentos que hemos citado. Ha desarrollado toda su carrera política y eclesiástica a la sombra de don Gonzalo - lo mismo que Ferrand Martínez y que Jofré de Loaysa - y de doña María, que llegó a proponerle ante el papa como candidato a arzobispo de Santiago (Gonzálvez Ruiz 1997: 639-56). El deán fallecerá en 1307. En su testamento (ACT A.5.A.1.13) fechado en 1305, se dice: Sepan quantos esta carta vieren como yo maestre Estevan, deán de Toledo, reconoçiendo cuánto bien e cuánta merced me fizo la eglesia de Toledo e cuánta criança en mí fizo e señaladamente por lo que prometí muchas vezes a la Virgen gloriosa, nuestra señora Santa María, madre de nuestro señor Jhesu Christo por que me acorriesse a muchas tribulaciones e levasse las mis peticiones ante su fijo, santo Dios verdadero, do al cabildo de la eglesia dicha todos quantos aliños e mejorías yo fiz en las sus casas de Toledo e en las sus caserías que tengo arrendadas por en toda mi vida, las cuales mejorías son estas: en Alpuébrega . . . Et nos, el cabildo sobredicho, veyendo la devoción que vos maestre Esteuan, deán sobredicho, avedes a la eglesia e teniendo que es razón e guisado de uso reconocer en memoria perpetua esto que dades e fazedes a la nuestra mesa, prometemos vos por nós e por nuestros suçesores de cantar en toda vuestra vida una missa solempne de Santa María en el coro, al altar de Santa María, depués de prima, en cada mes el segundo día del mes si aquel día non fuere fiesta de seis capas o de cuatro capas o domingo . . . Et depués de vuestros días que cantemos una missa de réquiem especialmente por vuestra alma en cada mes el segundo día del mes, según sobredicho es, en aquel altar do entendiéremos que se deve cantar segúnd uso e costumbre de nuestra eglesia, e en la vuestra vida que digamos un responso sobre la fuessa de nuestro señor el cardenal e, depués de vuestros días sobre la vuestra fuessa, si en la eglesia fuéredes soterrado, e si ffuera de la eglesia fuéredes enterrado, que lo vayamos dezir a la capiella de Sant Eugenio [. . .] Dada XIX días de agosto, era de mil e trezientos e cuarenta e tres años. Gundisalvus, Dei gratia archiepiscopus, confirmamus. El primer fragmento del texto en negrita tiene un carácter formulario. Pero esa misma fórmula es la utilizada en el prólogo del Zifar para expresar el agradecimiento de Ferrand Martínez al cardenal: 225 Libro del cavallero Zifar 75 E en este año sobredicho, Ferrand Martines, [f. 1va] arçediano de Madrid en la iglesia de Toledo, fue a Roma a ganar estos perdones e después que cunplió su romería e ganó los perdones, así como Dios to- 80 vo por bien, porque don Gonçalo, obispo de Alvaña e cardenal en la iglesia de Roma, que fue natural de Toledo, estando en Roma con el este arçediano sobredicho, a quien criara e feziera merçed, que- 85 riéndose partir d’él e se ir a Toledo, donde era natural, ¶ fízole prometer en las sus manos que si él, seyendo cardenal en la iglesia de Roma, si finase, que este arçediano que fuese allá a demandar el 90 cuerpo Y al final: ¶ Onde bienaventurado fue el 270 señor que se trabajó de fazer [façer] buenos criados e leales, ¶ ca estos atales nin les falleçerán en la vida nin después, ¶ ca lealtad les faze acordarse del bien fecho que resçibieron en vida e en muerte. Es obvio que el autor del Prólogo está empleando los mismos lugares comunes del estilo formulario que se empleaban para redactar los testamentos en ese momento histórico en la catedral. Lo cual es otro argumento a favor de una fecha de redacción del mismo circa 1305. Vemos también en el segundo fragmento en negrita del testamento del deán que la tumba del cardenal se convirtió en un lugar de veneración para sus «criados» 33 , que le recuerdan siempre en sus testamentos, como hará también Loaysa dos años más tarde (Hernández 1980). Pero nos interesa sobre todo la figura del deán porque, según su biógrafo (Gonzálvez Ruiz 1997: 653) en su biblioteca estaba el Liber consolationis et consilii, de Albertano de Brescia, actual Ms. BCT 5-32. En un artículo reciente, Cacho Blecua (1999: 45-66) ha mostrado, frente a la opinión de Vaquero (1992: II, 857-71), que el Zifar y el Libro del consejo y de los consejeros no estan relacionados directamente, sino indirectamente, en tanto en cuanto tienen como fuente común el Liber consolationis et consilii, de Albertano de Brescia (1246). Era un argumento contra la opinión de Vaquero de datar el Zifar entre 1321 y 1344 y de atribuir la autoría de ambas obras al cardenal Pedro Gómez Barroso, al cual le había atribuido Amador de los Ríos 1863: 89-100 la au- 33 Desgraciadamente, tampoco podemos deducir por este testimonio del deán dónde estaba situada exáctamente en la catedral la sepultura del cardenal. La capilla de San Eugenio estaba a continuación de la de Sancti Spiritus, a la derecha. 226 José Luis Pérez López toría del Libro del consejo y de los consejeros. Sin entrar ahora en la controvertida cuestión de la autoría de esta última obra 34 , Cacho Blecua (1999: 64) rechaza la atribución del Zifar a Pedro Gómez Barroso y concluye: «a mi juicio, deberemos seguir buscando en el entorno toledano y cancilleresco al desconocido autor del Zifar». Pero antes había señalado el mismo autor (47 N6) la existencia de un ejemplar del Liber consolationis inventariado en 1387 en la biblioteca del arzobispo de Sevilla Pedro Gómez Barroso, familiar sin duda del cardenal homónimo. Pues bien, ochenta años antes había una copia de esta obra «en el entorno toledano y cancilleresco» al que pertenecía Esteban Alfonso, Ferrand Martínez y Jofré de Loaysa, y bien pudiera haber sido utilizado por ellos no sólo en la construcción del Zifar sino también en la del Libro del consejo, obra salida del mismo entorno molinista 35 . Como conclusión del presente artículo hemos de refrendar las hipótesis de que partíamos al principio del mismo: la cronología del Prólogo es perfecta y el Zifar con su Prologo se escribió en los primeros años del siglo XIV, entre 1301, fecha en que vuelve a Toledo el cuerpo santo del cardenal, y 1310, fecha en que muere el último de sus «criados», miembro de esta escuela catedralicia toledana, su sobrino el arzobispo Gonzalo Díaz Palomeque. Todo el libro está auspiciado por la reina doña María, al igual que otras obras salidas de este entorno «molinista». La mención a la reina en pasado no es una interpolación tardía sino una amplificación elogiosa de un historiador, el arcediano de Toledo, habituado a hacerle elogios semejantes y que se retrata a sí mismo citando su propia obra histórica, su libro de la estoria, escrito también incondicionalmente al servicio de la causa de la reina. El Zifar es, pues, la historia de la dinastía de la reina - como ha dicho reiteradamente la crítica - en la que ella, y su círculo de escritores, quisieron dar un exemplum de lo que debería hacer un rey metido de lleno en la edad de la «mançebía». Sobre su autor o autores concretos nada podemos precisar, más allá de lo que hemos dicho, pero sin duda quien escribió o quienes escribieron el Zifar deben estar entre aquellos cuya presencia no está justificada por su relevancia pública en la efeméride del traslado. El primero, ese arcediano de Madrid que se adelanta y ocupa el primer plano de la escena en su doble papel de trasladador (del que hablaba Hilty en su nota citada) de cuerpos santos y de fuentes literarias orientales (como buen mozárabe toledano que debió de ser) y occidentales (como clérigo de 34 Algo he dicho sobre «maestre Pedro», autor del Libro del consejo y de los consejeros en Pérez López 2003, al que no creo que pueda identificarse con el cardenal Pedro Gómez Barroso. La atribución del Libro del consejo a esta persona no deja de ser una conjetura de Amador de los Ríos. 35 Si se trata de buscar« maestres Pedros», en el documento citado de 1301 en que se regula las abadias de Santa Leocadia y de San Vicente de la Sierra (ACT, I.11.A.1.3.) se cita a un «maestre Pedro, abad de Santa Leocadia». Pero no tenemos ninguna razón para suponerle autor del Libro del consejo, como tampoco la tienen, por el momento, los que han defendido la autoría de otros homónimos. 227 Libro del cavallero Zifar la iglesia universal, que ha estado la mitad de su vida en la corte de Roma y en Francia tras las huellas de su mentor el arzobispo y que conoce la literatura europea). Y ese don Juan Manuel que ha ido asomando en nuestro artículo de vez en cuando - la primera vez acompañando precisamente a Ferrán Martínez - y del que sí sabemos a ciencia cierta que es escritor y que se sirvió en sus escritos de muchas de las fuentes del Zifar. ¿Qué hace en el Prólogo don Juan Manuel? ¿Por qué la comitiva ha de pasar por Peñafiel para venir de Burgos a Toledo? Sólo podemos intuir la respuesta a estas preguntas si pensamos que él es uno de los miembros, quizá el más relevante, de un nuevo taller alfonsí redivivo, con trasladadores, ayuntadores y «emendadores», en el que quizá representara el mismo papel de patrono que su tío el rey Sabio. En los armaria de los arzobispos mozárabes toledanos de esa época y en los de los cultos personajes de su entorno (que hoy conocemos mejor gracias a Millás Vallicrosa 1942 y a Gonzálvez Ruiz 1997) estaban las fuentes del Zifar, algunas de las cuales, como ese Liber consolationis et consilii de la biblioteca del deán, han llegado milagrosamente a nuestros días. Toledo José Luis Pérez López Bibliografía Amador de los Ríos, J. 1863: Historia crítica de la Literatura española, vol. IV, Madrid, ed. facsímil: 1969, Madrid Cacho Blecua, J. M. 1995: «Los problemas del Zifar», in: Ramos, R. (ed.), Libro del caballero Zifar: códice de Paris, Barcelona: 55-94, 261-69 Cacho Blecua, J. M. 1999: «Del Liber consolationis et consilii al Libro del cavallero Zifar», La Corónica 27/ 3: 45-66 Gómez Redondo, F. 1996: Poesía española. 1. Edad Media: Juglaría, Clerecía y Romancero, Barcelona Gómez Redondo, F. 1999: Historia de la prosa medieval castellana, vol. II, Madrid González Muela, J. 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